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Gais contra los vientres de alquiler: no en nuestro nombre

Pablo Castaño / Félix Hernández 8/05/2019

<p>Mujer embarazada.</p>

Mujer embarazada.

Tatiana VDB

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Dos hombres, guapos y sonrientes, con su recién llegado bebé en brazos. Es la imagen más típica de las empresas de gestación subrogada, que usan sistemáticamente a las parejas gais como reclamo comercial, presentándose como entidades gay friendly que permiten a estas nuevas familias cumplir su sueño de tener un hijo con sus mismos genes y, a ser posible, lo más parecido a ellos. Ya es hora de que los gais rechacemos esta utilización interesada y nos opongamos a esta nueva forma de mercantilización de los cuerpos de las mujeres, que además pone en peligro cualquier intento de emancipación real de gais, lesbianas, bisexuales y trans y supondría un paso adelante de un modelo neoliberal de sociedad que atenta directamente contra el colectivo LGTB.

Fue el movimiento feminista el primero que cuestionó las jerarquías de género que oprimen tanto a las mujeres –sobre todo a las lesbianas y bisexuales– como al resto de grupos que no nos ajustamos al modelo heteropatriarcal (hombres gais, bisexuales y trans). Cuando las feministas consiguieron el derecho al voto y la igualdad legal, cuando se abrieron hueco en el mercado laboral, cuando obligaron al Estado a legislar para proteger sus derechos sexuales y reproductivos… no solo estaban obteniendo importantes victorias concretas para ellas, también estaban desestabilizando el orden heteropatriarcal que nos aplasta a lesbianas, gais, bisexuales y trans. Por eso, es descorazonador ver a algunos gais apoyar una nueva forma de mercantilización de los cuerpos de las mujeres, justamente ahora que la cuarta ola del feminismo está abriendo un nuevo horizonte de libertad para todas. Como argumenta Beatriz Gimeno, la legalización de los vientres de alquiler supondría convertir los cuerpos de las mujeres en objetos de compraventa, por lo que es rechazable cualquier regulación de la gestación subrogada que contemple el ánimo de lucro. Además, como gais tenemos razones particulares para oponernos a la legalización de esta práctica.

En primer lugar, las empresas de vientres de alquiler presentan una imagen totalmente deformada del colectivo LGTB. ¿De verdad tener hijos con sus mismos genes es una prioridad para la mayoría de los gais? Es más, ¿son muchos quienes pueden permitirse los miles de euros que cuesta alquilar un vientre? El problema es claro: por un lado, estas empresas hacen pasar los deseos de algunos gais de posición acomodada por derechos del colectivo LGTB, una generalización que oculta que una gran parte del colectivo son mujeres, cuyos úteros y cuerpos quedarían legalmente transformados en mercancías si se permitiese la gestación subrogada, reforzando la injusta posición dominante que los gais hemos tenido tradicionalmente dentro del colectivo LGTB. Además, estas empresas reproducen el estereotipo de los gais como un grupo económicamente favorecido, una caricatura que oculta la diversidad de clase del colectivo.

Otro problema de la gestación subrogada es la reproducción, dentro del colectivo LGTB, de valores heteropatriarcales que consideran más deseable la filiación genética entre padres e hijos que la filiación por adopción. Es un intento de reforzar la idea de la familia natural heterosexual como objetivo máximo para la integración de las parejas homosexuales en una sociedad en la que las identidades son definidas por las aspiraciones de los hombres heterosexuales. No es casualidad que dentro del colectivo LGTB se reproduzcan de forma espeluznante discursos cargados de homofobia en los que determinados atributos asociados tradicionalmente a la masculinidad son más valorados que comportamientos supuestamente afeminados. Solo hace falta echar un vistazo a aplicaciones como Grindr para encontrar unos imaginarios hipervirilistas que poco tienen que envidiar a la agresiva homofobia de los ambientes sociales dominados por hombres heteros. La aceptación por parte de muchos gais del pensamiento heterosexual sobre la paternidad y el desprecio de lo femenino introduce dentro del colectivo modelos de conducta y pensamiento homófobos, siguiendo una lógica asimilacionista.

El neoliberalismo contra el colectivo LGTB

Más allá de la amenaza que la legalización de los vientres de alquiler supondría para la unidad y la lucha del colectivo LGTB, esta propuesta es representativa del proyecto neoliberal, que supone la extensión de la lógica de mercado a cada vez más esferas de la vida y que afecta de forma específica a gais, lesbianas y trans y bisexuales.

Una década después del crack de 2008, los rescates bancarios y la austeridad no parece necesario insistir en cómo el neoliberalismo es una amenaza tanto para las vidas de las personas como para el mantenimiento de un planeta habitable, donde la crisis medioambiental se vuelve más evidente cada día. En el contexto de precariedad laboral promovida por las políticas neoliberales de flexibilización del empleo y recorte de los derechos de los y las trabajadoras, quienes sean víctimas de discriminación por su orientación sexual o identidad de género se encuentran en una posición de mayor vulnerabilidad, optando en muchas ocasiones por resignarse a soportar la situación o abandonar su puesto de trabajo. Además, esta misma precariedad económica y laboral refuerza los vínculos de dependencia de los individuos respecto a sus familias, que en muchos casos son el único soporte económico y emocional disponible, pero en ocasiones también son el principal lugar de opresión para las personas LGTB. Esta dependencia puede obligar a muchas lesbianas, gais, bisexuales y trans a vivir en entornos familiares opresivos, impidiéndoles desarrollarse plenamente como individuos.

Por otro lado, en un contexto de recortes presupuestarios muchos centros educativos carecen de la financiación necesaria para aplicar los programas de educación en diversidad sexual y de género que ya están recogidos en las legislaciones autonómicas, y que representan el resultado de décadas de lucha del movimiento LGTB por promover la igualdad desde la infancia. Sin un modelo económico, político y social que refuerce los servicios públicos, atienda a las necesidades de cuidados de las personas y favorezca la emancipación material de los individuos, toda conquista de derechos amenaza con quedarse en un reconocimiento formal del que solo podrán disfrutar algunos.

Los hombres gais tenemos la responsabilidad de oponernos a la legalización de los vientres de alquiler, una forma de explotación de los cuerpos de las mujeres intolerable desde el punto de vista feminista, que amenaza con romper los vínculos que unen al colectivo LGTB y además refuerza un modelo neoliberal que golpea con especial dureza a gais, lesbianas, bisexuales y trans. Como escribieron Amy Gluckman y Betsy Reed, no se trata de ver al colectivo LGTB como un grupo de interés más, cada uno intentando mejorar su situación dentro del sistema existente. Más bien, se trata de utilizar la experiencia LGTB para “iluminar la injusticia y mostrar qué cambios económicos, sociales y políticos mejorarán las vidas de gais y lesbianas – y de todos los demás también”. Precisamente por esto es necesario que en el colectivo LGTB tengan voz y se articulen políticamente tanto nuestras experiencias comunes de opresión heteropatriarcal como las experiencias particulares determinadas por nuestra etnia, género y clase. Solo así podremos abrir puertas a modos alternativos de coexistir donde todas tengamos cabida y avanzar hacia una sociedad más libre y más igualitaria. 

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Pablo Castaño /

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Félix Hernández

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12 comentario(s)

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  1. Ramón

    De verdad, como decía en mi primer comentario principio, esto no va de explotación, va de que se cuestiona el derecho de quien gesta a decidir sobre la vida del futuro niño o niña. Y nadie compra ni vende niños, porque los niños no son propiedad de nadie, y por lo tanto tampoco de las gestantes, aunque muchas veces parece que haya quien crea lo contrario.

    Hace 4 años 11 meses

  2. Ramón

    La gestación subrogada no va de paternidad o maternidad, va de cuidados. Y sí, me parece perfectamente justo y razonable que se remunere a quien libremente los quiera ofrecer, como se remunera, muy mal pagado en mi opinión en general, a tantas personas que trabajan cuidando a otros que lo necesitan en distintos momentos. Y que se haga aquí, y en las mejores condiciones posibles, que efectivamente las condiciones de trabajo en el tercer mundo pueden ser monstruosas. No solo de las gestantes, sino aún mucho peores las de tantas mujeres en fabricas o en el campo con secuelas físicas y psicologicas mucho peores que las de describe Silvia y por las que nadie se preocupa por aquí habitualmente.

    Hace 4 años 11 meses

  3. Ramón

    Había oído que era habitual en el tema de la gestación subrogada que los que están en contra respondan con descalificaciones en lugar de con argumentos. Ahora ya he visto que en algunos casos lamentablemente es así. Y evidentemente que trabajo y maternidad o paternidad son cosas distintas. Y como sabemos perfectamente los padres por adopción, parir un niño y ser madre o padre no tiene tampoco nada que ver a pesar de que aún persistan esas visiones biologistas por aquí más propias del XIX que de la sociedad de hoy. Y menos aún, con la gestación subrogada donde la gestante no tiene además ningún vínculo biológico con el niño o niña que gesta.

    Hace 4 años 11 meses

  4. Ramón

    Yo soy gay y padre de un niño por adopción. Lo fui hace unos años y pediría a los que sacan la adopción como alternativa a la gestación subrogada que se informen antes. Hace unos años la adopción era una vía a la paternidad, pero ahora es literalmente imposible adoptar, tanto a nivel nacional (poquísimos niños en condición de ser adoptados y listas de espera infinitas o directamente cerradas) como internacional. Sin hablar de, para los que tanto se escandalizan de la compra-venta de niños, que muchos países en internacional, directamente te ponen unas tasas de gestión tan abusivas que se ve que literalmente están lucrándose vergonzosamente a costa de niños a los que además atienden en condiciones lamentables.

    Hace 4 años 11 meses

  5. Silvia

    Pediría a los que piensan que gestar es un “trabajo como otro cualquiera pagable con dinero” que se pusieran en situación de lo que es realmente un embarazo. Empezamos con la inseminación o la implantación del embrión, que a veces hay que repetir varias veces, y que no es precisamente un placer. Una vez estás embarazada empiezas a tener infinidad de sensaciones corporales y emocionales que no te permiten proseguir tu vida igual que antes. Es corriente tener anemia, mareos y vómitos y te dan asco muchas comidas. Has de vigilar no pillar una rubeola (el niño nace con malformaciones) o incluso un simple resfriado, porque no puedes tomar casi ningún medicamento, hacerte radiografías o TACs. Tampoco debes fumar ni beber alcohol. Más adelante puede aparecer diabetes gestacional (te ponen a dieta) o preeclampsia (asociada a hipertensión y muy grave tanto para la madre como para el bebé). Después hace su aparición el lumbago o la ciática. El sueño o las ganas de orinar aparecen en cualquier momento. Los viajes en coche se hacen tremendamente insoportables. Si es en verano, las piernas se te hinchan y no puedes ni andar. Desde las primeras semanas has ido periódicamente a las revisiones, suplicando en tu interior cada vez que todo esté bien, que al niño no le pase nada. Es difícil proseguir con muchos trabajos y las tareas del hogar se llegan a tornar imposibles. La vida sexual es prácticamente nula. La ropa, el calzado, etc, deben ser diferentes; y no te debes de teñir el pelo. Cuando llega el parto (con la rotura de aguas, que te pones toda encharcada), llegas al hospital, te rasuran, te ponen el enema, te meten mano, te rajan el inicio de la vagina, y pasas unos dolores tremendos e insoportables; esto puede durar de unas horas a días. Si hay que hacer cesárea pues te anestesian con el peligro que conlleva, como cualquier operación, o te ponen la epidural con el riesgo de que te toquen la columna y te dejen mal. Muchas mujeres quedan mal de la episotomía (rajarte la entrada de la vagina) y luego tienen problemas de por vida. La figura nunca vuelve a ser lo que era, y la piel de la barriga se te llena de estrías. Y los pechos te duelen de la subida de leche. Todo esto durante nueve meses más lo que hayas tardado en quedarte embarazada. Y durante unas semanas después del parto sangras como una especie de regla, la cuarentena. Todo esto si ha ido medianamente bien, que también puede ir mal, y abortar de forma natural, o tener un niño prematuro, o haber tenido que estar varios meses o los nueve en la cama sin moverte por ser de alto riesgo, o morirse el niño a término y tener que parirlo así, o puedes sufrir una mala praxis médica y morirte tú o el niño, o los dos… Supongo que habrán hecho ustedes el ejercicio de imaginación necesario y se han puesto en el papel. Pues bien, ahora después de todo esto, vas y das el niño. Una mujer está preparada por la naturaleza para sentirse unida al bebé que nace, de manera que siente una conexión inquebrantable con él, aunque no lo vuelva a ver. Y esto no se quita por mucho que hayas firmado un contrato y te den dinero, el sufrimiento ahí permanece. Y ya vale de engañar con el altruismo, que sería un caso de cada mil. La gestación subrogada es una compraventa de niños, éticamente reprobable, y el que lo defiende carece de la empatía para ponerse en el lugar de la mujer que gesta, lo que además lo incapacita para criar ningún niño. Por cierto, me gustaría saber quién se hace cargo del niño si nace “defectuoso”. Porque mucho me temo que quien es capaz de comprar un niño, también es capaz de negarse a quedárselo si no sale como él quiere, que para eso lo ha pagado.

    Hace 4 años 11 meses

  6. Silvia

    Pediría a los que piensan que gestar es un “trabajo como otro cualquiera pagable con dinero” que se pusieran en situación de lo que es realmente un embarazo. Empezamos con la inseminación o la implantación del embrión, que a veces hay que repetir varias veces, y que no es precisamente un placer. Una vez estás embarazada empiezas a tener infinidad de sensaciones corporales y emocionales que no te permiten proseguir tu vida igual que antes. Es corriente tener anemia, mareos y vómitos y te dan asco muchas comidas. Has de vigilar no pillar una rubeola (el niño nace con malformaciones) o incluso un simple resfriado, porque no puedes tomar casi ningún medicamento, hacerte radiografías o TACs. Tampoco debes fumar ni beber alcohol. Más adelante puede aparecer diabetes gestacional (te ponen a dieta) o preeclampsia (asociada a hipertensión y muy grave tanto para la madre como para el bebé). Después hace su aparición el lumbago o la ciática. El sueño o las ganas de orinar aparecen en cualquier momento. Los viajes en coche se hacen tremendamente insoportables. Si es en verano, las piernas se te hinchan y no puedes ni andar. Desde las primeras semanas has ido periódicamente a las revisiones, suplicando en tu interior cada vez que todo esté bien, que al niño no le pase nada. Es difícil proseguir con muchos trabajos y las tareas del hogar se llegan a tornar imposibles. La vida sexual es prácticamente nula. La ropa, el calzado, etc, deben ser diferentes; y no te debes de teñir el pelo. Cuando llega el parto (con la rotura de aguas, que te pones toda encharcada), llegas al hospital, te rasuran, te ponen el enema, te meten mano, te rajan el inicio de la vagina, y pasas unos dolores tremendos e insoportables; esto puede durar de unas horas a días. Si hay que hacer cesárea pues te anestesian con el peligro que conlleva, como cualquier operación, o te ponen la epidural con el riesgo de que te toquen la columna y te dejen mal. Muchas mujeres quedan mal de la episotomía (rajarte la entrada de la vagina) y luego tienen problemas de por vida. La figura nunca vuelve a ser lo que era, y la piel de la barriga se te llena de estrías. Y los pechos te duelen de la subida de leche. Todo esto durante nueve meses más lo que hayas tardado en quedarte embarazada. Y durante unas semanas después del parto sangras como una especie de regla, la cuarentena. Todo esto si ha ido medianamente bien, que también puede ir mal, y abortar de forma natural, o tener un niño prematuro, o haber tenido que estar varios meses o los nueve en la cama sin moverte por ser de alto riesgo, o morirse el niño a término y tener que parirlo así, o puedes sufrir una mala praxis médica y morirte tú o el niño, o los dos… Supongo que habrán hecho ustedes el ejercicio de imaginación necesario y se han puesto en el papel. Pues bien, ahora después de todo esto, vas y das el niño. Una mujer está preparada por la naturaleza para sentirse unida al bebé que nace, de manera que siente una conexión inquebrantable con él, aunque no lo vuelva a ver. Y esto no se quita por mucho que hayas firmado un contrato y te den dinero, el sufrimiento ahí permanece. Y ya vale de engañar con el altruismo, que sería un caso de cada mil. La gestación subrogada es una compraventa de niños, éticamente reprobable, y el que lo defiende carece de la empatía para ponerse en el lugar de la mujer que gesta, lo que además lo incapacita para criar ningún niño. Por cierto, me gustaría saber quién se hace cargo del niño si nace “defectuoso”. Porque mucho me temo que quien es capaz de comprar un niño, también es capaz de negarse a quedárselo si no sale como él quiere, que para eso lo ha pagado.

    Hace 4 años 11 meses

  7. Sergio

    Hagamos una cosa. Demos a los gays clasistas esa ley de vientres de alquiler que supuestamente no es exportadora. Regulemos para que amigas y conocidas puedan gestar para otras personas: conocidas, sin relación de consanguinidad y, por supuesto, sin ninguna contraprestación económica. Y regulemos también las sanciones. Años de cárcel para intermediarios por trata de personas en caso de que se demuestre que fue relación mercantil. Penas también de cárcel para los "padres" compradores por comerciar con seres humanos. Y alguna sanción monetaria, pequeña, para la madre (ya es víctima, no, no hay que buscar más pena). A ver cuántos niños nacen en España entonces. ¿Tres al año? ¿Siete? Tendrán su ley. Y su realidad: la subrogación amistosa es una fantasía, solo existen las granjas de mujeres pobres. ¡Adoptad, cobardes! ¡Esos niños sí que lo necesitan!

    Hace 4 años 11 meses

  8. c

    el problema es qe lo vemos-hacemos blanco o negro : solo cuando se ha intentado la fec vitro y ha fallado sin interes economico para nadie llevado por la sanidad publica mejor a poder ser de una mujer que ya ha sido madre que si quiere al final pueda qedarselo

    Hace 4 años 11 meses

  9. manuel

    Buen articulo, totalmente de acuerdo. Cuando leo las chorradas de Ramón, veo que queda mucho trabajo para que la gente se aclare hay una gran diferencia entre el trabajo y la maternidad, o a lo mejor este señor considera que la gente es como los animales.

    Hace 4 años 11 meses

  10. Aninimo gay

    Al margen de que estoy en contra de participar en la mercantilizacion del cuerpo humano...este articulo es una chorrada. Estoy cansado de estos panfletos que convierten a el colectivo lgtbi en un grupito subvalterno y sin voz propia y distinguible de ñas feministas. Ahora resulta que las mujeres que consiguieron el voto para ellas, muchas homofobas y heternormativas, nos han salvado. Igual lo de las empresas estas si tiene exito es por que todavia hoy, con dinero un gay puede twner familia y sin el no puede ni adoptar o, directamente le quitan los hijos. No se, por que no nos ponemos a denunciar el vie tre de alquiler poniendo en el centro las circunstancias que nos envuelven como colectuvo en España o en el mu do?

    Hace 4 años 11 meses

  11. Ramón

    Totalmente en contra. Seamos sinceros, quienes desde el feminismo están en contra de la gestación subrogada no lo están porque sea una explotación del cuerpo de la mujer. En esta sociedad estamos la mayoría explotados en nuestros trabajos muchas horas y muchas partes de cuerpo y de la mente destinados cada día a satisfacer los deseos de quien nos explota. Están en contra porque cuestiona que la persona que lleva a cabo un embarazo, solo por eso, es la única que tiene derecho a decidir sobre el embrión. Porque ahora la maternidad biológica y embarazo ya no son lo mismo y el embarazo puede que no sea ya más que la primera fase de cuidados que recibe la nueva persona que va a venir al mundo. Gracias a eso, los hombres gay, y también las mujeres que no pueden gestar, tendremos más fácil poder ser padres o madres. Sobre todo, si se legaliza en nuestro país y así se permite que nuestras hermanas o amigas nos puedan ayudar a ser padres. ¿Qué gran problema es que ellas y nosotros podamos decidir que sea así?.

    Hace 4 años 11 meses

  12. Tate Kieta

    Magnífico. Ya está bien de estereotipar a conveniencia del mercadeo neoliberal. Es hora de posicionarse.

    Hace 4 años 11 meses

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