El cambio climático se ceba más con nosotras, y más todavía con ellas
Según Naciones Unidas, las mujeres (y los niños) son hasta 14 veces más vulnerables a los problemas ambientales que los varones adultos
Cristina Monge 7/03/2018
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Que el cambio climático y los problemas ambientales nos afectan al conjunto de la población no es ningún secreto. Que, además, afecta más a los más vulnerables, tampoco. En este sentido, las mujeres somos un colectivo doblemente afectado, y especialmente las mujeres de los países más pobres.
Quiero pensar que no está muy lejos el momento en que consigamos hacer de la sostenibilidad y del cambio climático algo tan transversal como para que aparezca en los listados de reivindicaciones de los 8 de marzo, de los días mundiales contra la pobreza, o en efemérides similares. El ecofeminismo ha hecho decisivas aportaciones tanto al debate feminista como al ecologista. En este #8deMarzo tan especial que estamos viviendo, además, se están abriendo otros espacios con reflexiones en este sentido, en páginas que recogen y difunden investigaciones como las que se recopilan en esta web, o con iniciativas como los hashtags #LasMujeresDelMedioAmbienteParamos o #donespelmediambient, que están generando puntos de encuentro entre las mujeres que trabajamos habitualmente en estos temas.
Los datos que muestran cómo el cambio climático y el resto de problemas ambientales se ceban especialmente con las mujeres son muchos y diferentes dependiendo de a qué zona del planeta dirijamos la atención. Algunos de los más significativos: según Naciones Unidas “las mujeres (y los niños) son hasta 14 veces más vulnerables a los efectos del cambio climático que los varones adultos” debido a múltiples causas de carácter social, económico, etc. Un primer aspecto hace referencia a la salud. En el informe Género, cambio climático y salud, publicado por la Organización Mundial de la Salud en 2016, se cita textualmente: “Muchos de los riesgos para la salud a los que podría afectar el actual cambio climático varían en función del sexo. A nivel mundial, desastres naturales como las sequías, las inundaciones y las tormentas se cobran la vida de un número mayor de mujeres que de hombres, sobre todo de chicas jóvenes. Esos efectos también dependen del tipo de fenómeno y la condición social. Las diferencias entre hombres y mujeres con relación a los efectos en la esperanza de vida suelen ser mayores en las catástrofes graves y en lugares donde la situación socioeconómica de las mujeres es especialmente mala. Otras consecuencias para la salud en las que influye el clima, como la desnutrición y el paludismo, también difieren considerablemente en función del sexo”.
Algo parecido ocurre si acudimos a uno de los fenómenos que más van a condicionar la geopolítica en los próximos años: las migraciones. Según el informe Gender equality and climate change: the review of the implementation of the Beijing Platform for Action in the EU, del European Institute for Gender Equality, “Las mujeres serán mayoría entre los 50-200 millones de refugiados climáticos (80 % de mujeres y niños) que, hasta 2050, se prevé que intentarán escapar de los impactos del cambio climático en su entorno”, a lo que hay que sumar que durante los fenómenos climáticos extremos se incrementa la carga de trabajo de las mujeres, ya que ejercen de cuidadoras de más personas dependientes.
en 25 países africanos subsaharianos las mujeres invierten 16 millones de horas en buscar agua cada día, frente a los 6 millones de horas invertidas por hombres
Estrechamente relacionados con las migraciones climáticas están los problemas de acceso a agua segura. Siguiendo con Naciones Unidas, esta vez de la mano de ONU Mujeres, podemos comprobar cómo sus informes alertan de que en 25 países africanos subsaharianos las mujeres invierten 16 millones de horas en buscar agua cada día, frente a los 6 millones de horas invertidas por hombres. Además, la falta de acceso a agua de calidad provoca que las mujeres prioricen el agua para el uso doméstico –fundamentalmente cocinar– en lugar de para su higiene personal, lo que puede ocasionar infecciones urinarias y del aparato reproductivo.
En el mismo sentido, el aumento de las temperaturas y la sequía afecta al acceso de las mujeres a los alimentos, por lo que nos encontramos con que la desnutrición ya es un problema importante para las mujeres en los países en vías de desarrollo debido a que ellas no pueden comer hasta que los hombres y los niños de la familia lo hayan hecho.
Si bajamos la mirada a España, vemos que también las mujeres son especialmente castigadas por fenómenos como la pobreza energética. Según datos del INE, el 9% de los hogares españoles están formados por una mujer sola con menores a su cargo. La incidencia de la pobreza energética en esta tipología de familias es especialmente sensible, ya que el porcentaje de hogares monomarentales que sufren este problema es mayor que el de la población media en España. En Ecodes, a través del trabajo que realizamos con familias en el proyecto Ni un hogar sin energía, estamos analizando continuamente las características sociodemográficas de la población afectada por pobreza energética, y hemos comprobado cómo un 30% corresponde a mujeres solas con menores a su cargo.
Este conjunto de afecciones, especialmente graves en las mujeres, se vuelven, si cabe, más acuciantes si tenemos en cuenta que estamos fuera de los principales centros de toma de decisiones al respecto. Algunos ejemplo. En el último informe del IPCC, y según refleja EFE Verde, sólo hubo un 20% de investigadoras, aunque habrá quien se consuele pensando que en el informe de 1990 sólo participaron un 2%. En España, y aunque parezca increíble, en la comisión de expertos creada para asesorar la elaboración de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, no hay ni una sola mujer. Y algo similar ocurre si miramos el porcentaje de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas más involucradas en temas ambientales, fundamentalmente energéticas.
Quedémonos con la parte positiva recordando que una de las buenas noticias de la COP23, la Cumbre del Clima celebrada el pasado noviembre en Bonn, fue la aprobación de un Plan de Género que persigue, entre otras cosas, incrementar la presencia de mujeres en los órganos de estas cumbres y trabajar en materia de construcción de capacidades, intercambio de conocimiento y comunicación. Pero no olvidemos que el cambio climático afecta más a los más pobres, y las mujeres son el 70% de la población con menos recursos. Escalofriante.
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Cristina Monge es politóloga. Directora de conversaciones de Ecodes.
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