Los cuidados parentales frente a la estratificación
El tiempo que dedican los padres con los hijos, unido a otros factores como el género o el entorno social determinan hasta qué punto existen desigualdades tempranas en el desarrollo y crecimientos de los menores
CTXT / Observatorio Social “la Caixa” 17/06/2017
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El cuidado de los hijos, especialmente a edades muy tempranas, es fundamental en el desarrollo futuro de los menores. Cubrir sus necesidades físicas, emocionales o cognitivas determina en qué grado podrán adentrarse en la madurez. Sin embargo, este cuidado no se da por igual en todos los grupos sociales, lo que pone en peligro la igualación social de oportunidades en ámbitos tan importantes como la educación o el trabajo.
En síntesis, el entorno social en el que se dan los cuidados parentales determina hasta qué punto existen desigualdades tempranas en el desarrollo y crecimientos de los menores.
Existen distintos factores para explicar las dinámicas en los cuidados parentales. El principal es el género, con las madres dedicando más tiempo al cuidado de los hijos que los padres. Por otra parte, la clase social también es un variable que puede explica el nivel de cuidado parental rutinario (cuidados básicos), interactivo (socialización), en el tiempo libre o en las actividades culturales o electrónicas. Dada esta situación, cabe preguntarse si estas diferencias en función de la clase social provienen de los propios valores parentales o más bien de recursos de tiempo –como la capacidad para decidir horarios laborales o disponibilidad de recursos económicos para reducir las tareas domésticas–.
La Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010) ofrece información estadística sobre las diferencias generales del uso tiempo parental para diversos grupos, y la relación de ciertos factores con este tipo de cuidados.
Tanto en el periodo 2002-2003 como en el 2009-2010 existe una fuerte desigualdad de género en el tiempo dedicado al cuidado de los hijos. La tendencia, sin embargo, apunta a una mayor participación de los hombres, con casi dos horas más –hasta las 6,9 diarias– entre ambos periodos de tiempo, mientras que las mujeres mantuvieron casi invariable su participación (12,1 horas).
Estas diferencias de género en el tiempo dedicado a los hijos cambia drásticamente si se tiene en cuenta el tipo de cuidado (rutinario-interactivo) y el nivel educativo. En los cuidados interactivos las diferencias de género se reducen mucho, mientras que a más nivel educativo, más tiempo dedican tanto los hombres como las mujeres al cuidado de los hijos en ambos tipos (llegando a existir el doble de horas entre los padres que tienen educación primaria y los que tienen formación universitaria), aunque manteniendo las grandes diferencias de género.
En lo relativo al uso del tiempo libre –comidas, televisión, internet o cultura–, también hay diferencias notables en función del nivel de estudios. Los hombres y mujeres con formación universitaria dedican más horas en actividades culturales, mientras que los padres con formación primaria dedican más horas en actividades televisivas que aquellos con estudios superiores.
En otras viables socioeconómicas, como los ingresos, las diferencias entre los grupos son bastante más moderadas. Los padres y madres de ingresos medios son los que más tiempo dedican al cuidado, mientras que si se tiene en cuenta el tiempo de trabajo, a más horas dedicadas al empleo, menos tiempo dedican madres y padres al cuidado parental.
A la hora de valorar el cuidado parental a través del nivel de educación de los padres conviene comparar este con otras variables y factores que pueden afectar a la desigualdad en el cuidado de los menores. Si solo se tienen en cuenta, además de la educación, variables demográficas, las madres con niveles educativos elevados mantienen una alta inversión en el cuidado parental. Si se añaden condiciones socioeconómicas individuales de la madres, la brecha entre niveles de educación se reduce bastante. Ocurre algo similar si se compara el nivel educativo de los padres con otras variables, pero destaca la reducción de la brecha entre educación y cuidados si se tienen en cuenta las características –educativas y socioeconómicas– de la pareja.
Las distintas brechas y desigualdades que se encuentran en el cuidado de los hijos al analizar los grupos sociales y sus condiciones se pueden vincular a políticas públicas destinadas a igualar las condiciones en el cuidado de los menores. Por ejemplo, aquellas enfocadas en las condiciones y accesibilidad a los recursos de tiempo (relacionadas con desigualdades laborales y de ingresos). Una mejora en los horarios y jornadas laborales de los padres con menor cualificación podría mejorar sus oportunidades en el cuidado parental.
Por último, Los centros de educación infantil actúan como un complemento efectivo del cuidado parental y pueden resultar beneficiosos para el rendimiento escolar de los menores de orígenes sociales más humildes. Mejorar el acceso a estas escuelas, especialmente las de 0-2 años, donde las desigualdades emergen con más fuerza, reduciría la disparidad con la que llegan al sistema educativo los menores de distintos grupos sociales.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto Estratificación social y cuidado parental: un análisis del caso español, de Pablo García, miembro del departamento de Sociología de la Universidad de Amsterdam, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.