Bachir Ben Barka / Hijo del histórico político marroquí desaparecido Mehdi Ben Barka
“Marruecos ha regresado a los períodos oscuros de Hassan II que todos creíamos superados”
Gorka Castillo 3/01/2022
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El tiempo transcurre en espiral. Al menos así lleva viviendo el suyo Bachir Ben Barka (Rabat, 1951) desde que el 29 de octubre de 1965 dos mafiosos secuestraron a su padre Medhi a las puertas de la Brasserie Lipp de París a plena luz del día. Nunca más se supo del político más universal de la historia contemporánea de Marruecos. Un líder socialista decidido a convertir a su pueblo en faro de la libertad y la independencia de los países pobres en los momentos calientes de la Guerra Fría. Sin embargo, la reciente desclasificación de 1.500 documentos secretos del antiguo servicio de espionaje checoslovaco ha cubierto de sospechas la neutralidad que siempre proclamó Ben Barka para los nuevos Estados que lograban su independencia en los años 50 y 60. Según estos archivos, citados por el periódico británico The Observer y el francés Libération la semana pasada, el carismático líder marroquí trabajó para China, Checoslovaquia, la URSS y llegó a flirtear con la CIA. “Estas afirmaciones darían risa si el tema no fuera tan serio. Sólo pretenden calumniar y manchar la memoria de un militante de la libertad y la solidaridad”, asegura su hijo en esta entrevista modificada en dos ocasiones a raíz de la desclasificación de esos documentos.
En su opinión, el legado de su padre es tan inmenso e imperecedero que sigue causando pánico en Marruecos donde poco o nada ha cambiado desde la llegada al trono de Mohamed VI hace 22 años. El pasado ominoso quedó bajo llave y la vida de sus ciudadanos sigue discurriendo por el trazo burdo de la penumbra, entre detenciones, espionaje masivo, criminalización de la disidencia, analfabetismo, pobreza, emigración y exilio. Incluso han vuelto a escucharse las armas en las arenas del desierto. Pero esa es otra historia. “Marruecos ha regresado a los períodos oscuros de Hassan II que todos creíamos superados. Me preocupa y me indigna el grave giro que ha dado el Estado violando sus propias leyes y los convenios internacionales en todo lo relacionado con las libertades públicas e individuales, la libertad de prensa y de opinión”, reflexiona Ben Barka en el transcurso de una visita reciente a España para participar en un acto organizado por la Plataforma de Solidaridad con los pueblos del Mediterráneo.
El periódico británico The Observer y el francés Libération acaban de publicar que su padre, Mehdi Ben Barka, trabajó como espía para los servicios de inteligencia checoslovacos entre 1960 y 1965. ¿Estas revelaciones emborronan su prestigio de luchador infatigable contra el imperialismo de bloques durante la Guerra Fría?
Junto con mi familia, he leído estos artículos con indignación y rabia. No es el primer intento de socavar la memoria de Mehdi Ben Barka pero nos ha sorprendido que un periódico tan serio como The Observer pueda reproducir ahora un informe escrito a finales de 2020 por un profesor de la Universidad de Praga muy similar al que ya publicó un periodista checo en el semanario francés L'Express en 2007 copiando “material en bruto” de una selección de documentos desclasificados del servicio de inteligencia checoslovaco, el StB. Son documentos incompletos y están descontextualizados. El académico no aporta pruebas materiales ni retrospectivas, no hace ninguna investigación adicional y carece de análisis del contexto geopolítico de aquella época. A la luz del artículo ni siquiera se puede concluir que Ben Barka proporcionara información “sensible” al margen de sus propios análisis políticos. Afirmar bajo esos parámetros que el líder del movimiento progresista afroasiático se convirtió en un agente de los servicios secretos checoslovacos manipulado por un segundo secretario de su embajada en París es increíble. Mi padre conoció a ese secretario de embajada a principios de los años 60 pero obviamente desconocía por completo su función real dentro del StB.
Pero ahora se ha revelado que su padre viajaba a menudo a Praga para reunirse con altos funcionarios checoslovacos que le dictaban indicaciones.
Sí, viajaba a Praga pero el autor del informe citado por el Observer, el profesor Jan Koura, descuida por completo el entorno geopolítico de aquel periodo. Praga era la sede de organizaciones internacionales progresistas como la Federación Mundial de Sindicatos o la Unión Internacional de Estudiantes, y era paso obligado de los dirigentes políticos de organizaciones internacionales como la Organización de Solidaridad de los Pueblos Afroasiáticos (OSPAA), para llegar a ciertas capitales africanas, asiáticas y cubanas. Desde un punto de vista puramente práctico, sus billetes de viaje y alojamiento eran pagados directamente por las tesorerías de estas organizaciones o subcontratados por los comités locales de solidaridad, entre los que estaba, por ejemplo, el comité checoslovaco, que servían de relevo para la ayuda financiera internacional dentro del campo socialista. Dada la importancia estratégica de Praga, Mehdi Ben Barka, que en aquellas fechas era vicepresidente del Comité del Fondo de Solidaridad encargado de recaudar ayuda financiera para los movimientos de liberación nacional en los países del Tercer Mundo, viajó regularmente a Praga y no era extraño que se reuniera con políticos checoslovacos porque sus análisis sobre la situación en Marruecos o en África tenían interés. Para él no había ninguna razón para no compartirlas con un diplomático o un dirigente político de un país que consideraba “amigo”. También mantuvo reuniones de trabajo similares con jefes de Estado como Nasser de Egipto, Ben Bella de Argelia o N’Krumah de Ghana. De todo esto se desprende que el artículo de Jan Koura, reproducido por el Observer, no es más que otra operación de desinformación y difamación. No merece más que desprecio.
Mehdi Ben Barka nunca se apartó de su línea política e ideológica: el desarrollo de la lucha anticolonial y antiimperialista mediante el fortalecimiento de la solidaridad internacional
En esta ocasión, no sólo relacionan a su padre con el espionaje checoslovaco sino también con China, que libraba una batalla con la URSS por liderar al bloque socialista; y lo que parece más sorprendente, con la CIA, muy interesada en asegurarse la fidelidad de Marruecos durante la Guerra Fría.
Estas afirmaciones son ridículas y darían risa si el tema no fuera tan serio. Sólo pretenden calumniar y manchar la memoria de un militante de la libertad y la solidaridad. Revelan la ignorancia del autor y su total falta de cultura política. En el marco de sus responsabilidades en la Organización de Solidaridad de los Pueblos Afroasiáticos y en el comité preparatorio de la Tricontinental, Mehdi Ben Barka nunca se apartó de su línea política e ideológica: el desarrollo de la lucha anticolonial y antiimperialista mediante el fortalecimiento de la solidaridad internacional, preservando al mismo tiempo al movimiento tercermundista de las influencias soviéticas y chinas. Esta línea se mantuvo constante, tanto en sus relaciones con los líderes soviéticos como con los chinos, con los que mantenía una relación de confianza mutua. En el verano de 1965, pidió a los dirigentes chinos que permitieran a la URSS asistir a la Conferencia Tricontinental que mi padre estaba organizando como vicepresidente del Comité del Fondo de Solidaridad que presidían conjuntamente China y la URSS. ¿Cómo podemos creer que los soviéticos pensaron que tenía “vínculos” con los servicios chinos? Todo esto demuestra la nula seriedad del trabajo de Jan Koura y la poca fiabilidad de los “documentos” a los que dice haber tenido acceso. En cuanto a las supuestas “relaciones” de Mehdi Ben Barka con la CIA, no merecen ningún comentario. En su día, ya fue descrito como un agente del Mossad israelí. Cualquier día se inventan que también fue agente del CAB1 marroquí.
Según usted, ¿qué sentido tiene que hoy, 56 años después de su muerte, alguien esté interesado en difamar a Mehdi Ben Barka?
Mehdi Ben Barka fue constantemente objeto de amenazas. Estuvo vigilado por varios servicios de inteligencia, escapó a intentos de asesinato por parte de la policía política marroquí, fue condenado a muerte dos veces en Marruecos... Desde su secuestro y asesinato, los mismos que organizaron su desaparición física atacan hoy su legado político, que sigue manteniendo plena vigencia. Pero son conscientes de que todos sus intentos por ensuciar su imagen y borrar su nombre de la memoria colectiva están destinados al fracaso estrepitoso. Hoy, en todo el mundo, existen espacios públicos que llevan su nombre, sus escritos continúan publicándose, se traducen y se estudian. E incluso las más altas autoridades del Estado marroquí le rinden homenaje. ¿Qué les queda por sacar a los que aún temen su pensamiento sobre la emancipación popular, la revolución social y el tercermundismo solidario? La calumnia y la desinformación. Pero es en vano. Como declaró el anarquista libertario Daniel Guérin, que participó en la lucha por la verdad sobre el destino de mi padre: “Pese a estar muerto tendrá la última palabra”.
Para los que no conozcan la figura de su padre, ¿quién fue Mehdi Ben Barka?
Fue un hombre fundamental en el proceso de la independencia de Marruecos. Fundó el partido Istiqlal (Independencia) y participó en la redacción del Manifiesto de la Independencia del 11 de enero de 1944. Se licenció en Matemáticas por la Universidad de Argel, impartió clases en el Liceo Gouraud y en el Collège Impérial, donde tuvo como alumno al entonces príncipe heredero de Marruecos, Hassan II. Tras ser elegido en 1943 presidente de la Asamblea Consultiva Nacional de Marruecos intentó transformarla en una institución de aprendizaje democrático con el desarrollo de proyectos inéditos en el país como la construcción de las primeras guarderías marroquíes, la elaboración de una ambiciosa campaña nacional de voluntariado para construir escuelas urbanas y rurales, varios planes de alfabetización popular y un centro de ejecutivos administrativos. Todo bajo el denominador común de la movilización popular. En 1959, fundó la Unión Nacional de Fuerzas Populares de Marruecos (UNFP) que terminó consolidándose como el principal partido de oposición al rey Hassan II. Fue entonces cuando comenzó a ser amenazado por la policía política del régimen hasta que, en 1963, decidió exiliarse. Su análisis estuvo centrado en los peligros que entrañaba el neocolonialismo, algo que influyó decisivamente en otros líderes independentistas africanos. El 29 de octubre de 1965 fue secuestrado en París, a plena luz del día, y nunca más se supo de él.
Las investigaciones judiciales posteriores demostraron que su desaparición fue orquestada por el régimen de Hassan II con la colaboración de los servicios secretos franceses. ¿Por qué decidieron matarlo?
Por ser el principal opositor al régimen del rey Hassan II y, como le decía anteriormente, por su influyente papel en los procesos de emancipación de los pueblos africanos. Es innegable que la responsabilidad política de este crimen recae en las más altas esferas del gobierno del rey Hassan II. Su ministro del Interior y su director de Seguridad Nacional fueron los encargados de ejecutar la orden. Organizaron una gran trama que contó con la participaron de agentes franceses, israelíes y estadounidenses. Eran tiempos de la Guerra Fría y Ben Barka empezaba a ser una amenaza para sus intereses por su demostrada oposición a la neocolonización y también por su capacidad para movilizar a la gente en contra de esas políticas. Y lo asesinaron, como hicieron con Patrice Lumumba, aunque 56 años después sigamos sin conocer las circunstancias de su muerte ni la identidad de sus asesinos ni el lugar donde está enterrado.
El caso llegó a los juzgados franceses un año después de los hechos. Inicialmente se dictó una orden de arresto contra dos altos cargos del gobierno marroquí y se inculpó a dos policías franceses pero el juez instructor decidió paralizar la investigación con el argumento de que implicar a esos dos agentes galos impedía esclarecer la trama. ¿Hubo presiones para archivar la causa?
El hecho de que agentes de policía fueran los encargados de realizar la investigación penal contra otros policías bloqueaba el avance de las investigaciones. Fue un grave contratiempo para el juez Louis Zollinger, que durante meses tuvo que encargarse él mismo de casi todas las pesquisas y, como supimos después, lo hacía bajo la supervisión y el control del Ejecutivo francés. En realidad, ni siquiera creo que hiciera falta presionar al magistrado. Les bastó con poner múltiples obstáculos para que la investigación entrara en un callejón sin salida.
En el Elíseo había un poder oficial, representado por Charles De Gaulle, y un poder paralelo dirigido por Jacques Foccart, que hizo de África su coto privado durante 15 años
¿Cree que el Eliseo, ocupado en ese momento por el general Charles de Gaulle, estuvo informado de aquellos planes?
En el Elíseo había un poder oficial, representado por el general Charles De Gaulle, y un poder paralelo dirigido por Jacques Foccart, que hizo de África su coto privado durante 15 años. Mi familia, nuestro abogado y yo hemos llegado a la conclusión de que la desaparición de mi padre fue presentada a De Gaulle como un hecho consumado ya que había órdenes para entablar conversaciones con el movimiento popular que empezaba a organizarse en África por aquel tiempo. Por otro lado, Foccart y sus redes neocolonialistas africanas no veían con buenos ojos el desarrollo de estos movimientos emancipadores porque representaban una amenaza muy seria para los regímenes corruptos y depredadores que ayudaron a instaurar tras los procesos de independencia. Sin embargo, la magnitud del escándalo y los indicios de que aquello salpicaba a miembros de su Gobierno empujaron a De Gaulle a incumplir la promesa de que haría todo lo posible por averiguar la verdad. Desde entonces se impuso ese pesado telón de plomo que es “la razón de Estado” para cerrar el caso.
Sin embargo, usted logró reabrir el caso diez años más tarde, ¿cuál fue la conclusión de la justicia?
No hubo conclusión. El caso sigue abierto en los tribunales. Se trata de la trama más antigua de la justicia francesa. Ha pasado por las manos de diez jueces distintos que, con diferentes grados de éxito y de fracasos, terminaron chocando contra el mismo muro de silencio e idéntico bloqueo: “La razón de Estado”.
¿A qué “razón de Estado” se refieren?
A los argumentos oscuros que todos los Estados esgrimen cuando no quieren esclarecer determinados asuntos. En el caso de mi padre estuvieron implicados directa o indirectamente Marruecos, Francia, Israel y Estados Unidos. El gobierno francés sigue impidiendo la desclasificación de documentos en nombre del secreto de defensa. Las autoridades marroquíes se niegan a ejecutar las comisiones rogatorias solicitadas por los jueces franceses para interrogar a antiguos agentes de sus servicios secretos, algunos de los cuales están implicados en el crimen pero se niegan a indagar en un centro de detención extrajudicial en el que, según los testigos, estarían los cuerpos de tres de los cuatro mafiosos que participaron en el crimen. Por su parte, las autoridades israelíes se oponen a facilitar detalles sobre el papel del Mossad pese a que muchas investigaciones periodísticas apuntan a que participó en la preparación del secuestro y en la desaparición del cadáver. Por último, la CIA sigue negándose a desclasificar decenas de documentos con el nombre de “Mehdi Ben Barka” que tiene en su poder.
En 2001, un antiguo agente de la seguridad marroquí reveló que su padre murió accidentalmente a manos de sus captores y que él mismo se encargó de disolver el cuerpo en ácido. Sin embargo, usted tuvo que esperar otros seis años para que la justicia francesa dictara órdenes de detención por esta revelación. ¿Por qué?
Estas supuestas revelaciones son para nosotros una operación de distracción montada por los servicios de seguridad marroquíes para conducir a la justicia hacia pistas falsas y evitar la depuración de sus verdaderas responsabilidades. O incluso para obstaculizar otras investigaciones en curso que discurrían correctamente.
¿Cuál es el contenido de estas “revelaciones” que usted considera falsas?
Se dice que dos agentes marroquíes, Oufkir y Dlimi, ya fallecido, fueron los responsables de la muerte accidental de Mehdi Ben Barka. El cadáver fue transportado a Marruecos y luego disuelto en una cuba de ácido. Conclusión: ¡ya no es necesario continuar la búsqueda ni intentar encontrar a los asesinos! Es curioso que estas “revelaciones” lleguen en un momento en el que, por primera vez desde 1965, empezábamos a obtener resultados sobre la presencia en Marruecos de mafiosos implicados en la desaparición de mi padre. Lo cierto es que, a partir de estas “revelaciones”, las autoridades marroquíes sospechosamente dejaron de prestar ayuda a la justicia francesa. Hace casi 18 años que dejaron de responder a las comisiones rogatorias internacionales.
Uno de los señalados por la justicia fue el general Hosni Benslimane, militar de alta graduación del reino de Marruecos, persona muy cercana a la familia real y uno de los máximos responsables de la represión del régimen de Hassan II, según la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Pese a todo, en 2005 fue condecorado con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica por el Consejo de Ministros español en vísperas de la visita de los reyes de España a Marruecos. ¿Qué opina?
No quiero comentar las decisiones tomadas por uno u otro gobierno en el marco de las relaciones entre Estados donde, a menudo, las consideraciones de interés priman de forma escandalosa sobre los principios de defensa de los derechos humanos. Benslimane es una de las personas a las que el juez francés de instrucción desea escuchar como testigos porque hay pruebas fehacientes de que el día del secuestro de mi padre mantuvo una conversación telefónica con los dos secuestradores. La justicia gala quiere que proporcione detalles que considera relevantes en la búsqueda de la verdad, pero Marruecos siempre se ha negado a facilitarlo, pese a que Benslimane ya no es jefe de la gendarmería marroquí. Esto ha llevado a la justicia francesa a dictar una orden de detención internacional contra él que todavía está en vigor. Ninguna restricción oficial le impide acudir a los tribunales a declarar y contar su versión de lo que sucedió aquel 29 de octubre de 1965.
La situación política en el Tercer Mundo dio un vuelco completo como consecuencia de los asesinatos selectivos de líderes de los movimientos de liberación nacional
Si siguiera vivo, ¿cuál cree que sería su posición sobre la situación actual que se vive en el Magreb y los sueños frustrados de muchos países africanos?
No quiero hacer política ficción. Nadie puede saber lo que una persona que murió hace 56 años pensaría o haría en las actuales circunstancias. Lo cierto es que la situación política en el Tercer Mundo, y quizás en el mundo, dio un vuelco completo como consecuencia de los asesinatos selectivos de líderes de los movimientos de liberación nacional por parte del neocolonialismo, el imperialismo, el sionismo y la reacción local. La lista, por desgracia, es extensa. Pienso en Patrice Lumumba, el Che Guevara, Salvador Allende, Amilcar Cabral, Thomas Sankara y muchos otros. Las revoluciones las hacen los pueblos, pero cuando los dirigentes, catalizadores de las aspiraciones populares y portadores de las esperanzas de sociedades más justas e igualitarias son eliminados sistemáticamente, el vacío que queda es ocupado por fuerzas retrógradas para garantizar la continuación del saqueo de las riquezas humanas y materiales por parte de las multinacionales y de minorías depredadoras locales.
Respecto a la situación actual de los derechos humanos en Marruecos, ¿encuentra muchas diferencias con el régimen dictatorial de Hassan II?
A partir de mediados de los 90 del siglo pasado, las medidas de amnistía y la liberación de presos políticos en Marruecos dieron la impresión de que los años de oscuridad del reinado de Hassan II habían terminado. Además, el inicio del reinado de Mohamed VI estuvo marcado por declaraciones y medidas en favor del respeto de los derechos humanos. Sin embargo, eso no se ha visto correspondido con cambios institucionales que sirvieran para garantizar la separación de poderes. Al contrario. El peso del sistema de seguridad se ha hecho cada vez más presente en todo el funcionamiento del régimen actual.
La Comisión de Equidad y Reconciliación, que pretendía aportar luz sobre las desapariciones forzadas cometidas en Marruecos durante el reinado de Hassan II fue un fracaso
Sí, decenas de familias siguen esperando conocer la verdad sobre el destino de sus seres queridos, que se haga justicia y que se ponga fin a la impunidad que aún protege a los responsables de las violaciones. Pero no sólo es eso. Hay más cosas.
¿Por ejemplo?
Las autoridades han criminalizado al movimiento social. Mire la represión en la zona del Rif, en el marco del Hirak, y de Jerada. Se han practicado cientos de detenciones, se tortura, se realizan juicios injustos y sin garantías con penas de prisión muy duras en condiciones extremas de detención. Marruecos ha regresado a los períodos oscuros de Hassan II que todos creíamos superados. Me preocupa y me indigna el grave giro que ha dado el Estado marroquí violando sus propias leyes y los convenios internacionales en todo lo relacionado con las libertades públicas e individuales, la libertad de prensa y de opinión, e incluso en todas las fases de los procesos judiciales en los que están implicados los defensores de los derechos humanos. El Instituto Mehdi Ben Barka-Memoria, que presido, y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) han denunciado enérgicamente los métodos utilizados por el régimen de Mohamed VI para debilitar con amenazas e intimidaciones a los defensores de los derechos humanos y silenciar las voces libres y críticas que hay en el país.
Sin embargo, el régimen intenta trasladar una imagen de modernización, de apertura democrática internacional.
En Marruecos se practica el acoso mediático y la violación de la intimidad a activistas y a sus familias. Hay pirateo telefónico, montajes de juicios de opinión disfrazados de juicios de derecho común. Siguen produciéndose detenciones arbitrarias que empujan a los acusados a huelgas de hambre que ponen en peligro su integridad física. Este es el estado de los derechos humanos en Marruecos hoy en día. Una calamidad. Esto es lo que están sufriendo, por ejemplo, los detenidos del Hirak del Rif y los activistas de las revueltas sociales. Es lo que están viviendo Maâti Monjib y los periodistas Omar Radi y Soulaimane Raissouni, a quienes expreso todo mi apoyo y solidaridad, así como a sus familias. El deber de todos los demócratas y defensores de los derechos humanos internacionales es exigir al régimen la inmediata puesta en libertad de estos detenidos y que cesen los procedimientos contra ellos.
¿Qué es lo que más daño le ha producido en estos últimos 56 años?
La imposibilidad de elaborar el duelo. Mehdi Ben Barka fue un político brillante pero ante todo fue mi padre.
El tiempo transcurre en espiral. Al menos así lleva viviendo el suyo Bachir Ben Barka (Rabat, 1951) desde que el 29 de octubre de 1965 dos mafiosos secuestraron a su padre Medhi a las puertas de la Brasserie Lipp de París a plena luz del día. Nunca más se supo del político más universal de la historia...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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