La educación determina el consumo cultural
La principal barrera para acceder a la cultura no siempre es el dinero. Los estudios muestran que el nivel educativo puede ser más excluyente todavía
CTXT / Observatorio Social “la Caixa” 12/01/2018
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Los españoles que no participan en cultura lo hacen principalmente porque no les interesa o porque no pueden permitírselo. Los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida en España del INE (2015) señalan que las barreras de acceso a la cultura están condicionadas por una variable fundamental: la educación. Si el nivel educativo es mayor, se comprueba un crecimiento en el interés y gusto por la cultura, elementos básicos a la hora de incentivar el consumo. Y el nivel educativo, a su vez, está determinado por el de renta; los estudios señalan que a mayor nivel de educación, mayor renta, y a mayor renta, más participación en cultura.
Las distintas barreras para el consumo cultural dependen de si hablamos de espectáculos en directo, visitas a lugares de interés cultural o cine. En el caso de los espectáculos en directo y las visitas, la razón principal para no asistir es la falta de interés (ligada a la educación). En cambio, si hablamos de ir a las salas de cine, el condicionante básico es la falta de renta.
Fuente: Observatorio Social 'la Caixa'
Otro dato llamativo es la gran polarización entre quienes acuden con gran regularidad a espectáculos y visitas y quienes no lo hacen jamás. O se va mucho o no se va en absoluto. Esta enorme diferencia en los niveles de asistencia no ocurre en el cine, que registra probabilidades de asistencia más intermedias. Se puede concluir, por tanto, que, en general, los españoles no se plantean asistir a un evento cultural si no tiene interés en él, y, solo en el caso de tenerlo, consideran otras posibles restricciones como el dinero.
Desde la óptica de las políticas culturales, es importante que los organismos públicos analicen y tengan en cuenta estos datos sobre los distintos perfiles de los asistentes a actividades culturales y qué impedimentos, directos e indirectos, tienen a la hora de consumir. Hay distintas medidas, a corto y a largo plazo, que podrían tomarse para atajar los problemas que señalan los datos del INE. Si se busca que la falta de renta deje de ser un factor tan importante en el acceso cultural, podrían aprobarse medidas fiscales más inmediatas, pero que beneficiarían a las rentas más altas, como la reducción de la imposición indirecta o incrementos a la subvención de la producción. Si lo que se persigue, en cambio, es afrontar el problema de la falta de interés de forma estable, la política cultural debería estar integrada dentro de la política educativa con el fin de que los ciudadanos apreciasen más las artes. En este sentido, resulta clave un desarrollo temprano, desde la educación primaria, del interés y el gusto artístico.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto El consumo cultural: ¿cuestión de gusto o de precio?, de Juan Prieto Rodríguez, María José Pérez Villadóniga y Sara Suárez Fernández, de la Universidad de Oviedo, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.