LUCHA POR LA IGUALDAD
La emergencia del feminismo islámico en España
Las musulmanas se encuentran con frecuencia en una encrucijada: tratar de solucionar los problemas de forma privada o denunciarlos y correr el riesgo de que sirvan para reafirmar la islamofobia
Laura Mijares / Noha El-Haddad 29/03/2021
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La lucha por la igualdad y contra la discriminación que muchas mujeres musulmanas están llevando a cabo en los últimos años en el contexto español está determinada por la idea de que feminismo e islam son incompatibles. Por un lado, porque se cuestiona la compatibilidad de cualquier proyecto feminista con la religión, pero especialmente con la islámica, considerada epítome por excelencia de misoginia y patriarcado. Por el otro, porque se identifica el “feminismo” –sin distinción– con un movimiento que hunde sus raíces en lo colonial y que, por ello, contribuye a imponer una modernidad occidental ajena a los contextos musulmanes. Sin embargo, entre ambas posiciones se encuentra la militancia de muchas mujeres que no se ubican en ninguno de los dos extremos. Se trata de musulmanas, creyentes y comprometidas con la lucha por la igualdad y a las que normalmente se incluye en un movimiento que se ha venido denominando feminismo islámico.
¿Qué se entiende por feminismo islámico? Aunque responder a esta pregunta implica necesariamente una simplificación, ya que singulariza militancias muy heterogéneas en distintas partes del planeta, con el término se suele hacer referencia a los movimientos de mujeres que proponen una relectura de las fuentes islámicas en clave de género, para restaurar, desde esta perspectiva, la igualdad jurídica entre hombres y mujeres que dichas fuentes legitimarían. Los primeros ejemplos de este trabajo hermenéutico se publican en la revista femenina iraní Zanan (Mujeres) a principios de la década de los 90. Desde entonces, organizaciones internacionales como Musawah (Igualdad), o pensadoras como Asma Barlas, en Pakistán, o Asma Lamrabet, en Marruecos, siguen realizando este tipo de análisis que, dentro de la lógica de un paradigma islámico, se enraíza en la idea de que el islam, en esencia, es una religión igualitaria.
Las hay también que se desmarcan del feminismo islámico por las sensibilidades que tal identificación puede despertar dentro de la comunidad musulmana
Pero, ¿cómo ubicamos este tipo de lucha por la igualdad en contextos como el español? No existe una única respuesta. Para una parte del feminismo no existe posibilidad de conciliación alguna entre islam y feminismo, sería simplemente un oxímoron. Así se plantea, tanto desde el feminismo ilustrado, como desde ciertos feminismos laicos de origen magrebí, cuyas activistas, socializadas en entornos musulmanes, consideran que su opresión descansa en el islam y en la dominación que ejercen sobre ellas los hombres musulmanes, en general, y el islamismo en particular. Sin embargo, otras mujeres musulmanas, no necesariamente militantes del feminismo islámico, señalan diferentes opresiones diarias, relacionadas con el racismo antimusulmán o con una islamofobia que permite, por ejemplo, que se limiten sus derechos como ciudadanas por llevar pañuelo o que sean señaladas como potenciales terroristas por la misma razón. Las hay que sí se identifican con el feminismo islámico; no porque estén realizando ellas mismas ese trabajo exegético al que nos referíamos antes, tampoco porque se consideren feministas siempre, sino porque las propuestas de cambio que plantean para mejorar sus vidas se mueven dentro de un marco islámico que las interpela y al que no quieren renunciar. Es precisamente su creencia en el islam como un sistema integral y perfecto de origen divino, precursor de una estructura social justa y equitativa hacia las mujeres, la que les sirve de motivación. En línea con esta idea, defienden la recuperación de los principios islámicos que sí garantizan la libertad de las mujeres musulmanas y el rechazo hacia cualquier tipo de interpretación machista de las fuentes de legislación, ya que, como cualquier interpretación, está sujeta a la influencia de los diversos contextos temporales y político-culturales.
Las primeras musulmanas que se identificaron en el Estado español con el feminismo islámico comenzaron su andadura a principios de los años 2000. Natalia Andújar o Laure Rodríguez Quiroga, de manera individual o desde distintas organizaciones, estuvieron muy implicadas desde el comienzo en la organización de eventos como los cuatro congresos internacionales de feminismo islámico celebrados en Barcelona y Madrid en los años 2005, 2006, 2008 y 2010. A pesar de este arranque, desde entonces todo lo relacionado con el feminismo islámico ha sido objeto de una gran controversia por la existencia de diferentes posicionamientos en lo que respecta a su definición, alcance y objetivos. Por ejemplo, autoras musulmanas como Sirin Adlbi se desmarcan del feminismo, no solo por su carga colonial, sino también porque el islam sería garantía absoluta y suficiente para alcanzar la igualdad de género; para ella, hablar de feminismo islámico sería, por lo tanto, redundante. Adicionalmente, algunas militantes que sí podrían reconocerse como feministas islámicas han decidido, sin embargo, no identificarse así, optando por continuar con sus reivindicaciones desde una posición independiente, como es el caso de Wadia N-Daghestani. Otras como Ramia, una conocida youtuber catalana, o Miriam Hatibi, activista y consultora de comunicación, afinan más y aunque manifiestan su desacuerdo con el movimiento feminista ilustrado, sí se alinean con un feminismo interseccional, que consideran más diverso e inclusivo. Las hay también que se desmarcan del feminismo islámico por las sensibilidades que tal identificación puede despertar dentro de la comunidad musulmana, un recelo intracomunitario que se cimenta en dos pilares fundamentales. Por un lado, en un profundo desacuerdo con cierto feminismo como el ilustrado y laico, que considera que los valores del feminismo se contraponen siempre a los islámicos. Por otro, y probablemente de mayor peso, en la crítica que desde esta posición se hace a la apropiación interesada de las reivindicaciones feministas por parte de un discurso islamófobo que trata de justificar el rechazo al islam, caracterizándolo como una religión misógina y argumentando que, por ello, cualquier feminista debería también desecharlo automáticamente. El hecho de que muchos de los que reproducen el discurso de la islamofobia sean abiertamente antifeministas no resulta del todo paradójico si pensamos que la islamofobia de género implica precisamente eso: utilizar el discurso de la supuesta situación de subordinación que el islam impone a las mujeres para legitimar ciertas normas, discursos o medidas claramente islamófobas. Esta islamofobia de género o femonacionalismo, es la que permite que el racismo contra las personas musulmanas esté abiertamente tolerado e incluso completamente naturalizado.
Como consecuencia, las musulmanas se encuentran con frecuencia en una encrucijada. Tratar de solucionar los problemas internos de desigualdad hacia las mujeres de forma privada, evitando que trasciendan fuera del entorno islámico. O denunciar dichas situaciones de forma pública y correr el riesgo de que sirvan para reafirmar el discurso islamófobo.
A pesar de las dificultades que muchas mujeres musulmanas encuentran para posicionarse con respecto a la cuestión del feminismo islámico, las hay que son capaces de reivindicar la aplicación de los principios teóricos de justicia e igualdad de género del islam, y de proponer una revisión de las interpretaciones sexistas, sin comprometer o renunciar a sus convicciones religiosas. Es el ejemplo de mujeres como Hajar Hniti en España o Maryam Amirebrahimi en EEUU, ambas con una formación rigurosa y reconocida en ciencias islámicas, y en particular en ciencias coránicas. Desde la posición de autoridad que les otorga este conocimiento, su labor es crucial, pues no solo desafían muchos de los estereotipos sexistas sobre ellas, sino que además reivindican su derecho a ocupar un lugar como musulmanas en la sociedad, y como mujeres en el seno de la comunidad de creyentes. Es decir, su militancia religiosa incluye también la lucha contra el monopolio masculino, pues son conscientes, y así lo reconocen, de que los ámbitos religiosos siguen mayoritariamente ocupados por hombres, muchos de los cuales cuestionan el derecho de sus correligionarias a ocupar determinados puestos en cualquier espacio, sea este público o privado.
Estas mujeres, se identifiquen o no con el feminismo islámico, están reivindicando aquí y ahora derechos desde una subjetividad musulmana que, sin embargo, es rechazada de diferentes maneras. Por un lado, por una parte del feminismo que, no solo las expulsa, sino que en muchos casos las considera agentes del patriarcado y del “islamismo”; por otro, por ciertos miembros de las comunidades musulmanas que no aceptan, o no toman suficientemente en serio, las reivindicaciones de algunas mujeres que, desde posiciones de autoridad y conocimiento, desafían diariamente la tradición. Es decir, no son escuchadas, ni por unas ni por otros. De lo que estamos convencidas es de que su trabajo es determinante para luchar contra la peligrosa legitimación del racismo antimusulmán y la normalización de la islamofobia de género.
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Laura Mijares es profesora del Área de Estudios Árabes e Islámicos (UCM).
Noha El-Haddad es médica y activista musulmana.
La lucha por la igualdad y contra la discriminación que muchas mujeres musulmanas están llevando a cabo en los últimos años en el contexto español está determinada por la idea de que feminismo e islam son incompatibles. Por un lado, porque se cuestiona la compatibilidad de cualquier proyecto feminista con la...
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