SEMILLAS DE OKRO
Despierta, Safo
Conversaciones sobre el final de ‘Killing Eve’. Contiene ‘spoilers’
L. Elisa Cebrián Sale 18/05/2022
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Tal cual dice Txus García “¡Cuidado! Las locas contagiamos / la fuerza del coraje / las ganas de luchar / y el poder vivir por fin, sin miedo”. Si en algo conectamos con Villanelle y con Eve, fue en ese deseo de dinamitar sus propios límites sin culpabilidad. Eve quería una vida fascinante de espionaje y peligro –apocopada inicialmente en su papel de mujer asiática en un matrimonio heterosexual e interracial–, y Villanelle deseaba experimentar una conexión humana real, y desaprender una vida de violencia y caos, destruyendo la organización internacional que la había convertido en una muñeca rota. El poder que las catapultó vino del mutuo deseo y acercamiento por amarse y entenderse a pesar de encontrarse en lugares opuestos de la misma línea. Ese era el motor de Killing Eve (2018-2022), y ellas, nuestras heroínas sáficas. Que tremenda visibilización del poder subversivo del amor lésbico haya sido ninguneada y brutalizada en los últimos minutos del último episodio de la serie supone una traición a la historia. El asesinato de Villanelle mientras estaba abrazada a Eve, después de reventar la cúpula de la organización que las mantenía separadas, ha sido traumático. Materializa, una vez más, una herida transitable para muches disidentes sexuales y de género que habíamos acompañado este proyecto, y que seguimos apostando por historias que alcancen nuevos desafíos narrativos sobre la diversidad. Pero recordamos amargamente que el amor entre dos mujeres debe ser contado con nosotres y por nosotres… y nadie más tiene el poder de cercenar ese amor si no está a la altura de entenderlo.
Todo cuanto se ha dicho después sobre Killing Eve por parte de los responsables de este final es que una de las dos debía morir, que su amor no era posible ni sería duradero. Las personas encargadas de dar salida a un final encasillado en una de las decisiones narrativas más homófobas existentes y activas aún –conocida como Bury Your Gays o concretamente el Síndrome de la Lesbiana Muerta–, han sido incapaces de ver a Eve y a Villanelle como verdaderas heroínas. ¿Acaso si hubiera sido un romance heterosexual se hubiera consumado antes del último episodio?, ¿acaso habríamos transitado esa relación un poco más?, ¿acaso si no se hubiera consumado su relación hubieran sobrevivido? A pesar del esfuerzo titánico de Sandra Oh y Jodie Comer, el magnetismo entre sus personajes ha quedado en pantalla como una rara avis, una entelequia difícil de configurar porque nunca se le dio el espacio necesario para ser explorada.
Cada vez que una heroína sáfica es brutalmente asesinada después de alcanzar el amor correspondido –y físicamente consumado– en las producciones audiovisuales, miles de sáficxs honramos su memoria: ungimos su cuerpo en aromáticos aceites para limpiarle las heridas –mortales y al mismo tiempo narrativamente innecesarias–, la velamos, la cubrimos de flores, la cuidamos y le rendimos tributo… El legado de Safo sobrevivió a la quema reiterada y selectiva de sus textos, trascendiendo a través de discípulas futuristas que la mantuvieron viva colectivamente. Renée Vivien a finales del siglo XIX acudió a una Mitilene simbólica, visitando a la poeta griega, y las sáficas de hoy compartimos los textos de Vivien porque le fue denegada su entrada en la antología poética francesa de André Gide. Renée en conversaciones con Safo nos advertía que solo lxs poetas sáficxs tenían el poder de trascender y recopilar nuestras angustias para ser reformuladas y resueltas en futuros posibles. El universo poético de Emily Dickinson se mostró de forma póstuma gracias al cuidado de su hermana y de su adorada Susan. Otras, como Anne Lister o Rosa Chacel, se contaron en preciados cuadernos de memorias para que aprendiéramos cómo construir nuestros nuevos horizontes.
Quienes aparecieron en los juzgados quedaron inmortalizadxs en tinta en los registros. Eleno de Céspedes escapó a la invisibilidad del siglo XVI para materializarse fuera del binarismo hombre-mujer y amar a María, así como alteró la noción de ser negrx como sujeto sociopolítico brutalizado ejerciendo de cirujano en la Corte. Eleno es un héroe sáfico sin límites, fascinante y cautivador dentro la Historia de España invisibilizada, partícipe de la subversión de la estructura colonial en tiempos de Felipe II. Las Cañitas, Inés y Catalina, en el siglo XVII siguieron encontrándose y usando “un artificio de caña en forma de natura de hombre” a pesar de las varias multas y diversas condenas al exilio. Elisa y Marcela se casaron al poco de iniciarse el siglo XX, las separaron, se reunieron, crearon una familia y fueron perseguidas constantemente mientras se amaron.
El amor sáfico maneja materias preciosas y múltiples, conjuga aquello aún no nombrado o deliberadamente borrado, lleno de posibilidades. Las mujeres, las corporalidades no binaries asignadas mujer al nacer o los hombres transgénero, personas disidentes sexo-género racializades, lesbianas, bisexuales, pansexuales; hemos coincidido en el mismo laboratorio emocional que Eve y Villanelle visitaron para crear su amor. Y su pérdida, su asesinato, nos resuena en esas tantas otras amantes a quienes se les sigue negando la visibilidad.
Gracias a esos espacios de construcción, nos estamos cuidando. Desde que terminó la serie el pasado 10 de abril, se han potenciado múltiples espacios de conversación, lugares para discutir sobre salud mental en la disidencia o apoyar el antirracismo en espacios digitales, estrategias de prevención de la LGTBIAQ+fobia, altares improvisados en localizaciones de la serie, búsqueda de soluciones y denuncia a los artífices de este final tan dañino para generaciones futuras... Abrazar y acogernos colectivamente es ahora nuestro motor mientras formulamos destinos para nuestras heroínas sáficas que quizá otres nunca imaginarán. La producción de los métodos alternativos de ficción, más conocida como fanwork, continúa floreciendo, dándole otras tantas vidas a Villanelle para Eve.
Es imprescindible que lxs sáficxs protejamos nuestras historias, y sembremos de esperanza los espacios de poder que nos arrebatan cada vez que convierten nuestra existencia en tragedia de consumo. Para que no muy lejos en el tiempo, como vaticinó Diana Rodrigo Ruiz al descubrise heroína, “quizá no haya trágico desencuentro, / quizá no seamos débiles / y la pérdida y el desánimo / nos sigan siendo anónimos, / y continúen ganando / mis mayúsculas a tus minúsculas / y tus máximos a mis mínimos”.
Tal cual dice Txus García “¡Cuidado! Las locas contagiamos / la fuerza del coraje / las ganas de luchar / y el poder vivir por fin, sin miedo”. Si en algo conectamos con Villanelle y con Eve, fue en ese deseo de dinamitar sus propios límites sin culpabilidad. Eve quería una vida fascinante de espionaje y...
Autora >
L. Elisa Cebrián Sale
Licenciada en Medicina por la Universidad de Valladolid. Especializada en Medicina Intensiva. Activista afrofeminista, disidente sexual. Colaboradora en radio y medios digitales sobre música, cine y literatura.
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