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"Y tú... ¿a qué te dedicas?". "Yo ayudo a mi marido, que es misionero". "Ah ¿y... qué hacéis exactamente?". "Le enseñamos la Biblia y la palabra de Dios a los taiwaneses". Me atraganto. "Ya.. y ¿os va bien?" "Sí, muy bien, los taiwaneses son muy receptivos, más que los chinos de China, allí el gobierno nos lo pone más difícil. Además aquí saben más inglés y eso facilita mucho nuestra labor". Cuando uno es ateo se le olvida que entre los muchos trabajos inventados por el hombre (y a los que el ateo nunca podrá aspirar) está el que te garantiza un sueldo por predicar entre infieles y alejarles del pecado pero en Taiwán, en la comunidad de extranjeros, en apenas tres meses ya me he encontrado, sin proponérmelo, a cuatro misioneras evangelistas estadounidenses. ¿A cuántos misioneros han conocido ustedes este año? Con 23 millones de pecadores potenciales entregados en un 80% al budismo y derivados y en un 16% a la no religión, la isla es una mina para quienes aspiran a convertirlos a otros credos ayudados entre otras cosas por el gancho del inglés, un idioma que obsesiona a los padres taiwaneses, lo que ha hecho que florezcan las escuelas de inglés por toda la isla. Tres de las mujeres misioneras que conocí se dedicaban a enseñarle ese idioma a los niños, y de paso, un poquito de Jesús aquí y allá para los padres y ya tenemos nuevos conversos.
La rama evangelista del cristianismo a mí me asusta más que otras, quizás porque he vivido en Estados Unidos y allí son, disculpen la expresión, una plaga que financia a los políticos republicanos más recalcitrantes (son los que facilitaron la reelección de George W. Bush) y creen en cosas que resultan cercanas a la ciencia-ficción, como la evaporación milagrosa de los fieles cuando llegue el fin del mundo: ellos 'volarán' hacia el cielo y nosotros seremos torturados durante cien años (o mil, no recuerdo los detalles) mientras Jesús vuelve a la Tierra para salvar a sus fieles antes del Apocalipsis. Para que eso ocurra Israel tiene que recuperar 'sus territorios bíblicos' y Palestina desaparecer, así que también financian la perpetuación de aquel conflicto. Además, los más extremistas no dudan en disparar a las estadounidenses que abortan o en acusar a los gays de ser el anticristo. Si no me creen lean esta historia sobre esa aberración llamada Hell Housesy luego hablamos. Las misioneras parecían bastante inofensivas pero tengo problemas para relacionarme cuando hay que bendecir la mesa antes de comer o negar el cambio climático así que nuestro encuentro no progresó mucho.
En Taipei, además, también hay unas cuantas iglesias católicas, adónde acuden, sobre todo, inmigrantes filipinos, (Filipinas es el país más católico de Asia junto a Timor Oriental). Ellos son los únicos junto a vietnamitas e indonesios a quienes los taiwaneses dan facilidades para trabajar, previo atraco a mano armada de agencias de colocación y comisiones gubernamentales que se merecen un artículo aparte. Por supuesto lo que más abundan son los templos budistas, algunos antiguos y bellos como Longshan Temple en Taipei y otros pequeños y sencillos distribuidos a lo largo y ancho de la isla, por no hablar de los templitos caseros que muchos taiwaneses se montan en su propia casa para recordar a sus muertos.
Aún sé poco sobre el budismo, y mucho menos sobre el confucianismo, una filosofía que impregna las relaciones sociales y familiares taiwanesas. Pero sí sé que entre una iglesia católica y un templo budista hay un abismo emocional y estético. Esos budas dorados que se sientan semi sonrientes mirando hacia el infinito con flores y frutas frescas a sus pies y decoraciones ultrabarrocas alrededor no tienen ninguna relación con esos Cristos que lloran sangre, esas vírgenes tristísimas o esos mártires dolientes que pueblan altares y paredes de iglesias españolas o italianas. Alabo y admiro el trabajo maravilloso hecho por artistas como Miguel Ángel, Tiziano o El Greco en nuestras iglesias pero nuestra simbología religiosa es extremadamente desasosegante mientras que la suya, al margen de algunos demonios muy coloridos y con rostros malvados, transmite, esencialmente, mucha paz. A veces hasta tengo que contenerme para no saltar y ponerme a recitar mantras con ellos algo, por otro lado, bastante parecido a rezar un rosario, pero que nunca me ha apetecido hacer en mi tierra, quizás porque esas señoras de negro arrodilladas frente al altar siempre me asustaron.
Al contrario que las iglesias católicas, las protestantes se caracterizan por su sobriedad, de hecho a menudo no hay nada dentro excepto una sencilla cruz. Los evangelistas, que avanzan inexorablemente conquistando territorios antaño ultracatólicos como América Latina, ahora apuntan también hacia Asia con fuerza. Es un horizonte goloso al que hincarle el diente precisamente porque allí los católicos apenas son competencia. En Taiwán hay 600.000 evangelistas pero sólo la mitad de católicos y la proporción se repite en otros países asiáticos.
El pasado julio un tipo se subió a un tren en Taiwán con una bomba casera y la hizo explotar en un vagón, hiriendo a 25 personas. Al principio todos los medios se lanzaron a especular: ¿será el ataque terrorista de un musulmán? En la isla viven unos 200.000 musulmanes, de los cuales 150.000 son inmigrantes indios o indonesios que están allí por trabajo. Es decir, su presencia es numéricamente` anecdótica y no hay rastro de esos traumas sociales que afligen a segundas o terceras generaciones de inmigrantes en Francia o Bélgica. Aún así, en cadenas como la BBC o la CNN supuestos 'expertos' especularon durante horas con la posibilidad del terrorista musulmán y con el "nadie está a salvo" que tan bien le viene ahora a la industria de la seguridad. En las teles taiwanesas, por lo que pude intuir con mi chino chabacano, también. Al poco tiempo se supo que la bomba la había puesto un tipo que había estado en tratamiento psiquiátrico, que acababa de ser operado de cáncer, que además debía un montón de dinero y que no era musulmán. "Las cosas no me iban bien y quería llamar la atención" le confesó a la policía este señor que obviamente, no estaba en sus cabales. ¿Oyeron ustedes algo al respecto en sus telediarios? Apuesto a que si hubiera sido musulmán sí conocerían esta historia.
Lo peor del siglo XXI no es tener que luchar contra extremistas religiosos de todo pelaje sino contra el discurso del miedo que nos muerde con ahínco desde el púlpito de los políticos, pero sobre todo, desde los medios de comunicación y del que, lamentablemente, ni siquiera en Taiwán podemos escapar.
"Y tú... ¿a qué te dedicas?". "Yo ayudo a mi marido, que es misionero". "Ah ¿y... qué hacéis exactamente?". "Le enseñamos la Biblia y la palabra de Dios a los taiwaneses". Me atraganto. "Ya.. y ¿os va bien?" "Sí, muy bien, los taiwaneses son muy receptivos, más que los chinos de China, allí el gobierno...
Autor >
Barbara Celis
Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..
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