La vita nuova
Ucrania y Génova
El lenguaje de la guerra no es claro por definición. El lenguaje de Putin tampoco. El de la OTAN y el de EE.UU. es una juerga similar. Entre los dos bloques creados no hay ninguno caracterizado por su transparencia, esto es, por su carácter democrático
Guillem Martínez 26/02/2022

Séptima ola
J. R. MoraEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
1- La guerra es un lenguaje. Lo cambia todo. Si no lo cambia todo, no es una guerra. La guerra es como el amor. Pero al revés. Solo le basta existir para imponerse sobre el resto del ruido.
2- La guerra de Ucrania se ha colado en la partida esp. De pronto, la partida esp es vieja y de mal gusto. Es ruido.
3- La partida esp es vieja y de mal gusto. Y es ruido, de repente. Pero existe. Recordémosla. PP contra PPMAD. Y, en medio, una lucha no verbalizada, que gira en torno de a) la singularidad MAD –ese Dombast económico, cuyas dinámicas crean contradicciones, incluso, con otras territorialidades PP–, de b) los límites decorosos de la corrupción –¿hasta qué punto es lícito el saqueo? ¿Debe de ser intenso? ¿Eso pone en peligro otras dinámica más sostenibles y menos intensas?– y de c) las diferencias entre PP y Vox –PP y Vox, que tienen una cultura en común, ¿pueden tener los mismos métodos y lenguaje? ¿PP puede ser un partido revolucionario y trumpista a escala 1:1, que haga golpes en su propio partido?–. Es una discusión tan importante como insolucionable –MAD, ese bujero negro territorial y económico, es el modelo, el destino, los límites; no se puede cambiar a MAD, ni a nada ni a nadie, sin cambiar el modelo político y social de Esp; como máximo, se puede esconder–. Sobre su importancia: toda esta discusión no aparece en los medios, en tanto que los medios que informan a las élites PP no se inventaron para informar, sino para confirmar. Lo que indica que no estamos en un momento de confirmación, sino de perplejidad. Una crisis en un partido no es otra cosa que perplejidad, quedarse con la boca abierta, una implosión comunicativa. Recordemos cómo quedó todo, antes de la guerra de Ucrania, es decir, hace pocos días, pero miles de años.
4- Los barones –el hecho territorial; las CC.AA., esas cosas que se dividen en CC.AA. de risa, de verdad/forales/Estados federados, y MAD, esa mezcla de comunidad autónoma de risa y de soberanía económica orientada al llanto– decidieron el envío de Casado al bufete Martínez-Echevarría. Las razones, confusas, precipitadas, se agrupan en dos direcciones.
El PP es una comunidad de intereses, antes que un partido. Vertebrado, desde los 90, a través de la selección negativa
5- A saber: a) diversos errores políticos atribuibles a Casado –lo de la votación de la reforma laboral, ese gastarse un ojo de la cara con UPN y fallar por el dedo de la mano de un diputado PP; el uso de Casado de un trumpismo adhoc en la campaña de CyL, no traducido luego en éxito electoral, como en MAD; la gestión de la crisis periódica entre PP y PPMAD–. Y, no menos importante, sino más: b) el hecho de que toda esa consecución de fallos haya cristalizado y culminado en un fallo mayor: la exposición en público de actividades de corrupción de una baronesa. Una baronesa te puede caer bien o mal, la puedes ver como una amenaza o como un exceso, pero, si eres barón, es una compi. Alguien con tu oficio. Un precedente.
6- Sobre el oficio. El PP es una comunidad de intereses, antes que un partido. Vertebrado, desde los 90, a través de la selección negativa. La selección negativa es un oficio inestable. Metáfora. En la gestación de la anterior batalla territorial entre PP y PPMAD, cuando Cifuentes tenía el lío del máster trucho, un medio que estaba informando de ello, en un momento en el que aún había voluntad en el PP de seguir invirtiendo en Cifuentes, recibió esta oferta del PP: dejar de investigar a Cifuentes y, en su lugar, se ofrecería información sobre el joven prometedor Casado, al que se podría desollar con total efectividad y lucimiento. El medio siguió investigando a Cifuentes. Eso significó la muerte de Cifuentes, y el nacimiento, justillo, por los pelos, pero efectivo, de Casado. La selección negativa es una espada de Damocles sobre líderes poco diferenciados. Esto es, sustituibles, amortizables. Los líderes territoriales lo saben, pues ven esa espada encima de su cráneo a diario. Es posible que la hayan visto tan cerca que han preferido que caiga sobre Casado.
En el PP se ha elegido contacto con narcotráfico antes que con corrupción explícita, con trumpismo I+D y/o con Vox. Y, me temo, esa es la mejor opción del PP
7- Lo de Casado fue, por tanto, un impeachment cañí emitido por personas con una idea nítida de su partido y de su profesión, dos cosas que no transcurren en los medios. Casado estuvo como Héctor ante el momento de su muerte. Sereno y, aún con la pica en la garganta, con la capacidad de hablar. Durante horas, por lo visto. Tras una larga reunión consiguió llegar vivo –o en modo muerto que camina– hasta el congreso extraordinario que será en abril, si no llega un misil de Bielorrusia. Entre tanto, se ha fijado –al parecer por escrito; en el PP nadie se fía de nadie– el compromiso de que Feijoo sea el sucesor. Y no Ayuso, que no está en la partida, salvo en la de los medios. Esto es, se ha elegido contacto con narcotráfico antes que contacto con corrupción explícita, con trumpismo I+D y/o con Vox. Y, me temo, esa es la mejor opción del PP. Ayuso ya está amortizada. Puede ser sustituida, o puede ser una rareza más en PPMAD. Pero una semana es mucho. Y un mes –hasta el congreso– más que mucho. Se trata de un tiempo precioso como para no poder sospechar que ocurra otra cosa. Puede suceder otra cosa. Por a) espada de Damocles de la selección negativa. O por el hecho de que b) PP y Vox son informalidades, de alguna manera y grado formalizadas desde afuera, por Aznar. Si así lo desea, Aznar tiene medios para imponer otro líder. O, incluso, otro itinerario.
8- Pero en eso llegó la guerra. Y –punto uno– la guerra es un lenguaje. Y, como lenguaje, afecta a todo. Incluso a todo este proceso de cambios y posibilidades en el PP. Que no son más que un lenguaje.
El Estado es la unidad de la guerra. Y de su lenguaje. Lo que no tiene por qué suponer la civilización de los nacionalismos, sino su acomodo en su biotopo tradicional
9- El lenguaje de esta guerra, en su momento de partida –una guerra es un punto de partida; un tránsito sometido a mutaciones; el punto de partida de una guerra es en ocasiones el contrario al de su llegada/final– es, por necesidades escénicas, contrario al lenguaje del enemigo. Putin. Los partidos putinistas, su lenguaje, van a recibir un duro capón del destino. En Cat –el único gobierno, o paragobierno, occidental que se ha reunido con la cosa Putin y que, en ocasiones, ha calcado su lenguaje–, es un punto y final a la tendencia de extrema derecha 2.0 en JxC. O no. Pero, en todo caso, si sigue emitiendo en su tesitura, emitirá desde un punto concreto, identificable, sin ambigüedades, contraproducente para su futuro. Le sucederá lo mismo a Vox, deslocalización esp de las extremas derechas 2.0 europeas, moduladas y relacionadas con Putin. Si incorporar a “lo” Vox en el PP, como lenguaje y escenografía, estuvo en el debate, ese punto de la discusión ha salido pitando. Es tiempo de hibernación en Vox, y de la derecha revolucionaria. No se entusiasmen, que las hibernaciones, como su nombre indica, suelen durar un invierno. Si duran más se les llama muerte. O resaca. Por lo mismo, es tiempo de que los nacionalismos periféricos que defendían, sin ganas, como discurso, como fake, la creación de un nuevo Estado, piensen en otra cosa. Tampoco les costará. El mundo de las creencias da para mucho. Lo da todo.
10- Es momento para nacionalismos de Estado, me temo. El Estado es la unidad de la guerra. Y de su lenguaje. Lo que no tiene por qué suponer la civilización de los nacionalismos, sino su acomodo en su biotopo tradicional. En Esp, el constitucionalismo –esa cultura en común en PP y Vox; Vox es poco más que constitucionalista– está dotado de una serie de ingredientes nacionalistas gore, que le pueden facilitar una dulce adaptación al nuevo periodo. Ese nuevo periodo puede tener su componente nacionalista, constitucionalista, sin necesidad de Vox o de bisontes. Con los propios trazos de Vox y de bisontes que posee PP, y con lenguaje y estéticas diferenciadas y alejadas de la Putin vida. Sí, parece que el destino, al menos hoy y a esta hora, ha dado un empujón a Feijoo, en el caso de que hubiera un interés anterior por empujar a Vox hacia el trade-mark PP. La guerra depura posibilidades, y excluye otras. Es, lo dicho, un lenguaje.
Los nacionalismos tienen su lugar asegurado en esta nueva Europa, en guerra y con lenguaje de guerra
11- No se preocupen, en todo caso, por los nacionalismos. Los nacionalismos, en fin, tienen su lugar asegurado en esta nueva Europa, en guerra y con lenguaje de guerra. En este momento los nacionalismos al límite del decoro tan solo deben abandonar su asociación con Putin. No tiene por qué resultar complicado en Europa. Una Europa con problemas para reponerse de la gripe española, que esta vez vino antes de la guerra, y no después. Una guerra que ya ha supuesto que los combustibles fósiles vayan al precio del azafrán, y que ha conseguido, alehop, que el principal proveedor de gas ya sea EE.UU., a través del gas licuado, esa forma del combustible que necesita ser licuada, transportada y deslicuada. Esa hoguera carísima de gas no calculada es una metáfora de la época. El neoliberalismo carece de la capacidad para leer la realidad, que no para rentabilizarla. Y la realidad, te pongas como te pongas, ya tiene palabras. Es a) cambio climático, b) crisis energética, d) posibles, previsibles y progresivos fallos de suministros, que empezaron en 2020, y e) desequilibrio y desigualdad social, aumentada por a) y b). Y los nacionalismos están ahí. En ausencia de cambios, y con fractura social, son la cohesión más a mano cuando se carece de otra. Y se carece de otra.
12- Lo de Ucrania será largo, o corto, pero determinante. Tendrá fases. En el momento en el que escribo esto se habla ya de una posible negociación entre Kiev y Moscú. Por el estatus de neutralidad, por paz por territorios. Veremos. Tal vez es poca paz y muchos territorios. Todos. Tal vez el siguiente paso es la resistencia armada. Vete a saber. Ucrania ha protagonizado dos resistencias improbables. La primera, contra los alemanes y, luego, contra blancos y bolcheviques, estuvieron a punto de ganarla. Sin BCN, esa sería la victoria más dilatada del anarquismo en el mundo. La segunda, contra los alemanes, la ganaron. Vete a saber lo que pasará. El lenguaje de la guerra, en fin, no es claro por definición. El lenguaje de Putin tampoco. El de la OTAN y el de EE.UU. es una juerga similar. Entre los dos bloques creados no hay ninguno caracterizado por su transparencia, esto es, por su carácter democrático. Pero ese lenguaje difícil de interpretar determinará Europa.
13- La guerra es un lenguaje. Que solo sirve a sí mismo. La fantasía de la política.
1- La guerra es un lenguaje. Lo cambia todo. Si no lo cambia todo, no es una guerra. La guerra es como el amor. Pero al revés. Solo le basta existir para imponerse sobre el resto del ruido.
2- La guerra de Ucrania se ha colado en la partida esp. De pronto, la partida esp...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí