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Lavorare con lentezza

El espantapájaros rojipardo y la izquierda verde clarito

Nadie debe olvidar que el rechazo a la guerra ha sido históricamente el motor de grandes transformaciones revolucionarias

Pablo Iglesias 18/02/2023

<p>Graffiti en un segmento del Muro de Berlín con el mensaje 'Stop War!'.</p>

Graffiti en un segmento del Muro de Berlín con el mensaje 'Stop War!'.

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Nadie con un mínimo de formación en historia de las relaciones internacionales duda de que la autoría del atentado terrorista contra el Nord Stream corresponderá, seguramente, a los EE.UU. Los EE.UU. han sido capaces de acciones mucho más radicales que esa en la defensa de sus propios intereses; la historia está llena de ejemplos.

De hecho, muchos de los críticos con la investigación de Seymour Hersh reconocían que probablemente los EE.UU. estén detrás del atentado, pero optaron por poner el foco en el hecho de que el famoso Pulitzer solo habría contado con una fuente anónima. Centrándose en la supuesta falta de calidad periodística de la investigación se dieron un tiro en el pie, porque provocaron un debate sobre la propia calidad del periodismo. Ese debate, inevitablemente, siempre acaba por dejar en mal lugar a la mayoría de los grandes medios y a la gran mayoría de los más reputados periodistas. La condición de posibilidad de que el periodismo tenga un mínimo prestigio y credibilidad es que jamás sea objeto de crítica y de debate. Esto es algo muy defendido en la profesión con una consigna a la par religiosa y delirante: los periodistas no debemos ser noticia.

Pero hoy no quiero hablarles del poder mediático y del periodismo, sino de relaciones internacionales y de los problemas de la izquierda para definirse en un contexto de transición sistémica lleno de incertidumbres.

Para preparar la asignatura que imparto sobre gobernanza global en la Complutense, tuve que leer y releer mucho para armar un programa de lecturas que diera a los estudiantes recursos teóricos para poder responder a la pregunta: “¿Quién domina el mundo?” La constatación de que el fin de las supuestas certidumbres ideológicas de la Guerra Fría no dio lugar a un mundo mucho mejor y de que podemos estar caminando hacia el horror global si el machine learning no lo remedia con una revolución socialista de la inteligencia artificial, me ha hecho reflexionar algunas cosas que quiero compartir con ustedes.

La noción “gobernanza global” nació al calor del optimismo liberal que sucedió a la caída del muro de Berlín. Los encuentros organizados en Bonn por Willy Brandt que incluso recuperaron algunas ideas del malogrado Olof Palme, acabaron definiendo en la ONU un hermoso programa político para impulsar las relaciones internacionales que se conoció primero como Objetivos de Desarrollo Sostenible y, finalmente, como Agenda 2030. Haber estado en el Gobierno como vicepresidente encargado de coordinar la implementación de los objetivos de la agenda me daba ciertas tablas para explicarlos, pero también la experiencia suficiente como para no engañar a los estudiantes: los objetivos de la agenda son un hermoso programa y solo el hecho de que existan y que se pueda hablar de ellos es una buena noticia, pero es imposible, con la actual organización del poder global, que se lleven a cabo. Si algún incauto internacionalista mantenía aún algo de optimismo, la guerra ruso-ucraniana ha terminado de enseñar la verdadera naturaleza de una transición sistémica en la que los EE.UU. van a usar su enorme poder militar y financiero para frenar la ventaja productiva de China. Que la invasión rusa de Ucrania sea un crimen, no borra la responsabilidad de la OTAN que ha empujado el escenario actual, no solo para restarle poder a Rusia sino, sobre todo, para borrar en pocos meses cualquier viso de autonomía de la Unión Europea.

Los objetivos de la Agenda 2030 son un hermoso programa, pero es imposible, con la actual organización del poder global, que se lleven a cabo

Del mismo modo que ni uno solo de los jefes de gobierno europeos, empezando por el canciller alemán, duda de la autoría estadounidense en los atentados, son también conscientes de que el “jardín europeo” es hoy más que nunca el jardín de EE.UU. Sería sectario calificarlos de traidores a Europa; las élites europeas consideran que depender de los EE.UU. representa hoy el mejor de los mundos posibles para Europa. Una parte de la izquierda postcomunista ha comprado con mayor o menor entusiasmo ese planteamiento. Frente a un mundo multipolar en el que los EE.UU. debieran compartir poder con la dictadura china o la autocracia rusa, es mejor depender de los EE.UU., donde al menos hay ciertas libertades. Como sin exterior constitutivo no hay relato posible, construyen además un espantapájaros; una supuesta izquierda rusófila que escribe con caracteres cirílicos y que defendería como proyecto internacional la señalada multipolaridad. Esa izquierda rojiparda sería básicamente admiradora del desarrollo económico chino y hasta de su modelo político.

No les niego que haya grupos dispuestos a ejercer su rol de espantapájaros, pero es radicalmente falso que la izquierda que critica a la OTAN se parezca a ese hombre de paja que la progresía verde clarito necesita para justificarse. El manifiesto por la paz y las soluciones diplomáticas impulsado por Ione Belarra y que contó, entre otros, con las firmas de Gustavo Petro y Jean-Luc Mélenchon, o la Conferencia de Paz organizada por Podemos en Madrid, demuestran que hay una izquierda en Europa y sobre todo en América Latina dispuesta a dar la batalla ideológica también en las relaciones internacionales. Aunque eso suponga tener enfrente a todos los aparatos mediáticos, que silban para no hablar del Nord Stream. No les fue fácil a los socialistas pacifistas defender su criterio frente al espíritu del 14, y hoy no serán las cosas fáciles, pero nadie debe olvidar que el rechazo a la guerra ha sido históricamente el motor de grandes transformaciones revolucionarias. 

Nadie con un mínimo de formación en historia de las relaciones internacionales duda de que la autoría del atentado terrorista contra el Nord Stream corresponderá, seguramente, a los EE.UU. Los EE.UU. han sido capaces de acciones mucho más radicales que esa en la defensa de sus propios intereses; la historia está...

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Pablo Iglesias

Es doctor por la Complutense, universidad por la que se licenció en Derecho y Ciencias Políticas. En 2013 recibió el premio de periodismo La Lupa. Fue secretario general de Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno.

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6 comentario(s)

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  1. juan-ab

    “La condición de posibilidad de que el periodismo tenga un mínimo prestigio y credibilidad es que jamás sea objeto de crítica y de debate. Esto es algo muy defendido en la profesión con una consigna a la par religiosa y delirante: los periodistas no debemos ser noticia.” Afirma Pablo Iglesias, en este sintético y certero artículo. ¿Cómo no estar de acuerdo cuando tantas veces un editorial semeja la página leída en un púlpito? ¿Cómo no estarlo cuando tantas veces nos encontramos con supuesta información que no pasa de trapazas? Este cutis tan fino que tienen ciertos periodistas (de los caraduras y mendaces ni hablamos) me recuerda al de ciertos jueces, en particular de esa mayoría entre los que ocupan los órganos de más alto rango de la judicatura. En seguida se ciñen bajo la sotana (perdón, la toga) la faja del respeto a la separación de poderes, no que los vuelva inmunes a las críticas, sino que éstas ni siquiera se produzcan. Y eso a pesar de (como leemos hoy en Público) “El artículo 395 de la Ley Orgánica del Poder Judicial indica que los jueces tienen prohibido dirigir a los poderes, autoridades y funcionarios públicos felicitaciones o censuras por sus actos”, ellos, a través de sus ponencias y sentencias no dejan de dar “lecciones morales” que tanto nos recuerdan a las homilías (como la reciente de la Audiencia provincial de Madrid por la que desestima el recurso de Pablo Iglesias contra la sentencia que absolvió a un facha falaz de un delito de injurias y calumnias contra él). Esos algunos del periodismo y de la judicatura, no tengo duda alguna, para ellos quisieran lo que todavía siguen disfrutando esos otros “fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado”, una Ley Mordaza. Como saben que (de momento) esa breva no les caerá, confabulan, conspiran, hacen cuanto está es sus bocas, con la intención de que, ciudadanos obedientes y sumisos, la mordaza nos la auto impongamos. Gracias Pablo, sois un ejemplo que da gusto seguir.

    Hace 1 año 9 meses

  2. joamella

    El artículo aportará ideas o las esclarecerá en función de opiniones de diversa fundamentación. Mi opinión personal es que aporta muy poco en lo referente a la novedad del comentario, lo que sí deja constancia una vez más es la penosa vanidad de las formas de expresar sus ideas. No ha aprendido nada después de tantos años cometiendo el mismo error, error que por cierto también cometen Irene Montero e Ione Belarra: Hablan como si sus palabras fueran la llave del futuro, sin lugar para la más mínima sensación de duda. No se trata de la falsa modestia, sino de exponer los argumentos con modestia. Esta lección tan sencilla de comprender la siguen suspendiendo. Una pena. Tanto las imágenes como los discursos de los políticos deben poder combatir las críticas merecidas o inmerecidas de las otras fuerzas políticas. La imagen de Iglesias, Montero y Belarra, ha sido la de enamorar a sus adeptos, y la de disgustar a aquellos afines no adeptos en grado creciente en función de la disminución de la afinidad. Un político digno de tal condición no debe hablar solamente para sus adeptos, sino especialmente habla para los de pensamiento afines y para los que no lo son. La imagen que debe dar debe ser tanto para los unos como para los otros es que su programa sea el centro de atención, sin que las formas de exponerlo puedan llegar a difuminar e incluso eclipsarlo.

    Hace 1 año 9 meses

  3. juangodmed

    Todo un placer poder leer los análisis esclarecedores y certeros de Pablo Iglesias, todo un lujo tenerlo en esta revista. Se me hacen cortos sus artículos. Pocos, bien pocos, políticos ha tenido este país tan bien formados, con semejante bagaje cultural y educativo y con semejante capacidad de análisis y de expresión como Pablo. Aún recuerdo sus exposiciones en la tribuna del Congreso, ante las cuales cualquier otro de los allí presentes parecía un chiquilicuatre; yo creo que muchos de ellos eran incapaces siquiera de entender una mínima parte de las dimensiones y la profundidad del significado de las disertaciones de este ahora ex-vicepresidente. Aparte de esto, comparto la seguridad en la afirmación de Pablo Iglesias, de que no hay duda de la autoría del atentado al Nord Stream. La misma intuición nos lo dice, y no hay que ser muy listo para verlo. Eso es como la sabiduría natural de los seres humanos. Como el listo que se acerca a un hombre del campo que nunca pudo ir a la escuela, pero al que sabiduría y conocimiento de la vida no le faltan. El que va de listo pretende embaucar o engañar al hombre "inculto", pero éste, ya solo con la mirada intuye las intenciones del otro y sabe que es un sinvergüenza. Pues esto lo mismo. Seguramente nunca se podrá demostrar con datos ni documentos (o quizá sí) que los USA volaron el Nord Stream, pero eso no va a quitar un ápice de seguridad de que así fue. Pero es que además, conociendo a los USA y lo que han sido capaces de hacer a lo largo de la Historia, y siguen haciendo allá donde se dirigen, aún da más seguridad a afirmarse en esta tesis. Salud y buenas noches.

    Hace 1 año 9 meses

  4. arocas

    Es muy bonito apuntarse a la Paz y decir que se opta por una solución diplomática. Pero más alla de este titular nadie aclara qué se iba a negociar en concreto desde el punto de vista de la llamada Realpolitik... Si Ucrania no le para los pies a la invasión rusa al no tener armas,.. ?Qué posición negociadora puede tener? Ninguna suficiente. Los equidistantes apuntan a lo malos que son la OTAN y los USA, y sus argumentos son indiscutibles. Se olvidan sin embargo de que el agresor primero ha sido Rusia. Putin podría haber negociado concesiones como la neutralidad ucraniana y haberla conseguido sin necesidad de una guerra de anexión. Sólo que como ya le salió bien en Crimea debido a la falta de respuesta alguna por el llamado occidente, ha seguido con un segundo paso al que sucederán un tercero y un cuarto si no se le paran los pies.

    Hace 1 año 9 meses

  5. jmfoncueva

    Hasta en el nada sospechoso mural que ilustra el artículo, simbólicamente van disminuyendo de tamaño las letras de los países en proporción, siendo bastante optimistas, al caso que se les hace. Paz sin ambages, basta de nutrir de armas, que se regalan, pero son pagadas a los fabricantes. ¿Alguien cree que Rusia fabrica todas con las que combate? Los traficantes, los de siempre, los de las comisiones a monarcas corruptos, deben estar haciendo su agosto. Paz y salud, contextatarios.

    Hace 1 año 9 meses

  6. juan-ab

    En su artículo “El síndrome de Normandía y la Europa cautiva”, Augusto Zamora Rodríguez (ex embajador de Nicaragua en España, fue profesor de Derecho internacional público y Relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid) hace un repaso de las grandes guerras en Europa y lo que éstas supusieron para los EEUU. Si de las guerras napoleónicas ya sacó una buena tajada, dice: “mayor fue el regalo que significó para EEUU la Primera Guerra Mundial. Con las grandes potencias autodestruyéndose, EEUU se aplicó a comerciar con los dos bloques en lucha, obteniendo beneficios astrales.” Después de detallar en qué consistieron dichos beneficios, continúa: “La Segunda Guerra Mundial obligó a EEUU a realizar un esfuerzo mayor y más temprano, pero, aun así, le dejó más beneficios que la primera. Fue cosa que la guerra estallara para que su producción industrial aumentara un 20%. En abril de 1940, EEUU había superado el nivel existente en 1929, cuando la Gran Depresión. Al concluir el conflicto, los muertos de EEUU sumaron un total de 404.399 soldados (cifras oficiales), menos de la mitad que las bajas soviéticas en Stalingrado. Era, además, el único país beligerante cuyo territorio no había sufrido ningún daño. Merced a la destrucción europea, la marina mercante estadounidense representaba el 66% del tonelaje mundial y su superávit comercial era, en 1945, de 40.700 millones de dólares. Para que se haga una idea, un dólar de 1940 equivaldría a 20 dólares de 2022. Es decir, el superávit era de unos 800.000 millones de dólares actuales. Europa, en cambio, estaba destruida. La producción industrial había descendido un 40% y la agrícola hasta un 50%, además de estar los países ahogados en deudas. El Plan Marshall acrecentó la riqueza de EEUU y, ciertamente, permitió a los beneficiarios levantarse, pero ese plan –empréstitos, en la realidad- fue pagado religiosamente por los europeos. Era negocio, no caridad (de ahí que el PIB per cápita medio en Europa fuera de 5.013 dólares, por 27.331 el de EEUU). Con el Plan Marshall llegaron las empresas estadounidenses, en lo que fue el acta de nacimiento de las transnacionales. Y con el plan Marshall llegó la OTAN, organización que tradujo a términos militares la hegemonía política y económica de EEUU. La Segunda Guerra Mundial dejó a EEUU como amo y señor de Europa Occidental, como la Gran Guerra lo había reconvertido en la mayor potencia industrial del mundo. Como afirmaría el economista canadiense John Kenneth Galbraith, “Ningún país de los tiempos modernos surgió de una guerra en unas circunstancias económicas tan felices como Estados Unidos en 1945”. Tanto que, en 1950, EEUU poseía el 50% del PIB mundial, algo nunca visto en la breve historia del tiempo humano.”

    Hace 1 año 9 meses

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