EL HACHA
Fiscales, exigencia y ambición
Empató el Atlético en el Camp Nou, justo en el mismo escenario en el que, antes de llegar Simeone, solía salir apaleado y humillado, con goleadas escandalosas en el lomo, a modo de banderillas negras
Rubén Uría 22/09/2016
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Es un hecho: crece la ola de críticas contra Simeone. La novedad es que sus fiscales ya no son sólo aquellos que desprecian al Atlético y llevan años deseando que se despeñe para que todo vuelva al anterior orden establecido, sino que ahora cuentan con el refuerzo extra de algunos atléticos que suelen confundir el verbo querer con el verbo poder y se han chutado una sobredosis de exigencia que linda con la desmemoria y hace el juego a los de la carnaza periodística. Están en su derecho, por supuesto. Vindican que el Atlético tiene equipo para más, reclaman un juego más vistoso, articulan un discurso en el que reprueban a Simeone sus alineaciones, sus tácticas, su famoso pasito atrás crónico y, de propina, censuran la presunta falta de ambición de un equipo que, curiosamente, paradojas de la vida, ha conseguido llegar allí donde ellos no creían que podría llegar jamás, gracias a su desmedida ambición. Es lo que tiene el fútbol, que tiene mil opiniones, otros mil profetas y mil interpretaciones. Como el éxito, que siempre tiene mil padres.
Dicen los inquisidores del Cholo que le falta ambición, que debe poner jugadores más ofensivos, que no es atrevido cuando la ocasión lo merece y que, de no ser por sus decisiones conservadoras, el Atlético jugaría mejor de lo que juega. Con todo respeto, uno cree que el personal empieza a confundir dos verbos que se parecen, pero que no tienen nada que ver: querer y poder. A Simeone, que alineó el equipo más ofensivo que uno recuerda con Gameiro, Griezmann y Carrasco (después Torres y Correa), le echan en cara que su equipo pudo hacer más pero él no quiso. La realidad es que quiso, pero no pudo. A Simeone le habría gustado que sus jugadores no hubiesen perdido mil balones en el primer tiempo, o que su equipo hubiese ganado todos los balones divididos que perdió en el primer acto, o que su defensa impenetrable, cuando el Barça tenía posesión pero sin profundidad, no hubiese dejado rematar a Rakitic con todas las facilidades. Simeone quería que su equipo hubiese cometido menos errores en el primer tiempo, porque para eso diseñó y trabajó el partido a conciencia, pero no pudo evitarlo.
En el entretiempo, el Cholo corrigió. Y sus magníficos jugadores le respondieron. El equipo tuvo más intensidad, más determinación en los balones divididos y menos pérdidas. El Atleti se reencontró con sus constantes vitales, se rebeló y volvió a ser lo que es. Un equipo áspero, programado para cualquier guerra y con una ambición brutal. Niveló la contienda, metió el miedo en el cuerpo al Barça y encontró su gol con merecimiento. El equipo quiso y pudo. Dicen los críticos del Cholo que, cuando el Barça parecía tocado, a Simeone le faltó coraje, y que cuando metió en el campo a Thomas, envió un mensaje conformista. En ese momento, conviene recordar que el Cholo tenía en el césped a Torres, Griezmann, Correa, Carrasco y Koke, con lo que el equipo tenía verticalidad, pero estaba desequilibrado. A eso cabe añadir que el equipo estaba exhausto, porque se pasó el primer tiempo corriendo detrás del Barça y los primeros veinte minutos del segundo acto, haciendo un esfuerzo extra para empatarlo. Porque, amigos, para tutear a este Barcelona y sentarse a comer en su misma mesa, hay que correr el doble que él. Y eso, pesa.
El Cholo vio al equipo fatigado, optó por recomponer filas, proteger el medio y prescindir de Carrasco, que se había dado una auténtica paliza y ya no podía hacer las coberturas a Filipe. Dicen que sacar a Thomas al campo fue un mensaje conservador. Igual tienen razón. Uno cree que Simeone quería lastimar al Barça, pero sentía que el equipo no podía y consideró un matiz: era un partido de Liga, no una eliminatoria a vida o muerte. En ese escenario, por cierto, cuando había que arriesgar al límite, Simeone arriesgó. Y en las dos ocasiones que ambos equipos se cruzaron en Champions, el Cholo consiguió echar al Barça. Cuando eso se produjo, por cierto, no se escuchó ninguna voz crítica sobre la supuesta tendencia conservadora de Simeone. Al contrario, se le alabó sin medida.
Conclusión: empató el Atlético en el Camp Nou, el feudo casi inexpugnable del equipo que ha ganado siete de las últimas diez Ligas, justo en el mismo escenario en el que, antes de llegar Simeone, solía salir apaleado y humillado, con goleadas escandalosas en el lomo, a modo de banderillas negras. Frustró el Atlético al Barça, contuvo a Messi, Neymar, Suárez o Iniesta, no sufrió como en ocasiones anteriores, tuvo sus ocasiones y se llevó un punto. El Atlético hizo todo eso y por lo visto, por lo que uno escucha y lee, los críticos, los de siempre y los de nuevo cuño, dicen hizo un mal partido. Hasta ahí ha llegado Simeone con este equipo, hasta empatar en el campo del mejor equipo del mundo y que haya quien lo considera un desastre. Hasta ahí llega la exigencia del prójimo con un hombre que no sólo tolera esa reivindicación, sino que la asume con naturalidad, porque nadie se exige tanto como él. Hablamos de un tipo que dijo que era un fracaso perder una final de Champions frente a un equipo que tiene más Copas de Europa que el Atlético títulos de Liga. Hablarle de exigencia a Simeone es hablarle a Noé de la lluvia. Miren, el Cholo siempre quiere más. De lo contrario, hace tiempo que se habría ido del Calderón, con la dignidad intacta y con la cabeza bien alta. En lugar de eso, se ha quedado, porque quiere más. Simeone no es infalible, comete errores y los seguirá cometiendo, pero dudar de su ambición es de una torpeza infinita. En caso de duda, basta escuchar a Gabi. Dijo que se habían enfrentado al mejor equipo del mundo, que estaban muy cansados y cuando le preguntaron si había faltado ambición, el capitán hizo suyas las palabras que Simeone ha grabado a fuego en ese vestuario: “Este equipo nunca pierde su ambición”.
Es un hecho: crece la ola de críticas contra Simeone. La novedad es que sus fiscales ya no son sólo aquellos que desprecian al Atlético y llevan años deseando que se despeñe para que todo vuelva al anterior orden establecido, sino que ahora cuentan con el refuerzo extra de algunos atléticos que suelen...
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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