Editorial
Podemos ya tiene programa
7/05/2015
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Juan Carlos Monedero abandonó la dirección de Podemos porque no se sentía cómodo ante su giro a la derecha. Esta crisis se ha sustanciado durante los debates internos sobre el programa electoral, cuya redacción básica ha corrido de su cuenta. A la luz del texto dado a conocer el 5 de mayo en un acto casi multitudinario no puede decirse que Podemos haya renunciado a sus principales señas de identidad, aunque se hayan caído algunos sueños tal vez utópicos enunciados ante las elecciones europeas. Es posible que Monedero se sintiera más confortable con sus antiguos camaradas de Izquierda Anticapitalista (uno de los grupos fundadores de Podemos), pero desde esa posición no se pueden ganar unas elecciones.
De entrada hay que reconocer al partido que lidera Pablo Iglesias la elaboración de un programa común para sus candidatos en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Es un esfuerzo meritorio en unas elecciones que a menudo se caracterizan por las ocurrencias de “barones” locales narcisistas. Quienes voten a Podemos sabrán al menos lo que pueden exigir a sus representantes.
Es cierto que han desaparecido algunas banderas llamativas que ondeó Iglesias en su camino al Europarlamento, pero mantiene los dos pilares de su discurso: rescatar a la gente que está en peligro de exclusión social y regenerar la democracia mediante formatos tasados y transparentes de rendición de cuentas. Ambos propósitos, que firmaría cualquier partido socialdemócrata digno de ese nombre, ocupan gran parte del repertorio de sus 215 medidas. Algunas rebasan el ámbito competencial de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, pero anticipan las líneas generales de lo que será su programa para las elecciones generales.
En el ámbito tributario plantea una mayor progresividad del IRPF, que se traduciría en una subida de tipos a partir de los 50.000 euros (¿son éstos los superricos de los que habla Iglesias?), pero no se anticipa ninguna medida que afecte a las grandes fortunas y las grandes empresas, salvo el impacto que pueda tener la recuperación de los impuestos del patrimonio, sucesiones y donaciones.
Para conocer a fondo el programa fiscal de Podemos habrá que esperar al próximo ciclo electoral. En sus comparencias televisivas Iglesias promete cubrir la brecha entre la recaudación en España y la media de la UE, lo que arrojaría según sus cálculos un ingreso adicional que supera los 90.000 millones. Es posible que la supresión de la jungla de bonificaciones y deducciones cubra una parte de esa diferencia pero habrá que ver cómo piensa recaudar el resto.
El rescate de los ciudadanos en estado de pobreza es la parte más desarrollada y precisa del programa, que tiene su clave de arco en el derecho a la vivienda, la asistencia sanitaria universal y una renta mínima garantizada, que sustituye a la previa renta universal y que debería aproximarse progresivamente al salario mínimo. Paralizar los desahucios es la medida más inmediata, acompañada de un ajuste de las deudas hipotecarias al valor real de las viviendas, lo que abriría el paso a la dación en pago. ¿Quién asume el coste? ¿Los bancos? No parece una carga excesiva para unas instituciones financieras que se han beneficiado de un rescate público de más de 40.000 millones. La tasa aplicable a quien posea más de diez viviendas vacías tiene también como primer destinatario a unos bancos que acumulan un ingente patrimonio inmobiliario procedente de los desahucios.
En materia de educación figuran también algunas promesas muy concretas: educación universal y gratuita de 0 a 3 años, textos escolares gratuitos, progresivo abaratamiento de las tasas universitarias. Ninguna pista sobre su coste y su financiación.
El capítulo dedicado al mercado de trabajo y al cambio de modelo productivo (estímulo a la investigación, desarrollo de nuevas capacidades tecnológicas, detención de la caída de los salarios para incentivar el consumo, introducción progresiva de las 35 horas semanales) resulta en general más propio de la agenda de un Gobierno central. Hasta ahora Podemos practicaba un discurso redentorista con altas dosis de ambigüedad. Ya no se le podrá colgar al menos este último sambenito. Es el único partido que ha definido un programa común a todo el territorio nacional. Lástima que no lo acompañe de una memoria económica. Ya solo falta que calcule cuánto cuesta y cómo piensa sufragar este rescate.
Mientras tanto, la encuesta del CIS conocida el 7 de mayo refleja una lógica y previsible caída en su intención de voto. En solo unos meses de vida, Podemos ha aprendido una lección crucial: para competir con los partidos sostenidos por los grandes medios y las grandes empresas del IBEX35, hay que cometer los mínimos errores posibles. De momento, ha subsanado mal que bien el torpe asunto Monedero y ha dejado claro que tiene un programa integral y una visión del futuro del país. Dos cosas de las que otros no pueden presumir. Y, por cierto, solo por recordárselo a algunos medios que tienen la memoria corta y la piel muy dura: esa visión se parece bastante más a la que adoptó el PSOE en el congreso donde rompió con el marxismo que a la revolución chavista, un régimen con el que los dirigentes de Podemos cortaron relaciones hace bastante tiempo.
Juan Carlos Monedero abandonó la dirección de Podemos porque no se sentía cómodo ante su giro a la derecha. Esta crisis se ha sustanciado durante los debates internos sobre el programa electoral, cuya redacción básica ha corrido de su cuenta. A la luz del texto dado a conocer el 5 de mayo en un acto casi...
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