Pilar Palomero / Directora de ‘La Maternal’
“Es importante que estemos haciendo películas nosotras, hay una deuda histórica”
Jesús Cuéllar Menezo 18/11/2022
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La directora zaragozana Pilar Palomero (1980), que esta semana presenta su segundo largometraje, La Maternal, sabe bien lo que quiere, como espectadora y como directora, aunque en esta entrevista reivindique la duda como base de su trabajo. Si en Las niñas (2020) partía de su propia experiencia de preadolescente en la Zaragoza de los primeros 90, aquí amplía el foco y, siempre desde el respeto a las personas y personajes que aparecen en sus películas, ahonda en un asunto poco presente en las pantallas: los embarazos adolescentes. Palomero habla de la importancia de la emoción en su cine, de la necesidad de ver y mostrar más experiencias de mujeres y del esperado impacto social de sus filmes.
En los últimos tiempos ha habido algunas películas sobre embarazos juveniles, como El acontecimiento de Audrey Diwan o Nunca, casi nunca, a veces, siempre, de Eliza Hittman. ¿Qué cree que aporta La Maternal a este tema tan infrecuente en el cine?
Las películas que mencionas yo las veo más enfocadas al aborto. No había ninguna que hablara sobre la maternidad y la adolescencia a la vez. Cuando conocí el tema y comencé a entrevistarme con mujeres que habían sido madres adolescentes pensé: ¿por qué no hablamos de esto? Cuando sucede, las madres se enteran cuando están de cuatro, cinco, seis meses, y se ven abocadas a esa maternidad. La única película que encontré es una comedia: Adiós, cigüeña, adiós de Manuel Summers. Una chica muy jovencita, tiene catorce años, queda embarazada, tiene el bebé, pero es una comedia.
En La Maternal hay una escena impresionante en la que las chicas del centro de acogida cuentan sus historias bajo la mirada de Carla. ¿Cómo aborda el trabajo con menores no profesionales, también presente en Las niñas? ¿Dónde ha aprendido a tratar ese material humano tan delicado?
Yo creo que en Sarajevo. Me fui a Sarajevo, donde estuve viviendo casi cuatro años, a hacer un programa, una especie de colectivo cinematográfico liderado por el director húngaro Béla Tarr. Fueron casi cuatro años de estar viviendo el cine de una manera muy peculiar. Con grandes directores que venían a Sarajevo y estaban allí quince días con nosotros. El cine se entendía como una herramienta política, artística, sin banalizarlo en absoluto. Bela, que para mí es mi maestro, repetía que lo más importante es la persona. A quien tienes delante de la cámara y lo que le sucede, lo que transmite. Yo siempre pienso en lo que me gusta a mí ver. Qué películas disfruto. Son esas en las que esa vivencia, ese rostro, me transmite cosas que van mucho más allá de una trama.
Para mí lo más importante es el casting, cuando llegabas al rodaje ya tenías la certeza de que había algo especial en la persona que habías elegido
¿Pero cómo consigue sacar todo eso?
En La Maternal y Las niñas hemos trabajado de forma muy parecida. Para mí lo más importante es el casting. Hacer castings muy exhaustivos. En La Maternal, cuando llegabas al rodaje ya tenías la certeza de que había algo especial en la persona que habías elegido, y que yo creo que tiene que ver con la autenticidad. Y en este caso están Carla y las chicas, Claudia Dalmau, que interpreta a Raki, su compañera de habitación, que llegaron a través de un casting. Pero luego están las demás chicas que fueron madres en su adolescencia. Y no es que la película esté basada en ellas, pero cuando yo escribí el guion, a la vez estaba documentándome y charlando con ellas, y el guion quedó totalmente impregnado por su forma de ser.
Respecto a esta escena, ha dicho que tiene una sororidad que se transmitió a todo el equipo. Esto va en contra del tópico machista de que las mujeres no se ayudan entre sí. Hay otras directoras explorando precisamente esto: Isabel Coixet en el Techo amarillo o Elena López Riera en El agua. ¿Cómo se ve en todo este movimiento que está plasmando puntos de vista que podríamos llamar “femeninos”?
Me siento muy afortunada. Me siento parte de ese grupo. Y también con la sensación de que ya era hora. Sobre todo, insisto, como espectadora. Cuando decidí hacer Las niñas también venía por ahí. Es que no veo películas que retraten cómo fue el ser una niña, ser adolescente. Y sí, es verdad que este tópico que me comentas existe, y es superinjusto. Me emociona pensar que puedo aportar algo para cambiar esa mentalidad.
Es importante que estemos ya por fin haciendo películas nosotras. Y que tengamos nuestro espacio
También ha dicho, respecto a las chicas de La Maternal, que hicisteis un pase antes para tener su aprobación. Me recuerda al enfoque que indicaba Jonás Trueba respecto a Quién lo impide. ¿Esa actitud le da un toque colectivo a la película?
Es un trabajo absolutamente colectivo. Quien diga lo contrario no está en lo cierto.
Esto es muy “femenino”, seguro que un director no lo diría…
Por eso es importante que estemos ya por fin haciendo películas nosotras. Y que tengamos nuestro espacio. También tiene que ver con la duda, que Carla Simón también ha señalado y yo estoy totalmente de acuerdo. Me encanta dirigir desde la duda. Me ha ocurrido encontrarme en otro entorno, rodando y era como si me exigieran: decide ya, decide. Aquí uno más uno no son dos.
Se me ha ido la pregunta…
Que si piensa que hay una autoría colectiva en la película.
Sí, sí, totalmente. El origen de la película ya es así. Nace porque yo me entrevisto con estas chicas, que me cuentan sus experiencias de madres adolescentes, y su testimonio es lo que a mí me lleva a querer hacerla.
Jamón, jamón me impactó. Estos personajes vienen de ahí, de este territorio, de este lugar, tan cerrado, tan machista
Salvando las distancias entre Las niñas y La Maternal, hay ciertas concomitancias respecto a las relaciones entre madres e hijas, que en cierto modo están solas. Y no hay apenas personajes masculinos de relevancia. ¿Refleja estas realidades porque cree que son frecuentes o porque le interesa centrarse en esa relación de mujeres solas?
Es una mezcla de las dos cosas. En el caso de Las niñas sí quería reflejar cómo había sido para mí, porque partía de una experiencia vivida. En La Maternal digamos que he ido colocando la mirada hacia fuera, hacia experiencias que habían vivido otras mujeres, y que me parecía muy fuerte que no se hablara sobre eso. Y sí que siento que hay un interés por reflejar la realidad que vivimos las mujeres, porque hace falta. Hay una deuda histórica y no solamente en el número de directoras o de jefas de equipo, sino también en cómo nos aproximamos a la temática de una película. Y parece que hemos despertado hace unos años a cómo ha sido esa narrativa tradicionalmente en el cine. Yo agradezco, de nuevo como espectadora, ver películas, por ejemplo, como El agua, que me muestran cosas que hace cinco años yo no estaba viendo.
Llama la atención que haya dicho que un referente suyo para esta película sea Jamón, jamón de Bigas Luna, cuando es una película con elementos muy machistas.
Sí, sí, es tremenda.
Y muy tópicos. Hay un cierto contexto que ha retomado, al que hace guiños en La Maternal, pero Jamón, jamón tiene cosas un poco pasadas de fecha.
Pues de eso iba un poco Las niñas, que en esos principios de los 90, que es cuando tiene lugar la película, ¡tela cómo estaba la sociedad todavía! Pero Jamón, jamón es más un guiño que una referencia para mí. Con Bigas Luna hice mi primer curso de cine. Jamón, jamón me impactó. La vi de adolescente y me impactó muchísimo. Estos personajes vienen de ahí, de este territorio, de este lugar, tan cerrado, tan machista. Al final, creo que sobrevuela toda la película, el peso de ese machismo que ha llegado hasta nuestros días y que tiene forma de violencia, de abusos dentro de la familia, de todo el tema de cómo se sienten ellas estigmatizadas y señaladas. Todo eso es la herencia que nos viene de ese Jamón, jamón que era la sociedad.
Nuestra responsabilidad como sociedad, no es únicamente evitar que se produzca ese embarazo, sino poner los medios para que estas personas no queden a la deriva
Sus películas, y en concreto La Maternal, tratan temas difíciles sin tremendismo. Al contrario que otras pelis, como El acontecimiento o las de los hermanos Dardenne, que suelen ser terribles. Deja una puerta abierta muy grande a la esperanza. ¿Se propone realmente dar un enfoque positivo, aunque sean temas duros?
Lo que he intentado sobre todo es no juzgar a ningún personaje. Tampoco dar respuesta a nada, porque no la tengo. Pero sí colocar al espectador en una situación en la que sienta que no puede juzgar a Carla, que decida lo que decida, tanto si sigue en la Maternal, como si decide dar al bebé en acogida, bien hecho estará. Pero la luz que pueda haber en la película no es algo que venga por mi parte, viene por la parte de ella. Cuando yo conocí a todas las chicas, cuando estaba escribiendo el guion, esa energía ya venía incorporada en su propio testimonio, y lo que he tratado es de retratarlas. Pero, claro, era muy delicado, porque no quería hacer, en absoluto, ni un final feliz ni ser buenista ni nada, porque la situación no da pie. Es decir, ellas en la vida real son madres maravillosas, pero obviamente no hubieran elegido ser madres a esta edad. Donde yo más esperanza veo, y donde a mí me gustaría proponer la reflexión con el público es en la existencia de este centro, de la Maternal, porque para mí es lo que marca la diferencia entre el caso de Penélope, la madre, y el de Carla. Por eso yo, en toda la promoción, estoy insistiendo en la idea de que es nuestra responsabilidad como sociedad, no únicamente evitar que se produzca ese embarazo, sino poner los medios para que estas personas no queden a la deriva. La Maternal se centra en chicas que ya parten de una situación de vulnerabilidad, y la maternidad no hace más que agravarla. Yo conozco este centro, hay dos así en Barcelona. En el que me he inspirado es una cooperativa, obviamente no tiene ningún tipo de vinculación con ninguna orden religiosa, está subvencionado por la Generalitat: Pero esto es solo un centro. ¡Y la de chicas que no pueden acceder a él! Hay una frase que yo escuché varias veces, en esas conversaciones con chicas que habían sido madres adolescentes, que me impactaba y me dolía: “Yo tengo este hijo para no estar sola”. Ojalá eso resuene en quien la vea y nos hagamos cargo de que esto no es una cosa individual…
Entonces busca también que su película tenga un impacto social…
Hombre, me encantaría, me encantaría. Sí que es cierto que la película está hecha desde un lugar más emocional, que por eso es una ficción, hay una recreación de ciertos momentos, pero a mí me encantaría que produjera cosas en quien lo ve, más allá de entender cómo se siente Carla, que nos haga reflexionar. También es algo que intenté con Las niñas, no quedarme en la anécdota de la niña en el colegio de monjas. Ojalá que deje poso en quien la vea. Ese sería el sueño de cualquier director.
Los Monegros es hipnótico pero inhóspito, y creo que puede ayudar a hacerse una idea de la dureza de la situación
Tanto en Las Niñas como en La Maternal me sorprendió que apenas saca el contexto, el entorno. Hay pequeños apuntes de los Monegros, algo de Barcelona, o el Pilar de Zaragoza en Las niñas, pero no se recrea en el entorno. ¿Piensa que hay que centrarse en el conflicto más que en lo que lo rodea o cree que el conflicto se explica por sí solo?
No lo había reflexionado mucho. Creo que es por centrarme en la persona, en los personajes, y de alguna manera intentar que ese entorno, ese contexto, esté en la forma de ser del personaje. En el caso de La Maternal ellas viven en los Monegros. Hay que intentar que no sea un decorado, que sea algo que tú sientas que ha influido en la forma de ser de ellas. Los Monegros es hipnótico pero inhóspito, y creo que puede ayudar a hacerse una idea de la dureza de la situación. O por ejemplo ese restaurante en la carretera, ver a una niña ocupándose de la limpieza del restaurante sola mientras hay un ir y venir de camiones constante. He intentado que la coloque ya ante el espectador en una situación de desamparo.
Me interesa mucho la importancia que le da a la música y al baile en las dos pelis, sobre todo en La Maternal. La música y el baile están muy presentes en películas recientes que hablan de experiencias femeninas. ¿Son cosas que están más presentes en las mujeres que en los hombres? ¿Cómo utiliza esos recursos?
Pues mira, no lo había pensado, es verdad. En este caso, tanto en La Maternal como en Las niñas, está muy ligado al tema de la adolescencia, porque yo creo que en ese momento la música te define mucho, buscas afinidades a través de ella. Y en el caso concretísimo de La Maternal, yo no escucho reguetón, la verdad, pero sí que el reguetón forma parte de la banda sonora de la película, y es que es la música que se escucha hoy en día. Yo de adolescente escuchaba a Héroes del Silencio, Niños del Brasil, que por eso están en Las niñas, y si tuviera catorce años ahora escucharía esta música. Y también me parece que esta música nos dice mucho de los tiempos que vivimos. Por las letras, por cómo son los videoclips, también son elementos que añaden una pequeña dimensión, y luego que es la música que baila Carla. Eso fue determinante, porque yo ya la conocí bailando y era imposible no introducir esto en la película. Ella tiene esa capacidad cuando baila, se transforma. Es muy niña, pero cuando baila crece diez años.
¿Está preparando algún proyecto nuevo?
Sí.
¿Se puede contar algo?
Sí, estoy haciendo la adaptación de un relato de la escritora Eider Rodríguez. Es “Un corazón demasiado grande”, pero la película se va a titular Los destellos. La vamos a rodar en mi pueblo, en Horta de Sant Joan, en Tarragona, de donde eran mis abuelos. Me hace muchísima ilusión poder ir a rodar allí.
La directora zaragozana Pilar Palomero (1980), que esta semana presenta su segundo largometraje, La Maternal, sabe bien lo que quiere, como espectadora y como directora, aunque en esta entrevista reivindique la duda como base de su trabajo. Si en Las niñas (2020) partía de su propia experiencia...
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