1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

TRIBUNA

Política, politiqueo y malestar en la justicia

La “alianza” entre la sociedad y sus jueces está rota: cada vez más los ciudadanos ven en los jueces una prolongación de otros poderes, cuando no una “casta” a la defensiva, separada de la realidad y ocupada de sus cosas

Miguel Pasquau Liaño 14/11/2018

<p>Adiós, Justicia, adiós. </p>

Adiós, Justicia, adiós. 

Pedripol

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT es un medio pequeño pero sus luchas son grandes. Necesitamos tu ayuda para seguir avanzando. Puedes suscribirte en agora.ctxt.es o hacer una donación aquí:

El juez trabaja en un contexto de riesgos, en el que es fácil la equivocación: una prueba mal valorada, una verdad que se resiste a aparecer entre confusas declaraciones de testigos o entre periciales contradictorias, una argumentación con un falso eslabón que pasa desapercibido… El juez trabaja en medio de una batalla que se libra en directo entre dos partes, y no en un laboratorio. Es verdad que, igual que la práctica médica cuenta con protocolos, la judicial tiene los suyos: la jurisprudencia, que va decantando criterios que han ido ganando batallas y consolidándose como eficaces; pero siempre dejan al juez a uno o dos pasos de la decisión sobre el caso, donde no es seguro el acierto. Los errores judiciales son estadísticamente inevitables. Pero así como las negligencias médicas, también inevitables, no nos impiden sentirnos en general orgullosos de nuestra sanidad pública, no ocurre así con la Justicia: por alguna razón sobre la que hemos de pensar, la “alianza” entre los ciudadanos y sus jueces está rota: cada vez más los ciudadanos ven en los jueces una prolongación de otros poderes, cuando no una “casta” a la defensiva, separada de la realidad y ocupada de sus cosas. Y esto, sea fundado o sea fruto de una visión distorsionada por espejos cóncavos, es literalmente insoportable para un Estado de Derecho.

No es una simple cuestión de imagen. Y ya no sirve de nada insistir en que en los Juzgados, en las Audiencias y en el Tribunal Supremo se hace día a día un trabajo descomunal que está canalizando civilizadamente los conflictos sociales, las disputas entre particulares, el control de la Administración y la represión de los delitos. Menos aún sirve si quien lo dice es un juez, porque se percibirá como una defensa corporativa. Es mejor reconocer el problema sin pretender envolverlo en paños calientes. Y es mejor aún darle rango de problema de primera magnitud, porque no estamos hablando sólo de la Justicia como un poder estatal, sino que estamos hablando de un derecho fundamental: el derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 24 de la Constitución), sin el que los demás derechos pierden su red de seguridad.

El malestar de y por la Justicia lleva tiempo instalado en la agenda mediática, pero no acaba de entrar en la agenda política. Legislatura tras legislatura, nunca la Justicia es vista como una prioridad del Gobierno. Siempre se deja para otra ocasión. La maquinaria aparentemente funciona, porque entra un papel y sale otro, se celebran juicios, se dictan sentencias; quizás es que a los gobiernos les baste con eso, o incluso que interese al poder una Justicia en dificultades, menesterosa, ruidosa y lenta: mientras la gente se queje de la Justicia, los gobiernos quedan a salvo. No sólo eso: los gobiernos tienen los afilados decretos-ley, la policía y los presupuestos para llegar donde no llega la Justicia: ¿para qué tirar el dinero en una maquinaria judicial gripada?

Mientras la mejora de la Justicia siga siendo una reivindicación judicial, se percibirá como corporativa o gremial. No hay ninguna esperanza si no pasa a convertirse en una reivindicación política. Si de verdad se quiere salir de la dinámica de error-queja-descrédito, debería provocarse pronto un largo debate democrático sobre qué está pasando con la Justicia: cuánto dinero estamos dispuestos a gastar en Justicia, qué tipo de juez queremos, cómo concebimos la independencia judicial, y cómo puede mejorarse lo que tenemos. 

Los jueces y el Príncipe

Cuando hablamos de independencia judicial pensamos de inmediato en el Consejo General del Poder Judicial y en los tejemanejes para controlarlo. Luego iremos a eso, pero antes es importante reparar en que la independencia no es un derecho del juez, sino una obligación, una actitud exigible que hay que trabajar incesantemente, porque no la trae consigo ni la naturaleza humana ni la aseguran unas oposiciones.

El juez independiente es una molestia, un estorbo para el Príncipe y una esperanza para el ciudadano. Esto es también así aunque el Príncipe sea un poder democrático, porque el poder tiene siempre algo de Príncipe. Ese es el fundamento de la separación de poderes como exigencia de un Estado de derecho: la desconfianza frente a las dinámicas del poder. Digámoslo de otro modo: el juez tiene la obligación institucional de estar comprometido con la lógica del “sistema”, y no con la lógica del “régimen”. Es fundamental esta distinción, y puede explicar algunas de las cosas que están pasando: el régimen es “la Corte”, es decir, los centros de decisión, sus intrigas  y sus pasadizos, mientras que el sistema es el principio de legalidad (democrática), los derechos y la tutela judicial efectiva. Pero la actitud de servicio al sistema y la distancia respecto del régimen no es fácil ni debe presumirse porque se haya jurado lealtad a la Constitución. Requiere una "resistencia” frente a otros poderes, una resistencia frente a la opinión pública (porque a veces nos toca defender un derecho contracorriente), y sobre todo una resistencia frente a la inercia de los planos inclinados que hace que algunas decisiones sean más fáciles de tomar, más “deseables” que otras para el propio juez por razones que no tienen que ver con el Derecho. Esto sería largo de explicar, y yo mismo podría poner ejemplos vividos en primera persona, pero alargaría mucho el artículo. No debería extrañar a nadie: los jueces tienen prejuicios e inercias, y más útil que negarlo es reconocerlo para estar prevenidos. La característica de la independencia es justamente la resistencia, y ello requiere hacerse fuerte en la lógica de los derechos, del principio de legalidad y de la argumentación jurídica, porque la exigencia constitucional de que las resoluciones deban estar motivadas significa que el juez no tiene más autoridad que la de sus argumentos. Quizás si todos entendiéramos esto, podría servir de base para recomponer una alianza entre los ciudadanos y sus jueces.

Podríamos pensar en cómo fortalecer la “resistencia judicial”, es decir, la independencia. Y pronto comprobaríamos que la clave no está en una aséptica y sacerdotal neutralidad ideológica (que suele confundirse con la ocultación de la ideología), sino en la competencia técnica y en la calidad del patrimonio de cultura jurídica de que se dispone. Nada hace a un juez más fuerte en su entorno que la entereza y honestidad de su argumentación y motivación. No le salvará siempre del error, pero sí del voluntarismo y de los planos inclinados de los que hablaba antes. Entregarse al juicio, escuchar atentamente a las partes, y buscar las mejores razones jurídicas para decidir: no hay otro secreto. Pero si esto es así, ¿no creen que merece la pena pensar en serio si los actuales sistemas de acceso a la judicatura son o no los más idóneos para seleccionar a ese tipo de jueces resistentes? ¿No sería momento de pensar con ambición una reforma de las pruebas de acceso que permita valorar –más que el conocimiento enciclopédico del derecho o la recitación mecánica de un temario– la madurez intelectual y la capacidad argumentativa de los candidatos, sin merma alguna de la objetividad?

El tipo de oposición condiciona el tipo de juez. Imprime sesgos sobre los que quizás no hemos reflexionado lo suficiente. La oposición que tenemos es exigente y es objetiva, y por ello mucho mejor que muchas alternativas que ligeramente se proponen. Pero basta con mirar alrededor (a otros países) para comprobar que no hay ningún indicio de que nuestro sistema sea el mejor. ¿Por qué no pensamos cómo perfeccionarlo y adaptarlo a este siglo? Este es otro debate largamente postergado desde que a primeros de siglo se lo propuso un Pacto por la Justicia que se quedó en pacto. ¿Es sólo el miedo a abrir un melón y no saber cerrarlo bien, o es que “interesa” mantener este sistema imperfecto? Propongo con énfasis que el nuevo CGPJ, pero también las universidades, los colegios profesionales, las academias de Jurisprudencia, e incluso la comisión de Justicia del Congreso, se decidan a pensar con calma en un tipo diferente de pruebas que invite y no disuada a los mejores graduados en Derecho, que acorte el periodo de preparación de oposiciones y alargue el de formación de los seleccionados, y que favorezca la adquisición de las habilidades y competencias requeridas para la función judicial en este tiempo de un Derecho abierto e inabarcable en sus contenidos, en el que lo relevante no es la extensión y volumen de la información retenida, sino su asimilación en el marco de una cultura jurídica de calidad. 

La cúpula judicial

Luego está, sí, la cúpula, y sus vicios cortesanos. Y aquí nos topamos inevitablemente con el problema de la elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, que es el órgano encargado de los nombramientos de los más altos puestos de la judicatura, de la inspección judicial y de la formación continua.

La Constitución establece (artículo 122.3) que de los 20 vocales, 12 se nombrarán “entre jueces”, por el procedimiento que establezca una ley orgánica, y 8 serán nombrados por las Cámaras entre “abogados y otros juristas”, por mayoría de tres quintos. Una sentencia del Tribunal Constitucional dejó claro que la expresión “entre jueces” no significa que a esos vocales tuvieran que elegirlos corporativamente los jueces, sino que doce vocales han de ser jueces. Por tanto, la elección por el Congreso y Senado de esos doce vocales es constitucional y no es contraria a la separación de poderes. El problema es que el PP y PSOE han pervertido ese sistema y lo han convertido en un correcalles entre los partidos y el CGPJ, y en un fraude constitucional. No es una exageración: aquella misma sentencia del TC ya advirtió del riesgo de que se cayera en la tentación de "distribuir los puestos a cubrir entre los distintos partidos, en proporción a la fuerza parlamentaria de éstos", alertando de que la lógica partidista “empuja a actuaciones de este género”, y calificaba como una exigencia constitucional “mantener al margen de la lucha de partidos ciertos ámbitos de poder y, entre ellos, y señaladamente, el Poder Judicial". Nada de perverso tiene que el CGPJ sea íntegramente elegido por el Parlamento: la perversión está en el sistema de cuotas, es decir, el reparto de los puestos entre dos partidos que sumen 3/5 de los escaños más por criterios de afinidad que de competencia profesional.

Es posible que PSOE y PP (cuyos diputados alcanzan una mayoría de 3/5) hayan consensuado una lista virtuosa de vocales. Algunos y algunas que han aparecido en las informaciones de prensa me parecen excelentes. No quiero entrar en eso. Tampoco voy a poner en duda el prestigio del magistrado Marchena, al que han propuesto para presidir el Consejo antes incluso de saberse quiénes serán vocales; pero es imposible no darse cuenta de que si finalmente los 20 vocales designados lo nombran presidente, será porque su primera decisión ha sido un “acto de obediencia”. Y no de obediencia al parlamento, ni al sistema: más bien obediencia al régimen. A la corte. A Ferraz y a Génova.

Tanta reincidencia en el mismo vicio nos está dejando sin argumentos a quienes defendíamos la designación parlamentaria frente a la corporativa. Siempre he pensado que las asociaciones judiciales no son mejores que los partidos, y que a la lógica de “los míos” y “los tuyos” añaden la lógica de los favores recíprocos y los clanes endogámicos. Pero estoy por claudicar. Al menos cambiaríamos unos vicios viejos por otros nuevos. En todo caso, aún tendríamos en la reserva fórmulas más imaginativas, por las que yo apostaría de entrada: los vocales judiciales se eligen por sorteo de entre los candidatos que reúnan los requisitos, y las sedes del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo se desplazan a Teruel. Lejos de la corte. Lejos del régimen, y más cerca del sistema. Y de los ciudadanos.

CTXT es un medio pequeño pero sus luchas son grandes. Necesitamos tu ayuda para seguir avanzando. Puedes suscribirte en agora.ctxt.es o hacer una donación aquí:

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Miguel Pasquau Liaño

(Úbeda, 1959) Es magistrado, profesor de Derecho y novelista. Jurista de oficio y escritor por afición, ha firmado más de un centenar de artículos de prensa y es autor del blog "Es peligroso asomarse". http://www.migueldeesponera.blogspot.com/

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

6 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. uno

    Existen tantas cúpulas judiciales con vicios cortesanos como el número existente de TSJ y Audiencias Provinciales, cada una de ellas con su propio poder político sobre un territorio, sin menospreciar la influencia de las asociaciones judiciales (sindicatos con otro nombre) así como también la de los preparadores de opositores (terreno muy pantanoso que pasa desapercibido).

    Hace 5 años 4 meses

  2. Altair Moreira

    Acompanho os textos e os aprecio muito. Obrigado

    Hace 5 años 5 meses

  3. braulio

    Braulio, ósea, yo, en su primer mensaje expone básicamente la careta de la que se viste el capitalista con esa nueva palabra inventada y distribuida/difundida por los medios de masas ignorantes que denominan como "socialdemocracia" que no es sino más capitalismo del capitalista pero con pinceladas de bondadosa preocupación por los seres humanos, no vaya a ser que se vea demasiado la arruga de la tez que se esconde debajo. Es un "lifting" facial del capitalista. Éste lleva ya unos cuantos siglos retocándose con Votox la carita hasta convertirla en careta. ¿Será casualidad la coincidencia de las conductas morales que se observan en la cirugía estética con el hecho de la sociedad del parecer que el capitalista necesita?

    Hace 5 años 5 meses

  4. mitarjetadedebitomequiere

    El Capital. Para todo lo demás; MasterCard.

    Hace 5 años 5 meses

  5. Aramis

    Argumentar con alguien que vive de la firmeza de sus convicciones y condena con ellas a la mitad de sus justiciables resulta difícil rebatirle la lógica de sus argumentos simplemente señalándole las múltiples falacias que esconden sus propios términos. La dialéctica argumental exige la plena solidez de los términos. Así pues ¿qué alianza puede haber entre una sociedad y sus verdugos?... Lógicamente el articulista idealiza estratégicamente sus términos de forma excluyente y llama sociedad a aquella parte de la comunidad que no sufre la acción de la justicia y no puede percibir lo que realmente hacen, o dejan de hacer, unos señores/as con toga y mando en plaza. La «alianza» es, pues, un término que se fundamenta en la confianza toda vez que en la desconfianza lo que conviene es el consenso y el compromiso bajo leales reglas de vigilancia mutua. Es decir, lo que ya Heráclito denominaba la dialéctica de los contrarios. Otro término «trilero» es la teoría de la equivocación, sorprendentemente usada por el juez Pasquau como atenuante del «arriesgado» trabajo de dictar sentencias. Si un electricista se equivoca queda electrocutado –con y sin estadística–, pero si un juez se equivoca no paga consecuencia alguna; siempre la paga con toda seguridad el justiciable. Curar la enfermedad de un paciente salva al paciente, pero curar la enfermedad de una sociedad condenando su causa (por ejemplo el impuesto hipotecario) perjudica los intereses de la «causa». Consecuentemente un juez es la antítesis de un médico. Razón por la cual no es posible alianza alguna entre un juez y la sociedad cuando el juez tan sólo sirve a los intereses de una parte de esa sociedad. Que un juez cite el art. 24 de la Constitución Española es un simple acto de cinismo profesional toda vez que el art.24 es una creación jurídica inspirada en los misterios del misticismo católico con la diferencia de que mientras el catolicismo habla del misterio de la Santísima Trinidad, los juristas hablan del poliedro de las mil y una caras; que es todo y a la vez nada. En este sentido la justicia sufre la misma paradoja que sufre la agricultura cuando se la mira desde la terraza de un rascacielos, ya que no es lo mismo gestionar tomates que gestionar ganado, ni tampoco sembrar trigo que recoger espárragos. De la misma forma no es lo mismo juzgar a un asesino despiadado, que dictar sentencia en una estafa de cuello blanco, ni tampoco es lo mismo juzgar violaciones que dictar desahucios. La ignorancia sistémica de los jueces es uno de los mayores factores de desconfianza de una sociedad que más que errores percibe arrogancia y prepotencia sazonada con un grado severo de arbitrariedad. La ciudadanía no percibe errores; percibe arbitrariedades y la dinámica que ve constantemente es la de arbitrariedad–queja–prepotencia–arrogancia–descrédito. Secuencia que nada tiene que ver con el supuesto de la «independencia judicial» extramuros de la arbitrariedad, y mucho menos con un déficit presupuestario, que también. No obstante el autor de este artículo es destacado especialista en llevar las cabras al monte trastocando conceptos, desviando debates y machacando melones para convertirlos en peras, fresas y manzanas al mejor efecto de confundir las cabras en paraísos de montes perdidos bajo el cielo borrascoso de «un derecho abierto e inabarcable en sus contenidos». ¡Mon Dieu!... cabras endogámicas desplazándose por Teruel… ¡Que horror!

    Hace 5 años 5 meses

  6. braulio

    ¿Cuanto dinero estamos dispuestos a gastar en la Justicia? Pobres ignorantes. Simulan defender LO JUSTO pero se les infiltra EL CAPITAL por doquier. ¿Cuánto dinero tenemos que invertir en estos productos financieros que llamamos derechos para que funcionen? - dice uno. Y dice otro: - Sí, es verdad, ya llevamos invertidos tropecientos millones para que la Justicia sea Justicia y cada vez es más injusta! No lo entiendo! Y eso que tengo dos carreras con PhD y e trabajado en la NASA, pero no se resolver esta ecuación! No se lo que nos pasa, no lo entiendo... La alienación del Capital. Y sobre el fetichismo de la mercancía. Karlos Dixit, con ayuda de su inestimable Engels

    Hace 5 años 5 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí