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Apagados los rescoldos de la no investidura de Sánchez, llega el tiempo de las encuestas a medida y de abrir las negociaciones con Los Otros (léase Podemos, confluencias y nacionalistas no irredentos). El plan suena a película de terror para los firmantes del Pacto a la Naranja, esos valientes autores de 200 medidas que podrían haberse puesto en marcha la semana que viene si no fuera porque se olvidaron de convencer a tres o cuatro o grupos más y de reunir los escaños necesarios para hacer saltar la banca.
CTXT ha defendido siempre que el PSOE debía mirar a la izquierda y negociar lealmente con los representantes de los casi siete millones de votantes que exigen un cambio real y urgente, incluidos los nacionalismos, siempre menos ideológicos que los partidos estatales.
Intentar gobernar este país sin tener en cuenta esas sensibilidades distintas y nuevas parece no solo una insensatez, sino también una garantía de prolongar el malestar y la inestabilidad. Pero el PSOE ha renunciado, de momento, a sentarse a hablar de verdad con Podemos, y ni socialistas ni Ciudadanos quieren saber nada de dialogar con independentistas.
Así que los no investidos tienen un problema con los números. O más de uno.
Según dijo Sánchez en el Congreso, los números a la izquierda no salen. Curiosa frase, porque los números con Ciudadanos tampoco salen, mientras con Podemos podrían acabar cuadrando sin producir excesivos traumas ni fracturas sociales peores de las que tenemos hoy sobre la mesa.
Veamos las cifras posibles, tomadas del pactómetro de El Mundo.
Si hubiera podido, querido, o todavía pudiera o quisiera pactar por la izquierda, Sánchez (90 diputados) podría ser presidente en la segunda vuelta con los votos favorables de Podemos y Compromís (69), más los del PNV (6), IU (2), y CC (1), contando, eso sí, con las abstenciones negociadas de ERC (9) y de DIL (8).
El resultado sería de 168 diputados a favor, con 17 abstenciones y 165 votos en contra (123 del PP --contando al no adscrito De la Serna--, 40 de C’s y 2 de Bildu).
Sánchez, en un gesto hacia Susana Díaz y su comité federal, arguye que jamás llegará al gobierno gracias a la abstención de los independentistas que quieren romper España. Bien. Como argumento electoralista, no tiene discusión. Pero ¿no se trataba de gobernar la semana que viene y de desalojar al PP del poder? ¿Sería un deshonor o un disparate político tan grande tender la mano a los independentistas catalanes y ofrecerles diálogo y concordia en vez de choque de trenes y guerra permanente?
Sí, responde Sánchez.
Elige entonces la segunda opción, publicitada hasta la saciedad por los medios afines: bastaría con que Podemos se abstuviera, y tendríamos un Gobierno del PSOE y C’s llevando a cabo las 200 reformas. Óptimo. Pero se supone que, para eso, habrá que hacer algunas concesiones al partido que ha sacado casi tantos votos como el PSOE. ¿O no?
Si se mira de cerca, la cosa se envenena y se hace más compleja, porque en realidad no basta con que Podemos se abstenga.
Sánchez necesitaría, en todos los casos menos uno, los votos a favor de Compromís e IU / UP. Parece un escenario plausible, si bien bastante exótico: la izquierda se divide, el PNV vota sí, y Compromís e IU se adhieren a PSOE y Ciudadanos.
Veamos las cuentas:
La votación sería desde luego emocionante. Sánchez saldría elegido por un solo voto de diferencia: PSOE, C’s, PNV, Compromís, IU y CC sumarían 143 escaños. Habría 65 abstenciones podemitas. Y votarían en contra 142 diputados: 123 del PP (contando a De la Serna), y 19 de los “independentistas y separatistas”: 9 de ERC, 8 de DIL, 2 de Bildu.
Claro que quizá haya también un plan C, una posible excepción, de la que nadie habla y que quizá sea, en consecuencia, la más probable: que el PSOE reconsidere su visión sobre DIL/CDC, que está a punto de refundarse para dejar atrás la independencia y convertirse "solo" en soberanista, y que los 8 diputados de medio Gobierno catalán acabaran votando a favor, ¡con Ciudadanos!
En ese caso, sí, Compromís e IU podrían abstenerse con Podemos, y convertirse así en la única voz de la izquierda, un panorama que de momento descartan los dirigentes de la formación morada...
La numerología es creativa, pero choca con la realidad. Sánchez ya ha anunciado que el PSOE solo negociará en un pack con C`s. Y Podemos y Unidad Popular han replicado que sus agendas sociales no son compatibles con el pacto liberal de 66 páginas, y que no se sentarán en una mesa con Garicano y Rivera.
Las nuevas elecciones, salvo pronta dimisión de Rajoy y Gran Coalición a tres, o improbable acuerdo de última hora con Podemos, parecen por tanto, inevitables...
Si es el caso, sería cuestión de asumirlo sin tardanza y de explicárselo a la ciudadanía con la mayor honestidad posible. Y sin miedo.
Acudir a las urnas nunca es un drama. La tragedia sería no poder hacerlo. Especialmente, cuando la sociedad está bien informada y activamente implicada en los procesos electorales.
Pero de manipulación ya hablaremos otro día.
Apagados los rescoldos de la no investidura de Sánchez, llega el tiempo de las encuestas a medida y de abrir las negociaciones con Los Otros (léase Podemos, confluencias y nacionalistas no irredentos). El plan suena a película de terror para los firmantes del Pacto a la Naranja, esos valientes autores...
Autor >
Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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