IN MEMORIAM
Mikis
Theodorakis era el soldado de la paz al que no le importaba parecer un ingenuo; el fundador de movimientos contra el abuso y el autoritarismo; el artista proscrito; el promotor de la amistad entre griegos y turcos
Pedro Olalla 3/09/2021
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Ayer, recién llegado el mes de septiembre, nos despertamos en Grecia con la noticia de la muerte de Mikis Theodorakis. A sus 96 años de plenitud, no es la noticia de una muerte trágica o sorpresiva: es como si Mikis, en silencio, hubiera decidido levantarse de su silla de ruedas y echar a volar.
Mikis era, para los griegos, la última estrella viva de una pléyade extinta en la que brillaron también Hatzidakis, Elytis, Seferis, Ritsos, Kakoyannis... Pero con una diferencia: Mikis los abarcaba a todos, los llevaba consigo, era como todos ellos a la vez.
Mikis era, para los griegos, parte de su universo emocional; era como un amigo al que se quiere pese a sus deficiencias, al que se prefiere pese a que pueda haber otro mejor. Mikis había conseguido, con su música y su amor por el prójimo, que los griegos pudieran cantar juntos, brindar, emocionarse, perdonar. Su sueño fue siempre la concordia, y no puede decirse que no luchara por él.
Mikis encarnaba, a salvo del deslustre cotidiano, el idealismo y el agón propios del espíritu griego. Llevaba consigo, como una bandera que muchos izaron en secreto, la victoria sobre el confinamiento en Icaria, Makrónisos, Arcadia y Oropós; el triunfo reiterado sobre cárceles, torturas y huelgas de hambre; el retorno repetido de la clandestinidad y del exilio. Era el infatigable creador que regresaba del infierno cargado de flores hermosas: óperas, sinfonías, canciones que prendían en el aire y que todos cantaban como si hubieran existido desde siempre.
Mikis era el soldado de la paz al que no le importaba parecer un ingenuo; el fundador de movimientos contra el abuso y el autoritarismo; el redactor de manifiestos y de escritos políticos; el artista proscrito; el promotor de la amistad entre griegos y turcos; el mediador de buena voluntad entre Israel y Palestina; el defensor de Öcalan y de los kurdos; el intercesor por la libertad de los represaliados en Turquía; el músico activista de Amnistía Internacional; el detractor de la guerra en Yugoslavia, Afganistán, Irak... El Premio Lenin de la Paz (1983) y el Premio Nobel de la Paz que no le concedieron (2000).
En la escena doméstica, Mikis era un espíritu crítico y criticado. Tres veces diputado por la izquierda y una por la derecha. Amado y denostado. Incómodo. Conciliador. Patriota. Contradictorio a veces, es decir, coherente.
Mikis, para los griegos, fue la melodía incuestionable de los versos de Elytis, Seferis, Ritsos, Karyotakis, Anagnostakis... Y, para el mundo entero, fue el creador del syrtaki que baila Zorba, el griego, como si la vida se hubiera puesto en pie para bailar. De entre nuestros poetas, puso música a Lorca (Romancero Gitano) y a Neruda (Canto General), con quienes se sintió como un hermano; y cantaron sus obras Maria Farantouri, Nana Mouskouri, Melina Merkouri... coreadas siempre por las voces anónimas del pueblo. Sus canciones, como aves migratorias, anduvieron también en boca de Édith Piaf, Georges Moustaki, Joan Baez o los Beatles...
Tuve la suerte de conocer a Mikis en persona; y la extraña fortuna de encontrarme a su lado el día que la policía no dudó en gasearle en la Plaza Sintagma, en una de las muchas manifestaciones contra los inmorales y nefastos “planes de rescate”. Hoy Mikis ya no está. Pero nada parece haberse trastocado con su ida. De forma silenciosa y discreta, Mikis cruzó esta noche la línea de la vida, habiendo, sin embargo, cruzado ya, hace mucho, la otra línea, más alta, de la inmortalidad.
Ayer, recién llegado el mes de septiembre, nos despertamos en Grecia con la noticia de la muerte de Mikis Theodorakis. A sus 96 años de plenitud, no es la noticia de una muerte trágica o sorpresiva: es como si Mikis, en silencio, hubiera decidido levantarse de su silla de ruedas y echar a volar.
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Pedro Olalla
Es autor, entre otros libros, de Grecia en el aire. Herencias y desafíos de la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual (Acantilado, 2015), Historia Menor de Grecia. Una mirada humanista sobre la agitada historia de los griegos (Acantilado, 2012) y Atlas Mitológico de Grecia (Lynx Edicions, 2002), y de las películas documentales Ninfeo de Mieza: El jardín de Aristóteles y Con Calliyannis. Reside en Grecia desde 1994 y es Embajador del Helenismo.
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