Jorge Costa / Diputado del Bloco de Esquerda de Portugal
“La gente no puede soportar más austeridad, y los socialistas deben comprenderlo”
Gorka Castillo 30/12/2015
Palacio de Sao Bento, sede del Parlamento portugués.
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Periodista de profesión, Jorge Costa (Lisboa, 1975) no es simplemente uno de los 19 diputados elegidos por el Bloco de Esquerda en las elecciones legislativas celebradas el pasado mes de octubre en Portugal. Es miembro de la Mesa Nacional de su partido e integrante de su Comisión Política, la que finalmente decidió apoyar al Partido Socialista de Portugal (PSP) para investir, con los votos del Partido Comunista Portugués (PCP), como primer ministro a su candidato, António Costa, en detrimento del ganador, el conservador Pedro Passos Coelho.
Reconoce que fue una decisión difícil debido al constreñido campo de juego de los socialistas, pero añade: “De momento es suficiente, tal y cómo es la situación de Portugal”. Autor de cinco ensayos políticos sobre la historia de su país, Jorge Costa no percibe las mismas urgencias en España, aunque no alberga dudas de que tarde o temprano el PSOE deberá asumir, como el PSP, “que ha perdido la hegemonía ideológica de la izquierda”. Habla en perfecto castellano sobre la crisis de la socialdemocracia y la influencia que la nueva izquierda comienza a tener en los gobiernos europeos.
¿Es el Partido Socialista de Portugal (PSP) más de izquierdas que el PSOE?
Si la pregunta se refiere a las diferencias que aprecio entre el Partido Socialista portugués y el español diré que no hay muchas. Ambos han sufrido un enorme retroceso electoral y están dominados por sectores muy influidos por poderes económicos poderosos. La prueba es que el programa con el que el PSP acudió a los comicios de octubre en Portugal fue, quizá, el más derechista que jamás ha presentado en su historia.
Entonces, ¿cómo decidió firmar el acuerdo de gobierno del Bloco de Esquerda y el Partido Comunista para desalojar a Passos Coelho del poder?
Se produjeron una serie de condiciones muy particulares en Portugal. Por un lado, la configuración de una mayoría clara de izquierda en la nueva Asamblea; por otro, la imposibilidad del PSP de llegar a un acuerdo con la derecha, ya que de haberlo hecho habría quedado desfigurado y dirigido por la alianza conservadora de Passos Coelho. Puede decirse que a los socialistas portugueses no les quedó otra opción que negociar con el Bloco y el PCP.
Para muchos socialistas, ha sido difícil el pacto con el Bloco y el PCP. Allí no faltan sectores conectados con la patronal y con las instituciones europeas
¿A qué renunció el PSP para lograr el acuerdo?
El PSP está hoy sometido a una enorme presión por parte del movimiento popular de izquierda que quiere cambiar la dinámica política que se ha impuesto en toda Europa. Esa es la novedad. Pero no es un gobierno de izquierda sino de centro, donde todos los ministros son de la confianza del primer ministro, António Costa. Sin embargo, con el pacto hemos logrado crear una gran expectativa social alrededor del Ejecutivo, la cual se incrementará aún más en los próximos meses según vayan percibiéndose las medidas introducidas por el Bloco y el PCP para garantizar la gobernabilidad. Creo que esa presión social es la que verdaderamente puede hacer cambiar de ruta al PSP de cara al futuro, aunque antes necesite realizar una autocrítica sobre los errores cometidos en los últimos años.
Es decir, el PSP ha cedido en sus principios a cambio de regresar al poder.
No, el programa de gobierno es el de António Costa. El PSP no aceptó negociar ayudas a los 700.000 desempleados que no cobran ningún tipo de subsidio ni medidas más amplias de justicia social que proponíamos, ni tampoco contempló renegociar la deuda para liberar recursos destinados a las clases más desfavorecidas. Es un programa claramente centrista, que sigue sin dar una respuesta clara a los problemas más graves que asuelan a la sociedad portuguesa, aunque hayamos conseguido algunas modificaciones y esté estrechamente vigilado por el movimiento popular.
Ante tantas dificultades y teniendo en sus manos la gobernabilidad de Portugal, ¿no tuvieron deseos de forzar la celebración de nuevas elecciones?
No. Por razones constitucionales, Portugal no habría podido repetir las elecciones legislativas de octubre antes de junio de 2016. Demasiado tiempo de espera, más de medio año. Este factor fue determinante para lograr el acuerdo de gobierno entre el Bloco, el PCP y el PSP. Como segunda fuerza del país, los socialistas tenían dos opciones. O favorecer la continuidad de los conservadores Passos Coelho y Paulo Portas, lo que hubiera sido un suicidio a la griega, o hacer lo que hizo pese a no recibir el aplauso de todo el aparato del partido. Al contrario. Para muchos socialistas, pactar con el Bloco y el PCP ha sido una opción difícil de digerir. En el PSP no han faltado sectores, sobre todo aquellos conectados con la patronal o con las instituciones europeas, que presionaron a António Costa para que apoyara la gran alianza liderada por Passos Coelho. De haberlo hecho, el PSP habría sufrido una humillación con consecuencias terribles y hoy no tendría margen de maniobra en Portugal.
En España, el PSOE exige a Podemos que renuncie al “derecho a decidir” de los territorios para iniciar negociaciones. ¿Tan exigente fue el PSP con el Bloco y el PCP?
Desde el principio dejaron claro cuáles eran sus límites en la negociación, que no eran otros que la lógica de su programa político; es decir, sus relaciones con las instituciones europeas actuales y la disciplina fiscal para cumplir con el objetivo del déficit impuesto por Europa eran intocables. Ese fue el campo del juego, sin posibilidad, en estos momentos, para hacer nada que haga cambiar de opinión a los socialistas. Tuvimos que movernos bajo criterios políticos estrictos.
Es decir, que no exigieron renuncias a políticas de austeridad para avanzar en el acuerdo.
No pedimos que el PSP renunciara a sus compromisos. Sólo exigimos que abriera un ciclo de recuperación del rendimiento del trabajo anual para los asalariados y pensionistas, en lugar de incrementar las cargas impositivas sobre estos sectores, que debía de extenderse a lo largo de todo su mandato. Ahí rompimos la tónica habitual impuesta por los políticos conservadores europeos a los países más azotados por la crisis.
No pedimos que el PSP renunciara a sus compromisos, pero exigimos que dejaran de crecer los impuestos a los asalariados y pensionistas
¿Podría servir esta experiencia como modelo a España?
La situación de Portugal es muy diferente a la de España. Desde la propia Constitución y configuración territorial hasta la relación de partidos políticos en el Parlamento. No hay que hacer fotocopias con esto porque no funcionan. La única certeza indiscutible es el nacimiento de una nueva fuerza de cambio en la izquierda española, y eso lo va a trastocar todo. Sea cual sea la solución institucional que se tome, ha surgido un nuevo protagonismo popular dispuesto a influir desde la izquierda en la toma de decisiones políticas.
¿Hacia dónde se dirigen los grandes partidos socialistas europeos que un día gestaron el Estado del bienestar?
Lo que estamos comprobando es que la gente ya no puede soportar más la política de austeridad. El ciclo de empobrecimiento y de privatizaciones está llegando a límites donde falta el consenso social para imponerse. Esto está otorgando un protagonismo importante a fuerzas políticas que, en los tiempos de fortaleza de los grandes partidos socialistas, eran minoritarias pero que desde 2013 no han dejado de organizarse para ser alternativas reales de poder. Esa es la nueva realidad que tienen que comprender, y a la que aún deben adaptarse los socialistas europeos. El alto compromiso que han creado con los sectores financieros y privados más poderosos del continente les coloca en una difícil situación para volver a ser la fuerza hegemónica de un cambio. Ahora, ese papel lo desempeñan las formaciones emergentes con capacidad de influir en la política e incluso para formar un gobierno.
Como el Bloco de Esquerda en Portugal.
Y como Podemos y, en menor medida, también Unidad Popular en España.
El 24 de enero ustedes, los partidos de izquierda, vuelven a concurrir divididos, y debilitados, a unas elecciones presidenciales casi tan importantes como lo fueron los comicios legislativos de octubre. ¿Cuáles son sus posibilidades?
Ciertamente, son muy difíciles para la izquierda. El PSP tiene dos candidatos: la exministra de Salud Maria de Belém Roseira, muy vinculada a los sectores que querían un pacto con la derecha, y Sampaio da Nóvoa, independiente y exrector de la Universidad de Lisboa, crítico con el Gobierno anterior pero muy ambiguo respecto a los elementos clave de la lucha política actual. La derecha tiene un candidato único, un popular comentarista de televisión, Marcelo Rebelo de Sousa. Nuestra candidata será Marisa Matias, una mujer que resultó fundamental para que las esperanzas con las que se recibió el inicio de las conversaciones de los partidos de izquierda tuvieran un buen resultado. El objetivo es forzar una segunda vuelta para que no gane Rebelo de Sousa, pero está muy complicado.
Periodista de profesión, Jorge Costa (Lisboa, 1975) no es simplemente uno de los 19 diputados elegidos por el Bloco de Esquerda en las elecciones legislativas celebradas el pasado mes de octubre en Portugal. Es miembro de la Mesa Nacional de su partido e integrante de su Comisión Política, la que finalmente...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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