El Hacha
Presupuestos y objetivos
Tiene todo el sentido hablar de la capacidad económica del club ante los más poderosos, pero también es necesario saber que puede volverse contra el propio Atlético si no acaba la Liga entre los tres primeros
Rubén Uría 1/03/2017
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Salvo que uno resida en Marte y lleve instalado cinco años en el planeta rojo, todo hincha que se precie de serlo sabe que, desde la bendita llegada de Simeone al Atlético de Madrid, para cambiarlo de arriba abajo, heredando un muerto y devolviendo un campeón, el argentino siempre ha reforzado su potente discurso en base a razonamientos y datos de peso. El más recurrente, el que más indigna a los que no aprecian al Atlético ni desean comprenderlo, ha sido el presupuesto. Desde su irrupción en nuestro fútbol, el Cholo ha sido contundente y preciso en materia de dineros: el Atlético es rico conforme a 17 equipos del campeonato y es un pordiosero en comparación con otros dos. De ahí que, echando mano del presupuesto, Simeone haya repetido, por activa y por pasiva, que el objetivo real del club siempre pasa por ser tercero, sin renunciar a pelear por todas las competiciones y tratar de asaltar el primer puesto. La teoría del Cholo es irrefutable. En competiciones largas, el dinero manda. En las cortas, a doble partido y en modo eliminatoria, influye, pero no es tan determinante.
Desde que el Cholo habló del presupuesto y removió los cimientos del estercolero mediático habitual que protege a los dos de siempre, se ganó la etiqueta de número uno. Cuando fue valiente y se animó a decir públicamente que la pequeña diferencia entre el Atleti y el Madrid consistía en 400 millones de euros menos de presupuesto, se puso en la mirilla de los francotiradores del disparate. Suele pasar que, cuando uno habla de dinero, se ofende el que más tiene. Y para ser más exactos, el que se pasa la vida presumiendo de tenerlo, como el número uno de Forbes.
Simeone habló de presupuestos y por mucho que molestase a los que siempre se molestan, tenía más razón que un santo
Aquello del presupuesto, repetido como un mantra hasta la saciedad por los atléticos –primero porque es real y segundo, porque provocaba sarpullidos en los dos portaaviones rivales-- y expuesto con maestría por Simeone, fue escudo y además, lanza. Sirvió para excusar al equipo cuando no alcanzaba a los más poderosos y también como gasolina extra para poder demostrarles que, en la vida, como en el fútbol, el dinero no siempre lo es todo. Simeone habló de presupuestos y por mucho que molestase a los que siempre se molestan, tenía más razón que un santo.
La cuestión es que los años han pasado, que el rendimiento del equipo no parece el mejor a estas alturas y que la clasificación del campeonato doméstico no miente. Al margen de Madrid y Barça, que siguen sacando 400 kilos al Atlético, está el Sevilla de Sampaoli y Monchi que, con 100 millones menos de presupuesto que el propio equipo rojiblanco, está empeñado en demostrar que, tal como hizo Simeone cuando ganó la Liga, está capacitado para acabar con el duopolio. Es decir, que el Atlético, presupuesto en mano, está por debajo de su objetivo real, del puesto que debería ocupar por dinero, del sitio que necesita y que siempre suele reivindicar Simeone. Queda un mundo por delante, mucha Liga y demasiados puntos en litigio como para rasgarse las vestiduras antes de tiempo. Esto acaba en mayo y será entonces cuando haya tiempo y espacio para juicios sumarísimos, veredictos finales y también consecuencias. Hasta entonces, bien haría el Atlético en no levantar la vista del famoso partido a partido que tan bien le fue. Y sería aconsejable que, a poder ser, lo haga teniendo en cuenta que el presupuesto es un arma arrojadiza que amenaza con tener efecto bumerán. Es decir, tiene todo el sentido del mundo usarla ante los más poderosos, pero también es necesario saber que puede volverse contra el propio Atlético si no acaba la Liga entre los tres primeros. Ese y no otro es el objetivo real del club. El que conocen, de primera mano, los jugadores y el técnico. No alcanzarlo sería un paso atrás. Y si eso fuese así, serán los propios protagonistas los que deberán valorar, con toda la crudeza necesaria, si no estar entre los tres primeros es una decepción o un fracaso.
Hasta entonces, sabiendo que el Atlético no está tan bien como otros años ni tan mal como se dice, habrá que atender al presupuesto. Sirve para poner en valor los éxitos ante otros más ricos, pero también sirve para ponderar los fracasos ante otros más pobres. El Atlético está haciendo los deberes en Champions y cayó con dignidad en Copa, pero no hace falta ser el más listo de la clase para saber que, por presupuesto, está obligado a estar entre los tres primeros. Y para que eso pase, necesita ponerse las pilas: primero, volcándose en la única fórmula que siempre le resultó, el partido a partido; y segundo, teniendo en cuenta que es imposible salir tercero en un campeonato donde ha sumado un punto de 18 posibles contra los primeros clasificados. Si quiere cumplir su objetivo real, el Atlético debe espabilar. Sólo lo logrará con humildad y trabajo. Sabiendo que no hay futuro sin presente: lo único que cuenta es ganar al Deportivo. El resto, con perdón, es literatura.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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