El Hacha
El Atleti y los centros de estética
Los profetas de todo a cien dicen, dicen y dicen, pero la abrumadora mayoría de la tribu atlética, matiz arriba o abajo, sabe que Simeone es su pastor y que, con él, nada le falta
Rubén Uría 13/12/2017
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Mientras las terminales mediáticas habituales se empeñan en exigirle al Atleti que sea un centro de estética, el equipo de Simeone, lejos de entrar en barrena por el varapalo europeo, sigue parafraseando la mítica frase de Luis Aragonés, que en paz descanse. “El fútbol es ganar, ganar, ganar y volver a ganar”. Y en eso está el Atleti. Una roca que no aspira a ganar un concurso de belleza, pero que, partido a partido, es medalla de oro en compromiso y ardor guerrero. De entrada, para disgusto de telepredicadores, ha batido su récord histórico de partidos consecutivos invicto en Liga. Ya son 19. Fácil de decir, difícil de hacer. Aún hay más. Fuera de casa, en una racha a caballo entre dos temporadas, números cantan: 20 partidos, 12 victorias y 8 empates, con 37 goles a favor y apenas 10 en contra. Por cierto, en 12 choques fuera de casa, Oblak dejó su puerta a cero. Se dice pronto y se reconocerá tarde. Por cierto, si uno tiene tiempo y ganas de echar un vistazo a las cinco grandes ligas continentales, podrá comprobar que, a día de hoy, sólo quedan cuatro clubes invictos en sus respectivos campeonatos: Manchester City (Premier), Inter (Calcio), FC Barcelona (La Liga) y, miren ustedes por dónde, el Atleti. Not bad.
En el debe colchonero, faltaría más, el fracaso (sustituyan la palabra empleada si les parece excesivo el término aplicado al deporte), palo, golpe o decepción de la eliminación de la Champions, el único torneo que se le sigue resistiendo al club. Un mazazo en lo deportivo y en la cuenta de resultados. Uno duro, pero no definitivo. Entre otras cosas, porque el Atleti, experto en caer y levantarse como un resorte, porque va de serie en su ADN, ahora jugará la Europa League. Que no brilla tanto como la Champions, cierto, pero que sería un buen botín para las vitrinas del club si se consiguiera. No será un crucero de placer, pero a ello se pondrán Simeone y sus chicos. Aplíquese idéntica receta a otro torneo marcado en rojo por el club, la Copa. En Liga, la letra de la canción es directa y en vena: partido a partido, “ahí somos jodidos”.
Ni el atlético más recalcitrante podría negar que la eliminación de la Champions fue un trago tan inesperado como amargo, pero ni el antiatlético más furibundo podría negar que el Atleti, lejos de haber completado su proceso de autodestrucción, se ha puesto las pilas para recuperar el terreno perdido. Dicen que es un monumento a la fealdad, que no juega a nada, que es un equipo violento, que practica el antifútbol y que pone al autobús cada vez que sale de casa. Dicen que el Atleti se ha gastado una fortuna en fichajes y que por Costa y Vitolo se ha gastado 100 kilos, cuando la realidad es que por el de Lagarto se ha pactado una cesión que se pagará el próximo curso (y se financiará con presumibles ventas), y que por Vitolo se pagaron 35. Dicen que el Atleti despilfarra los dineros, pero callan lo que recauda por las ventas, porque sólo compra si antes vende, algo que es de dominio público si uno sabe sumar o tiene ganas de hacerlo. Dicen que los números del Atleti están engordados porque ha empatado muchos partidos, pero callan que el Atleti, de 15 partidos disputados, ha jugado 9 fuera y sólo 6 en un estadio, el Metropolitano, que todavía no siente como su propia casa. Dicen, dicen, dicen y dicen.
Los profetas de todo a cien dicen, dicen y dicen, porque llevan seis años diciendo, pero la abrumadora mayoría de la tribu atlética, matiz arriba o abajo, sabe que Simeone es su pastor y que, con él, nada le falta. Cuanto peor hablan del Atleti, mejor le va al Atleti. Y cuanto más le afean su estilo de juego, más efectivo es. Entre otras cosas, porque la estética del Atleti es pasional: camiseta y sudor. El Atleti no juega, compite. No enamora, emociona. Y aunque el resto del mundo no lo acepte, es feliz siendo feo, fuerte y formal. El Atleti no tiene ‘glamour’. Ni lo quiere, ni se siente cómodo con él. El particular centro de estética que regenta el Cholo sólo tiene una máxima: trabajo, trabajo, trabajo y después, talento. Gustará más o menos, pero no hay trampa, ni cartón. Resulta imposible saber si el Atleti conquistará un título, dos, tres o ninguno, eso queda para los que cambian de caballo en mitad del río y presumen de dotes adivinadoras. Lo que es seguro, como la muerte y los impuestos es que, en materia colchonera, si el club del esthéticien ladra, el Atleti cabalga.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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