El taxista derrapaba con precisión de orfebre por las callejuelas del barrio de santacrú para llegar a tiempo a la presentación de CTXT en Sevilla. Solo media hora tarde. Haciendo patria.

Había gente de pie a la entrada del Palacio de los Marqueses de la Algaba. Todo lleno. Parecía que daban algo gratis. Y en realidad, sí. 

Participaron el catedrático de Economía Juan Torres López, el ex defensor del Pueblo Andaluz José Chamizo, Javier Pérez Royo, Soledad Gallego-Díaz y Miguel Mora.

De los cinco ponentes de la mesa reconocí a Miguel Mora y a Soledad Gallego-Díaz. Entre las 24 filas de sillas petadas solo buscaba una cosa. Con mucha ansiedad. La papada de Gerardo Tecé. Pero no había manera. Hasta que abrí el tuiter y apareció una foto hecha por él. El tiro de la imagen decía que tenía que estar por delante.

Hay cosas que no se pueden explicar. Es igual de difícil entender que hay que pagar por algo que comprender el porqué. Cinismo a medida. Lapidamos al que no paga todos sus impuestos mientras intentamos escurrirnos para soltar menos. ¿Aguantará esto?

El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo expresó, con exquisita realidad, que el modelo no va a cambiar. Por mucho que la gente se mueva. Por mucho que el país reviente. Pero Soledad Gallego-Díaz salió al quite para llevarle la contraria.

Entonces entendí mejor lo que significa este paraíso de pensares que se llama CTXT, Contexto, y se apellida Acción. Un grupo de chiflados cada vez más grande que parecen medio hermanos aunque no se hayan visto en la vida.

CTXT es un cordón umbilical entre lectores y periodistas de tripas. Algunos rebotados, otros felices. Hay de todo. Como en los hospitales. Igual. Pero intuyo que la mayoría nos chutamos con la misma pirula. El efecto hacia afuera es un brotar de no sé qué. El nacimiento de un algo que cuando lo piensas te da como pellizco del bueno. Como cuando alguien te pirra.

La papada de Gerardo no aparecía por ningún sitio y aquello se acababa. No podía volver a Mallorca sin tocar la quijada de aquel señor. Hasta que asomó un rizo oscuro y una media barba. En ese momento me sentí morir.

¡Qué bofetón de realidad!

El otro día un compañero hizo una entrevista de las que sangran. Cuando acabó mandó un mensaje al grupo de redacción. Decía que había llorado. Después de leerlo creo que todos sentimos lo mismo.

No es masoquismo, es no ir a carril. Buscar. Llegar. Explicar. Contar. O todo lo contrario. Pero saber por qué y cómo.

¡Mecagüenlalechejodida, que el año que viene tenemos que vernos otra vez aquí!– brindó con manzanilla el señor de chaqueta azul mientras esperaba con ansia las tortillitas de camarones.

Ojalá.