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La estafa de las preferentes

La verdad periodística existe

Intervención de Soledad Gallego-Díaz durante la presentación del libro 'La gran estafa de las preferentes: abusos e impunidad de la banca durante la crisis financiera en España', de Andreu Missé

Soledad Gallego-Díaz 21/09/2016

<p>Manifestación de preferentistas en Ourense, en junio de 2013</p>

Manifestación de preferentistas en Ourense, en junio de 2013

BNG Ourense

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El pasado día 20 se presentó en Madrid el libro de Andreu Missé, director de la revista Alternativas Económicas, titulado La gran estafa de las preferentes: abusos e impunidad de la banca durante la crisis financiera en España.

En el acto, celebrado en la librería Blanquerna, participaron, además del autor, la también periodista Soledad Gallego-Díaz y el catedrático de la Universidad Carlos III Fernando Zunzunegui. Este es el texto de la intervención de Gallego-Díaz:

 

“Quiero decirles que este libro es espeluznante. Que su lectura descompone porque es un relato detallado, impresionante, del fracaso de las instituciones, de la política y del periodismo de este país frente al poder del sistema financiero español.

Un sistema financiero que es perfectamente capaz de planear, de manera consciente y sin el menor reparo moral, una estafa de proporciones gigantescas que consiste en apropiarse mediante el engaño de los ahorros, del dinero, de pequeños clientes que habían depositado en ellos su confianza durante muchos años.

Es un relato detallado, impresionante, del fracaso de las instituciones, de la política y del periodismo de este país frente al poder del sistema financiero español

Cierto que los gestores de ese sistema ya se habían asegurado antes de que los pretendidos organismos reguladores no tuvieran ni los mecanismos necesarios para impedirlo, ni la capacidad de sancionarles por ello, pero aún así sigue produciendo un rechazo, una angustia y un asco enorme comprobar cómo personas educadas, poseedoras en su mayoría de fortunas personales más que suficientes, robaron, engañaron, presionaron y maltrataron a ciudadanos ignorantes, sabiendo perfectamente lo que estaban haciendo y exclusivamente en beneficio propio.

Espeluzna el relato ordenado y pausado que va poniendo Missé delante de nosotros, porque nos hace ver la terrible indefensión en la que estamos, el enorme poder que se ejerce sobre nosotros desde el mundo financiero sin que siquiera seamos plenamente conscientes de quienes lo ejercen. De lo sucio que es el mundo financiero cuando se mezcla con el político. Según se va leyendo el libro, se va percibiendo cómo las personas, funcionarios o políticos que intentan advertir de lo que estaba ocurriendo o incluso modificar, al menos en parte, los mecanismos a través de los cuales se estaba produciendo la formidable estafa, son apartados, aplastados, ignorados o desviados hacia otros terrenos. Missé nos los presenta para que, al menos, reconozcamos su intento: son personas como Jaime Terceiro, Manuel Conthe, Paca Sauquillo, Andrés Herzog, algunos empleados de banca que, a escondidas, advierten a sus confiados clientes, inspectores del Banco de España que escriben uno tras otro informes de denuncia. A todos ellos se les debería rendir un homenaje público. Lo mismo que se debería hacer un acto de repudio público (independientemente de su eventual procesamiento) de todos aquellos que ocuparon cargos en aquellos momentos, que era políticos, periodistas y parlamentarios, que sabían o intuían lo que estaba ocurriendo, y que se callaron y fueron tragando la estafa sin mover un dedo.

El libro nos hace ver la terrible indefensión en la que estamos, el enorme poder que se ejerce sobre nosotros desde el mundo financiero sin que siquiera seamos plenamente conscientes de quienes lo ejercen

Este es un libro apasionante y terrible, bajo una apariencia formalmente fría, pero con un punto de vista muy humano, como su autor. A Andreu nada humano le es ajeno. Todo lo mira con ojos pacientes, pero inquisitivos, todo lo examina con cuidado y en todo valora, no solo quién tiene la razón, sino quién está en peor posición para defenderse, quién es el más débil y quién es el que tiene todos los resortes del poder. Nunca ha dejado que en sus textos periodísticos faltara ese enfoque. Y en este libro, menos aún. La Gran Estafa de las Preferentes es un libro apasionante por el extraordinario trabajo de investigación y de explicación que contiene, tan minucioso, tan desmenuzado, que no deja escape posible al lector y, sobre todo, no deja escape posible a los protagonistas de la estafa, los delincuentes de cuello blanco. Es terrible por la realidad que nos cuenta. Y es muy humano, porque Missé no olvida ni por un instante a los otros protagonistas, las víctimas, que ocupan un espacio importante en este libro. Los relatos directos de esas víctimas no son un añadido a la historia principal, sino que forman parte de esa historia, nos obligan a tener siempre presente que estamos hablando de una historia evidente de abuso sin límite sobre personas débiles e indefensas.

Permítanme que insista sobre dos de los aspectos de esta historia sobre los que Andreu Missé proyecta una luz poderosa. La primera, la captura del Parlamento por el lobby financiero, perfectamente reflejado en el episodio de la amnistía clandestina que ya se concedió a los bancos por el mismo asunto de las preferentes en 2003. Missé relata cómo la diputada socialista Maite Costa presenta un proyecto de nueva ley sobre régimen jurídico de los movimientos de capitales y de las transacciones económicas que pretende impedir que esas preferentes se emitan en paraísos fiscales y, sobre todo, lograr que las sociedades emisoras tributen al menos el 5% en el impuesto de sociedades, sin deducción posible en la cuota. Pues bien, Convergencia i Unió, la de Artur Mas y Jordi Pujol, se encarga de lanzar una ofensiva para parar el proyecto, con el apoyo del PP, por supuesto, y finalmente con el acuerdo también del propio PSOE. Mayor victoria para la banca imposible, y mayor demostración de esa captura del Parlamento, también imposible.

El segundo asunto que me gustaría resaltar es el fracaso de los medios de comunicación a la hora de cumplir con su papel e intentar contrarrestar la asimetría en la información de la que habla Missé y que es tan relevante en estos asuntos. Los bancos, el sistema financiero en general, funciona con una información muy superior a la que disponen los ciudadanos normales, y sus gerentes y responsables se esfuerzan en que esa información no llegue a sus clientes. Se supone que las autoridades del Estado son las encargadas de reequilibrar esa asimetría, exigiendo que los clientes normales tengas acceso a esos datos. Y se supone también que los medios de comunicación van a ayudar a luchar contra esa asimetría, trasladando a un lenguaje común esa información y haciéndola accesible al común de los ciudadanos.

Los bancos, el sistema financiero en general, funciona con una información muy superior a la que disponen los ciudadanos normales, y sus gerentes y responsables se esfuerzan en que esa información no llegue a sus clientes

Pues bien, en este caso, ni una cosa ni otra. Y lo que es peor, ni una ni otra cosa están ocurriendo hoy día. Ni las autoridades del Estado han sido capaces de cambiar sustancialmente esa situación de privilegio (es verdad que la normativa europea ha ayudado un poco a mejorar ese desequilibrio) ni, sobre todo, los medios de comunicación han sido, ni son, capaces de colocar los intereses de sus lectores por encima de cualquier otra consideración, y sobre todo, por encima de los intereses de las entidades  financieras. Incluso da la impresión de que el papel de los grandes medios de comunicación se empequeñece día a día, al ritmo de sus propias dificultades para pagar sus propios créditos.

Este es un asunto fundamental, porque lo vemos aparecer continuamente y porque es uno de los pilares del abuso. La ignorancia. Lo hemos visto en el problema de la hipotecas, en las cláusulas suelo, en los intereses de demora que son intereses de usura (algo contra lo que legisló mi bisabuelo, nada menos que en las Cortes de María Cristina, a finales del siglo XIX). Nada de eso sería tan fácil, si los medios de comunicación cumplieran con su obligación primordial: contar lo que sucede, contar los hechos que se esconden detrás de vocabularios engañosos y cláusulas en letra pequeña. Si los medios de comunicación fueran capaces de defender a sus lectores o televidentes del abuso del mundo financiero. ¿No es lamentable que el único periódico que llamara un poco la atención sobre el extrañísimo hecho de que Bankia estuviera colocando sus preferentes a pequeños clientes y no a inversores fuera el Wall Street Journal en una pequeña información, mientras que los medios españoles no contaban absolutamente nada? ¿Estaban a por uvas?

Este es un libro que reconcilia con el periodismo. Esto es lo que hacen los periodistas, lo que deben hacer los periodistas, lo que justifica su oficio y su papel en la sociedad. En un mundo en el que se empieza ya a hablar de política post-verdad, a propósito de la campaña del Brexit, de la campaña de Donald Trump y, sin irnos tan lejos, de las sucesivas campañas del actual presidente del gobierno en funciones, en los que la verdad y los hechos simplemente no existen, libros como el de Missé consiguen recomponer la realidad, presentárnosla y advertirnos: la verdad periodística existe. Está ahí. Es esta. La que escribe Andreu. No dejen ustedes que desaparezca.

El pasado día 20 se presentó en Madrid el libro de Andreu Missé, director de la revista Alternativas Económicas, titulado La gran estafa de las preferentes: abusos e impunidad de la banca durante la crisis financiera en España.

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Soledad Gallego-Díaz

Madrileña, hija de andaluz y de cubana. Ejerce el periodismo desde los 18 años, casi siempre como informadora, cronista política y corresponsal. La mayor parte de su carrera la hizo en El País. Cree que el suyo es un gran oficio; basta algo de humildad y decencia.

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7 comentario(s)

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  1. Jesús Díaz Formoso

    Gracias David; aunque no me ha interesado nunca la crónica deportiva, la óptica que propones, la de los Buendía, si ha despertado mi curiosidad. He ojeado el sumario y me ha intrigado. La leeré con interés.

    Hace 7 años 6 meses

  2. David Fleta

    Por supuesto, aquí está el enlace: http://ddd.uab.cat/record/132359?ln=ca

    Hace 7 años 6 meses

  3. Jesús Díaz Formoso

    El placer es mutuo, David. Me atrevo a pedirte dos cosas; la primera, por favor, no me trates de usted; en mi no hay ningún misterio, soy un simple mono curioso. Y en segundo lugar, ¿es tu tesis accesible por internet? si así fuese, me gustaría echarle un ojo. No somos dueños de nuestro tiempo; lo empeñamos en compromisos anteriores, a los que debemos honrar, honrándonos a la vez..Sin embargo, en el mundo de las ideas, saliendo de la Caverna a la izquierda, los reflejos -que no meras sombras- necesitan en qué reflejarse. Una idea surge de un acervo común, que Teilhard llamó noosfera. De allí, la maraña abstracta accede a un intelecto, y es re-elaborada por él. Aquí todavía no hay reflejo; no hay pluralidad. En cuanto el "procesador" de la idea la devuelve, junto a sus aportaciones, a aquélla noosfera, es cuando puede ser captada por otro/s individuos, mediante la inteligencia. Es en ese momento del compartir cuando la idea se hace materia, accede al conocimiento, genera una realidad -por leve que sea. Es el compartir ideas lo que nos hace mejores.Un abrazo. Chus

    Hace 7 años 6 meses

  4. David Fleta

    Apreciado Jesús. En primer lugar, es un sincero placer intercambiar misivas electrónicas como las presentes con tan docto y misterioso contertulio. En segundo lugar, es una lástima que no disponga en estos momentos del tiempo requerido para afrontar los retos que su escrito propone. Escribo a matacaballo mientras en el horizonte atisbo la amenaza del despertar que me saqueará las exiguas energías con que preveo contaré. Me entantaría explayarme en mi punto de vista acerca de la oposición fenómeno – noumeno kantiana, y así mostrar que el noúmeno no es que no sea perceptible “directamente”, como usted defiende, sino que se trata de un ente abstracto que designa la realidad vedada al conocimiento humano. Todo lo que el humano puede conocer es fenómeno. Y los fenómenos ahora percibidos y antes no (el núcleo de una célula) no es que antes fueran noúmenos sino que se situaban en una dimensión externa y completamente ajena a la tensión fenomeniconouménica, incapaz de cercarlos. Estoy de acuerdo con usted cuando afirma que lo fenoménico no es fiable, aunque yo lo diría de otro modo: es tan o tan poco fiable como lo es la capacidad humana del conocer. Ni más ni menos. Ninguna estructura “verdadera”, “nouménica” o “esencial” la sustenta. Dios murió, lo mató el humano cuyos antepasados lo crearon, y en único sentido en el que cabe confiar es en el que construyan el humano a partir del lenguaje con sus propias manos. También querría cuestionar la clásica distinción entre doxa y episteme. En realidad, se desprende todo lo antedicho: no seamos tan ilusos de confiar en un conocimiento verdadero, cierto e inmutable como cara ganadora y opuesta a la opinión impensada, burda y acientífica. Todo método científico, como ha puesto de relieve en nuestras latitudes Lluís Duch, se basa en unas creencias y en unas posibilidades técnicas configuradas por / configuradoras de las entidades socioculturales a las que pertenecen. La historia de la ciencia es una historia de ensayo y error. Iré acabando (lo siento, la noche se me echa encima) con un concepto de Albert Chillón: el del hecho como hecho social cargado de interpretación. Los hechos objeto del debate público tienen más de discurso ideologizado que de hecho ontológico (en puridad, nada contienen de esto último; un medio de comunicación no contiene hechos, sino relatos acerca de hechos). Así, insisto en mi receta: todas las líneas que ustedes leen y leerán hasta el fin de sus días, todas y cada una de ellas, son relato, no hechos (más allá del hecho mismo y primario del decir estudiado por, entre otros, J. L. Austin). Al hecho no se le puede pedir que sea honesto. Bastante tiene con ser. Es el relato, siempre subjetivo, el que debe serlo. Humildemente, implacablemente. Me gustaría decir mucho más, pero me despediré rindiendo homenaje a Popper: todo lo que digamos usted, yo y quien quiera participar en esta conversación no será más que una humilde y minúscula pseudopropuesta de paradigma de andar por casa. Construye su coherencia, interna y externa, a medida que crece. De manera cualitativamente distanciada pero en espíritu semejante a como funcionan lo paradigmas científicos. ¿Quién le iba a decir a Newton que la caída de su manzana estaba sujeta a un tiempo no absoluto, de manera que si una manzana gemela se hubiera desplazado a enorme velocidad por el espacio, tendrían edades distintas? ¿Quién, que la partícula es en realidad una cuerdecillas vibrante? No es al genio maligno de Descartes a quien hemos de temer. O sí, pero sin necesidad de mirar afuera para encontrarlo.

    Hace 7 años 6 meses

  5. Jesús Díaz Formoso

    Epistemología del periodismo. Estimado David, lamento que la urgencia haya mermado tu interentasísima aportación. El cómo llega el periodismo al conocimiento es uno de los debates más relevantes que tenemos pendiente. Como casi todo lo que puede (y debe-ría) cuestionar al poder. Tomaré los tres vértices del triángulo que dibujas: El Poder Pastoral, que conforma mentes individuales (Foucault), el Poder del Derecho de imponerse coactivamente a todos (así, el Emperador Justiniano, en relación con San Agustín de Hipona) y la falseablidad permanente de las teorías científicas, tanto técnicas, como sociales (Popper). Pero, qué es el periodismo? El vocablo procede de “PERI” (alrededor), “HODOS” (camino), “TIKOS” (relativo a) e “ISMOS” (representación de una acción; pero también adhesión a una doctrina o sistema). Así, “periodismo” describe el entorno del camino relativo a la acción de un sistema al que se adhiere –acción- expresado (representado) en ciclos de información. Para la RAE es tratamiento de información. ¿Cómo es descrito el devenir del camino –acción- del Sistema? Adhiriéndose a él. Es la base de su periodicidad. Ciclos (aparecen las ondas en su amplitud, con sus frecuencias) en el tratamiento de la información de un sistema en movimiento, al que se adhiere el intérprete de la información. La EPISTEMOLOGÍA (estudio del conocimiento), se opone a la “DOXA” (Opinión, fruto de la experiencia; es “fenoménico” –basado en la percepción sensorial; tras lo que Kant ubicó el “noúmeno”, como estructura subyacente al fenómeno, que sin embargo no es perceptible directamente; lo fenoménico, por tanto, no es fiable, en tanto es fruto de la experiencia; mientras lo verdadero, el “noúmeno”, no es perceptible; aquí, más allá de Descartes, comienza el verdadero juego filosófico de la edad moderna y contemporánea). No resulta infrecuente oponer a la Epistemología la Ontología (el estudio metafísico –más allá de lo físico- de lo existente; quizás el ejemplo más claro se halla en la pregunta ¿existe Dios?). Nos interesa, pues, el cómo llegamos al conocimiento periodístico. Partiendo del Periodismo como manifestación del PODER PASTORAL (Foucault), trasunto del Poder propio de las Instituciones Católicas en el seno del Estado. San Agustín observa atentamente el desarrollo de la partida por él iniciada. Este poder explora y guía a los individuos, dando lugar a una “verdad social”. Antes inexistente. La suma de individuos con un pensamiento implantado a base de pecados, confesiones y sacramentos (la Justicia no es sino uno de los Sacramentos ya olvidados, en su versión laica; presuntamente laica), produce una sociedad determinada; a sociedad preconcebida por el “Pastor”. Veamos la ciencia desde la perspectiva de la “falseabilidad” (Popper). El conocimiento se torna inseguro; por ello, periódicamente, el sistema ha de probar la verdad de su concepción; o lo que es igual, ha de probar –prueba por contraposición- que “los demás posibles sistemas” están fundados en falsedades. Se ha utilizado para negar carácter científico al Marxismo; lo que –a contrario- viene a entender la economía como ciencia; dando lugar al “neoliberalismo” como presunta corriente filosófica y científica. ¿Pero qué es la Economía? ¿Es una ciencia? Se nos intenta convencer de que es una ciencia capaz de realizar predicciones sobre comportamientos sociales, de grupo. Nada más falso. Veamos la Curva (función) de la Demanda Agregada. “La demanda agregada es la suma de los gastos en bienes y servicios que los consumidores, las empresas y el Estado están dispuestos a comprar a un determinado nivel de precios y depende tanto de la política monetaria y fiscal, así como de otros factores” (Wikipedia). Centremos nuestra mirada en esos “otros factores”. No podemos; no están. La razón es que destrozarían la mentira, la belleza de la teoría, por medio de la realidad. Dejamos al margen esos “otros factores” que no interesan a nuestras conclusiones, pues es a ellas a las que están preordenadas nuestras cábalas pseudocientíficas, que no pueden verse en contradicción con las matemáticas. Primero el hecho impuesto por “los mercados”, luego la justificación mediante la economía, que se justifica en las matemáticas. Se confunde –interesadamente- la Matemática con la Ciencia Social. Y se nos quiere implantar este dogma; que por medio de la “falseabilidad” excluye de su crítica las doctrinas políticas (que se quieren hacer pasar por económicas y matemáticas) Neoliberales (como podría ser excluida cualquier otra, a elección conformador de la opinión pública; por voluntad de quien detenta el Poder Pastoral). Finalizaré –yo también soy esclavo del tiempo- con el Poder Imperial, encarnado en el Derecho; en el Poder de imponer por la fuerza una determinada concepción de la propiedad sobre “las cosas del mundo”. Son tres vértices que construyen la base de la Pirámide Social; la base del Poder del Sistema que nos lleva de la mano hacia lo que es querido por sus capataces y propietarios, haciéndolo pasar por aquello que deseamos, por aquello que es mejor para nosotros. Son tres ángulos conectados de manera que desde cada uno se reciben, y a la vez se emiten, flujos de información que se hace pasar por científica (cierta y rigurosa) para construir la Pirámide Social de manera que la determinación de quienes ocupen sus escalones sea percibida como fruto de la ciencia, de la razón más acabada y perfecta. Para implantar tales mentiras, el Sistema necesita del Periodismo, en el sentido que ha quedado expuesto. Recibe un cordial –y filosófico- saludo.

    Hace 7 años 6 meses

  6. David Fleta

    Apenas tengo tiempo, pero me veo apremiado a escribir cuatro líneas acerca de lo que acabo de leer. La relación entre la epistemología y el periodismo es apasionante, como pude comprobar en la preparación de mi tesis doctoral. Son frecuentes alegatos como el que acabamos de leer de Soledad Gallego-Díaz: la sed de justicia, la indignación frente al abuso, pretenden conformar una verdad monolítica incuestionable. No obstante, que la filosofía contemporánea se pregunte por la verdad, y la cuestione, no se debe al carácter frívolo de los pensadores o a la pretensión de ignorar la realidad cubriéndola bajo un manto de realidades posibles que la acaban ahogando. La cuestión acerca de la verdad (y asúmase que me refiero a la verdad periodística, no a una suerte de verdad abstracta, metafísica o lógica) no puede ventilarse con un bandazo a las tesis propias de la posmodernidad. Diré, en abrupto resumen, que: 1.- La verdad es una construcción humana. Tanto si la entendemos como: 1.1.- La verdad como relato social, público y mediático, dependiente de las diversas, plurales y contradictorias versiones de los distintos agentes sociales. En este punto es clave la aportación de Foucault que entiende la verdad como la imposición de un relato a través del poder. 1.2.- La verdad como relato individual, subjetivo y propio, dependiente de los métodos que el ser humano, como tal, es capaz de utilizar. Es decir, de sus mediaciones simbólicas y sígnicas, la superior de las cuales es el lenguaje. En plata: el humano es incapaz de acceder de manera mediata y fiel a la realidad. Solo es capaz de hacerlo a través de sus diversas y moldeables mediaciones, lo que implica siempre, entre otras cosas, considerar la posibilidad de error. 2.-La verdad tiene una calidad gradual. Existen acuerdos (verdades) generalizados. El ejemplo más simple: un semáforo. Su característica principal es la (y este es el eje clave) simplicidad. Implica un bajo trabajo interpretativo, casi automático. Existen, claro, cuestiones acerca de las cuales resulta harto difícil establecer una verdad. Pueden ser preguntas sobre asuntos enormemente complicados (¿qué peso tiene la crisis de valores en la situación económica de España en 2016?) o aparentemente (solo aparentemente) sencillos (¿qué significa esa mirada?). Es trabajo del periodismo decidir qué tipo de cuestiones decide explicar, las simples o las complejas. En un contexto como el nuestro, una sociedad en la que se ha engañado (emitir un juicio falso a sabiendas, según Agustín de Hipona) a la ciudadanía, resulta tan sencillo epistemológicamente como complicado en lo que respecta a las relaciones de poder emitir verdades que rompan con la verdad establecida. En este punto estoy absolutamente de acuerdo con la autora. Pero esto no implica romper de un brochazo la teoría epistemológica que debe sustentar a la teoría del periodismo, básicamente porque establece un esquema que, además de errado, es inútil y acabará por fracasar: luego vienen los chotos porque los tontos ciudadanos no conocen la verdad, clara y evidente. En absoluto. Comprender que la verdad (y ahora me refiero específicamente a la verdad a nivel social, propia del espacio público) es un acuerdo implica trabajar por convencer (palabra que Iglesias y Errejón están poniendo tan de moda). Ya discutiremos acerca de cuál es la mejor manera, si la indignación o la seducción, si el puño el alto o la mano tendida. Pero no dudemos de lo básico. Una renuncia intelectual de tamaña gravedad impedirá un acceso al verdadero conocimiento, al que duda de sí mismo, al que no logra ponerse de acuerdo (¡uno mismo!) respecto a si un recuerdo fue de tal o de cual manera, si dije esto o aquello, si me sentí así o de aquella otra manera. Insisto: no se trata de que no exista la verdad. La verdad existe. Pero es una construcción potencialmente falsable y debe reforzarse permanentemente. La verdad que duerme desaparece de la hegemonía.

    Hace 7 años 6 meses

  7. Jesús Díaz Formoso

    “Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación. Ésta ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad”. Bertrand Russell.

    Hace 7 años 6 meses

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