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Aleksander Kwaśniewski (Białogard, 1954), presidente de Polonia entre 1995 y 2005 y uno de los fundadores del partido socialdemócrata del país, reflexiona acerca de las tensiones entre la UE y el gobierno polaco, el papel del actual presidente Andrzej Duda y su veto a las reformas gubernamentales del poder judicial, la influencia en Europa de las democracias iliberales y los peligros de reescribir la historia de Polonia.
Una de las principales tareas de su gobierno fue conseguir que Polonia entrara en la Unión Europea, lo que sucedió en 2004. ¿Cómo ve a la UE hoy en día?
Francamente, era otra época. Era una época de optimismo. Occidente veía la ampliación histórica como una oportunidad para crear un espacio mayor que diera cabida a los mismos valores y estándares. Optimismo. Esa es la principal diferencia entre 2004 y ahora. Hoy hay mucho más pesimismo. ¿Por qué? En primer lugar, por la crisis económica que afecta a muchos de los viejos países de la UE como Grecia, Portugal, Italia o España. En segundo lugar, por el problema de la inmigración que, en mi opinión, ejercerá una gran influencia sobre la política europea durante mucho tiempo. Con esto hago referencia a dos fenómenos: el envejecimiento de la sociedad europea y el auge democrático de África. Es evidente que los inmigrantes quieren venir a Europa y que el mercado europeo les necesita. La inmigración es un tema delicado que influye bastante en la situación política. Hoy en día, nos enfrentamos a un crecimiento del populismo y del nacionalismo en muchos países, como por ejemplo Hungría y Polonia. El tercer tema que afecta a Europa es el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Estos factores han dado lugar a una nueva situación y es necesario elaborar nuevas políticas. Hoy en día existen dos maneras de enfocarlos. Por un lado está la visión de Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, de continuar en la misma dirección y avanzar hacia una mayor integración en la UE y sus políticas comunes. Por otro, la de Orbán-Kaczyński: conservar el papel protagónico de los Estados nacionales, no tanta integración y menos políticas comunes. En mi opinión, deberíamos aproximarnos al concepto de Juncker. Europa necesita políticas comunes, en especial en las áreas de seguridad, inmigración y en la relación con otros socios como por ejemplo Estados Unidos, China o Rusia.
Hace unas semanas, tuvo lugar una manifestación frente a la oficina de la Comisión Europea en Varsovia. Los manifestantes exigían que los “burócratas de Bruselas” dejaran de interferir en los asuntos de Polonia. Muchos de ellos enarbolaban caricaturas de Juncker.
Europa necesita políticas comunes, en especial en las áreas de seguridad, inmigración y en la relación con otros socios como por ejemplo Estados Unidos, China o Rusia
He mencionado la visión del señor Juncker porque sus planes son algo concreto. Creo que veremos nuevos proyectos para la UE en breve tras las elecciones alemanas. Quizá no se llamará el plan Juncker, sino el plan Macron-Merkel. La cuestión de fondo es si Europa será capaz de aceptar hoy en día una mayor integración.
Existen numerosos desacuerdos y disputas entre la UE y el gobierno nacionalista conservador de Polonia. Algunos miembros de la oposición política dicen que la UE debería responder con firmeza e incluso sancionar al gobierno de Polonia, aunque no se puede excluir que unas acciones semejantes acaben dando todavía más alas a la actitud euroescéptica de parte de la sociedad polaca. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Qué debería hacer la UE?
Este es un gran problema para la Unión Europea. La UE se basa en principios fundamentales como la protección de la democracia, los derechos humanos, el Estado de derecho, la economía de mercado, la libre circulación de mercancías, etc. Las instituciones europeas están obligadas a proteger estos valores y nosotros, en tanto que miembros, también tenemos las mismas obligaciones después de habernos incorporado. En definitiva, la UE debería reaccionar, no me cabe ninguna duda. Otra cuestión es determinar cómo de profundas, duras y drásticas deberían ser esas medidas. Las sanciones no son algo nuevo en la historia de la Unión. Recordemos que se consideró sancionar a Austria en el año 2000 cuando el partido postfascista de Jörg Haider, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), participó en el gobierno que dirigía Wolfgang Schüssel.
Pero es cierto que una reacción muy dura podría ser contraproducente y provocar que se consolidara esa actitud tan conservadora y euroescéptica, como sucedió en Austria en el año 2000. Creo que la UE debería utilizar en primer lugar métodos blandos con elementos de métodos duros. En general, para la UE, casos como el de las reformas judiciales polacas son extremadamente complicados en lo que respecta a cómo reaccionar de forma correcta, pero no me cabe duda de que debería reaccionar. No puede simplemente decir que no hay ningún problema con esos proyectos de ley, cuando no solo no respetan la Constitución de Polonia, sino que tampoco respetan los reglamentos y normas en los que se basa la UE.
Otro punto de conflicto es la protección del bosque de Białowieża. La decisión provisional del Tribunal Europeo de Justicia (TEJ), dictaminó que la tala de árboles debía detenerse inmediatamente porque podría causar “un daño grave e irreversible”. Sin embargo, parece que, por primera vez en la historia, un país miembro de la UE ha ignorado un fallo de un alto tribunal de la UE. ¿Qué piensa de la postura del gobierno de Polonia en este asunto?
Existe un fallo del Tribunal Europeo de Justicia y según las reglas, Polonia, como país miembro de la UE, debería cumplir con la sentencia. Eso resulta bastante evidente para mí. Creo que todo lo que está haciendo el gobierno en este asunto es una equivocación. En este caso concreto, no me cabe ninguna duda de que la UE debería reaccionar, incluso si esto significa aplicar medidas duras como la imposición de sanciones económicas. El conflicto entre el ministro de Medio Ambiente y la opinión pública polaca es en parte ideológico. Un conflicto ideológico entre los activistas medioambientales y el ministro Jan Szyszko, que los tacha de representantes de la “corrección política” de Europa.
¿Cómo describiría las relaciones actuales entre Polonia y Alemania?
la idea de las reparaciones de guerra es poco realista. Todo lo que tiene de buena la relación entre Polonia y Alemania hoy en día podría salir perjudicado
Trabajé muy duro para mejorar la relación entre Polonia y Alemania porque, históricamente, siempre fue un asunto muy complicado. Somos vecinos y hemos tenido cientos de años de historia compleja y dolorosa. Lo que hemos conseguido en los últimos 27 años es realmente fantástico. Alemania es nuestro mayor socio comercial y Polonia es un socio comercial muy importante para Alemania. A nivel político, tenemos muchos intereses comunes y no solo somos vecinos, sino que ahora también somos aliados en la OTAN y en la UE. Otro elemento muy importante es el proceso de reconciliación germano-polaco. Si se pregunta hoy en día a los habitantes de las regiones fronterizas, sus opiniones serán muy amistosas sobre los alemanes y viceversa.
Pero sin duda existen nuevos elementos a tener en cuenta en el diálogo entre los dos países. Uno es el tema de las reparaciones de guerra que, según algunas declaraciones recientes de representantes del gobierno polaco, Polonia podría reclamar a Alemania.
Las reparaciones son una mala idea. En primer lugar, son muy poco realistas, en mi opinión. En segundo lugar, Alemania habla abiertamente de los crímenes nazis y tiene fuertes principios acerca de la Segunda Guerra Mundial. La guerra la organizó el Estado alemán, los nazis, y Polonia fue una de las primeras víctimas. Perdimos seis millones de ciudadanos polacos y entre ellos, tres millones de judíos polacos. Se destruyeron por completo algunas ciudades polacas. Está bien que los alemanes comprendan su responsabilidad moral y, francamente, lo han demostrado durante las negociaciones para nuestra incorporación a la OTAN y a la UE. No muchos recordarán, pero una de las primeras personas que habló sobre la ampliación de la OTAN y mencionó a Polonia como posible miembro fue el secretario general de la OTAN, Manfred Wörner, un ciudadano alemán. Recuerdo estas conversaciones desde principios de la década de 1990. La idea de la ampliación no era muy popular en aquella época, pero el señor Wörner demostró tener el coraje suficiente como para insistir en ampliar la OTAN hacia los países de Europa Central del Este.
Así que me veo en la obligación de repetir que la idea de las reparaciones de guerra es poco realista. Todo lo que tiene de buena la relación entre Polonia y Alemania hoy en día podría salir perjudicado. Es muy fácil abrir la caja de Pandora utilizando sentimientos históricos, pero podría ser peligroso y estoy totalmente en desacuerdo.
La reciente decisión del TEJ sobre las cuotas de inmigrantes no fue oficialmente ignorada por el gobierno de Hungría, pero lo que este comunicó a la sociedad húngara sobre este asunto fue diferente. ¿Cuál es su opinión sobre la actual situación en Hungría?
Prefiero no comentar en detalle la situación actual de Hungría, puesto que no estoy al corriente de todo lo que sucede. Conozco al señor Orbán bastante bien, nos vimos por primera vez a principios de la década de 1990, somos viejos compañeros, se podría decir. He sido testigo de su evolución desde posturas liberales hasta la actual, bastante conservadora. En el caso de la decisión del TEJ, podría decir lo mismo que he dicho sobre la decisión judicial que afecta a Polonia. Si somos miembros del mismo grupo, de la misma organización, hemos firmado algunos tratados y sabemos cuáles son las reglas, entonces deberíamos respetar las decisiones del tribunal. Un país miembro no puede sencillamente decir: “Muy bien, aceptamos los tratados que nos van bien, pero no aceptamos lo que nos resulten inconvenientes”. Si esto fuera posible colapsaría todo el sistema de integración europea. El principal riesgo para la UE y la integración europea no es el Brexit. La posición de los euroescépticos, de los países miembros que no tienen interés en respetar las reglas comunitarias y la distracción que proviene desde dentro podrían complicar mucho más el futuro de Europa que la decisión final que adopten la UE y el Reino Unido.
¿Qué piensa del papel del Grupo Visegrád? Parece que Eslovaquia y la República Checa no están apoyando a Hungría y Polonia en varios asuntos.
El principal riesgo para la UE y la integración europea no es el Brexit, sino la posición de los euroescépticos, de los países miembros que no tienen interés en respetar las reglas comunitarias
Conozco muy bien ese grupo, ya que formé parte de él durante diez años. Recuerdo una reunión del Visegrád en 2005, una de las 10 que tuvieron lugar durante mi presidencia. Václav Klaus, presidente de la República Checa, propuso acabar con las actividades del grupo porque ya habíamos conseguido nuestros objetivos principales: ingresar en la OTAN y en la Unión Europea. Tenía razón, pero yo argumenté que sería bueno tener un grupo de este tipo para defender otras políticas en el futuro. Si sucedía algo, sería más fácil ocuparse de ello, puesto que ya dispondríamos de una estructura lista y preparada y no haría falta establecer una nueva en el caso de que fuera necesaria. Finalmente, el señor Klaus aceptó mi punto de vista y no disolvimos el Grupo Visegrád. Ahora Polonia ha decidido utilizar este grupo como un organismo de acción concertada contra Bruselas. No creo que este objetivo sea realista, ni que desempeñe un papel significativo o ejerza influencia alguna en la política europea. Y lo que es más importante, estos cuatro países tienen concepciones e ideas diferentes en muchos aspectos. En primer lugar, tenemos un grupo con cuatro concepciones diferentes sobre lo que debería hacerse y sobre el tipo de relación que debería existir entre Rusia y la UE. En segundo lugar, solo uno de los cuatro países forma parte de la eurozona. El Grupo Visegrád carece de una identidad fuerte y, en relación con Rusia y el euro, tiene más discrepancias que similitudes.
¿Qué opinión le merece la demonización de George Soros, el financiero y filántropo de 87 años, que realizan algunas formaciones políticas de derechas y el gobierno húngaro, que le acusan de ser el autor intelectual de un plan para enviar inmigrantes musulmanes a Europa?
En primer lugar, estoy en contra de este tipo de teorías conspirativas. Conozco personalmente al señor Soros y creo que ha prestado mucha ayuda en los últimos 25 años al proceso de transición de los países de Europa Central y del Este con sus ONG y sus universidades. Su papel ha sido totalmente positivo. Incluso el señor Orbán obtuvo una beca de la Fundación Soros, así que él también ha obtenido algo positivo de Soros en su vida. Tal vez Hungría tenga una opinión más emocional sobre el señor Soros que la que tenemos aquí en Polonia a causa de su origen húngaro. El problema de la inmigración es muy grave, pero la crisis en sí no tiene ninguna relación con Soros. El origen de esta crisis es la situación demográfica del mundo, los conflictos en África y en Oriente Próximo y el problema del envejecimiento de la sociedad al que me referí anteriormente. Atacar al señor Soros no es una buena reacción frente a la crisis; no es más que un objetivo de reemplazo. Mi opinión es que Europa debería apoyar económicamente a los países africanos para desarrollar su sistema educativo, enfatizar los derechos de las mujeres, etc. Esto no es ni mucho menos fácil, sobre todo por la corrupción al más alto nivel que existe en muchos países africanos, pero un Plan Marshall para África es algo que deberían discutir los líderes europeos al más alto nivel.
Su presidencia (1995-2005) fue la más larga de Polonia desde 1990. El ambiente no estaba tan tenso como, digamos, en 2007-2010 o desde 2015. ¿Qué opina de la presidencia de Polonia en general?
Antes de mi presidencia, yo había sido presidente de la Convención Constitucional y coautor de la Constitución de Polonia. Elegimos un modelo mixto entre presidente y gobierno. Quizá no fuera el mejor, pero creo que fue una decisión necesaria para repartir el poder entre ambas instituciones. Antes de que se introdujera la Constitución de 1997, decidimos, aproximadamente a principios de la década de 1990, que el presidente de Polonia debería ser elegido mediante elecciones generales. Se podría preguntar por qué no decidimos crear un sistema presidencial después en la Constitución. Pero vimos lo fácil que el presidente podría abusar de su autoridad, como ya hizo el señor Wałęsa durante su presidencia entre 1990 y 1995. El presidente no puede ser débil porque ha sido elegido por la gente, pero al mismo tiempo no debería poder acaparar todo el poder en sus manos.
Por otra parte, tampoco queríamos tener un sistema de canciller. Durante los primeros años de transición, la situación política polaca era extremadamente inestable. En ocasiones hubo hasta 23 partidos en el Parlamento. Teníamos primeros ministros durante solo algunos meses. Así es que creamos este sistema de controles y equilibrios con una presidencia fuerte y un gobierno fuerte. Si tanto el gobierno como el presidente demuestran su buena voluntad, el sistema puede funcionar. Como presidente, trabajé durante cinco años con un gobierno de mi mismo color político y otros cinco años con un gobierno de otra familia política. Hubo algunas tensiones, a veces con numerosas discusiones, pero funcionó. Lamentablemente, con el tiempo hemos vivido períodos durante los cuales sencillamente estaba ausente esta cultura política, como por ejemplo los que ha mencionado, entre el presidente Lech Kaczyński y el primer ministro Donald Tusk entre 2007 y 2010 o Andrzej Duda y Ewa Kopacz desde agosto de 2015.
¿Cree que el presidente Duda tendrá graves conflictos con el PiS en los próximos meses o años?
El plan del PiS para establecer una nueva Constitución y el concepto de la Cuarta República nos llevaría de vuelta al siglo XX
Ya veremos. Sería más fácil responder a esta pregunta en los próximos diez días. El presidente Duda ha prometido que revelará su propia propuesta para reformar el poder judicial esta semana[1]. Será una prueba de fuego para él. Si su propuesta difiere de lo que propone el PiS, entonces está bien. Significaría que tenemos un presidente cada vez más independiente. Por supuesto, tengo la ligera sospecha de que su propuesta no será tan diferente de la concepción del PiS. Quizá solo veremos algunos cambios cosméticos en unos pocos elementos como por ejemplo quién nominará a los jueces, pero su decisión de vetar en julio los proyectos de ley fue acertada. Para ser sincero, era su última oportunidad. Si el presidente Duda hubiera decidido no emplear su derecho a veto, su papel habría quedado absolutamente limitado durante los próximos años. Como es lógico, su decisión fue inesperada y generó muchas reacciones negativas dentro del PiS. En mi opinión, el día de la verdadera inauguración de la presidencia de Duda se produjo el día que decidió no firmar esos proyectos de ley.
Hablaba antes de la Constitución que se firmó en 1997. Este año se celebra su XX aniversario. El gobierno ya ha hablado de la posibilidad de reemplazarla por una nueva que suponga el acta fundacional de la llamada Cuarta República.
Por supuesto que existe el peligro de que lo hagan, pero no es un proceso legalmente sencillo. En primer lugar, no cuentan con una mayoría en el Parlamento. En segundo lugar, de acuerdo con la actual Constitución, sería necesario celebrar un referéndum y un referéndum es un asunto arriesgado en cualquier lugar. Pero no es un debate que me asuste particularmente. Es bastante natural que después de 20 años la gente discuta sobre lo que está bien en la Constitución y lo que no está funcionando, lo que debería cambiarse, o lo que es necesario redefinir y repensar. Me da mucho más miedo lo que calla el PiS con respecto a sus planes para elaborar una nueva Constitución. Hace muchos años, tenían su propio plan constitucional y, para ser sinceros, ese plan era mucho más regresivo si lo comparamos con la Constitución que tenemos actualmente. Había grandes retrocesos en cuanto a la protección de los derechos humanos, la relación entre la Iglesia y el Estado y así sucesivamente. Su plan para establecer una nueva Constitución y el concepto de la Cuarta República nos llevaría de vuelta al siglo XX. Pero en términos generales, esta cuestión es puramente teórica. Creo sinceramente que la actual Constitución, que fue ratificada mediante un referéndum en 1997, sobrevivirá.
¿Qué piensa de la campaña contra el antiguo presidente Wałęsa?
Este conflicto comenzó hace décadas. Esta es otra paradoja polaca porque los principales defensores de la presidencia de Wałęsa fueron los hermanos Kaczyński. No es fácil cooperar con el señor Wałęsa, pero tenían una relación muy cercana entre ellos. En mi opinión, los hermanos Kaczyński intentaron manipular al señor Wałęsa utilizando archivos y documentos firmados por él cuando era un joven trabajador en Gdansk. Y creo que ese fue el motivo de que Wałęsa decidiera cesarlos a ambos pocos años después de haber iniciado su presidencia. Por tanto, no hay nada de nuevo en este conflicto entre ellos.
Lo que me preocupa más es la historia polaca. Cuando escuché hace poco que Lech Wałęsa no había sido un líder importante de Solidaridad y que el rol de Lech Kaczyński, que era su vicepresidente en aquella época, había sido más importante, me molestó bastante. En primer lugar, no es cierto. En segundo lugar, es muy injusto hacia Lech Wałęsa. Crear falsificaciones de este tipo podría llevarnos a escribir libros escolares con una historia falsa llena de héroes falsos. Y ese es el camino más corto para generar cierto tipo de esquizofrenia social. No se puede vivir en un país que habla la misma lengua, pero tiene dos historias diferentes.
No hablamos solo del rol de Solidaridad y Lech Wałęsa. Podemos tomar también como ejemplo el escándalo del Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdansk, donde el PiS obtuvo una resolución judicial favorable que les permitía apoderarse de él y rehacer la muestra para ajustarse a una perspectiva polaca más limitada, o el caso de Jedwabne, sobre el que usted pronunció un discurso en 2001, cuando era presidente. ¿Puede hablarnos de los intentos del PiS por reescribir algunos elementos de la historia de Polonia?
Claro que existen esos miedos. Por desgracia, en el actual mundo de noticias falsas esto es un fenómeno habitual y el Museo de Gdansk no es más que un ejemplo muy claro. ¿Ha estado allí?
No, todavía no.
Pues tiene que ir antes de que cambien la muestra. Es un museo muy objetivo sobre la Guerra, muy bien hecho, que tiene un mensaje muy importante: no más guerras. Ya veremos lo que sucede con este museo. La opinión sobre Jedwabne que expresó la ministra de Educación es totalmente inaceptable. [En julio de 1941, durante la ocupación alemana, algunos ciudadanos polacos masacraron al menos a 340 judíos. El número exacto de víctimas no se ha podido determinar, pero Jan T. Gross en su libro Vecinos, mencionó una cifra aproximada de 1.600 víctimas. El PiS ha declarado que quiere acabar con la “pedagogía de la vergüenza”, que es como llama al recuerdo de los crímenes que cometieron los polacos contra los judíos. Los políticos del partido en el gobierno, incluida la ministra de Educación, Anna Zalewska, no quieren admitir que los polacos fueron autores de los asesinatos]. Sabemos muy bien lo que pasó allí y ya lo discutimos durante mi presidencia. Fue una discusión dolorosa, un asunto muy complicado, pero creo que para nosotros, para los polacos, era muy importante. Está bien vivir en una versión de la historia en blanco y negro que afirma que todos los demás eran los malos durante la guerra y nosotros éramos los únicos héroes. Lamentablemente, la realidad es mucho más compleja. Claro que es cierto que Polonia fue víctima de la guerra, y nunca deberíamos olvidar a los héroes del Gueto y del Alzamiento de Varsovia, pero también se cometieron crímenes terribles, como por ejemplo la masacre de Jedwabne, y es importante que tengamos la suficiente fortaleza como para hablar de ello abiertamente y decir: “Sí, en este caso somos culpables”.
A raíz del fracaso de la SLD (Alianza de Izquierda Democrática – Sojusz Lewicy Demokratycznej) en las elecciones de 2015, no queda ningún partido político en el Parlamento polaco que represente las clásicas políticas de izquierdas. ¿Cómo cree que cambiará el espectro político polaco en los próximos 2-3 años?
Es muy difícil responder a esta pregunta. El PiS cuenta con una base muy consolidada. No creo que vayan a perder muchos votos antes de las próximas elecciones. Creo que un 30-35% de sus partidarios son muy estables. La oposición está dividida. Todavía no se sabe si podrán organizar algún tipo de coalición antes de las elecciones. La ausencia de partidos de izquierda en la política polaca es un gran problema y la SLD se autolimita al ser un partido nostálgico.
¿Fue un error crear la coalición de Izquierda Unida de Polonia para las elecciones de 2015?
[Durante el período previo a las elecciones parlamentarias de 2015, los partidos polacos de izquierdas formaron una alianza electoral llamada Zjednoczona Lewica. ZL obtuvo solo el 7,6% de los votos, por debajo del umbral que necesitan las alianzas electorales, lo que dejó a la alianza sin ningún tipo de representación parlamentaria].
La coalición en sí no fue un error, pero el momento elegido fue sin duda un error táctico. Cuando decidieron hacerlo era demasiado tarde, si lo hubieran hecho seis meses antes, para las elecciones al Parlamento Europeo, como yo proponía, estoy seguro de que el resultado que habría obtenido la coalición hubiera sido muy superior al 8%. Pero hicieron la coalición justo antes de las elecciones y perdieron. No están en el Parlamento y gracias a su ausencia, el PiS tiene más escaños. Si analizamos brevemente la izquierda polaca, veremos que hay dos sectores: un sector, como he mencionado antes, se basa en la nostalgia y está representado por la SLD. Y luego está Razem, un nuevo partido de jóvenes socialistas con alrededor de un 3 o quizá un 3,5% de apoyos. No cabe ninguna posibilidad de unificación, ya que no hay ni siquiera un auténtico diálogo entre ellos. Pero me gustaría destacar algo muy importante que podría ser una gran oportunidad para Polonia en el futuro. En mi opinión, Polonia cuenta con la sociedad civil más desarrollada y organizada de Europa Central del Este. Se pudo ver la fuerza con la que cuenta el pasado julio durante las enormes manifestaciones contra la reforma judicial, o el año pasado, en octubre, cuando miles de personas salieron a la calle para protestar contra la ley del aborto. Estas manifestaciones se organizaron de forma espontánea sin el apoyo del señor Soros, del señor Wałęsa o de cualquier otro. Fue un claro mensaje para Kaczyński y para el PiS porque ellos comprenden bien la lógica de las manifestaciones callejeras. Esta sociedad civil, en mi opinión, buscará algún tipo de representación formal más adelante. En cualquier caso, los próximos dos años serán políticamente muy emocionantes de ver.
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Traducción de Álvaro San José.
Este artículo se publicó en Political Critique.
1. El 24 de septiembre (tres días después de esta entrevista), el presidente Duda presentó sus ideas para reformar el sistema judicial de Polonia. Sus propuestas otorgan el poder al presidente para nombrar o cesar jueces; propugnan que haya una amplia mayoría de parlamentarios para elegir a los miembros de un organismo judicial clave, el Consejo Nacional del Poder Judicial y también rechazan el plan del Ministro de Justicia para despedir inmediatamente a los actuales jueces del Tribunal Supremo. Según los expertos, el principal objetivo del presidente Duda con esta propuesta es destruir, o al menos debilitar, el afán de poder único del PiS, de cuyo bando político proviene también él mismo.
Autor >
Krisztián Stummer (Political Critique)
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