Ciudadanos con pedigrí anticatalanista
Cataluña es la gran baza del partido de Albert Rivera. Si Inés Arrimadas supera en votos a García Albiol e Iceta, será un revulsivo para las elecciones generales, aunque la formación puede desdibujarse como socio menor de los grandes partidos
Pep Campabadal y Francesc Miralles Barcelona , 16/09/2015
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Octubre de 1977. España tiene una inflación del 44% anual y la deuda pública sube como la espuma a la misma velocidad a la que se hunden los beneficios empresariales frente a los salarios, en un contexto de crisis económica mundial pero también de persistentes luchas obreras. El presidente Adolfo Suárez, que está descubriendo cómo se siente un presidente electo tras ganar pocos meses antes las primeras elecciones de la Segunda Restauración por mayoría simple, convoca a los partidos políticos de la oposición y a los sindicatos para la firma de dos pactos: uno de contenido político y otro de contenido económico. Esos dos pactos quedarán para siempre vinculados con el nombre de Pactos de la Moncloa; junto a los derechos de reunión, asociación política, la tutela judicial para detenidos o la despenalización del adulterio, entre otros, ese día se pacta vincular los salarios a la inflación prevista, el abaratamiento del despido y la aparición de la contratación temporal. Un auténtico éxito que en pocos años trasladaría las cifras de dos dígitos de la inflación a las del paro, inaugurando una bonita particularidad española.
Entre los asistentes previstos a aquella fiesta, además de los representantes del PSOE, PCE, la propia UCD, AP o PSP, se presentan dos pintorescos invitados: Juan Ajuriaguerra por el PNV y Miquel Roca de Pacte Democràtic per Catalunya --Convergència Democràtica, que poco después se convertiría en la ya extinta Convergència i Unió--. Cuando poco después se elija a los ponentes de lo que se convertirá en la Constitución de 1978, el establishment madrileño volverá a confiar en el nacionalismo responsable de Convergència, y Miquel Roca, que además de padre de la Constitución ha sido abogado de la Infanta Cristina, candidato a la Presidencia del Gobierno en 1986 junto a su amigo Florentino Pérez, compañero de este último en el consejo de administración de ACS, además de consejero en Endesa y Abertis y firme defensor del fiel apoyo parlamentario de CiU a la UCD y al PSOE y luego al PP y de nuevo al PSOE bajo la égida de su compañero Josep Antoni Duran i Lleida, al candidato de cuyo partido --la menguante Unió Democràtica de Catalunya--- esta misma semana presentaba en un acto público.
La larga historia de confianza del establishment madrileño en Pujol y sus sucesores, necesariamente había de dejar cadáveres en la cuneta
La larga historia de confianza del establishment madrileño en Pujol y sus sucesores, que habría de durar 35 años incluso a costa de sus propios dirigentes en Catalunya (Vidal-Quadras, en 1996, y Maragall, en 2006), necesariamente había de dejar cadáveres en la cuneta. Toda una generación de la intelectualidad españolista barcelonesa se siente decepcionada con Pujol y el desarrollo estatutario catalán ya a principios de los 80; la emergencia del establishment convergente bloquea sus legítimas aspiraciones de institucionalizarse a la manera de La Movida y el fértil entorno de las Reales Academias, premios, subvenciones y medios públicos que el Estado desplegará eficazmente en Madrid; los nuevos gobernantes en Catalunya han reservado ese lugar para otros sectores más afines; tampoco fructificará su intento de acabar con la inmersión lingüística y promover la segregación escolar como instrumento de división étnica en Catalunya. Tras el fracaso y entre la indiferencia general, muchos de entre los impulsores se marcharán en un momento u otro a Madrid a seguir su carrera, donde sí se les pagarán los servicios prestados, léase Albert Boadella, Federico Jiménez Losantos o Amando de Miguel; otros resistirán en pequeñas entidades culturales con un carácter marginal y una financiación más o menos opaca hasta la década de los 2000, cuando el debate del nuevo Estatut los lance al estrellato.
Plataforma antinacionalista
No será hasta 2006 cuando la plataforma antinacionalista Ciutadans de Catalunya --aparecida como respuesta al proyecto de nuevo Estatut y en particular a su impulso por parte del PSC de Pasqual Maragall, y que reivindica implícitamente en el nombre la famosa alocución de Tarradellas-- acuerde transformarse en partido político, denominado Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía o Ciutadans. Pero aquí surge una anomalía: en el primer congreso del partido y ante la falta de acuerdo entre sus miembros fundadores –los intelectuales promotores del manifiesto por un lado, y los activistas anticatalanistas por el otro--, el poder del orden alfabético en el nombre asciende a presidente del partido a un joven (26 años) licenciado en la escuela de negocios privada ESADE y letrado del servicio jurídico de La Caixa llamado Albert Rivera, que acabará siendo candidato a la Generalitat y líder --hasta hoy-- del partido.
Albert Rivera puede permitirse el lujo de adoptar posiciones menos duras que el PP en el tema catalán e incluso pedir una reforma del sistema de financiación autonómica
La imagen del joven Albert Rivera desnudo en los carteles publicitarios catapultará a Ciutadans-Ciudadanos al Parlament catalán, pero también a un perfil sociológico distinto, propio del boom financiero e inmobiliario que vivía España en la pasada década y muy distinto a los periodistas, escritores, juristas y filósofos que dieran origen al partido: letrados de servicios jurídicos de banca, asesores fiscales, empresarios inmobiliarios y del sector turístico, consultores del sector público en materia de territorio, asesores de constructoras, exmilitares, exmiembros de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o pilotos de aerolíneas estatales, entre otros. Este es sin embargo un retrato que tardará en manifestarse: no lo hará hasta que la combinación del efecto rebote provocado por a) el auge de la reivindicación independentista en Catalunya y b) el hastío ante la prolongada crisis económica lleven a un partido renqueante y que a duras penas sobrevivió a las elecciones europeas de 2009 hacia al éxito en las elecciones autonómicas de 2012 y multipliquen espectacularmente su número de cargos públicos, tras un fulgurante ascenso en las europeas de 2014 y las autonómicas y municipales de 2015.
Preguntarse por las razones del éxito de Ciudadanos lleva a recordar la frase de Victor Hugo “No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”, no en vano la cita favorita de Albert Rivera: 1) un país de propietarios --el 83%-- a) hastiados por la crisis económica, el paro y la pérdida de poder adquisitivo, b) temerosos de los cambios bruscos así como c) firmes partidarios de la permanencia en el euro a cualquier precio, garantía del valor de sus inmuebles y pensiones; 2) una gran patronal descontenta con la clase política del bipartidismo, incapaz de implementar las reformas que les aseguren a) sus tasas de beneficio por la tradicional vía de caída de salarios y bajada de impuestos sin b) deprimir demasiado el mercado interno, 3) una clase dirigente que busca y encuentra en el enemigo interno habitual --el separatismo, el 15-M o lo que toque en cada momento-- un eficaz muñeco vudú para cubrirse las vergüenzas y 4) unos medios de comunicación a) en crisis ante la caída del mercado publicitario b) necesitados de mantener altos índices de audiencia para su sostenimiento y que por tanto c) encuentran en el tan español género de la tertulia el mejor sucedáneo para el caro y costoso periodismo.
Soufflé demoscópico
Una vez deshinchado el soufflé demoscópico el 24 de mayo --que otorgaba sistemáticamente a Ciudadanos entre 2 y 6 puntos más sobre los resultados que efectivamente obtuvieron-- y definido su perfil de muleta del partido gobernante de turno en los pactos en Madrid y Andalucía con las versiones más sórdidas y ahogadas en corrupción de PP y PSOE, Ciudadanos corre un evidente riesgo de vivir la suerte del CDS de Adolfo Suárez, a quién Rivera nombra siempre como su referente político, desdibujado como socio parlamentario menor de los grandes partidos. Su gran baza es Catalunya: la oportunidad de superar en votos y escaños tanto a PSC como a PP –quemados por la combinación de su muy mejorable acción política en Catalunya en la última década y la sucesión de escándalos de corrupción-- con cierto margen --como pronostican las encuestas-- podría suponerles un cierto revulsivo de cara a las generales de diciembre.
Tranquilo y conciliador. Su vídeo electoral reza “No importa de dónde vengas, sino adónde iremos juntos”
En unas elecciones claramente marcadas por el “frame” soberanista y donde Ciutadans-Ciudadanos ha exhibido como nadie credenciales en la defensa del unionismo en Catalunya, presentando a la única candidata mujer y la más joven con diferencia --34 años, Romeva de Junts pel Sí tiene 44 y el mayor es Rabell de CSQEP (ICV-Podemos) con 61 años-- el partido se puede permitir un estilo tranquilo y conciliador. Su vídeo electoral reza “no importa de dónde vengas, sino adónde iremos juntos” y contrasta vivamente con el tono bronco que ha marcado Podemos con la irrupción de Pablo Iglesias en la campaña, apelando al voto étnico o comunitario de los catalanes de ascendencia andaluza o extremeña en el área metropolitana.
Albert Rivera puede permitirse el lujo de adoptar posiciones menos duras que el PP en el tema catalán --rechazando, por ejemplo, la reforma del TC presentada por Rajoy con García Albiol en la foto, o descartando la opción de usar el artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía catalana, como es ya lugar común en Madrid-- e incluso pedir una reforma del sistema de financiación autonómica que contemple el principio de ordinalidad --que implicaría una comunidad aportante de fondos a la solidaridad, como Catalunya, no pueda recibir menos financiación por cápita que una receptora, como Extremadura.
Con Mas haciéndose independentista, la UDC de Duran moviéndose en las encuestas en márgenes que siempre empiezan con un “0-“, el PSC en manos de un Iceta que en menos de nueve años ha llevado al PSC de mandar en todas partes en Catalunya a disputar una plaza de Europa League y el PP fiel a su papel de partido que más iras concentra del electorado, a la principal patronal catalana le quedan pocos clavos ardiendo a los que agarrarse, después de 76 años –sí, 76-- de sucesivos milagros económicos. Ciutadans-Ciudadanos ha exhibido como nadie credenciales en la defensa del unionismo en Catalunya, presentando a la única candidata mujer y la más joven con diferencia.
Que el tema catalán siga vivo y coleando durante el otoño en la agenda mediática es un buen seguro para el Gobierno de Rajoy, pero puede serlo también para Ciudadanos si Inés Arrimadas consigue hacerse con el cargo de jefa de la oposición en el Parlament. La previsible victoria de Junts pel Si, una nueva presidencia de Mas y consiguiente nueva entrega del Procés es, paradójicamente, la mejor garantía en el camino de Rivera hacia la Carrera de San Jerónimo. Ahora, como tres décadas atrás --y aún antes con Lerroux-- un pedigrí anticatalanista es garantía de triunfo en amplios sectores de la Villa y Corte. El título de ESADE y el programa económico made in London School of Economics no pasan de complementos de temporada.
Octubre de 1977. España tiene una inflación del 44% anual y la deuda pública sube como la espuma a la misma velocidad a la que se hunden los beneficios empresariales frente a los salarios, en un contexto de crisis económica mundial pero también de persistentes luchas obreras. El presidente Adolfo...
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