El Hacha
La gloria es para los que creen
La historia más reciente nos muestra que no hay victoria sin sacrificio. Y en la corte del tipo que se pasa la vida repitiendo, desde el convencimiento absoluto, que si se trabaja y se cree, se puede, uno tiene la tentación de seguir creyendo
Rubén Uría 9/03/2017
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Esta es, con diferencia, la temporada más complicada que ha tenido Simeone desde que llegó hace cinco años, cuando el club agonizaba y la afición pasaba una larga travesía por el desierto. Perder dos finales de Champions en tres años –para perderlas hay que llegar, amigos, otros con más dinero y mejores jugadores las vieron por televisión-- fue un golpe durísimo, una cicatriz abierta, una herida que supura dolor y que sólo se cerrará el día que un capitán de este Atlético, o quién sabe si de otro, levante ese santo grial que se le niega a la causa rojiblanca. A esas heridas, ya de por sí mortales para cualquier otro equipo, se han añadido demasiadas lesiones de jugadores vitales en momentos trascendentales: Tiago se rompió, Augusto lleva una eternidad en el dique seco, Oblak se dejó el hombro y tardó en volver, Godín se perdió demasiados partidos por temas musculares, Giménez salió del campo llorando un par de ocasiones cuando parecía en plena forma y Torres, después de helarnos la sangre a todos los que le veneramos o no, le respetamos y admiramos, dio el gran susto.
De sobresalto en sobresalto, el Atlético ha ido quemando etapas en este su curso más delicado, trufado de episodios que, lejos de contribuir a la estabilidad, han supuesto una carrera de obstáculos para Simeone. El famoso debate sobre el cambio de estilo –nació desde el eterno consumir de los que presumen de no hacerlo y aportó entre poco y nada--, el inevitable pero insensible cambio de escudo y de casa, la sanción de la FIFA –seguimos esperando novedades-- y la tentación de quemar todo después de tener la final de Copa en la mano, han sido suficientes elementos como para entender que este no está siendo el año más placentero para el Cholo. Él lo sabe. Sus jugadores lo saben. Y sin embargo, siguen insistiendo. Con errores, con aciertos, buscando una regularidad que todavía se resiste, intentando recuperar las constantes vitales que lograron que este equipo fuera respetado en España y temido en Europa. No está siendo la temporada más dulce para el cholismo. De fondo, mil problemas, cien debates y decenas de lesiones inoportunas. Se acercan los exámenes finales y las notas se dan en mayo.
El primer objetivo es vital para la economía del club: estar en Champions. Difícil, que no imposible, está ser tercero, el puesto que por presupuesto pertenece al Atlético. Algo que se ha complicado por la irrupción de un magnífico y regular Sevilla. Y por supuesto, la gran meta, la Champions. Después de haber hecho los deberes en Leverkusen, el Atlético tiene pie y medio en cuartos. Sería la cuarta ocasión consecutiva para Simeone. Algo que jamás había logrado el Atlético en toda su historia. Otro hito para el argentino. Otro registro marciano para el tipo que ha dado la vuelta al vestuario, al club y a la afición como un calcetín. De hecho, el Cholo ya ha alcanzado los 200 partidos de Liga en el banquillo del Manzanares. Su balance es impresionante: más del 50% de sus partidos logró dejar la puerta a cero, ganó 126 partidos, empató 40 y perdió 34. Supera a Luis Aragonés en sus primeros 200 partidos y pese a que no hay día ni mes que se anuncie, a bombo y platillo, que el Cholo se irá al Inter, al Chelsea, al PSG o a la Ponferradina, el argentino sigue convencido de estar feliz en el Calderón, su lugar en el mundo.
El balance de Cholo es impresionante: más del 50% de sus partidos logró dejar la puerta a cero, ganó 126 partidos, empató 40 y perdió 34
Es posible que cuando acabe el año, si el Atlético no es tercero y es eliminado de la Champions, algunos crean que el quinto año del Cholo ha sido un fracaso. Incluso cabría pensar que algunos lo seguirán sosteniendo si el equipo finaliza la Liga entre los tres primeros, cumpliendo el objetivo real del club. Y sin embargo, enumerando y analizando la cantidad de problemas, dentro y fuera del campo, que están teniendo que superar Simeone y sus futbolistas, uno no puede dejar de ponderar el trabajo incansable y el compromiso de ese grupo. En su día, a Luis Enrique le tiraron una tonelada de porquería encima en febrero y acabó ganando el triplete. Qué decir de Zidane, que recogió un Madrid ruinoso y un año después levantó tres trofeos.
La historia más reciente nos muestra que no hay victoria sin sacrificio. Y en la corte del tipo que se pasa la vida repitiendo, desde el convencimiento absoluto, que si se trabaja y se cree, se puede, uno tiene la tentación de seguir creyendo hasta el final. Algún día Simeone se irá del Atlético y se le despedirá como merece: con todos los honores y con las puertas de su casa abiertas, de par en par, hasta el final de sus días. Hasta entonces, convendría disfrutar hasta el último segundo de un tipo que ha refundado el Atlético. El club seguirá siendo grande sin el Cholo, pero si hay algo que ha enseñado este hombre a la gente del Atlético es algo muy sencillo: el trabajo siempre paga. Y queden quintos, décimos o alcancen la final de la Champions, uno jamás podría dejar de creer en unos jugadores y un entrenador que, después de una temporada durísima, están trabajando, en silencio, para volver a superarse a sí mismos. Nadie cree en ellos. Ni siquiera algunos que presumían de creer y dejaron de hacerlo en Milán. Es normal. Ley de vida: cada uno elige en qué quiere creer. Hace unas horas, uno de los tipos más sacrificados de ese vestuario me hizo una confesión de parte: “Este año estamos trabajando más que nunca. Incluso más que otros años. Y aunque los resultados no nos estén sonriendo, vamos a seguir dándolo todo, porque aquí no se rinde nadie”. Amigos, eso es creer. El Cholo y sus jugadores no son de los que ven un obstáculo insalvable y se rinden. Saben que cuanto mayor es la dificultad, más grande es la gloria. Y la gloria es para los que creen.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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