JUAN DIEGO BOTTO / ACTOR Y CINEASTA
“Los desahucios han dejado de ser noticia porque se han cronificado”
Francisco Pastor 19/10/2022
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
A Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) se le nota el ajetreo en la cara. Le cuesta dejar de atender al móvil, aunque sea de reojo, y su mirada tarda unos minutos en asentarse. Llega de presentar un pase de En los márgenes, en los madrileños cines Paz. En cuanto la proyección acabe, volverá al interior de la sala para hablar con los espectadores del largometraje, el primero que dirige. Como esta presentación, le esperan otras tantas. De hecho, el primer coloquio de esta gira ocurrió en las dependencias del sindicato Comisiones Obreras. Allí, se proyectó la película frente a muchos de sus intérpretes: activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Toda promoción es poca, ya que este camino arrancó hace siete largos años; cuando Botto y su pareja, la periodista Olga Rodríguez, empezaron a documentar desahucios y las historias humanas que escondían.
En lo estrictamente comercial, En los márgenes se estrenó el 7 de octubre. Recaudó 250.000 euros en su primer fin de semana. Es todo un triunfo, ya que se presentó justo al acabar la Fiesta del Cine y a la vez que Los renglones torcidos de Dios, quizá la superproducción de la temporada. La cinta de Botto, aunque más modesta en la factura, resulta ambiciosa en todo lo demás. En ella actúan Penélope Cruz, Luis Tosar y Adelfa Calvo. A lo largo de 100 minutos de metraje, acompañamos a los tres protagonistas durante un día por los distritos del sur de Madrid y en peripecias muy dispares. Unidos siempre, eso sí, por la sombra de los desalojos. Y un rótulo en el metraje recuerda que aún se producen un centenar de desahucios al día en España. La cuarta parte de lo que llegó a ser tras la crisis de 2008.
“Pensamos que ya no hay desalojos, ni asambleas, cuando estas últimas se celebran todos los días. A las de Carabanchel siguen acudiendo cerca de 40 personas, pero ya no les prestamos atención. Igual que nos aburre pensar en el hambre en el mundo, los desahucios han dejado de ser noticia porque se han cronificado. Aquello que define nuestra actualidad no resulta noticioso. Lo que de verdad importa sucede a nuestro alrededor cada día sin que lo veamos”, reitera el cineasta, tras reconocer que ha tomado prestada esta última reflexión de su pareja. Aunque la película no ocurre en ningún año concreto, todo en ella parece sacado de la España de 2012, con el 15M recién mudado desde la Puerta del Sol hasta los barrios. De cuando las redes se llenaban de llamamientos contra los desalojos y la frustración aún no había conformado un partido político propio.
“Pensamos que ya no hay desalojos, ni asambleas, cuando estas últimas se celebran todos los días”
Intérpretes como el mismo Botto, Font García y el benjamín Christian Checa encarnan a personajes escépticos, individualistas y alejados por entero del activismo. El punto de giro principal de la película llega justo cuando esta se vuelve más documental: durante una asamblea de la PAH en la que toman la palabra ciudadanos de a pie, en lugar de intérpretes profesionales. Miembros anónimos de la plataforma, de los que han parado desahucios poniendo el lomo y llevándose los golpes. Un espectador preguntó a Botto si no le habría quedado un retrato algo grandilocuente de todo aquello. Los activistas respondieron que no, que al revés; que todo se había edulcorado.
“Uno nunca termina de documentarse. Podría estar hasta siempre encontrando más casos y realizando más entrevistas. Eso no se acaba, se abandona. Simplemente, llega el momento de juntar las piezas. También podríamos haber pasado la eternidad retocando el guion o dando vueltas en la sala de montaje. Todo se deja siempre a medias, en favor del siguiente paso”, apunta el director. Lo más farragoso, en cualquier caso, ocurrió al principio: encontrar el dinero para la película, de reunión en reunión, hasta convencer a otros de que una idea se podría convertir en cine.
Lo mejor, trabajar por primera vez junto a Rodríguez, con la que Botto convive desde hace tres lustros. En la pantalla, en cambio, el activismo pasa factura a sus héroes. Tosar interpreta a un abogado entregado a la causa, que choca cada vez más con la decepción de su pareja y el reproche de sus compañeros de trabajo. Como le recuerdan estos, no son las asambleas lo que le da de comer. “Yo mismo crecí pendiente de ese modelo de héroe, tan masculino, a lo Che Guevara. Ese que trae la revolución, pero destroza su entorno más cercano. Nos lo tendríamos que mirar, sobre todo los hombres. La paradoja es que, al final, son tipos así los que mueven el mundo”, anota el realizador.
Entre los planos de En los márgenes no hay grandes cabriolas artísticas ni ejercicios de estilo. El objetivo sigue a los personajes como un mero testigo de sus conversaciones y movimientos. Si alguno de ellos se traba o duda en el texto, la cámara sigue grabando. “Como espectador, me gustan muchos tipos de ficción. Pero me pregunto por qué en España hemos dejado atrás el cine social, mientras este se rueda con orgullo en Francia o Gran Bretaña. Quienes vean esta película quizá me descubran como director. Nada más. Mis ideas las conoce todo el mundo”, sostiene el cineasta. En realidad, una de sus primeras experiencias tras la cámara ocurrió en Hay motivos (2004), cuando dirigió un pequeño fragmento de aquel conjunto de cortometrajes contra la España de Aznar.
Un espectador preguntó si no le habría quedado un retrato algo grandilocuente de aquello. Los activistas respondieron que no, que al revés; que todo se había edulcorado
“Si hace 20 años el gremio de la cultura estaba más unido, al menos en lo político, es porque lo estaba el resto de España. La oposición a la guerra de Irak era unánime. Se daba por igual en carpinteros, soldadores o fontaneros. ¡Hasta las monjas venían a aquellas manifestaciones!”, recuerda Botto. Para cuando llegó el 15M, él era un militante ortodoxo y de partido. Como cuenta, de todas las asambleas que se formaron en la acampada de Sol, escogió la que discutía sobre economía: “Estaba acostumbrado a hablar, pero allí empecé a escuchar. Al principio me costaba. Pensé que todos aquellos chicos, 15 o 20 años más jóvenes que yo, actuaban desde la ignorancia. Sentía esa prisa, que también compartían otros, para convertir aquella frustración en una opción electoral. Eso llegó, pero no antes de haber creado todo aquel músculo en la calle, por suerte”.
“No mostramos un villano, porque no sería realista. La culpa no es de nadie en concreto. Hay una perversión en la estructura, en la banalidad del día a día”
Según el director, hace diez años los medios de comunicación elegían como sujeto a las familias precarias, que podrían perder su techo. Ahora, dan voz a los propietarios que vigilan con recelo sus posesiones. En los márgenes no muestra siquiera el rostro de los antidisturbios que ejecutan los desahucios. Tampoco a los banqueros que desoyen los tambores de la PAH. Sí vemos encargados algo insensibles a los problemas de los peones y trabajadores sociales que han perdido la paciencia porque no dan abasto. “Pero no mostramos un villano, porque no sería realista. La culpa no es de nadie en concreto. Hay una perversión en la estructura, en la banalidad del día a día. El ciclo del 15M, que tanto nos dio y nos quitó al tiempo, está acabado”, reflexiona Botto. Y toca apagar la grabadora. Los aplausos llegan desde la platea y el director sale corriendo para ese coloquio con el público. Esta asamblea será entre butacas, frente a una gran pantalla blanca y un telón de terciopelo.
A Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) se le nota el ajetreo en la cara. Le cuesta dejar de atender al móvil, aunque sea de reojo, y su mirada tarda unos minutos en asentarse. Llega de presentar un pase de En los márgenes, en los madrileños cines Paz. En cuanto la proyección acabe, volverá al interior...
Autor >
Francisco Pastor
Publiqué un libro muy, muy aburrido. En la ficción escribí para el 'Crónica' y soñé con Mulholland Drive.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí