ENTREVISTA / Miguel A. Robleda, Exlíder de las Nuevas Generaciones del PP
“Cada vez somos más los que queremos democratizar el PP”
El antiguo responsable de Nuevas Generaciones denunció un “fraude” en la elección de compromisarios de La Coruña para concurrir al Congreso del partido. Reclama la celebración de primarias y acercarse más a la militancia.
Miguel Ángel Ortega Lucas 11/02/2017
El disidente del PP, en una foto de su archivo personal.
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“La unidad nos convierte en un partido único en España”, dijo ayer María Dolores Cospedal en la apertura del XVIII Congreso Nacional del PP. “Para desgracia de algunos, nosotros nos llevamos bien”. Es la férrea imagen que siempre se ha tratado de dar del partido mayoritario de la derecha en España: frente a la frecuente jaula de grillos de la izquierda, la seguridad arcana de una familia en torno al líder, y a una manera de hacer y pensar que permite muy pocas líneas de fuga. Pero que las disensiones naturales en cualquier grupo humano salgan menos a la luz, en este caso, no quiere decir que no existan. Y suele ser en las familias perfectas de retrato con perrito en el jardín las que esconden mayor número tensiones hirviendo en el sótano.
Miguel Ángel Robleda Llorente se afilió al Partido Popular con 18 años y con apenas 20 era ya secretario general de Nuevas Generaciones de Coruña; con 21, vicepresidente de la formación juvenil del PP en la comunidad autónoma gallega. El pasado mes de diciembre se presentó en su sede local para intentar formar parte de la lista de 9 compromisarios que debían acudir a Madrid este fin de semana en representación de su provincia. Pero se topó con una serie de maniobras que le desconcertaron, primero, después le indignaron y acto seguido le hicieron presentar una denuncia en la sede nacional de Génova, pidiendo la inhabilitación y la suspensión de militancia del supuesto responsable de la manipulación de la lista, José Miguel Barreiro, presidente del partido en La Coruña.
De trato muy cordial y verbo fácil al otro lado del teléfono, Robleda nos responde, sobre los reparos que suele haber en un partido político para hablar con la franqueza que él gasta –más en el PP–, que “hay gente que es profesional de la política, que llevan en eso toda la vida. Yo trabajo en la empresa privada y por suerte o por desgracia tengo la libertad de decir todo lo que creo oportuno. Por eso lo he hecho y lo voy a seguir haciendo”.
¿Qué fue lo que sucedió?
Me apetecía sobre todo participar en la ponencia de estatutos del Congreso, porque soy de los que piensan que hay que quitarle la escharcha a nuestro partido y modernizarlo, sobre todo en el sentido democrático. Aunque vivo en Madrid soy vocal de la Junta Directiva Provincial de Coruña, y me apunté para ser uno de los 9 compromisarios que Madrid había designado para nuestra provincia. Se apuntaron 35 personas más conmigo. Lo que dicen los estatutos, como en todos los partidos e instituciones democráticas, es que cuando hay más gente que puestos hay que hacer una votación. A mí me llama el día anterior el presidente de la Junta Gestora de La Coruña, y me dice que ha hablado con la gente, que algunos se van a dar de baja y que iban a asignar los puestos por sorteo. Al parecer estaban “todos de acuerdo menos yo”. Como vivo en Madrid tampoco quise insistir, por no perjudicar. El problema vino al día siguiente, cuando me dice que se van a sortear sólo cuatro porque cinco ya estaban dados, a cinco personas que él consideraba con relevancia mayor que yo o que otros afiliados. Yo dije que no estaba de acuerdo con el tema, ellos dijeron que ya estaba decidido, pero como no había ya por dónde cogerlo lo conté públicamente al día siguiente, y me fui a Génova a denunciarlo. Me dieron la razón y convocaron elecciones para el proceso en Coruña.
Mi guerra no es contra Génova sino contra un proceso, contra la gente que ha cometido un fraude, en este caso José María Barreiro
Allí ocurrió la siguiente, cuenta Robleda: “Como en todas las elecciones, se marcan unos plazos para que puedas concurrir; una vez te presentas te puedes retirar antes de que acabe el plazo límite, pero no puedes borrarte una vez pasa esa fecha y se ha confeccionado la papeleta. Puedes en todo caso renunciar después en caso de ser elegido, pero no retirarte ya. Lo que hicieron fue quitar a gente que se había presentado, ya con las papeletas hechas, escudándose en que éstos querían darse de baja, pero es que eso no era viable, aparte de que Génova estaba dando una instrucción clara diciendo que todos los candidatos tenían que ser los que ya estaban apuntados el 17 de diciembre, cuando acababa el plazo. Entonces presenté otro escrito pidiendo la impugnación del proceso, antes de que acabara el plazo para que no pensaran que era una pataleta por no salir elegido, si no salía. No hubo tiempo de impugnarlo y no participé en el proceso porque pensé que se estaba faltando a los principios de democracia y transparencia. Alegaron que no iban a anularlo porque la gente tenía derecho a darse de baja, un argumento bastante pobre. Pero mi guerra no es contra Génova (yo siempre voy a defender a mi partido; es mi casa, es mi familia), sino contra un proceso, contra la gente que ha cometido un fraude, en este caso José María Barreiro, que es además director de Función Pública en el Gobierno autonómico, una persona por la que pasan todas las convocatorias de oposiciones de Galicia; es decir, palabras mayores. No era mi intención plantear ninguna batalla.
Aun así, el proceso de elección de compromisarios dentro del PP parece responder siempre a un principio muy jerárquico.
A ver, el Partido Popular es un partido presidencialista. Pero lo que hay que hacer bien es la elección de los compromisarios porque es capital; el Congreso Nacional es el órgano más importante del partido, donde se elige al presidente y se encauzan el programa y los estatutos de organización interna. Allí los compromisarios son todos iguales, sin diferencias entre Rajoy y cualquier otro. Todos son iguales y juegan el mismo papel: votar y representar a los afiliados de base. Siempre y cuando se haga correctamente. Pero yo estoy denunciando un fraude, una corruptela contra los afiliados de base. Y Mariano [Rajoy] está en contra de todo este tipo de prácticas. Yo voy de la cuerda de Mariano en este sentido. Hay que democratizar el partido lo máximo posible. Y si hay alguna incidencia así hay que denunciarlo.
Pero si el presidente del partido está de acuerdo con esto, ¿por qué sigue sucediendo? ¿No se consiente de manera tácita? Si pasa en Galicia pasará también en otros sitios de España.
Y ha pasado en Albacete creo, y en Madrid, y más sitios... Quizás es algo que se le escapa de las manos. Es como una empresa; la cúpula no está al tanto de todo lo que hacen todos. Yo creo que es un problema de comunicación, de transmitir a la cúpula este tipo de prácticas con las que hay que acabar.
Al hilo del símil con la empresa: ¿es tan difícil en el PP como en una empresa cuestionar lo que sucede desde dentro? La gente suele creer que no se mueve nada.
En ese sentido hay personas, cada vez más, gente joven que nos tenemos que levantar a las seis de la mañana para trabajar, que sabemos lo que cuesta ganar el dinero, gente normal, que queremos abrir y acercar el partido a la gente. Somos un partido normal, pero como en todas las organizaciones grandes hay vicios y ovejas negras. Pero recalco que nuestro líder es un gran líder y un gran presidente del Gobierno. Quizás se delega mucha responsabilidad en determinadas personas y no debería ser así; también habría que dejar participar más a las bases. El Partido Socialista, por ejemplo, que es completamente respetable (aunque difiera de su gestión pública), en el terreno interno tienen sus primarias, cosa que tendría que existir en todos los partidos. Si no cabemos todos [los afiliados] en un recinto, hay que elegir delegados, pues se hacen unas primarias, se vota a esas personas y punto. En ese sentido los de Vistalegre [Podemos] también lo hacen mejor, porque los que quieran participar se apuntan en una página web. Aquí no, aquí van unos delegados que representan una serie de votos en cada junta local. Las primarias tienen que existir. [El concejal y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid] Íñigo de Luna lo lleva peleando mucho tiempo. Y salir a la calle, salir de los despachos, de los coches oficiales, tener una vida política activa normal, escuchar a la gente, hacer más debates. Hay que enseñar a la gente que somos un partido de gente normal (ahí están Andrea Levyi o Javier Maroto). No tiene por qué haber un canon para que la gente tenga un cargo en política.
¿Estáis en contacto todos los que pensáis así? ¿Habláis?
Hay foros. Afiliados que se juntan y cuentan también con el apoyo de empresarios. Gente que quiere participar, y también gente que se ha sentido excluida. (Gente del País Vasco por ejemplo que tenían que ir escoltados y a quienes ahora no se está teniendo en consideración por demasiadas guerras de poder). En el partido también hay lobbies, y no tienen por qué ser malos mientras sean accesibles. Pero volvemos a lo mismo: abrir el partido a todo el que quiera participar. Por qué no dar responsabilidad a otra gente, como en las empresas: te dan un cargo, te prueban y si funcionas, estupendo; si no, pues te relevan o te quedas como estás. Aquí hay que dejar que la gente participe y que no sean siempre los mismos, porque en un momento dado se convierten en funcionarios.
Hay que dejar que la gente participe y que no sean siempre los mismos, porque en un momento dado se convierten en funcionarios
“La última noticia” que Robleda tuvo del proceso fraudulento que quiso impugnar en Coruña es que probablemente “se ha querido pasar página” dentro del partido, después de “muchas llamadas entre despachos”. El antiguo responsable de NN.GG. solicitó “que se ejecutara el artículo 14 de nuestros estatutos”, según el cual “cuando se genera algún tipo de manipulación en la elección de compromisarios, la consecuencia son tres o cuatro años de inhabilitación, dependiendo de lo que dictamine el Comité de Derechos y Garantías. “A mí me han dicho que no quieren que se comente esto con los periodistas, pero bueno, en ese sentido si somos un partido contrario a las prácticas de Venezuela y no queremos amordazar a nadie, y creemos en la libertad de expresión, yo evidentemente voy a decir lo que considere oportuno. Nadie me va a callar.
Es muy valiente por su parte. Pero ¿no ha recibido, o teme, algún tipo de represalia?
Lo que te decía: no he sufrido represalias porque no vivo de la política, me dedico a la empresa privada. Como mucho pueden llamar a mi jefe y decirle ‘despide a éste que es un cabrón’... [Se ríe]. En España se pueden hacer muchas cosas, tú lo sabrás también. Pero, ¿sabes qué pasa? Cuando tú sabes que tienes la razón al denunciar algo, duermes más tranquilo. A lo mejor otros que llevan toda la vida, que tienen sus escaños, sus rollos, que viven muy bien de esto, tienen que salvar sus muebles, por no tener otro medio de vida. No es mi caso. Y me creo con toda la libertad del mundo para hablar. Yo creo que van a venir tiempos mejores porque hay mucha gente desde dentro que está dando la batalla. Y los periodistas tenéis que estar informados de estas cosas (como en Podemos, que se pelean porque quieren estar ahí los dos en el tema: claro, la gente lo quiere saber, por qué no). Aquí es igual, sólo que a veces creemos que esto es una empresa o una familia y tenemos que estar callados, pero yo de momento al padrino no lo he conocido. Y esto [la política] funciona con procesos cíclicos en los que unos están una temporada y otros, otra.
“La unidad nos convierte en un partido único en España”, dijo ayer María Dolores Cospedal en la apertura del XVIII Congreso Nacional del PP. “Para desgracia de algunos, nosotros nos llevamos bien”. Es la férrea imagen que siempre se ha tratado de dar del partido mayoritario de la derecha en España: frente a la...
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Miguel Ángel Ortega Lucas
Escriba. Nómada. Experto aprendiz. Si no le gustan mis prejuicios, tengo otros en La vela y el vendaval (diario impúdico) y Pocavergüenza.
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