Ganas de quemar cosas
¿Cómo se atreven a gobernar si les he votado yo?
Los medios de comunicación tratan de redisciplinar a las masas para recordarles cuál es su sitio y delegar en ellas la vigilancia que impida que gente surgida de esas propias masas acceda a puestos de poder
Alicia Ramos 14/07/2022
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Me llamó muchísimo la atención la forma en que la prensa atacó a Hugo Chávez cuando ganó las elecciones en Venezuela en diciembre de 1998. No me sorprendía que lo atacaran, solo faltaba. Pero sí que me sorprende esa retórica que escucho a veces sobre “por qué la izquierda no es capaz de construir sus propios medios de comunicación, sus televisiones, sus periódicos de gran tirada”, como si no fuera una evidencia que los grupos de comunicación son grupos empresariales y compiten con las mismas reglas que el resto del capital. Y los intereses del capital NO son nunca los intereses de la izquierda.
Bueno, que no vine a hablar de eso, lo que me llamaba la atención de los ataques a Chávez era que se basaban en su extracción social y étnica. Que si pobre, que si negro, que si indio, que si zambo, que si feo y poco elegante, que si cómo presentar al mundo a un presidente así. Y yo, que hace veinticinco años era muy ingenua (más aún que ahora, Willy), me preguntaba cómo podían ser tan torpes, que aquello era contraproducente porque la mayoría de la población venezolana tenía mucho más en común con Chávez, en cuanto a extracción étnica y de clase, que con todas las personas que le habían precedido en el cargo jamás. Ahora sé algo que a finales del siglo pasado no sabía: ese mensaje iba dirigido precisamente a la gente que tenía muchas razones para sentirse representada por Chávez, porque los propietarios de los medios de comunicación sabían que mucha de esa gente en vez de ofenderse y decir “pues claro que que sí, ¿o es que el pueblo no tiene derecho a gobernar?”, iban a pensar “qué vergüenza, ¿qué se habrá creído ese oscurito como yo, durmiendo en La Casona y viajando en avión?”.
Lo del avión es fundamental, no sé por qué se ha constituido en el símbolo que separa a una clase social de otra, viajar en avión.
El caso es que en Venezuela no funcionó, en el sentido de que ese soliviantamiento de las masas no culminó en un cambio de régimen, aun recurriendo a golpes de Estado, sabotajes y cierres patronales, asonadas y bloqueos desde el exterior, ¡y un ridículo intento de invasión, que esa fue buenísima! Pero sí ha servido en Venezuela y fuera de ella para redisciplinar a las “masas”, para recordarles cuál es su sitio y para delegar en ellas la vigilancia que impida que gente surgida de esas propias masas acceda a puestos de responsabilidad, toma de decisiones y, en última instancia, poder. Y esa es la vía que se ha impuesto y bajo ese prisma entiendo todas estas cosas que están pasando al mismo tiempo. Como lo del avión, por empezar por algún lado. ¡El Falcon!
El aparato se llama Dassault Falcon 900 y es una versión del Falcon 50. Como su propio nombre indica, no es tecnología española, que a mí plim, pero si yo fuera nacionalista me gustaría que el avión en el que se desplazan los miembros del gobierno en sus viajes internacionales fuera desarrollado y fabricado en España. Y los coches oficiales y los ordenadores y los teléfonos y todo eso. Pero, por suerte, no soy nacionalista.
La lista de ministros y ministras en viaje oficial a Estados Unidos que hayan volado en clase turista de una línea regular se eleva a cero, creo. El avioncito está para eso. No para ir a ver partidos de fútbol o a vender barquitos a Sidney. Pero los medios insisten en que una cajera se ha ido a Nueva York en el Falcon. ¡Una cajera! ¿Qué dirán las cientos de miles de cajeras? ¿Que qué hay de malo en que una excajera en viaje oficial use el medio oficial? Pues parece ser que no, que la mayoría no dirán eso. Y llevando estos mecanismos al extremo, no son las personas que no han votado a un gobierno las que se indignan cuando este gobierno pretende gobernar, sino precisamente las que lo han votado, porque la pregunta no es “¿cómo se atreven a gobernar si no les he votado?” sino “¿cómo se atreven a gobernar si su legitimidad emana de mi voto, que soy una persona desgraciada y vetada para tomar decisiones importantes que atañan a mi futuro?”. Así acabamos siendo nuestro peor enemigo.
¿Y si alguien que nunca en la vida ha sido cajera, ni maldita la necesidad que ha tenido de serlo, decide que del dinero que se recauda entre todas las personas contribuyentes, las cajeras también, se va a dedicar una cantidad a becas para que estudien personas ricas en centros privados? Estupendo, claro, esa gente también tendrá necesidades, ¿y lo bonito que hacen en las calles con sus coches de alta gama?, eso no está ni agradecido ni pagado.
¡Y ya está bien del “secuestro mediático” del Orgullo, que entre la OTAN y los maricones no puede una salir por la tele ya!
Me llamó muchísimo la atención la forma en que la prensa atacó a Hugo Chávez cuando ganó las elecciones en Venezuela en diciembre de 1998. No me sorprendía que lo atacaran, solo faltaba. Pero sí que me sorprende esa retórica que escucho a veces sobre “por qué la izquierda no es capaz de construir sus propios...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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