TECETIPOS
Por una España aburrida
¿Se imaginan un país en el que una pandemia mundial no fuera motivo de batalla nacional, sino de trabajo conjunto; un país que fluyese con tanta naturalidad que no fuese necesario vivir reafirmando la españolidad de uno?
Gerardo Tecé 31/05/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Este país, como dice una canción de Novedades Carminha, es profundo, igual que se quiere en las coplas. Quizá no lo noten, como el pez no nota la humedad, pero la vida política española y sus niveles de pasión e intensidad generan en el día a día un estrés en la población, a veces, incompatible con la vida sana y, casi siempre, incompatible con la vida inteligente. En España empieza a remitir una pandemia global que nos ha dejado agotados. Porque no sólo ha sido una pandemia sanitaria, también ha sido una pandemia de crispación. ¿Quién dijo que un virus respiratorio no nos podía servir para montar una apasionante guerra civil? Aún sin reponernos de la gran batalla pandémica, los carteles publicitarios anuncian ya la nueva batalla final, la enésima guerra definitiva: los indultos. Donde antes decía sepulturero, ahora dirá traidor, donde antes decía hundimiento de España, ahora dirá que España se rompe. Las pandemias van y vienen, pero lo nuestro nunca tiene fin.
A veces sueño con una España aburrida. ¿Se imaginan la de posibilidades que tendría algo así? Imagine un país en el que una pandemia mundial no fuera motivo de batalla nacional, sino de trabajo conjunto para superarla. Imagine que la discusión sobre el conflicto catalán no la acaparasen conceptos tan apasionantes como traición o golpismo, sino que girase en torno a cómo hacemos para convivir lo mejor posible en el futuro. No les niego que sería más aburrido, pero por probar no se pierde nada. Imagine un país que fluyese con tanta naturalidad que no fuese necesario vivir mañana, tarde y noche reafirmando la españolidad de uno –la buena, por supuesto– con una bandera colgada en el balcón. Una bandera que le deje claro a todo el vecindario que ahí, en pleno centro de Segovia, no vive un belga o un esloveno, sino un español. Llevar el asunto de la nacionalidad con normalidad sería más aburrido, nadie pone en duda eso, ni tampoco que entraría más luz por el balcón.
Imagine que, cada vez que la izquierda llega al poder, esto no fuese un entretenidísimo festival de gritos y crispación, sino que la democracia se asumiese por los grandes medios y empresarios con aburrida normalidad: bueno, pues la gente ha votado y ha logrado usted los apoyos para formar gobierno, suerte. Imagine una España aburridísima. Una en la que el debate sobre la educación consistiese en cómo mejorar las condiciones de alumnos y profesores, cómo reducir el ratio, aumentar la calidad o cerrar los barracones. Sería, desde luego, infinitamente menos apasionante que ponerles himnos cada mañana a los niños o hacer que contemplen el rostro del rey, pero, permítanme arriesgarme: igual sería interesante probar alguna vez a aburrirnos hablando de educación. Imagine una España en la que el gobierno de los jueces se renovase de manera aburrida porque sí, porque toca, porque lo dice la ley. Por supuesto, nos perderíamos apasionantes titulares salvando a la justicia del bolchevismo, pero imaginen la de tiempo que tendríamos para mejorar la justicia si nos dedicásemos a aburrirnos. Imagine un país tan aburrido que asuntos como si hay que acoger o no a niños inmigrantes, proteger a mujeres maltratadas o concienciar en respeto a los homosexuales, ni se discutiesen.
Imagine una España en la que los medios, cada uno con sus respetables líneas editoriales e ideologías, se dedicasen a ejercer de aburrido servicio público con cierto grado de honestidad, dejando de lado la entretenidísima maquinaria propagandística para dedicarse a su oficio: informar. En Estados Unidos, la cadena FOX, afín a Trump, cortó un apasionante discurso en el que mentía sobre un amaño electoral, para dar paso a periodistas que aburrieron a los espectadores, diciéndoles que aquello que decía el todavía presidente era falso. ¿Se imaginan esto en la apasionante España? Imagine un día a día político tan aburrido como el que tienen algunos países a los que no les va mal aburriéndose. Imagine tener dos o tres conceptos básicos sagrados a respetar, como que la política está para aportar soluciones y no para generar espectáculo, que con los fascistas que atacan a minorías no se pacta, o que la buena gestión debe tener más peso que la buena propaganda. Imagine, que diría John Lennon, una manifestación en la plaza de Colón pidiendo una España aburrida. Igual se llenaría. De forma aburrida y mayoritaria.
Este país, como dice una canción de Novedades Carminha, es profundo, igual que se quiere en las coplas. Quizá no lo noten, como el pez no nota la humedad, pero la vida política española y sus niveles de pasión e intensidad generan en el día a día un estrés en la población, a veces, incompatible con la vida sana...
Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí