Crónica
Lo jondo y las paradojas
El espíritu morentino y cervantino se asoma por el cante de Falo y en la guitarra de Riqueni
Pedro Calvo 31/03/2022
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Con cuentagotas. Esta temporada el buen flamenco está llegando a los madriles con cuentagotas. Otra cosa es que las gotas tengan calidad de mares y hasta de océanos galácticos. Al cantaor Rafael Jiménez Falo le hemos disfrutado en la cueva-taller de esta casa, CTXT. Un emocionantísimo recital que acompañó de lujo la presentación del I Festival Flamenco Fiebre del Cante (más adelante les contaré algo de este evento primaveral). Y al maestro Rafael Riqueni, más allá del laurel y de la nube, lo escuchamos ascender y penetrar en lo más íntimo de su lirismo. Una explosión creativa hacia afuera y hacia dentro. Fue en el teatro Alfil, dentro de la programación del Círculo Flamenco de Madrid. En proporciones y medidas diversas, ambos artistas, el cantaor de Oviedo y el tocaor de Triana, tienen lo que el poeta cubano Lezama Lima llamó “la cantidad hechizada”: aquella en la que se logra la sobrenaturaleza.
La Cueva de CTXT mola. Está en el underground de esta revista y ahí se hacen talleres o se escucha música. Tiene un aforo de bolsillo. Ahí cabe un respetable tamaño piquete, un niño de pecho que no llora y un perrito que no ladra. Y ahí Rafael Jiménez Falo (muero por este cantaor) realizó un recital de altura, de muchos pisos de altura. Vino con la guitarra de Claudio Villanueva, tocaor chileno bien sobrado de conocimiento y afincado en el foro. Falo hizo un repertorio centrado en su titánico y conmovedor disco El cante en movimiento, que pone en práctica una teoría y declaración de principios. El cante se mueve. No hay foto fija que lo contenga. No hay paradigma que resista las sacudidas el tiempo.
Falo hizo un repertorio centrado en su titánico y conmovedor disco El cante en movimiento, que pone en práctica una teoría y declaración de principios
De las interpretaciones que regaló Falo, voy a empezar por la última, la que cerró su recital. Fue la Malagueña de Enrique el Mellizo, cumbre de la creación flamenca. “Era en el mundo envidiable…”, así comienza ese ascenso ascético y barroco a la vez. El flamenco, como todo gran arte, tiene la condición paradójica. Uno y su contrario se soportan de maravilla en el cante en movimiento de Falo. Lo estudioso y su medida. Lo inconsciente y su desmesura. Contrarios a pares en un mismo filamento incandescente. De la honestidad y el talento al hacer esa aventura de las paradojas depende su verdad artística. Falo explicó que, para complicar más las cosas, colocaba en el arranque de ese cante la preparación por granaína de Aurelio Sellés. En su malagueña del Mellizo, marcada por el suspense y la delicadeza, también por el coraje y cierta violencia sentimental, se reveló la noble raza de los melancólicos. El desconsuelo fluye. En su disco ¡Cante gitano! (1996) la tiene grabada Falo sobre un coro de canto gregoriano. La voz va subiendo por esa frágil y compleja escalera a la gloria que creó en la segunda mitad del siglo XIX Enrique el Mellizo. Puntillero y matarife de oficio, aquel mítico cantaor gaditano se refugiaba en la iglesia, en su órgano y su gregoriano. Su voz absorbía el misterio, lo metabolizaba. Y también, cucurucho de pescaíto en mano, el Mellizo se iba a contemplar el mar, a cantarle a las olas. En todo su repertorio estuvo Falo sembrado, sutil y bien sabido. Por soleá, en los tangos “La llave de la alegría” y en esa montañesa tan del folklore paisano y tan suya:
“Si la nieve que cae cubre las rosas
Ya no veré en el monte a la más hermosa
¡Ay amor!, si en la nieve resbalo
¡Qué haré yo!”
La melancolía ronda a Rafael Riqueni. Hombre humilde que da las gracias con la mirada clavada en el suelo. Su toque es un prodigio sobrenatural: minimalista y exuberante, austero y suntuoso, recogido y desbordante, sobrio y embriagador, tenue y axiomático, sobrehumano y mortal.... No se agotan las paradojas que barrenan la pelota mientras se escucha la música de Riqueni. Creador todopoderoso, cada nota, cada acorde, tiene tal enjundia y tanta jondura cifrada que nada más liberarse en su sonanta vienen los del Museo de Pesas y Medidas de París, atrapan el tesoro y se lo llevan en custodia. Una guitarra de palo en sus manos, platino iridiado en el alma.
Habla la guitarra a solas. Hizo Rafael mayormente los temas de su último y superlativo álbum Herencia, un homenaje desde su guitarra desnuda a los artistas flamencos que le han dejado una huella indeleble: Pepe Habichuela, Mario Maya, Joaquín Amador, Enrique de Melchor, Tomatito, Serranito, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucia y Enrique Morente. Con tales inspiraciones lo que sale te corta el aliento. Llorera cósmica con la granaína “Triste Luna”, dedicada al maestro Morente. De poder a poder, pero con delicadeza: ese era el juego entre Rafael y Enrique cuando estaban juntos en escena. Las miradas de asombro y reconocimiento se cruzaban entre ambos. Guitarrista y cantaor estaban tocados por un dios desconocido. Se miraban y se daban las gracias, regalando con bondad lo mejor de su arte.
La evocación es un vórtice inagotable en las cuerdas de Riqueni. A la memoria del bailaor Mario Maya ha compuesto “Farruca bachiana”, un tema de una belleza que te caes y vuelas. Aunque no estén en el listado del disco Herencia, los tristes trópicos del brasileño Baden Powell están en esa farruca sublime. El fulgor impresionista de Atahualpa Yupanqui ponía serenidad por los caminos del indio. Su eco resuena en Riqueni sin pedir permiso. Del disco Alcázar de Cristal, una pieza de cenital inspiración clásica: “Esa noche”. Una composición de amor y una sorpresa. Salió a bailarla Carmela Riqueni, me dicen que sobrina del maestro. ¡Qué manera de seducir con el manejo del mantón! La seda recorta el aire como el capote de un torero. Pero ningún animal muere sobre las tablas. Afortunadamente. En cuclillas, a la manera en que paren las indias tarahumara, mutada en ente expresionista, Carmela hace un baile invisible que se palpa tras el imantado mantón. La prenda se convierte en lienzo flotante o en burka antes de la liberación. Una maravilla de música. El cuerpo evolucionando desde lo atávico a la modernidad. Y como el mundo es tan amable, hay colisiones milagrosas. Curan y dan vida al melancólico. Momentos encadenados de introspección geológica. Y Morente ausente. Un aleph. Ay Morente… Ese espíritu morentino y cervantino se asoma por el cante de Falo y en la guitarra de Riqueni. “Si creo que hay algún otro que tenga como un poder natural el ver lo uno y lo múltiple, perseguiré sus huellas como si fuera un dios”, dijo Sócrates y Platón lo puso por escrito en su Fedro.
I Festival de flamenco Fiebre del cante
Pedro Lópeh, musicólogo y compañero de esta revista, presentó Fiebre del Cante, evento que tendrá lugar en los predios de Espiel (Córdoba), los días 13 y 14 de mayo. Los artistas flamencos que intervendrán son Pepe el Boleco, Christian Moret, Paqui Ríos, Manolo Simón, Laura Marchal, Antonio Haya el Jaro e Ignacio de Amparo.
Dos jornadas de disfrute y convivencia flamenca. Conciertos, charlas, encuentros y mercadillo al aire libre. Las opciones para dormir son al raso bajo las estrellas, en tienda de campaña o furgoneta, en el albergue del lugar o en los hostales y casas rurales de la zona.
El flamenco se echa al monte en son de paz.
Más información en la web: https://fiebredelcante.com/
Con cuentagotas. Esta temporada el buen flamenco está llegando a los madriles con cuentagotas. Otra cosa es que las gotas tengan calidad de mares y hasta de océanos galácticos. Al cantaor Rafael Jiménez Falo le hemos disfrutado en la cueva-taller de esta casa, CTXT. Un emocionantísimo recital que...
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Pedro Calvo
Periodista chusquero. Nací en Cuatro Caminos (Madrid), en 1954. Vengo de los felices tiempos del estajanovismo plumilla. Me dio por escribir de músicas y de la tele. Tengo el humor ahí. Una manía. En RNE me dejan ponerme fino delante del micro.
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