Arnaldo Otegi / Coordinador general de EH Bildu
“Mientras nosotros construimos puentes, las derechas cavan trincheras”
Pablo Iglesias 22/10/2021
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Pocos días después de la Declaración del 18 de octubre en la que la izquierda abertzale reconocía directamente el dolor de las víctimas de ETA y decía en boca de su líder que aquel sufrimiento no debía haberse producido, conversamos con Arnaldo Otegi sobre este gesto sin precedentes y sobre la situación política.
¿Qué significa la Declaración del 18 de octubre para la izquierda abertzale?
Para el conjunto de la izquierda independentista nuestra Declaración del 18 de octubre marca un punto de inflexión en términos de aportación ética, política y humana a la construcción todavía pendiente de un marco de paz justa, estable y duradera. Es una declaración meditada y honesta, y que está a la altura de la responsabilidad que espera de nosotros nuestro pueblo. Es una muestra más de nuestro compromiso con la hoja de ruta que nos legó la Comunidad Internacional a modo de declaración hace diez años. Y es un recordatorio de que todavía necesitamos completar aquella hoja de ruta. Hace 10 años cambiamos la vida de la gente a mejor, y con esta declaración hemos vuelto a hacer una contribución decisiva a la mejora de las condiciones para la convivencia social y política en nuestro país.
A 10 años de que ETA dejase las armas, cuando echas la vista atrás, ¿cómo valoras el significado de la Conferencia de Aiete?
Aquella conferencia convocó a una importantísima representación de personalidades y actores de la comunidad internacional, con el exsecretario general de la ONU entre ellos. Aiete situó a nuestro país en la agenda internacional. Aquella Conferencia nos legó una hoja de ruta para construir un escenario de paz justa, estable y duradera. La comunidad internacional nos legó una preciosa herramienta que desde luego nosotros no hemos abandonado y a la que nos mantenemos fieles.
Después del proceso en Irlanda del Norte hubo escisiones en el IRA. Esto no ha ocurrido con ETA y la izquierda abertzale ha demostrado ser enormemente disciplinada en su compromiso con el fin de la violencia. ¿Qué explica esa disciplina?
Es cierto que las experiencias en otras latitudes del planeta en procesos de resolución de conflictos similares al nuestro han generado casi siempre disidencias políticas armadas que han dado continuidad con mayor o menor intensidad a la violencia. Esto no ha sucedido en nuestro país, y lo atribuiría a varios factores. El primero es la existencia de un liderazgo sólido en el conjunto de la izquierda independentista con niveles de credibilidad política y de confianza popular contrastados a lo largo del tiempo. El segundo factor es que hicimos el trabajo necesario durante años, de manera discreta y responsable para convencer a nuestra gente de que había que cambiar nuestra estrategia por motivos éticos y políticos. Gerry Adams solía decir –y no le faltaba razón– que las negociaciones más difíciles son siempre con los de casa. Pero es importante saber que nuestras bases apoyaron cuasi de forma unánime el cambio de estrategia. Y el tercer factor –para mí el fundamental– fue el compromiso activo y militante de los presos y presas políticos vascos a favor del cambio estratégico. Ellos fueron decisivos y sin ellos no habría sido posible.
Hablaste de las víctimas de ETA, lamentaste su dolor y dijiste que este no debía haberse producido. Nunca un dirigente de la izquierda abertzale había sido tan claro. ¿Crees que es el momento de que alguien haga lo propio con las víctimas de los GAL?
Recientemente he dicho que nuestra declaración no se ha realizado buscando como contrapartida declaraciones similares de otros. Nosotros no estamos instalados ni en el reproche, ni en el recordatorio de nuestra lista de agravios. La izquierda independentista está construyendo puentes mientras hay otros –con malas artes y de manera irresponsable– que cavan nuevas trincheras. En cualquier caso, dejemos que el tiempo ponga las cosas en su sitio. Nosotros hemos hecho nuestra Declaración de 18 de Octubre ¿Alguien ha concluido que también a otros les pueda corresponder asumir sus responsabilidades en otros sufrimientos y dolores padecidos por nuestro pueblo? ¿Alguien ha reflexionado sobre la aportación cualitativa que el hacerlo supondría para la convivencia, la memoria y la verdad? Repito, esta es una reflexión en positivo, no para el reproche, sino para consolidar los puentes. Algunos siguen instalados en sus trincheras, y deberían de ser lo suficientemente responsables y valientes para salir de ellas.
Nos llenaron de emoción y satisfacción las declaraciones de algunas víctimas de ETA como Maixabel Lasa, Rosa Lluch o Roberto Manrique
¿Cómo valoras las reacciones de los partidos del Gobierno español a la Declaración?
Las primeras declaraciones de los partidos que forman la coalición de gobierno en el Estado Español, tanto las del PSOE como las de Unidas Podemos, fueron responsables y satisfactorias y lo agradezco. A ellas se sumaron las del president Pere Aragonès y el president Puigdemont, la de aquellas personalidades de la comunidad internacional que han jugado un papel importante en el proceso vasco, como Jonathan Powell o Brian Currin, la de partidos como ERC, CUP, Más País, Sinn Fein y otras muchas. Pero principalmente nos llenaron de emoción y satisfacción las de algunas víctimas de ETA como Maixabel Lasa, Rosa Lluch o Roberto Manrique. Todas estas declaraciones salieron a nuestro encuentro en el puente que estamos construyendo, y ponen en valor nuestra contribución a la paz y la convivencia.
El PP y la ultraderecha, como era de esperar, han respondido a la Declaración con agresividad. Jonathan Powell, que fue jefe de gabinete de Tony Blair y que actuó como mediador en el diálogo para que ETA dejara las armas, ha dicho que el PP puso en peligro el proceso de paz ¿Cabe esperar algo de la derecha española?
He dicho en más de una ocasión que nosotros fuimos encarcelados para que nada de lo que ha sucedido sucediera. Las estrategias de provocación fueron, son y serán permanentes. En alguna ocasión he dicho que sacar el cadáver de Franco del Valle [de los Caídos] es una tarea relativamente sencilla, la difícil es sacar a los franquistas de unos aparatos de Estado que no fueron depurados. La derecha española –y algunos sectores supuestamente de “izquierda” que sueñan con reeditar los pactos de Estado con el PP– siguen considerando todavía 10 años después que ETA sigue siendo un comodín para desgastar las posiciones del adversario político o derribar gobiernos. Todavía piensan que recordar permanentemente a ETA y situarla en el centro del tablero da réditos electorales como en el pasado. La derecha española y los sectores más reaccionarios de la judicatura, los medios de comunicación, las élites económicas entienden la convivencia como un campo de batalla sobre el relato. No van a cambiar, no tienen más argumento que este. Y son capaces de hacer cualquier cosa para acceder al poder… Ya lo vimos aquel trágico 11 de marzo. Repito, estos sectores están intentando permanentemente hacer sucumbir la mayoría que sostiene este Gobierno y que representa una ventana de oportunidad que queremos explorar y desarrollar.
El PNV ha tenido una actuación irresponsable, incomprensible y, además, muy peligrosa en el actual contexto político
El PNV ha sonado molesto después de la Declaración ¿Por qué?
El PNV y el lehendakari han respondido desde una posición de malestar y de enfado evidente. No es momento para el reproche pero sí para un recordatorio: ‘lehenengo aberria eta gero alderdia’ (primero el pueblo –patria– y siempre en segundo lugar el partido). Estamos realmente decepcionados con una actitud que nadie entiende en nuestro país. Creo sinceramente que las bases abertzales de este partido no están entendiendo esa posición irresponsable y enfadada del lehendakari y del partido. Poner en duda nuestra sinceridad es, además de una falta de respeto, situarse en las mismas trincheras que la ultraderecha española, a la que han dado argumentos políticos y dialéctica para el acoso al Gobierno. Una actuación irresponsable, incomprensible y, además, muy peligrosa en el actual contexto político.
La excepcionalidad sigue marcando la situación de los presos de ETA. Se han dado pasos importantes pero, a tu juicio, ¿qué pasos deberían darse a partir de ahora?
Antes he mencionado el papel determinante de los y las presas en el cambio de rumbo de la izquierda independentista. Ahora hay quien quiere hacer noticia y embarrar el terreno de juego con un descubrimiento muy meritorio: EH Bildu es favorable a que no haya presos políticos en nuestro país. ¿Dónde está la novedad? Ese es nuestro objetivo, pero lo que estamos demandando al Gobierno del Estado es simple y llanamente que se aplique a los presos vascos la legislación penitenciaria ordinaria y que no se aplique una arquitectura jurídica y penitenciaria de absoluta excepción. Es decir, que nuestra petición, que hemos repetido hasta la saciedad, es que se aplique la legalidad penitenciaria ordinaria.
En el proceso de diálogo que favoreció Zapatero se habló de desencuentros en la dirección de ETA que acabaron en el atentado de la T4. ¿Qué fue lo determinante para que finalmente se impusiera el análisis que hacíais en la izquierda abertzale A y que entiendo compartía Iosu Urrutikoetxea?
Todo el mundo debería ser consciente de que procesos como los que hemos protagonizado son complejos y difíciles de gestionar. Nosotros nos hemos formado en una cultura política que trata de cuidar al máximo la cohesión interna cada vez que nos planteamos tomar alguna decisión de calado político. Nos tomamos nuestro tiempo. Y decisiones como las del cambio de estrategia nos llevaron años de reflexión, contraste, debate, para finalmente alcanzar un convencimiento masivo por parte de nuestras bases. Por ponerte un ejemplo: la decisión para transitar desde una estrategia de carácter armado a una pacífica nos llevó a hablar, consultar y debatir con miles de personas, y pon muchos miles. Esto requiere tiempo, pero es siempre una muy buena inversión. Hay ocasiones en que las decisiones por problemas de carácter técnico o temporal no se pueden tomar así, y ahí la confianza de nuestras bases en la dirección facilita la toma de las mismas. Nuestra última Declaración no ha estado exenta de dificultades. Mi reunión con decenas de militantes en Eibar tenía dos objetivos: compartir las razones de nuestra Declaración y comentar el pacto municipal entre EH BILDU y el PSOE en dicha localidad. Así que fue ese esfuerzo con nuestras bases, ese esfuerzo por compartir decisiones, lo que hizo posible aquel paso y todos los pasos. Y es cierto que a pesar de que algunos me atribuyen a mí un mérito especial, gente como Iosu Urrutikoetxea y otros muchos militantes anónimos hicieron posible aquella decisión. Y quiero por último poner en valor a gente como Arkaitz Rodriguez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta... que formando parte de la generación llamada a liderar el independentismo en el futuro fueron decisivos en aquel contexto y también en la decisión de hacer nuestra Declaración del 18 de Octubre.
La normalización política en Euskadi y Navarra, ¿podría llevar a gobiernos de coalición locales y autonómicos donde estén Unidas Podemos, el PSOE y vosotros?
Creo que serían posibles, pero de momento creo que no existen todavía condiciones como para que el PSE o el PSN den el paso. Lo digo con honestidad. Creo que está siendo posible con Podemos en el ámbito municipal, y también con el PSE o PSN en términos de acuerdos puntuales. Pero el camino está abierto, no es un camino que deseamos transitar contra nadie sino a favor de los intereses de las clases populares. Sin duda estamos allanando el camino para hacer normal lo que en la vida política y social ya es normal. Nosotros estamos abiertos a todas las geometrías. Es tiempo de sumar y no restar, es tiempo de grandes frentes amplios y es tiempo de alianzas múltiples de carácter antifascista y soberanista.
No hay posibilidades de gobiernos de “progreso” en el Estado sin el concurso de los independentistas vascos, catalanes o gallegos
La correlación parlamentaria actual ha permitido una coalición que vosotros no imaginabais posible ¿Crees que es una oportunidad para trabajar conjuntamente reformas democráticas en el Estado?
Recuerdo, Pablo, mi primer discurso en el Velódromo de Anoeta, en el que hacía aquella reflexión dirigida a la izquierda emergente que vosotros representabais y que se resumía así: estamos dispuestos a que si existe la más mínima posibilidad de democratizar el Estado, empujar y sumar fuerzas en esa dirección, pero si tal objetivo deviene imposible os hacemos un llamamiento en justa reciprocidad para que os suméis a los procesos soberanistas de las viejas naciones sin Estado como la vasca. Apunto a menudo en mis intervenciones que vivimos en una extraña paradoja; no hay posibilidades de gobiernos de “progreso” en el Estado sin el concurso de los independentistas vascos, catalanes o gallegos. Fijaos bien en este hecho. Los independentistas de izquierda hacemos posible que exista un gobierno de “progreso” en el Estado del que nos queremos independizar. Y somos la garantía para evitar una escalada mayor en la desdemocratización del Estado a manos de Vox y el PP, que aspiran a desarrollar una contrarreforma autoritaria en el Estado. Ayudar en procesos que democraticen siquiera parcialmente ese Estado no nos provoca ninguna contradicción, ya sea como fruto de nuestra vocación antifascista y republicana, ya sea como fruto de nuestro carácter internacionalista y solidario con el resto de pueblos y trabajadores del Estado, ya sea como una estrategia de simple autodefensa política.
No vais a dejar de ser independentistas, pero desarrollar fórmulas confederales en la relación entre Euskadi y Navarra y con el conjunto del Estado, ¿sería un camino que la izquierda abertzale aceptaría recorrer?
Nosotros somos independentistas, pero siempre hemos considerado que el proceso independentista no sería de tracto único. Siempre en nuestra cultura política hemos considerado que deben de existir estaciones intermedias o marcos de carácter táctico que pueden convertirse en definitivos o no en función de lo que decida nuestro pueblo libre y democráticamente. Nuestra actual propuesta apuesta por una Confederación Vasco Navarra conferederada con el Estado Español. Para nosotros ese escenario es un escenario de suficiencia política en este contexto histórico. Esa Confederación delimitaría amplias soberanías propias, las soberanías compartidas, los mecanismos para el ejercicio del derecho a decidir, un marco competencial amplio y la aceptación del carácter nacional del pueblo vasco, amén de una regulación extensiva de todos los derechos sociales y económicos de nuestro pueblo. Esta es la alternativa que EH Bildu ha depositado en el seno de la ponencia de autogobierno en el Parlamento vasco. A nuestro entender, la izquierda independentista y la izquierda del Estado tienen que abordar la crisis del modelo de Estado, del régimen del 78, con ese horizonte de plurinacionalidad, de estructura confederal y republicana. No podemos plantear un horizonte de mera reproducción del régimen del 78 con cambios estéticos, con conceptos vagos como ese llamado Estado multinivel, sino que tenemos que influir de manera conjunta en aportar soluciones democráticas al modelo territorial del Estado. Creo además, y concluyo ya, que la unidad de acción posible en torno a un programa de transformaciones democráticas en el Estado entre las fuerzas independentistas plurinacionales y la izquierda del Estado debería pasar por un programa de mínimos que recogiera este espíritu de carácter confederal y nítidamente de izquierdas. Esa es una oportunidad que deberíamos de saber aprovechar en términos políticos.
Pocos días después de la Declaración del 18 de octubre en la que la izquierda abertzale reconocía directamente el dolor de las víctimas de ETA y decía en boca de su líder que aquel sufrimiento no debía haberse producido, conversamos con Arnaldo Otegi sobre este gesto sin precedentes y sobre la situación...
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Pablo Iglesias
Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.
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