Ante la crisis de la UE, más fronteras y defensa
La Comisión Europea y los 27 se escudan en un aumento de la seguridad ante su incapacidad para llegar a acuerdos que hagan frente al Brexit, el desempleo o la situación de los refugiados
Alexandre Mato Bruselas , 17/09/2016
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Estrasburgo, Parlamento Europeo, por sexto año consecutivo un presidente de la Comisión pronuncia un discurso sobre el estado de la UE, es el segundo de Jean-Claude Juncker al frente del ejecutivo comunitario, el segundo en un continente que afronta una crisis existencial resultado de muchas crisis superpuestas, una matrioska política donde cada crisis encierra otra. Así hasta llegar a la del Brexit.
La tradicional muñeca rusa decrece según la abrimos pero la matrioska europea esconde crisis cada vez más grandes: de la caída de los bancos al aumento vertiginoso del desempleo y el déficit en muchos países, de la casi explosión del euro y de Grecia, tras varios meses de negociación entre Atenas y la UE que terminaron en un tercer rescate impuesto por la troika, a la ira y el euroescepticismo creados por la austeridad; o a la deficiente gestión de la llegada de miles de refugiados, que ha destapado la falta de solidaridad y el egoísmo y xenofobia de algunos Estados miembros.
Es la Europa de 2016, la surgida tras la última muñeca rusa que es británica pero que alberga dentro una hermana más grande a la espera de ser abierta durante la primavera electoral francesa si el Frente Nacional se impone en París. Y quién sabe si incubando otra más peligrosa y completamente xenófoba para los comicios de Alemania en octubre de 2017. Es el continente al que se dirige Juncker en inglés, francés y alemán.
El presidente de la Comisión opta por un discurso menos idealista que hace un año, cuando se dirigió a los líderes europeos con una imagen muy viva, la de niños y madres a la intemperie durante el invierno en parques y estaciones de tren. Entonces, pergeñó un plan de acogida y reubicación de los refugiados por todo el continente.
Los refugiados desaparecen de la escena
Septiembre de 2015 era el “tiempo para la honestidad, la unidad y la solidaridad”, según el título de su discurso, porque durante los primeros nueve meses de 2015 más de 500.000 personas llegaban a Europa escapando “de la guerra en Siria, el terror del Estado Islámico en Libia o la dictadura en Eritrea”. Tras una pequeña introducción, Juncker desgranaba los refugiados desperdigados por Grecia, Hungría o Italia.
Y propuso reubicar por el resto de Europa hasta un total de 160.000 personas desde esos tres países. Pero su trágico augurio sobre el invierno se hizo realidad y volverá a repetirse este año. Hungría no participa voluntariamente desde el principio en ese 'mecanismo solidario' y desde Atenas y Roma sólo han partido 4.878 refugiados, según los últimos datos de la Comisión Europea del 14 de septiembre.
Este año, Juncker apenas habla de los refugiados, sólo menciona la palabra cuatro veces en su discurso, pero asegura que “cuando se trata de gestionar la crisis de los refugiados, hemos empezado a ver solidaridad” aunque las cifras oficiales de su propio equipo le contradicen.
El 'dumping' social afecta a dos millones de trabajadores, según la Confederación Europea de Sindicatos
El luxemburgués es consciente del malestar generado en parte de los socios europeos, con el bloque del este, opuesto a la imposición de cuotas. La realpolitik en estado puro como apunta el eurodiputado socialista Ramón Jáuregui. “Desgraciadamente han dicho que no van a repartir cuotas y han cerrado las fronteras, tenemos esa realidad”, critica el español señalando a Hungría, Polonia o Eslovaquia.
El olvido de los refugiados en su discurso y en la agenda futura también pasa por Turquía pese a que este país ha estado en el centro del debate europeo desde hace casi un año. Ni una mención al acuerdo de repatriación de sirios desde Grecia, sólo una frase para los 600 agentes que Frontex, la Agencia Europea de Fronteras, tiene desplegados entre ambos países.
Tres días después de su discurso, reunidos en la Cumbre de Bratislava los 27 Jefes de Estado y de Gobierno de la UE con los representantes comunitarios, el olvido a los refugiados continúa. La hoja de ruta fijada tratará de aplicar la “declaración UE-Turquía y seguir apoyando a los países de los Balcanes Occidentales” para que no se vuelvan a producir “los flujos incontrolados del año pasado”.
En Estrasburgo, Juncker se saca de la manga un Cuerpo de Solidaridad Europeo. “Jóvenes a lo largo de la UE estarán disponibles para ofrecer su ayuda donde se necesite más, para responder a situaciones de crisis”, apela el presidente de la Comisión, que quiere tenerlo en marcha para finales de año y que en 2020 hasta 100.000 europeos lo integren.
Nadie duda del europeísmo de Juncker, “me importa más esa convicción, inclusive su carácter socialcristiano, que la idea de un líder que aunque haga discursos muy solemnes como los hacen Le Pen o Farage y van en contra de la Unión”, justifica Jáuregui la falta de liderazgo del luxemburgués. La duda está en si estas propuestas saldrán adelante y serán efectivas, responde la europarlamentaria de Podemos, Tania González. “Se plantea que la ayuda humanitaria es una cuestión de un cuerpo de voluntarios, no una responsabilidad de la UE”, dice.
El título del discurso de Juncker este año muestra las preferencias actuales de su Comisión para desatascar al continente, “una Europa mejor, la Europa que protege, se fortalece y defiende”. El objetivo es crear un Sistema Europeo de Información de Viajeros (ETIS, en sus siglas en inglés) para controlar las fronteras exteriores.
Su mensaje cala entre los líderes europeos, que en Bratislava lo acogen “con agrado”. Gusta la ausencia de menciones a cuotas de refugiados y, por supuesto, brillan por su ausencia en la Cumbre a 27. La seguridad interior y exterior viene para quedarse, entre las medidas concretas sí se iniciará “la creación de un sistema de autorización e información sobre viajes de la UE”, el ETIAS, y habrá un “esfuerzo sistemático de lucha contra la radicalización, también mediante expulsiones y prohibiciones de entrada cuando esté justificado”.
Juncker “ha concretado una serie de proyectos que son bastante preocupantes, que insisten en esa construcción de la Europa fortaleza, en cerrar las fronteras”, rechaza Tania González. El ETIS significaría más recopilación de información personal, en principio de no europeos, más bases centralizadas almacenando datos.
Reconstruir un modelo social
Esta posible pérdida futura de la privacidad corre en paralelo a la pérdida de derechos laborales o socioeconómicos. Es un problema de fondo, la incapacidad “de reconstruir el modelo social que habíamos construido en Europa en la globalización es mucho más difícil y el problema es cómo hacerlo”, reconoce Jáuregui.
Hoy en Bruselas se critica cada vez más el dumping social, las prácticas fraudulentas de empresas que no adaptan los salarios de sus empleados desplazados al país de destino y no realizan las contribuciones sociales correspondientes. Un problema que afecta a dos millones de personas, según la Confederación Europea de Sindicatos.
Sin embargo, en su discurso, Juncker no pronuncia el término y apenas los circunscribe a los trabajadores del este explotados o sujetos a estándares sociales más bajos dentro del mercado único. Eso sí, lo envuelve en una frase impactante de las que tanto gustan al luxemburgués, “Europa no es el Salvaje Oeste sino una economía social de mercado”.
El paro de la zona euro está en el 10,1%, apenas siete décimas menos que hace un año
Hace un mes, un informe del propio Parlamento Europeo sobre el dumping social pedía a la Comisión que estudiase “las ventajas de introducir y, si procede, de facilitar una tarjeta europea de Seguridad Social”. En el discurso del estado de la Unión no hay ninguna medida concreta para combatir “una de las grandes consecuencias de la globalización que estamos sufriendo en Europa”, lamenta Jáuregui porque “el trabajo y las condiciones laborales en general se han devaluado enormemente”.
“El discurso de la Europa social ha sido muy vacío, no ha concretado nada, algo bastante habitual en el señor Juncker”, denuncia González, “hay muchas contradicciones porque habla del proyecto de la Europa social cuando luego realmente las políticas de ajuste van en la dirección contraria”.
Ingeniería financiera para la prosperidad laboral
A las pocas semanas de llegar al poder, la actual Comisión lanzó su Plan de Inversión. Cada empleo creado bajo este paraguas cuesta 1,16 millones de euros. El propio Juncker da la cifra en Estrasburgo al presumir de los 100.000 puestos generados hasta el momento con la movilización de 116.000 millones de euros en inversiones.
El denostado Plan E de Zapatero dio trabajo temporal, según el Tribunal de Cuentas, a 201.000 desempleados con un coste de 39.065 euros por cada uno. El Plan Juncker “no ha sido lo que se prometía, fue una multiplicación de dinero muy poco creíble en su momento y que no está dando los frutos”, explica la eurodiputada de Podemos.
Sobre España pesa la amenaza de una multa del 0,5% de su PIB sino cumple con los nuevos objetivos de déficit fijados en julio
Los resultados laborales de la actual Comisión no son muy alentadores. El paro de la zona euro está en el 10,1%, apenas siete décimas menos que hace un año, un descenso similar al de toda la UE, donde hay más de 21 millones de personas sin empleo. Entrando al detalle, las cifras muestran lagunas profundas sin drenar entre la juventud, agujeros negros como en Grecia, con un 50,3% de jóvenes menores de 25 años sin trabajo, España y su casi 44% o el 39% de Italia.
En su cruzada económica, al presidente de la Comisión le preocupan ahora los millennials, los nacidos entre 1980 y el 2000. “No puedo y no voy a aceptar que la Generación Y --nombre por el que también se conoce a los millennials-- pueda ser la primera generación en 70 años más pobre que sus padres”, señaló el luxemburgués de 61 años.
Conseguir esta meta exigiría, según lo escuchado a Juncker, doblar los fondos y el tiempo de vigencia del Plan Juncker, 630.000 millones de euros hasta 2022. Desde el Grupo parlamentario de los Conservadores y Reformistas, su líder, Syed Kamall, le pidió que la “UE pueda hacer menos pero lo haga mejor”.
Pero las demandas británicas ya no tienen cabida en la nebulosa de la Europa posreferéndum británico. El mercado único, que levanta ampollas al otro lado del Canal de la Mancha, es la base sobre la que construir más Unión, como la digital, la del mercado de capitales o la de energía. Luchar contra el desempleo juvenil es un objetivo, aunque la Cumbre de Bratislava lo califica de medida concreta sin especificar cómo se hará. Sí deciden estudiar la ampliación del Plan Juncker, pero en diciembre.
La doble vara de medir
Kamall fue uno de los más críticos con el trato desigual a los Estados Miembros por el cumplimiento de las normas. “Varios países son tratados de una manera más imparcial que otros. Vemos a Francia escaparse con desdeño de las reglas presupuestarias de la UE”, denunció el tory británico y citó el famoso “porque es Francia” de Juncker.
Es una de las recientes meteduras de pata más populares del presidente de la Comisión, quien en mayo ante la televisión pública gala justificó así que Francia no fuese sancionada por su excesivo déficit. La eurodiputada portuguesa del Bloco de Esquerdas Marisa Matías reprocha en los pasillos del Europarlamento esta laxitud con algunos países.
“Todavía no tenemos ninguna respuesta para los incumplimientos de Francia y de Alemania y creo que si el presidente de la Comisión no contesta a esta hipocresía no contesta a ningún problema de fondo”, critica Matías. En 2015, el déficit de Francia fue del 3,5%, superando lo establecido por las normas, y las previsiones apuntan que lo volverá a hacer en 2016 y 2017. Alemania viola el límite del superávit comercial excesivo desde 2007 e ignora los avisos de Bruselas desde 2013.
Sobre España y Portugal, sin embargo, pesa la amenaza de una multa del 0,5% de su PIB sino cumplen con los nuevos objetivos de déficit fijados en julio. La divergencia de trato no estuvo presente entre los papeles de Juncker pero tampoco “la palabra austeridad, algo que le agradezco”, como felicitó el socialista italiano Gianni Pittella.
Se mencionó tres veces el brexit pero sin diseñar un plan de futuro. Sólo sabemos que la Comisión Juncker estará “contenta si la petición del brexit ocurre lo antes posible” y que este problema no es el principio del fin del proyecto comunitario. En Bratislava, los socios europeos sin Reino Unido confirmaron lo mismo, “su determinación de hacer que la UE de los Veintisiete sea un éxito”.
Estrasburgo y Bratislava no plantean respuestas para los escenarios euroescéptico y xenófobo que puede albergar la matrioska de la crisis europea, si las “señales de alarma siguen siendo ignoradas”, como alerta el tory Kamall.
Estrasburgo, Parlamento Europeo, por sexto año consecutivo un presidente de la Comisión pronuncia un discurso sobre el estado de la UE, es el segundo de Jean-Claude Juncker al frente del ejecutivo comunitario, el segundo en un continente que afronta una crisis existencial resultado de muchas crisis superpuestas,...
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Alexandre Mato
Periodista por la UCM, donde cursó un Máster en Relaciones Internacionales.
Antiguo editor jefe de cierre de 'Mercados', ha pasado por la Cadena Ser, Informativos Telecinco y 'El Confidencial'. Colabora con la TVG o Telemadrid. Vive en Bruselas.
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