Tribuna
Paraísos fiscales: que no nos engañen más
Una cuarta parte de la riqueza mundial pasa por estos territorios ¿Por qué no se aprueban verdaderas medidas contra su utilización? Porque no hay voluntad política
José María Peláez Martos 14/05/2016
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Se podría terminar con la utilización de los paraísos fiscales con tres medidas muy claras y fáciles de aprobar, como son elaborar una lista negra de paraísos, que a las sociedades domiciliadas en esos territorios no se les reconozca personalidad jurídica y, por tanto, no puedan operar fuera de dichos territorios; y que cualquier movimiento de fondos hacia o desde esos territorios sea objeto de una retención del 30%. Se podrían proponer otras más, pero con las mencionadas se acabaría con el problema.
La pregunta inmediata que surge es por qué no se aprueban dichas medidas si son tan claras. Pues bien, la única respuesta posible a esta cuestión es que no hay voluntad política a nivel internacional para aprobarlas. Así, la verdadera importancia del último escándalo conocido, el de los papeles de Panamá, es que ha puesto de manifiesto uno de los motivos principales por los que no existe esa voluntad.
El caso de los papeles de Panamá se puede analizar desde diferentes puntos de vista. Así, en el aspecto mediático no deja de tener gran interés para el público la identidad de muchos artistas, famosos, políticos o empresarios, que figuran en las listas de implicados en el caso. Evidentemente, todos niegan al principio saber nada del tema, pero muchos de ellos han terminado por reconocer su participación o titularidad en las sociedades offshore, ante las abrumadoras pruebas documentales existentes, como es la aparición de sus firmas en dichos documentos.
Respecto a la importancia relativa de lo descubierto en este caso en relación a la utilización de los paraísos fiscales a nivel mundial, no dejan de ser ridículos los datos que se han conocido: once millones de documentos que afectan a unas 200.000 sociedades. Este caso supone una gota de agua en el océano, ya que se cuentan por millones las sociedades opacas creadas en los paraísos fiscales que se utilizan principalmente para ocultar las ganancias procedentes de fraude fiscal o de otras actividades delictivas, y ese es precisamente el concepto de blanqueo de capitales. Por citar algunos ejemplos, en las Islas Vírgenes, territorio con 28.000 habitantes, existen alrededor de un millón de estas sociedades, o en el Estado americano de Delaware, en un edificio de una planta figuran domiciliadas 285.000 sociedades. Para hacernos una idea del grave problema que supone la utilización de los paraísos fiscales, algunos informes indican que por estos territorios pasa una cuarta parte de la riqueza mundial.
Este caso, el de los papeles de Panamá, ha puesto al descubierto también la perfecta planificación que hacen los despachos especializados en estos temas y los grandes bancos, así como la rápida adaptación que se realiza ante cualquier medida que pueda poner en riesgo la opacidad de estos territorios. Así, después de años de querer implantar totalmente la directiva del ahorro en Europa, que implicaba que los países que no lo habían hecho ya tuvieran que informar al resto de miembros de las personas físicas que son titulares de cuentas en otros países, la trampa que se ha hecho es poner esas cuentas a nombre de sociedades, para que no les afecte dicha directiva y, como no podía ser de otra forma, domiciliadas en paraísos fiscales, para poder seguir disfrutando de la opacidad que proporcionan estos territorios. De ahí surgen miles y miles de sociedades creadas en Panamá que ahora han salido a la luz.
Llegados a este punto, resultan ridículas las declaraciones de los organismos internacionales cuando proponen como solución el cambio del modelo de intercambio de información hacia uno de intercambio automático, pero a partir de 2017 o 2018. Sabiendo cómo se actúa en estos temas, ese anuncio es lo mismo que decirle a los defraudadores y delincuentes que espabilen, porque tienen este plazo de tiempo para adaptarse a esta nueva medida. Pero aún es más importante el hecho de que no se contemplen medidas coercitivas para los territorios que no quieran firmar estos nuevos convenios de intercambio de información, por lo que el segundo mensaje es también claro y es que siempre habrá paraísos en los que refugiarse.
Y llegamos a la verdadera importancia de este caso, que ha sido la aparición de importantes mandatarios a nivel mundial en los papeles. Si volvemos la vista unos años hacia atrás, esos mandatarios nos dijeron en el año 2009 que se había terminado la era de los paraísos y del secreto bancario, y para ello se adoptó la medida de que el paraíso que firmara doce acuerdos de intercambio de información salía de la lista de paraísos. Así, para la OCDE en el año 2012 ya no había paraísos fiscales en el mundo, cuando la realidad nos decía justo todo lo contrario, que su utilización seguía incrementándose. ¿A quién querían engañar?
Ahora nos presentan otra medida que tampoco terminará con el problema, como es el cambio de convenio de intercambio de información. Pero lo cierto es que ya llueve sobre mojado. ¿Por qué no se aprueban verdaderas medidas contra la utilización de estos territorios? ¿No será porque los que han aparecido en estas listas no tengan territorios donde poder ocultar el producto de sus fechorías? ¿No será porque esas medidas las tienen que aprobar algunos de los que aparecen en los papeles de Panamá? Y si estos papeles suponen una gota de agua en el océano, que ocurriría si los ciudadanos supieran lo que hay en ese océano, refugio perfecto para los que no quieren pagar impuestos, o para esconder el botín de la delincuencia mundial.
Es bueno que de vez en cuando surjan escándalos de este tipo para que la opinión pública los conozca y también que más de 300 economistas de todo el mundo pidan la eliminación de los paraísos. Todo ladrillo hace pared para forzar a los mandatarios mundiales y a los organismos internacionales para que aprueben medidas eficaces, sabiendo que cada vez resulta más difícil que nos engañen.
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José María Peláez Martos es Inspector de Hacienda del Estado.
Se podría terminar con la utilización de los paraísos fiscales con tres medidas muy claras y fáciles de aprobar, como son elaborar una lista negra de paraísos, que a las sociedades domiciliadas en esos territorios no se les reconozca personalidad jurídica y, por tanto, no puedan operar fuera de dichos...
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