Audioscopio
Michael Rother, siempre moderno
Al escuchar los discos de NEU! o de Harmonia más de cuarenta años después, es imposible no pensar en la cantidad de grupos que se lo deben casi todo. El músico actúa el 21 de septiembre en Barcelona
Marta Castro Berthelin 21/09/2015
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Cuando en la Alemania de los 60 la batuta marcaba el compás del pop anglosajón, Michael Rother seguía con su guitarra la estela de The Kinks o de Jimi Hendrix. Sin embargo, pronto se cansó de repetir la fórmula. Fassbinder en el cine o Willy Brandt en política no dejaron indiferentes a jóvenes como él y el afán de desmarcarse de la hegemonía cultural americana fue el impulso de grupos que constituyeron el krautrock. Este heterogéneo movimiento tomó su nombre de una manera despectiva de llamar a los alemanes tras la II Guerra Mundial por el bando ganador haciendo referencia a su plato típico, el chucrut. Las delicias del repollo musical fueron cocinadas por grupos como Can, Faust, Popol Vuh, Guru Guru o NEU!, uno de los más influyentes del siglo XX.
Michael Rother (Hamburgo, 1950) y el batería Klaus Dinger formaron NEU! tras su breve paso por Kraftwerk en 1971. Juntos buscaron alejarse del omnipresente rock & roll y, aunque al principio no usaron sintetizadores, consiguieron que la guitarra sonara a ciencia ficción y que la batería fuera más propia de una caja de ritmos que de la coordinación de dos manos y un pie totalmente humanos.
La experimentación y el cambio fueron sus señas de identidad y Hallogallo, canción que abrió su primer disco homónimo de 1972, fue la carta de presentación ideal para el sonido NEU! El motorik o apache beat, como lo llamaba Dinger, era un ritmo repetitivo de efecto casi hipnótico que dio forma a bandas posteriores como Stereolab o Broadcast o a canciones de grupos en apariencia menos allegados como Wilco. Spiders es claramente una de las niñas bonitas de Hallogallo.
Diez meses después, el dúo de Dusseldorf publicó NEU! 2 (1973). Para no depender de las directrices de su sello discográfico, decidieron autofinanciarse, lo que determinó un resultado muy polémico. El álbum contaba con veinte minutos de canciones en las que se habían gastado todo su presupuesto, y el resto se llenó con retales y accidentes sonoros a partir de lo anterior. Original atrevimiento y uno de los precursores de las remezclas musicales.
Las canciones Super 16 y Super 78, variaciones a distinta velocidad del tema Super, fueron parte de la banda sonora de la película de culto de artes marciales, Master of the Flying Guillotine (1976). Esto sí es exótico.
Rother y Dinger no lograban en directo la intensidad de la Kosmische Musik que conseguían en el estudio. El público de los 70 no toleraba el material pregrabado en los conciertos y la búsqueda de músicos para llenar ese vacío hizo que Rother llamara a la puerta de otra pareja musical, Cluster. Rother quedó tan impresionado con las posibilidades que le ofrecían Hans-Joachim Roedelius y Dieter Moebius que formó con ellos el grupo Harmonia. Juntos publicaron dos discos, Musik von Harmonia (1974) y Deluxe (1976), que se convirtieron en referentes del ambient y en objeto de admiración de artistas como Brian Eno, con quien acabaron grabando Tracks and traces en 1976 (publicado en 1997).
NEU! ‘75 fue un trámite necesario para la separación del dúo y la estructura del disco hablaba por sí sola. Una primera parte más etérea, rítmica pero reposada, con el sello Rother dejaba paso a una segunda mitad donde la rabia de Dinger cobraba peso y tendía puentes al punk que inundó los locales del Reino Unido esos años.
Despojados de sus obligaciones con NEU!, Dinger formó La Düsseldorf y Michael Rother se dedicó a su carrera en solitario. Aunque la tendencia al ambient era evidente, no desatendió su herencia cósmica. De hecho, sus tres primeros discos fueron producidos por Conny Plank (que ya había trabajado con NEU!, Kraftwerk o Guru Guru) y contaron con Jaki Liebezeit, batería de Can y uno de los mejores del género.
La relación creativa entre Rother y Dinger fue especialmente rica pero la personal estuvo llena de turbulencias incluso después de su separación. Los enfrentamientos legales por los derechos y la difusión de sus discos duraron una eternidad. En 1995, Dinger se atrevió a publicar NEU! 4, que reunía material grabado por ambos en los 80 en un intento de reunión que no llegó a prosperar por sus desavenencias habituales.
Al escuchar los discos de NEU! o de Harmonia más de cuarenta años después, es imposible no pensar en la cantidad de grupos que se lo deben casi todo. Esas canciones tuvieron que remover las tripas de Joy Division, Tortoise, Moon Duo, Thom Yorke o Föllakzoid porque todos ellos les hicieron un hueco en sus discografías. ¿Y Sonic Youth? Cuando suenan Negativland o Lieber Honig es casi inexplicable que Thurston Moore no aparezca en los créditos o que Kim Gordon no se arranque a cantar.
Ya en 1977, un célebre contemporáneo había quedado prendado de la obra de NEU! David Bowie llamó a Rother para que participara en su siguiente disco y ambos acordaron entusiasmados todos los detalles musicales. Sin embargo, un desafortunado malentendido provocado, según Rother, por un miembro del equipo de Bowie, le hizo entender que no contaban con él. Quizá después del disco Low (1977), los responsables de las ventas del británico temieron que éstas se vieran afectadas por sonidos más experimentales. Bowie y él no arreglaron el entuerto y Heroes (1977) se grabó sin la participación de quien fue un claro referente de ese sonido. Después de todo, Brian Eno sí fue invitado al estudio y no hizo falta abrir la ventana para que entrara el halo de Rother.
Las recreaciones de NEU!, de Harmonia o de sus propios discos en directo demuestran que Michael Rother se ha convertido finalmente en un gigante en el escenario. El pasado 22 de julio dedicó su concierto en la sala Caracol de Madrid a su gran compañero Dieter Moebius, fallecido dos días antes. Acompañado siempre de los mejores no ha dejado de mirar hacia delante y de hacer que, a su lado, hasta los más modernos parezcan anticuados.
Michael Rother plays NEU!. 21 de septiembre en el BAM de Barcelona.
Cuando en la Alemania de los 60 la batuta marcaba el compás del pop anglosajón, Michael Rother seguía con su guitarra la estela de The Kinks o de Jimi Hendrix. Sin embargo, pronto se cansó de repetir la fórmula. Fassbinder en el cine o Willy Brandt en política no dejaron indiferentes a jóvenes como él...
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Marta Castro Berthelin
Documentalista y enamorada de la música.
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