El abogado Wolfgang Schäuble anunció el final de su carrera política el 17 de febrero del año 2000. Aquel día renunció a la presidencia del partido cristiano-demócrata alemán, la CDU, horas después de que los diputados regionales de su formación se amotinaran contra él. Así, Schäuble se despedía de la posibilidad de llegar a ser canciller de Alemania y marcaba un cambio en la estrategia de gestión de la mayor crisis de la historia de la Unión Cristiana Demócrata. Con el acuerdo impuesto a Grecia en Bruselas en la madrugada del lunes 13 de julio durante la Cumbre del Euro, Schäuble completaba un capítulo más de su larga carrera política, quince años después.

Su papel decisivo en el manejo de las negociaciones de la crisis griega --que le llevó a proponer a Atenas ingresar 50.000 millones de euros en el fondo luxemburgués IFG, que pertenece al banco estatal alemán KFW, cuyo consejo preside él mismo-- ha terminado de definir el perfil del actual ministro de Finanzas alemán tanto para sus seguidores como para sus detractores.

Los primeros lo ven como el guardián de la austeridad, firme en la decisión de no ceder ante lo que considera principios innegociables. Los segundos, tal y como señaló el eurodiputado alemán del partido de Los Verdes, Reinhardt Bütikofer, lo perciben como la reaparición del rostro del "alemán sin corazón, odioso y dominante".

La figura de Wolgang Schäuble ha sido polémica prácticamente desde el comienzo de su vida política por la dureza de su retórica. Al asumir la cartera del Ministerio de Finanzas en 2009, con 67 años, él mismo dijo que, a esas alturas de su carrera, se podía permitir prescindir de ciertas consideraciones, puesto que ya no tenía que aspirar a nada. La oportunidad de ser Canciller ya se le había escapado a finales de los noventa, cuando el escándalo de la financiación irregular del partido conservador alemán bajo las riendas de Helmut Kohl arrastró a la CDU a una crisis que truncó la carrera del entonces presidente del partido, Schäuble, como "sucesor natural" del patriarca.

Custodiado por media docena de guardaespaldas, Schäuble, con el gesto tranquilo, se limitó a leer entonces una declaración ya preparada y advirtió de antemano de que no iba a responder a preguntas. El político no mencionó a Helmut Kohl por su nombre ni se refirió directamente al asunto de las cuentas clandestinas de la CDU, que está en el origen de la crisis y de su renuncia.

La trama de las cuentas secretas en la CDU saltó a la luz apenas unos meses después de que, en las elecciones de 1998, el socialdemócrata Gerhard Schröder pusiera fin a los 16 años en el poder de Helmut Kohl. La justicia descubrió que bajo el mandato de éste último, la CDU había recibido donaciones secretas, presuntamente, de amigos empresarios. Schäuble, entonces presidente de la Unión Cristiana Demócrata, quedó salpicado por el caso y su renuncia a la jefatura, indirectamente, catapultó a la cúpula a Merkel, quien llamó a sus filas a emanciparse del patriarca Kohl. La actual canciller alemana se convirtió así, en 2000, en la primera mujer al frente de la formación, mientras Schäuble pasaba a un segundo plano.

En 1999, la fiscalía de Stuttgart abrió una investigación a Helmut Kohl por sospecha de malversación de fondos en relación con la financiación irregular de la CDU mientras el ex canciller estaba al frente del partido. El escándalo giró fundamentalmente alrededor de la existencia de cuentas paralelas a la contabilidad oficial y a la recepción de donaciones en efectivo por parte del propio Kohl. Ambos hechos, que habían sido reconocidos públicamente por el canciller, constituían violaciones a la ley de financiación de los partidos, que exigía que todas las cuentas bancarias estuvieran registradas en la contabilidad oficial y que los donantes de cantidades superiores a los 20.000 marcos fueran identificados.

A todo esto se sumó un nuevo elemento que comprometía a Schäuble. Según un informe de la tesorería del partido, a comienzos de 1997, cuando Kohl era aún jefe del partido, se había cerrado una cuenta del grupo parlamentario de la formación, que entonces estaba presidido por Schäuble, y se entregó el dinero procedente de ella a la central del partido. Esa operación, autorizada por el actual ministro de Finanzas, al menos formalmente, despertó las suspicacias de algunos diputados verdes y socialdemócratas, ya que no era legal destinar a la central de los partidos fondos públicos específicamente dirigidos a financiar el trabajo parlamentario. No obstante, la CDU se defendió diciendo que en la cuenta disuelta no había fondos públicos sino dinero recaudado de donaciones hechas por los mismos diputados cristiano-demócratas durante años.

Donación de un traficante de armas

Por otra parte, el 10 de enero del 2000, Schäuble admitió que en 1994 había aceptado una donación de 100.000 marcos alemanes a la CDU hecha por Karlheinz Schreiber, un traficante de armas condenado por evasión de impuestos. Schäuble declaró haber recibido el dinero personalmente y en un sobre, en su oficina de Bonn. La posición de Schäuble, que no supo gestionar la crisis de la CDU, quedó aún más debilitada cuando sus explicaciones sobre su relación con el traficante comenzaron a ser contradictorias.

Desde  que se conocieran los primeros elementos sobre la financiación irregular de la CDU cada nuevo detalle que pudiese tener alguna relación con el escándalo despertó todo tipo de conjeturas en los medios y círculos políticos. Esto último llevó a que Schäuble acusara tanto a los periodistas como a sus rivales políticos de estar perdiendo las formas, cuando, según él, la CDU estaba “especialmente interesada en aclarar todo cuanto antes”.

Aunque la dirección del partido cerró filas en torno a Schäuble, éste encajó un tercer golpe de la extesorera del partido, Brigitte Baumeister, que se enfrentó a él dando una versión distinta sobre el donativo del traficante Schreiber y se negó a retirarla.

El anuncio de las primeras consecuencias financieras del escándalo de la CDU (más de 41 millones de marcos de multa únicamente por una pequeña parte de las irregularidades) precipitó la crisis del partido. En una reunión del grupo parlamentario CDU-CSU en el Reichstag, mientras se esperaba la llegada de los dirigentes, los ánimos de los diputados fueron calentándose de tal manera que cuando Schäuble hizo su entrada en la sala, Norbert Lammert, el jefe del grupo de diputados de Renania del Norte-Westafalia, planteó a bocajarro la renovación de la directiva.

Schäuble aceptó inicialmente adelantar las elecciones a marzo, pero los diputados de Schleswig-Holstein pidieron que las elecciones fueran antes de los comicios regionales, que se celebraban el 27 de febrero. A partir de ahí, quedó claro que a Schäuble no le quedaba más alternativa que sacar consecuencias de la revuelta.

Hoy en día sigue sin aclararse la procedencia de alrededor de 10 millones de marcos alemanes (unos 5 millones de euros) entre 1989 y 1992. Una etapa que la propia canciller Angela Merkel definió como “la peor crisis de la CDU”.

Kohl y Schäuble no se dirigen la palabra --al menos, en público-- desde entonces, y a Schäuble ya no se le identifica con el espíritu de abnegación o como el exdelfín de Kohl, sino como hombre de hierro y coautor de un extraordinario texto de propuesta a Grecia que Der Spiegel ha definido como un “catálogo de las crueldades”.