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He condensado la obra de toda mi vida, mi amor a la verdad, mi lucha constante contra la superstición y el fanatismo, y la necesidad de que olvidando nuestro desgraciado país las rutinas, convencionalismos y mentiras, que nos deshonran y envilecen ante el mundo civilizado, pueda realizarse la transformación de una España nueva que, apoyada en la ciencia y la justicia, pueda resistir las violencias de la fuerza bruta y las sugestiones insidiosas y malvadas sobre las conciencias.
Benito Pérez Galdós, sobre su obra Electra (1901)
Yo sí voy a misa
“Políticos, toreros y famosos defienden la celebración más importante de los católicos tras los ataques de Podemos”. “El programa no es “un privilegio de la Iglesia católica” como sostiene Podemos sino un servicio público que atiende al derecho a la libertad religiosa, recordaba estos días el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, quien cree que el “anticlericalismo está trasnochado”. (ABC, 19-3-2017).
Católicos con fama
“Tamara Falcó abrió el debate en las redes sociales y animó a firmar un manifiesto contra la idea de Podemos de quitar la Misa de La 2. Ana Rodríguez, exmujer de José Bono, y Gema Ruiz, exmujer de Álvarez Cascos, se suman a la iniciativa”. (La Razón Lifestyle, 19-3-2017).
Campaña de Tamara Falcó contra Pablo Iglesias para salvar la misa de La 2 (Libertad Digital, 13-3-2017)
La cruzada de Tamara Falcó contra Pablo Iglesias: ‘No se puede eliminar la misa de TV' (El Español, 14-3-2017)
Jaime de Marichalar se suma a la campaña de Tamara Falcó contra Pablo Iglesias (Look, 17-3-2017)
No cesa la polémica sobre la iniciativa del partido Unidos Podemos para suprimir la misa católica en TVE, el canal público. Dicen los más templados que se ha armado un Cristo de lo más innecesario. Los fogosos, sin embargo, han encontrado un filón: la lucha agónica contra el anticlericalismo típico de la izquierda española y el peligro de que esta prohíba las misas católicas, poniendo en jaque al Estado de Derecho, la Democracia y la Libertad de Conciencia. (Esto, muy resumido). Un tema periodístico muy grave y muy serio, de los que “hacen afición”.
Y de pronto, entra en escena Tamara Falcó. Se trata de un personaje bienquisto por la prensa del corazón con todo el cuché amortizado: su conversión a la religión en su versión más fundamentalista radical-chic, ha sido pasto no solo del HOLA y demás papeles finos, sino también de los programas humorísticos, las imitaciones y la prensa satírica. Pero ha sido ella, la hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón, quien ha hecho visible la protesta de algunos sectores católicos ante la iniciativa de un grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. Tanto como merecer la portada de un diario de tirada nacional. Cierto es que en la portada de ABC, Tamara no está sola: se codea con los ministros Cospedal, Montoro y De Guindos --e incluso con un Oriol Junqueras encajado en el cuadro pluralista a golpe de martillo pilón-- aunque, para no perder el tono un poco juguetón estilo tribu de los Brady, aparecen otros compañeros de cofradía: toreros como El Juli y cantantes como Bertín Osborne.
La portada del “Yo sí voy a misa” ha provocado el pitorreo ya no de los sospechosos habituales –redes sociales-- sino de la mayoría de los compañeros de la prensa
La mayoría de los tertulianos ultracentristas o conservadores a secas intentan obviar este lado chorlito y fashion de la polémica, encauzándola hacia el debate político puro y duro. Diamantino. (Los mismos que cinco minutos antes han denunciado los privilegios de los estibadores claman en cuanto se acusa a la eclesía de trato de favor). El ABC, en cambio, no conoce medias tintas: es famoso por sus flamígeras portadas en el límite de la autoparodia, aunque esta vez su apuesta resulta ambigua: quizá en un plano inconsciente –si el psicoanálisis fuera compatible con otra religión-- sus editores estén revelando la impostura de ciertas polémicas. Desde luego, los devotos retratados no parecen los mejores representantes de la fe y caridad cristianas, mucho menos del martirio que se anuncia si llegaran los anticlericales al poder (ellos no ganan elecciones, sino que lo toman o lo asaltan). La portada del “Yo sí voy a misa” ha provocado el pitorreo ya no de los sospechosos habituales –redes sociales-- sino de la mayoría de los compañeros de la prensa.
Tamara Falcó, la cruzada de una ‘it girl’ en defensa de la fe (La Vanguardia, 18-3-2017)
Tamara Falcó ‘reza’ por Pablo Iglesias: “Una misa le ayudaría” (Público, 15-3-2017)
Tamara Falcó se moviliza a favor de la misa en TVE y la lía (El Plural, 13-3-2017)
Como se trata de un asunto trasnochado –Blázquez dixit--, habrá que remontarse en el tiempo para saber el porqué de tanto herejote y comecuras infestando este Reino. Esa muy española manía del anticlericalismo no es tanto un vicio del pueblo llano --salvo en horas de caos y revolución-- como propio de un buen puñado de políticos, científicos, pensadores, investigadores, escritores, intelectuales y, por supuesto, artistas de los que salen en la Wikipedia --y en las placas de las calles que no están dedicadas a la División Azul--, que abrazaron el agnosticismo, cuando no el peligrosísimo ateísmo, haciendo bandera de ello, además. En el siglo XIX, el cura réprobo como personaje novelesco era casi una demanda social, quizá --solo quizá-- reflejo de una realidad de la que sean pálidos reflejos el Magistral de La Regenta de Clarín, o el cura de Tormento del muy anticlerical Galdós. La animadversión fue mutua: su obra teatral Electra, con una protagonista que se enfrentaba al fanatismo y al oscurantismo, sufrió una conspiración ultramontana alentada por la Santa Sede que impidió a Galdós ser reconocido con el Premio Nobel de Literatura.
Por lo visto, muchos de estos señores de levita y chistera, masones y volterianos ellos, se pretendían herederos de los ilustrados de Carlos III, el monarca azote de jesuitas que el presente dice admirar tanto. Todo pasado, al fin y al cabo.
Pero no, para encontrar razones anticlericales no hace falta irse tan atrás:
Los Acuerdos de la discordia
“La ‘ley Wert’ hace estallar otra disputa por los pactos firmados en los setenta con el Vaticano. Los obispos reciben privilegios que no otorga la Constitución y perpetúan el concordato de 1953”. “(Los acuerdos) se firmaron en Roma el 28 de julio de 1976 el primero, y el 3 de enero de 1979 los otros cuatro, por el entonces ministro de Exteriores, Marcelino Oreja, propagandista católico confeso, y el secretario de Estado del Papa, el cardenal francés Giovanni Villot. El primer acuerdo adjudica al Rey el nombramiento del vicario castrense con graduación de general de División y gran parafernalia de asistentes uniformados. Los otros cuatro mantienen incontables privilegios del franquismo en asuntos jurídicos, económicos y en la enseñanza, además de regular la asistencia católica a las Fuerzas Armadas y el servicio militar de los clérigos. (…)
"Los obispos reciben privilegios que no otorga la Constitución y perpetúan el concordato de 1953”
Uno de los incumplimientos más evidentes de los Acuerdos de 1979 se refiere a la financiación, que en 30 años ha sufrido varios avatares. Entre la inicial “dotación” (dote) hasta la “asignación” actual (señal con cruz en el IRPF), se alza un artículo que suena como un trallazo a la realidad. Es el II.5: “La Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma recursos suficientes para la atención de sus necesidades”. Lejos de hacer cumplir el compromiso de autofinanciarse, firmado por el Vaticano en 1979, el Gobierno Zapatero liberó a los obispos (pero no a Roma) de esa carga y, además, incrementó un 37% el porcentaje de dote estatal.” (Juan G. Bedoya, El País, 1-6-2013).
La democracia española es rehén de la jerarquía católica
“No estamos en una democracia laica, sino en un Estado que dudo que sea siquiera no confesional, sino que tiene una confesionalidad que no disimula. Primero en los textos, ya que la Constitución reconoce el estatuto especial de la Iglesia católica, y segundo en la práctica política, ya que le concede todo tipo de privilegios: educativos, económicos, fiscales e incluso militares (…) Estas prebendas no solamente no se han reducido con el paso del tiempo y con los partidos de izquierda en el gobierno, sino que se han incrementado todavía más. El ejemplo más claro es la casilla de la declaración de la renta, que le supone un ingreso de 250 millones concedido por el Estado generosa y gratuitamente, sin que haya una justificación para esa aportación. (…) Condenan la teoría de género descalificándola como ideología, incluso algunos obispos consideran que esta ideología de género es la responsable de que las mujeres se rebelen y luego los hombres ejerzan la violencia contra ellas. Es escandaloso. Tantos documentos contra la ideología de género y ni una sola manifestación, ni una solo documento público contra la violencia de género que se lleva por delante mujeres. ¿No es eso una falta de piedad, de misericordia, de sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres? ¿No está también legitimando, al menos indirectamente, esa violencia?”.
Seguramente, a don Benito le hubiera parecido un personaje sabroso esta hija de marqués convertida en beata versión siglo XXI, una nueva Viridiana
¿Anticlericales old-fashion contra ultramontanos 2.0? ¿Galdós contra Tamara Falcó? Seguramente, a don Benito le hubiera parecido un personaje sabroso esta hija de marqués convertida en beata versión siglo XXI, una nueva Viridiana: la película de Buñuel está inspirada en su novela Halma, publicada en 1895. Mucho tiempo después, en el año 1961, tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Viridiana fue acusada por el periódico del Vaticano L'Osservatore Romano de “impiedad y blasfemia” y exigió la excomunión de todo el equipo (todavía pueden escucharse las carcajadas de don Luis, “ateo por la gracia de Dios”). Hubo escándalo, rodó la cabeza del director de Cinematografía que había recogido el premio, la cinta fue prohibida en España e Italia y la censura franquista ordenó la destrucción de todas las copias. Gustavo Alatriste, marido de la protagonista Silvia Pinal y productor del filme, fue quien rescató el negativo que había quedado en un laboratorio parisino y lo llevó a México. De no ser así, hoy Viridiana no existiría. En España tuvo que estrenarse en 1978; otro tiempo pasado, trasnochado.
A pesar de la popularidad de celebraciones festivas como la Semana Santa –para algunos cristianos y sacerdotes sin relación alguna con el mensaje del Evangelio-- y de las estadísticas interesadas (bodas, bautizos y comuniones), es un hecho que los católicos practicantes son cada vez menos en España. También es un hecho la falta de vocaciones, las iglesias vacías y la ancianidad de los feligreses justo allí donde Unidos Podemos, teogonía urbana, carece de parroquianos. Sin embargo, la jerarquía católica continúa detentando un poder temporal fuera de toda duda. Más allá del asunto de la misa televisada, de homilías ultramontanas, IBIS, Renta, inmatriculaciones alevosas, subvenciones jugosas y otros privilegios, quizá se esté empezando a discutir aquí el papel político y social de la Iglesia católica como institución –no de la fe personal e intransferible-- en el futuro de un país que se quiere llamar libre, democrático y civilizado: el sueño de aquellos pioneros anticlericales de hace cien años aún está por cumplirse.
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
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