Nicolás Dueñas, Nico, ya no va a subirse a las tablas de ningún teatro, no se va a dejar querer por la lente de una cámara, nadie podrá ver nuevas secuencias de  rodajes que estrenen a bombo y platillo las televisiones en las que salga él ni ningún personaje tomará vida en su vida de actor. Ya ninguna chirigota encontrará la chispa que él encendía al crearla, ni alegrará los gestos de quien le escuche al cantarla. Nunca más Cádiz volverá a estar tan cerca de Toledo, de Consuegra más concretamente, que como lo estuvo gracias a él. A partir de ahora Nico no saltará de alegría con cada gol ni fruncirá el ceño con cada “uy” ni hará un mohín con cada disgusto que dé el Atleti, porque Nicolás Dueñas, Nico, después de tanta vida y tanto teatro, tanto flamenco, tantos amigos y tantos goles y “uys”, ha preferido echarse a un lado y dejar las tablas, dejas las teles, ver el carnaval de la vida desde las alturas y los partidos del Atleti desde el tercer anfiteatro. 

Pero aquí quedamos, de momento, sus amigos que cada vez que vayamos a ver una obra o cada vez que cantemos un tanguillo o un pasodoble carnavalero, cada vez que escuchemos un cante bien hecho o nos abracemos celebrando un gol colchonero, lo haremos también con él, para rendirle nuestro afecto, para ahuyentar la ausencia, para hacernos ilusiones, para creernos eternos gracias al cariño. 

Nicolás Dueñas, Nico, te vamos a echar de menos, pero todo es cuestión de tiempo y como hay magia que no pueden hacer ni los mejores “Magos”, puedes estar seguro de que más tarde o más temprano nos volveremos a ver.