Ganas de quemar cosas
Democracia plana
Está muy feo que un representante gubernamental salga en rueda de prensa a revelar cositas propias de democracias deficientes, y aproveche para proclamar la plenitud de la democracia
Alicia Ramos 16/05/2022
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El bueno de Marx consideraba a The Economist algo así como el boletín oficial de la aristocracia financiera. Pero lo leía. Ahora nos parece raro. De repente hay cosas que nos parecen raras. Como el himno de Cataluña introduciendo a los reyes de España en los Juegos Olímpicos de Barcelona en el 92. Ahora sería imposible. Alguien lo impediría. Para evitar la indignación de tanta gente que sería a priori incapaz de distinguir Els Segadors de Las seis metamorfosis de Ovidio de Britten.
Pero The Economist, independientemente de lo lejos que se pueda estar de sus planteamientos, es una publicación rigurosa. Que no es poca cosa. Y actualiza anualmente un Índice de Democracia Global a partir de cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política.
Cuando el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, compareció hace unas semanas para revelar que el teléfono del presidente y el de la ministra de Defensa habían sido infectados por un software espía, dijo dos veces, no una sino dos, que España era una democracia plena.
No digo que no, qué voy a saber yo, pero para The Economist dejó de serlo en 2021 por una rebaja en su puntuación motivada por la no renovación del Consejo General del Poder Judicial. Que estamos en 2022 y sigue caducado, también te digo.
Ahora España es una democracia deficiente.
No pasa nada. También son democracias deficientes Malasia, Estados Unidos, Sudáfrica y Letonia y tan felices que son, ¿tú los has oído quejarse?
Pero es una democracia deficiente. Y está muy feo que un representante gubernamental salga ahí, en rueda de prensa, a revelar cositas propias de democracias deficientes, y aproveche para proclamar la plenitud de la democracia.
Y es que es una moda. Ahora todo el mundo aprovecha para decir que nuestra democracia es tan plena como cualquier otra, dónde va a parar, y que decir lo contrario es atacar a la democracia. Mantener en vigor la Ley Mordaza no es atacar a la democracia, eso está estupendísimo de la muerte.
Por eso se me había ocurrido una propuesta que puede movilizar a la población para superar la polarización, la crispación, la desafección y todos esos horribles males que aquejan a nuestra ya no tan joven democracia: ¡recuperemos la condición de democracia plena!
Pero no con una calificación de entre ocho y nueve puntos, como teníamos antes de que el gobierno de la judicatura se convirtiera en otra herramienta del lawfare del Estado Profundo (tengo unas ganas de que alguien me explique de manera transparente y cabal qué cosa es el Estado Profundo…), no, ¡vayamos a por la democracia plena plena! ¡La democracia fetén! ¡Sin mácula! Canadá y Australia y todo eso mola, pero Finlandia es otro nivel. Y a ese nivel es al que tenemos que aspirar.
Y es un plan sin fisuras: nadie te va a decir “no, es que yo la democracia la prefiero deficiente porque esto y porque lo otro”, qué va, aquí todo el mundo es demócrata de pura cepa y niegan la existencia de campos de concentración durante el franquismo porque así defienden la democracia. Bueno, cuántas décadas llevan convenciéndonos de que monarquía, capitalismo y democracia son tres pilares de una misma cosa. La monarquía como condición de posibilidad de la democracia, Pericles se caería de culo. Y lo del capitalismo, pues ya lo dejo a juicio de The Economist.
Pero, en serio, insisto. Podríamos fijarnos una meta, qué sé yo, de aquí a 2026, por poner un año al azar. Para entonces podríamos haber trabajado colectivamente como sociedad para corregir nuestras carencias en cultura política, en participación. Ningún partido se opondría, aunque en su fuero interno piensen que la democracia es un invento del demonio. Solo ventajas se pueden obtener de un proceso así. Hagamos que exista un organismo integrado por representantes de la sociedad civil que vayan haciendo su propia evaluación según los baremos del Índice de Democracia Global, que se vayan mostrando los datos y los gráficos en pantallas instaladas en todas las ciudades, grupos de personas voluntarias haciendo lo que quiera que sea que hagan las personas voluntarias, que sea un reto colectivo. Como Eurovisión, pero en serio. No vamos a cambiar nada en profundidad, pero a lo mejor revertiríamos este deterioro progresivo y el vaciamiento de las instituciones que reduce la democracia a una serie de procedimientos desvirtuados en vez de una cultura política vibrante.
Y sobre todo, de aquí a 2026 no tendríamos que aguantar a ningún papanatas diciéndonos desde tribunas institucionales que esto es una democracia plena, porque todo el mundo tendría bien presente que no lo es.
El bueno de Marx consideraba a The Economist algo así como el boletín oficial de la aristocracia financiera. Pero lo leía. Ahora nos parece raro. De repente hay cosas que nos parecen raras. Como el himno de Cataluña introduciendo a los reyes de España en los Juegos Olímpicos de Barcelona en el...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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