1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

CRÓNICAS HIPERBÓREAS

Arsenio Iglesias, el constructor de un sueño

El hijo pequeño de una familia numerosa y humilde, tanto, que el primer regalo de Reyes que recordaba fue una naranja, empezó a jugar al fútbol como empezaban antes los brasileños: descalzo con una pelota improvisada

Xosé Manuel Pereiro 9/05/2023

<p><em>Arsenio Iglesias, durante un homenaje en Riazor en 2016. </em>/ <strong>RC Deportivo</strong></p>

Arsenio Iglesias, durante un homenaje en Riazor en 2016. / RC Deportivo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Hay un hombre en Riazor al que tratan como un cabrón / nadie se quiere acordar que fue él quien nos ascendió, nos salvó en la promoción y a la UEFA nos llevó / Tribuna menos criticar, dedicaros a animar / Arsenio tú nunca te irás, con los Blues siempre estarás / Este canto es para ti, venga todos a cantar: ¡Arsenio quédate, Arsenio quédate, Arsenio quédate!"

(Canto de los Riazor Blues)

 

“Arsenio Iglesias, el que fuera entrenador de Deportivo y Real Madrid, entre otros, ha fallecido en la mañana de este viernes a los 92 años”, reza el titular de un importante diario deportivo. Se puede no decir ninguna mentira y no contar nada verdadero, y este es un claro ejemplo. Es cierto que Arsenio Iglesias Pardo (Baiuca, Arteixo, Nochebuena de 1930) entrenó al equipo coruñés y al madrileño, pero eso es como decir –con perdón– que un austríaco apellidado Hitler participó tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda. A ningún entrenador lo han despedido cientos de personas haciendo cola durante la noche y bajo la lluvia para visitar la capilla ardiente, y miles arropando el coche fúnebre que lo llevó a su última residencia. Y muchos han ganado títulos muy importantes, en más de un equipo, algunos también se han hecho carne con su club, pero pocos como él han hecho realidad un sueño que permaneció incluso después de su retirada. Tampoco demasiados han logrado que su personalidad trascendiera –para bien– a su profesión, hasta el punto de ser querido no sólo por los seguidores de su equipo, sino por los de los rivales acérrimos. “Era el segundo abuelo de todos”, dijo alguien en Twitter.

El hijo pequeño de una familia numerosa (numerosa de las de antes, nueve hijos) y humilde. Tanto, que el primer regalo de Reyes que recuerda fue una naranja. Empezó a jugar al fútbol como empezaban antes los brasileños: descalzo con una pelota improvisada. Después en el Penouqueira, llamado así por un monte de la zona cuyo nombre (viene a significar “peñascal”) ya da idea de las condiciones en las que se jugaba. El dribling endemoniado que tenía lo llevó al Bergantiños y antes de cumplir los 20 años ya estaba en el Fabril (el filial del Deportivo, con tanta historia que jamás se ha dejado llamar “Deportivo B”). Y en la temporada 1951-52 debutó en Primera con el Deportivo. Contra el Barcelona en Les Corts. El suyo fue el único gol que encajó en el partido Ramallets. Las crónicas dicen que el recién llegado fue a pedirle perdón al mítico portero. Él lo desmintió –“soy aldeano, pero no tonto”–, pero por ahí sigue rodando la especie.

Arsenio le metía goles a Ramallets, pero seguía recorriendo todos los días en trolebús el trayecto entre Arteixo y la ciudad

Arsenio le metía goles a Ramallets, pero seguía recorriendo todos los días en trolebús (el transporte público de la época en A Coruña) el trayecto entre Arteixo y la ciudad. O más exactamente, la Plaza de Pontevedra. Allí, además de la sede del Deportivo, estaba la frontera. La de la-Coruña-de-toda-la-vida. Incluso en aquellos años, en sus árboles colgaban los aperos los campesinos que venían de Arteixo, de las comarcas de Bergantiños y Soneira, a ofrecerse como hortelanos. Mentalmente –y físicamente no demasiadas veces– Arsenio nunca traspasó ese límite. Todo, desde sus amigos a sus inversiones inmobiliarias y negocios –entre ellos una librería–, estaba en esa zona “extramuros”. Los coruñeses del otro lado del istmo se lo reprocharon en varias ocasiones.

Como a Luis Suárez, Amancio Amaro y en general a todos los que destacaban en el Deportivo –y no sólo en el Deportivo, claro–, al fino driblador le llegó la llamada de los grandes. Tenía una oferta del sempiterno agujero negro, el Real Madrid, pero se decidió por otro equipo blanco: el Sevilla, que entonces adiestraba Helenio Herrera. Aquella temporada, 57-58, jugó con el equipo andaluz la Copa de Europa. Al siguiente, sin Herrera, recaló en el Granada (el suyo fue el único tanto granadino en la final de la Copa contra el Barça) y después jugó en el Oviedo y en Albacete antes de cerrar su etapa de jugador, en 1966. Al año siguiente abrió la de entrenador en el equipo en el que prácticamente se había estrenado en su faceta anterior, el Fabril, y de ahí, como veinte años justos antes, al Deportivo. Lo subió a Primera División y lo mantuvo allí dos temporadas más. En 1973 inició otro peregrinaje: el Hércules, al que subió a Primera, y después erró por los banquillos del Zaragoza, Burgos, Elche y Almería.

Para él fue una vida de emigrante. Uno más. En los cinco años que jugó en el Deportivo y vivía en Arteixo no llegó a pisar una sala de cine, nunca entró en un casino (“entré una vez en uno en Montevideo, en los años 50, pero entré por una puerta y salí por otra”) y en Zaragoza la directiva llegó a llamarle la atención porque la pensión en la que vivía no era la adecuada al rango de entrenador del equipo de la ciudad. “No fui muy feliz en ese sentido, aunque profesionalmente las cosas no me podían ir mejor. Supongo que será el carácter, un poco quisquilloso. Yo sé lo que es vivir en una constante soledad, pero solo, solo”, me confesaba en una entrevista en 1993.

La peregrinación acabó en 1982, cuando regresó al Deportivo. Estuvo tres años, y se fue. Quizá porque cuando los resultados o el juego no cumplían las expectativas, siempre altas, de la afición, había gritos en tribuna de “vuélvete a tu pueblo”, entre otros. Estaba en el Compostela cuando un presidente recién nombrado, con nombre y apellido de emperador, Augusto César (César es apellido) Lendoiro, lo fue a buscar para evitar el desastre: el equipo estaba a punto de bajar a Segunda B (donde está ahora, pese que al flamante nombre de 1ª RFEF). Arsenio lo salvó esa temporada, lo condujo a semifinales de copa en la siguiente y en la tercera lo depositó en la División de Honor, como había hecho 20 años antes. Lo dejó allí y anunció que se retiraba. Se volvió a su pueblo, al que lo mandaban los de tribuna cada dos por tres.

La ausencia, y el retiro, no llegaron a durar ni una temporada. El entrenador con pedigrí que contentaba a los espectadores de puro habano, también con nombre de emperador, Marco Antonio Boronat, acercó al equipo a la sima de Segunda, y Lendoiro volvió a llamar a la puerta del pueblerino. El Dépor se salvó en el último partido. Entre los muchos espectadores que no las tenían todas consigo aquella tarde había dos brasileños. “Bebeto y yo ya teníamos un acuerdo con el Dépor, pero nos mirábamos incrédulos: si pierden ¿vamos a jugar en Segunda?”, me contó después Mauro Silva, el enorme jugador que hasta entonces nunca había metido un gol y después no sé si metió uno. Con Bebeto, que ya entonces era internacional, Mauro, los hermanos Fran y José Ramón González, un serbio al que no conocía nadie y vino regalado, Djukic, y unos segundos espadas sacados de aquí y de allá (el portero, Paco Liaño, que después fue Trofeo Zamora dos temporadas y comparte con Oblak el récord de portero menos goleado en una temporada, recibió la llamada cuando ya había decido retirarse) armó el que sería el Súper Dépor.

La memoria es traidora. Nos asegura que Arsenio Iglesias fue el eterno entrenador del Deportivo

La memoria es traidora. Nos asegura que Arsenio Iglesias fue el eterno entrenador del Deportivo. Y sí, lo condujo en 566 partidos oficiales, el récord del club (jugó con su camiseta 146 veces), pero la etapa del Súper Dépor (“tanto Súper y tanta hostia”, despotricó una vez que le empataron en los últimos minutos) fueron tres temporadas y media. La Champions como segunda residencia. La Copa del Rey conseguida contra el Real Madrid en su propio campo el año en que celebraba su centenario y el título de Liga tenían a otra persona al timón, Javier Irureta, pero para la memoria quedarán como triunfos de Arsenio. Como Juan el Bautista, él preparó el camino.

En aquella primera temporada, la 91-92, logró la permanencia. En la del 92-93, el Dépor fue líder varias veces y acabó tercero y clasificado para la UEFA. En la siguiente, se mantuvo en cabeza media liga, y en la última jornada, el título dependía del partido en casa contra el Valencia, que no se jugaba nada. Nada futbolístico. “Cuidado con la fiesta, que te la quitan de los fuciños, pero inmediatamente”, había advertido. Todos hemos visto aquel penalti que Djukic falló (yo hasta en Singapur, un año después) como todos intuimos qué iba a pasar en cuanto el serbio tomó aliento y carrerilla. No se ha contado tanto que miles de espectadores saltaron al campo a abrazar al desolado jugador, y que Arsenio (“yo ya venía llorado de casa”) dio una rueda de prensa en la que no echó los habituales balones fuera que se echan en estos casos, pidió perdón por desilusionar a todos los aficionados (“Nadie sabe lo que siento por esos neniños, cuando los veo por España adelante, descamisados, siempre detrás del equipo…”, había dicho de los Riazor Blues en una ocasión) y se fue, con toda la sala de prensa aplaudiéndole, puesta en pie.

Quizás también el fútbol escriba derecho con renglones torcidos. En la temporada siguiente, de nuevo subcampeón, el Deportivo se jugaba ante el Valencia su primer título, la Copa del Rey, en el Bernabéu. Era junio de 1995. Estaban 1-1 en el minuto 79, cuando una tormenta qué llegó a inundar los vestuarios interrumpió el juego. En el primero de los 11 minutos restantes que se jugaron una semana después, Alfredo Santaelena, un jugador de estatura discreta, superaba de cabeza a Andoni Zubizarreta, la torre que defendía la portería valenciana. Todo el mundo asumió que aquel título, el primero del Deportivo (recientemente se ha descubierto que ganó otra Copa en 1912), era algo que el destino le debía a Arsenio Iglesias. El entrenador, quizá para curarse en salud, había declarado antes del partido: “La derrota es más humana”. Esta vez, sin embargo, les tocó a otros ser más humanos.

La prensa madrileña se cebó en él de una forma que, en algunos casos, hoy sería delito de odio

E, igual que había hecho cuando devolvió al equipo a Primera, ganó el título y se fue. Había tenido roces con algunos jugadores, y sobre todo con el presidente Lendoiro, que no se recataba en anunciar que había fichado para su puesto a John Benjamin Toshack. Se fue de Riazor solo, sin más compañía que la de su amigo O Navallas, su compañero de mili y chófer del Deportivo. De nuevo no fue cierto. El Real Madrid había despedido a Valdano a media temporada 95-96, y requirió al entrenador de moda. El Arsenio que actuaba como un padre de los jugadores, vigilando hasta la cantidad de vino que tomaban, se encontró con un vestuario de divos a los que nada les decía un viejo con acento gallego. Raúl González, cuando todavía era un imberbe, le montó una trifulca en público cuando lo sustituyó. En un viaje a Zaragoza, el bus hizo una parada no prevista en una gasolinera, y el utillero bajó apresurado y volvió con bolsas de hielo. “No se habrá lastimado alguno…”, le preguntó inquieto Arsenio a su segundo Mariano García Remón. El segundo subió al piso de arriba del bus y comprobó que el hielo era para enfriar, pero no ningún músculo dolorido. De la misma forma, la prensa madrileña se cebó en él de una forma que, en algunos casos, hoy sería delito de odio. Después de un calvario de 19 partidos, Arsenio Iglesias volvió a casa. Esta vez de verdad. Únicamente se puso el chándal de nuevo para dirigir, en compañía de Fernando Vázquez, a la selección gallega en varios partidos entre 2005 y 2008.

Más o menos a la misma hora en que los restos de Arsenio Iglesias eran enterrados en el cementerio de Arteixo, escuché unas declaraciones del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en las que decía que los árbitros debieran proteger a los jugadores que daban espectáculo. Me vino a la cabeza otra frase del viejo entrenador: “Estoy harto de los ganadores natos”.

Hay un hombre en Riazor al que tratan como un cabrón / nadie se quiere acordar que fue él quien nos ascendió, nos salvó en la promoción y a la UEFA nos llevó / Tribuna menos criticar, dedicaros a animar / Arsenio tú nunca te irás, con los Blues siempre estarás / Este canto es para ti, venga...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Xosé Manuel Pereiro

Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Marcoafrika

    Sublime y eso que no me gusta demasiado el fútbol.

    Hace 1 año 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí