Fermín Bouza Álvarez, el exiliado interior
El escritor y sociólogo muere en Madrid a los 70 años
Xosé Manuel Pereiro 2/11/2016
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Tenía aspecto de gran roble o de veterano guerrero vikingo. A Fermín Bouza Álvarez no lo tumbaron los hachazos que le asestaron en la dictadura, y mucho menos los pequeños navajazos que constituyen un uso social más en los estamentos universitarios, o los dardos envenenados que recibieron algunas de sus obras literarias. Cayó el pasado sábado 29 en un hospital madrileño. Fue abatido a traición, víctima de una infección bacteriana después de una operación resuelta sin especiales problemas. Superó dos infecciones multiorgánicas, pero no pudo resistir la tercera y falleció más o menos al mismo tiempo en que Mariano Rajoy Brey conseguía por fin ser investido presidente del Gobierno. “Esa fue la bacteria definitiva”, comentó amargamente un amigo común. Él había hecho una analogía similar en el último post de su blog El voto con botas,“El Psoe y yo, desde la UCI”, datado el 6 de octubre: “Acabo de dejar la UCI, en la que sigue el PSOE. La UCI es un lugar poco recomendable para nadie. Libérenme de ese relato y procuren no pasar por ahí. En lo mío es eficaz, pero estaba pensando en la política torpe que ha reducido al PSOE a su estricta caricatura en la misma sala lúgubre en que me han rebautizado a mí. Lo han convertido definitivamente en un partido más que engaña a su militancia para que cuatro gañanes hagan las cosas a su gusto y al de la derecha a la que quieren servir”, comenzaba.
"Estaba pensando en la política torpe que ha reducido al PSOE. Lo han convertido en un partido más que engaña a su militancia y al de la derecha a la que quieren servir"
“Fui nacido y criado en Santiago, hijo de una farmacéutica, doña Emilia, y de un poeta, abogado y arqueólogo, don Fermín. En la mañana de marzo en la que vine al mundo, mi padre estaba muriendo en la habitación de al lado”, me comentó en una entrevista hace años. Su padre, Fermín Bouza Brey, que no murió aquella mañana del 5 de marzo de 1946, fue un enorme poeta, referente con Álvaro Cunqueiro de la corriente neotrovadoresca de la lírica gallega, y también había sido juez (había puesto a la Guardia Civil a recuperar el tesoro del castro de Caldas de Reis, la mayor acumulación de oro de las conocidas hasta hoy en toda la prehistoria europea) hasta que fue depurado por el franquismo por su ideología nacionalista. Su abuelo, Luis Bouza Trillo, también había sido escritor y periodista. Fermín Bouza Álvarez estaba casado con la historiadora del arte Carmen Pena y era padre de un tercer Fermín Bouza, cantante y líder del grupo de poprock Correos. “Vivo en Madrid, pero tengo casa por la parte de Pontedeume, para ver el mar y sentirme en la tierra”, decía en su autobiografía en la web de la Asociación de Escritores en Lingua Galega (AELG).
Fermín tenía madera de líder. Lo recuerdo con la cara ensangrentada cuando lo sacó la policía del encierro de la Facultad de Medicina para meterlo en un jeep y llevarlo a la cárcel de A Coruña
Fermín Bouza llegó a la Universidad de Santiago en el curso 67-68, procedente de la de Valencia, en la que había estudiado hasta 4º de Físicas, para cursar Humanidades. En la universidad compostelana, en el segundo trimestre de aquel curso no hubo actividad académica y los adoquines volaron un par de meses antes del Mayo de 1968 en París. “Fermín tenía madera de líder. Lo recuerdo con la cara ensangrentada cuando lo sacó la policía del encierro de la Facultad de Medicina para meterlo en un jeep y llevarlo a la cárcel de A Coruña”, recuerda su compañero entonces y desde entonces, el escritor y crítico Vicente Araguas. Entre aquellos estudiantes estaban, por ejemplo, dos que militaban en el PCE, Vicente Álvarez Areces y Emilio Pérez Touriño, y después llegaron a presidentes autonómicos socialistas, de Asturias y Galicia, respectivamente. Bouza, sin embargo era de aquellos que pensaba que en China estaba pasando algo diferente (y mejor). “¿Usted sabe por qué mi hijo es prochino?”, le preguntó un extrañado don Fermín al que después sería redactor jefe de Interviú Perfecto Conde.
Al chino Bouza lo expedientaron, lo desexpedientaron y lo volvieron a expedientar, “y mi padre hizo un recurso muy bonito que todavía conservo”, contaba. A lo que tuvo que recurrir sin embargo el antiguo juez fue a la mentira descarada cuando las fuerzas del orden se presentaron en casa a detener a su hijo, durante el estado de excepción de 1969. “Acaba de irse a la Argentina”, les dijo, y quizá le creyeron porque entonces para un gallego era un destino menos exótico que Canarias. Fermín Bouza no se fue a Argentina, pero aquella misma noche cogió el expreso a Madrid. Allí completó las carreras de Filosofía y Psicología, quizá gracias a que el grupo prochino en el que militaba languideció hasta disolverse, en un proceso paralelo a la confianza del propio militante en que Mao hacía las cosas mejor. A comienzos de los 70, recaló en la cátedra de Sociología de Carlos París en la Autónoma de Madrid, en donde fue represaliado con Fernando Savater y Javier Sádaba. Fue docente en un instituto de secundaria, hasta que en 1974 entró en la Complutense. Entonces como profesor en la Facultad de Sociología. Ahora era catedrático de Opinión Pública en Ciencias de la Información. Había publicado varios libros y papers sobre, entre otros temas, análisis del voto y comunicación política.
Con Labirinto de inverno obtuvo el Premio de la Crítica española en lengua gallega
Pero como escritor de creación no fue pródigo. Ni, creo, feliz. Empezó a escribir en la revista del colegio: "Me cambiaban las cosas, de buena fe, sin duda, pero quedaban peor de lo que las había escrito", reza en su autobiografía de la AELG. “Escribí un libro de poemas inédito que no conservo (A Barlovento, 1963), y que quizás esté en alguna estantería de la editorial Galaxia, a la que lo envié”. Escribió dos novelas, Memoria do Diaño (Edicións do Rueiro, 1980, en realidad un guion de cine) y Longo voo de paxaro (Xerais, 1987). La primera tuvo una crítica feroz por parte de un profesor compostelano. Publicó también un libro de poemas, O tempo na auga (Xerais, 1985), y otro, Labirinto de inverno (Sotelo Blanco, 1990), que obtuvo el Premio de la Crítica española en lengua gallega, lo que no le evitó –o quizás le propició.- otra crítica despiadada de otro (o quizás era el mismo) profesor compostelano. “El mundo literario es de las facetas más desagradables de Galicia. Y en general, es un mundo terrible”, confesaba Bouza en distintas entrevistas. Escribió su siguiente y último libro de ficción, la novela Las bodas secretas de Lilia (Debate, 1991) en castellano.
El amor cura, el odio contagia y hiere, la indiferencia mata, escribió un poeta gallego. “Mi escritura es parecida a mí: huidiza y algo extraña. Labirinto de inverno es mi vida, con sus claves y misterios. También con sus rincones. Destaco esto porque escribí poco y porque ese libro es, para mí, central”, declaraba en su autobiografía autoral, en la que se definía como un lector irregular. “Gozo mucho mirando a la gente y a las ciudades en la vida cotidiana. Quizás porque soy sociólogo. Cuando me vaya de este mundo quizás tenga más cosas”.
De todas formas, igual que dejó de publicar, pero no de escribir, nunca abandonó la política. En la efervescencia que se produjo al comienzo de la democracia tuvo un periodo de militancia nacionalista, y siempre sostuvo posiciones galleguistas. “Galicia ha desaparecido casi por completo en el panorama político. Si estoy aquí es para intentar evitarlo”, dijo el 21 de febrero de 2015 en la presentación de la asociación política Somos Nós. A comienzos de los 90 se le consideró próximo al PSOE (“no es cierto, como no sea por exclusión”, ironizaba). “A diferencia de muchos que rentabilizaron su pasado o sus contactos, Fermín nunca optó a ningún puesto. En el fondo era un puritano, sin demasiada vida social, y de los pocos a los que se podría tildar de intelectuales puros”, considera Araguas. Pese a ello, nunca desatendió un requerimiento que se le hiciese desde Galicia.
La reciente situación política le estimulaba, y sobre todo le llenaba de esperanza la posibilidad de un cambio
La reciente situación política le estimulaba, y sobre todo le llenaba de esperanza la posibilidad de un cambio. Posteaba en su blog a diario, en ocasiones más de una vez. Dos de los últimos acababan así: “Me despido forzosamente por una temporada y espero poder volver en un tiempo razonable. Si no fuera así, decirles que he disfrutado con el blog y agradecerles su compañía, a ustedes y a InfoLibre. Nadie es imprescindible y nada hay nuevo bajo el sol” (26 de septiembre). “Una urgencia: necesitamos medios plurales para consolidar esta debilísima democracia que pide otras voces. Lo que acaba de ocurrir, esta especie de asalto vergonzoso al poder democrático, ya es historia. No lo olviden y no se encanallen. Mañana ya es otro día. Dentro de unos días, cuando me dejen, volveré. Salud y alegría. Seguimos” (1 de octubre).
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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