1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Máquina de matar

La deshumanización de los palestinos por parte de la sociedad israelí ya es absoluta

En el pasado, el debate moral de Israel sobre sus acciones militares podía ser limitado e hipócrita, pero al menos existía. Esta vez no

Meron Rapoport (+972 Magazine) 27/08/2024

<p>Una mujer gazatí camina con algunos enseres entre los escombros. / <strong>Mohamed Hajjar</strong></p>

Una mujer gazatí camina con algunos enseres entre los escombros. / Mohamed Hajjar

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

A las 05:40 horas del 10 de agosto, el portavoz de las FDI envió un mensaje a los periodistas para informarles de un ataque aéreo israelí contra un “cuartel general militar situado en el centro escolar de Al-Taba'een, cerca de una mezquita en la zona de Daraj [y] Tuffah, que sirve de refugio a los residentes de la ciudad de Gaza”.

“El cuartel general”, prosiguió el portavoz, “era utilizado por terroristas de la organización terrorista Hamás para ocultarse, y desde allí planeaban y promovían atentados terroristas contra las fuerzas de las FDI y ciudadanos del Estado de Israel. Antes del ataque, se tomaron muchas medidas para reducir las posibilidades de dañar a civiles, incluido el uso de municiones de precisión, equipos visuales e información de los servicios de inteligencia”.

Poco después de este anuncio, circularon por todo el mundo imágenes estremecedoras de la escuela de Al-Taba'een, en las que se veían montones de carne despedazada y partes de cuerpos que se retiraban en bolsas de plástico. Las imágenes iban acompañadas de informes según los cuales, en el ataque israelí, unos cien palestinos habían muerto y muchos más habían sido hospitalizados. La mayoría de los muertos se encontraban en medio del fajr, o rezo del alba, en un lugar designado para ello dentro del recinto escolar.

Como era de esperar, en las horas y días siguientes se desató una guerra de versiones sobre el número de víctimas civiles. El portavoz de las FDI publicó las fotos y los nombres de diecinueve palestinos que, según afirmó, eran “operativos” de Hamás o de la Yihad Islámica muertos en el ataque; a muchos se les dio esa etiqueta sin especificar su supuesto cargo o rango.

Hamás negó las acusaciones. El Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos también rebatió la información del ejército israelí: la ONG descubrió que algunas de las personas que figuraban en la lista del ejército habían muerto en ataques anteriores en Gaza, que otras nunca habían sido partidarias de Hamás y que algunas incluso se oponían al grupo. El ejército publicó posteriormente una lista adicional de otros trece palestinos que, según afirma, eran operativos muertos en el bombardeo.

El ejército admitió que bombardeó un refugio poblado sabiendo las repercusiones que su asalto infligiría

A pesar de que únicamente una investigación independiente puede determinar de forma definitiva la identidad de todas las víctimas del ataque, la declaración inicial del portavoz de las FDI es indicativa del drástico cambio que ha experimentado la sociedad israelí respecto a la vida de los palestinos de Gaza.

El comunicado de las FDI afirmaba explícitamente que la escuela “sirve de refugio a los residentes de la ciudad de Gaza”, lo que significa que las FDI sabían que los refugiados habían huido allí por miedo a los bombardeos del propio ejército. El comunicado no afirmaba que se hubieran producido disparos o ataques con cohetes desde la escuela, sino que “terroristas de Hamás... planeaban y promovían... actos terroristas” desde ella. Tampoco afirmaba que los civiles que se refugiaron en la escuela recibieran advertencia alguna, únicamente que el ejército había utilizado “armas de precisión” e “inteligencia”. En otras palabras, el ejército bombardeó un refugio poblado sabiendo muy bien las repercusiones mortales que su asalto infligiría.

Como si matar de hambre a millones de personas fuera un pasatiempo

No debería sorprender que los medios de comunicación israelíes hicieran suyas las afirmaciones del portavoz de las FDI. Cuando se trata de los estrepitosos fallos de seguridad que condujeron al 7 de octubre, a los medios israelíes, y especialmente a los de derechas, se les permite ser críticos y escépticos con el ejército. Pero cuando se trata de matar palestinos, ese escepticismo se descarta: en Gaza, el ejército siempre tiene razón.

“En la guerra, las escuelas están vedadas”, escribió en Haaretz el profesor Yuli Tamir, exministro de Educación de Israel. “¿No hay un solo comandante que diga: ‘Ya basta’?". La respuesta es un rotundo no. Toda guerra conlleva un cierto nivel de deshumanización del enemigo. Pero parece que en la actual guerra de Gaza, la deshumanización de los palestinos es prácticamente absoluta.

Después de cada guerra en la que han luchado los israelíes en las últimas décadas, ha habido muestras públicas de remordimiento

Después de cada guerra en la que han luchado los israelíes en las últimas décadas, ha habido muestras públicas de remordimiento. Esto a menudo se ha criticado por tratarse de una mentalidad en la que “primero se dispara y luego se llora”, pero al menos los soldados lloraban.

Tras la Guerra de los Seis Días de 1967, se publicó el libro de gran éxito The Seventh Day: Soldiers' Talk about the Six-Day War, que contenía testimonios de soldados que intentaban resolver los dilemas morales a los que se enfrentaron durante los combates. Tras las masacres de Sabra y Shatila que tuvieron lugar en 1982, cientos de miles de israelíes –entre ellos muchos que sirvieron en la guerra del Líbano– se echaron a la calle para protestar contra los crímenes del ejército.

Durante la Primera Intifada, muchos soldados denunciaron los abusos contra los palestinos. La Segunda Intifada dio origen a la ONG Rompiendo el Silencio. El discurso moral sobre la ocupación podía ser limitado e hipócrita, pero existía.

Esta vez no. El ejército israelí ha matado al menos a 40.000 palestinos en Gaza, aproximadamente el 2 % de la población de la Franja. Ha causado la devastación más absoluta al destruir sistemáticamente barrios residenciales, escuelas, hospitales y universidades. Cientos de miles de soldados israelíes han combatido en Gaza durante los últimos 10 meses y, sin embargo, el debate moral es casi inexistente. El número de soldados que han hablado de sus crímenes o dificultades morales adoptando una seria reflexión o arrepentimiento, incluso de forma anónima, se puede contar con los dedos de una mano.

La destrucción gratuita que los militares están sembrando en Gaza puede verse en los cientos de vídeos que han grabado orgullosos de sus acciones

Paradójicamente, la destrucción gratuita y sin sentido que los militares están sembrando en Gaza puede verse en los cientos de vídeos que los soldados israelíes han grabado y enviado a amigos, familiares o parejas, orgullosos de sus acciones. En sus grabaciones observamos cómo las tropas vuelan universidades en Gaza, disparan al azar contra casas y destruyen una instalación de agua en Rafah, por citar solo algunos ejemplos.

El general de brigada Dan Goldfuss, comandante de la 98 División, cuya extensa entrevista con motivo de su jubilación se presentó como ejemplo de un comandante que defiende los valores democráticos, dijo: “No siento lástima por el enemigo... no me verán en el campo de batalla sintiendo lástima por el enemigo. Lo mato o lo capturo”. No se dijo una sola palabra sobre los miles de civiles palestinos muertos por disparos del ejército, ni sobre los dilemas que acompañaron a tal matanza.

De manera similar, el teniente coronel A., comandante del Escuadrón 200 que opera la flota de drones de las Fuerzas Aéreas israelíes, concedió una entrevista a Ynet a principios de este mes, en la que afirmó que su unidad había matado a “6.000 terroristas” durante la guerra. Cuando se le preguntó, en el contexto de la operación de rescate para liberar a cuatro rehenes israelíes en junio, que se saldó con la muerte de más de 270 palestinos, “¿Cómo se identifica a un terrorista?”, respondió: “Atacamos a pie de calle para alejar a los civiles, y quien no huía, aunque estuviera desarmado, para nosotros era un terrorista. Todos los que matamos debían morir”.

Esta deshumanización ha alcanzado nuevas cotas en las últimas semanas con el debate sobre la legitimidad de violar a prisioneros palestinos. En un debate en la popular cadena de televisión Channel 12, Yehuda Shlezinger, un “comentarista” del diario de derechas Israel Hayom, pidió que se institucionalizara la violación de prisioneros como parte de la práctica militar. Al menos tres miembros de la Knesset del partido gobernante, el Likud, también defendieron que se permitiera a los soldados israelíes hacer cualquier cosa, incluida la violación.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, lamentó que el mundo “no nos permitirá provocar que dos millones de civiles mueran de hambre, aunque esté justificado”

Sin embargo, el premio se lo lleva el ministro de Finanzas y adjunto del Ministerio de Defensa de Israel, Bezalel Smotrich. El mundo “no nos permitirá provocar que dos millones de civiles mueran de hambre, aunque esté justificado y sea moral hasta que nos devuelvan a nuestros rehenes”, se lamentó en una conferencia del periódico Israel Hayom a principios de mes.

Los comentarios fueron condenados rotundamente en todo el mundo, pero en Israel se recibieron con indiferencia, como si matar de hambre a millones de personas fuera un mero pasatiempo mundano. Si las semillas de la deshumanización no hubieran sido ya sembradas y ampliamente legitimadas, Smotrich no se habría atrevido a decir tal cosa públicamente. Después de todo, él ve la facilidad con la que el gobierno y el ejército israelíes han adoptado efectivamente su “Plan Decisivo” en Gaza.

“Si nosotros matamos, significa que ellos merecen morir”

Al hablar de la corrupción moral que conlleva la ocupación, a menudo recordamos las palabras del profesor Yeshayahu Leibowitz. En abril de 1968, cuando aún no había transcurrido un año desde el comienzo de la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, escribió: “El Estado que gobierna sobre una población hostil de 1,4 a 2 millones de extranjeros se convertirá necesariamente en un Estado Shin Bet, con todo lo que ello implica para el espíritu de la educación, la libertad de expresión y pensamiento, y el gobierno democrático. La corrupción característica de todos los regímenes coloniales también infectará al Estado de Israel”.

Cuando observamos el abismo moral en el que se encuentra la sociedad israelí en estos momentos, es difícil no atribuirle dotes proféticas a Leibowitz. Pero un examen detenido de sus palabras revela una visión más compleja.

Se podría argumentar que el Israel de 1968 era incluso menos democrático que el actual. Era un Estado unipartidista gobernado por Mapai (el antecedente del actual Partido Laborista), que excluía no solo a sus ciudadanos palestinos, que tan solo dos años antes habían salido del régimen militar israelí, sino también a los judíos mizrahí procedentes de países árabes y musulmanes, y mantenía arrinconados a los judíos religiosos y ultraortodoxos. Los medios de comunicación israelíes apenas criticaban al gobierno, y los libros de texto escolares con los que aprendí en las décadas de 1960 y 1970 no eran especialmente progresistas.

La desconexión entre la ampliación de los derechos de los ciudadanos israelíes y la eliminación de los derechos de los súbditos palestinos es una parte inseparable del Estado

Dentro de la Línea Verde, Israel es hoy mucho más liberal que en 1968. Las mujeres ocupan cada vez más puestos de poder, por no hablar de las personas LGBTQ+, cuya mera existencia era un delito. Desde el punto de vista económico, Israel es un país mucho más libre que durante la economía estatalista centralizada de la década de 1960 (con el correspondiente aumento de las desigualdades), y el país está mucho más conectado con el resto del mundo.

Se podría argumentar que no se trata de una contradicción, sino más bien de procesos complementarios. La ocupación no solo ha enriquecido a Israel (las exportaciones de defensa han alcanzado la cifra récord de 13.000 millones de dólares en 2023, por ejemplo), sino que le ha ayudado a mantener dos sistemas de gobierno paralelos –el colonialismo y el apartheid en los territorios ocupados, y la democracia liberal para los judíos dentro de la Línea Verde– y quizá incluso dos sistemas morales paralelos. La desconexión entre la ampliación de los derechos de los ciudadanos israelíes y la eliminación de los derechos de los súbditos palestinos se ha convertido en una parte inseparable del Estado. “Villa en la jungla” no es solo un término pintoresco; describe la esencia del régimen israelí.

El actual gobierno fascista ha alterado lo que antes era un equilibrio más delicado. Al convertir el ‘liberalismo’ en un enemigo, políticos como Yariv Levin, Simcha Rothman y sus socios intentan derribar la barrera entre estos mundos paralelos mediante su golpe judicial. Los altos cargos otorgados a racistas y fascistas como Smotrich e Itamar Ben Gvir han contribuido a este proceso.

La cuestión es qué ocurrirá si se alcanza un alto el fuego y se obliga a la “máquina de exterminio” israelí a detenerse

Ante las atrocidades infligidas por Hamás el 7 de octubre, el discurso de estos fascistas israelíes sigue siendo la voz principal en el discurso público, ya que el Israel supuestamente liberal, que ignoró la ocupación durante años, no supo situar la violencia de Hamás en un contexto más amplio de opresión estructural y apartheid. Así es como hemos llegado al punto en el que, en la sociedad israelí predominante, no existe una oposición real a la deshumanización total de los palestinos.

La máquina de matar israelí no sabe cómo detenerse, escribió Orly Noy de +972 y Local Call en Facebook tras el bombardeo de la escuela de Al-Taba'een, porque funciona por inercia y tautología. “Actúa por inercia porque detenerlo obligará a Israel a interiorizar lo que ha causado, la atrocidad a escala histórica que se registra a su nombre..”. Y ahí es donde entra la lógica tautológica: “Si matamos, es obvio que siguen mereciendo morir”. Como dijo el comandante del 200 Escuadrón unos días después.

No obstante, dentro de la Línea Verde sigue existiendo una sociedad civil y un bando liberal que tiene un poder considerable, como se ve en las manifestaciones semanales contra el gobierno. La cuestión es qué ocurrirá si se alcanza un alto el fuego y se obliga a la “máquina de exterminio” israelí a detenerse. ¿Se dará cuenta parte de la sociedad israelí de que la violencia desenfrenada que Israel ha desatado desde el 7 de octubre, y las fuerzas de deshumanización que la impulsan, amenazan la existencia misma del Estado?

“El silencio es infame”, escribió Ze'ev Jabotinsky en el poema que se convirtió en el himno del movimiento sionista revisionista Beitar, antecesor del Likud. Que Netanyahu y sus socios quieren el ruido de la guerra constante está claro. La cuestión es por qué el bando liberal calla.

---------------

Este artículo se publicó originalmente en inglés en +972 Magazine. Traducción de Paloma Farré.

A las 05:40 horas del 10 de agosto, el portavoz de las FDI envió un mensaje a los periodistas para informarles de un ataque aéreo israelí contra un “cuartel general militar situado en el centro escolar de Al-Taba'een, cerca de una mezquita en la zona de Daraj [y] Tuffah, que sirve de refugio a los residentes de...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Meron Rapoport (+972 Magazine)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. salto21

    Las sociedades del norte global que toleran este genocidio muestran o mostramos  una decadencia atroz

    Hace 2 meses 24 días

  2. tomas-heras-gonzalez

    Malditos asesinos. Se van a ahogar en la sangre que derraman. Dice su libro que cuando conquistaban las ciudades de los cananeos mataban a todos sus habitantes y lo arrasaban todo. Se han quedado asi. ¿Cómo puede haber un Dios que lo permita ? No son personas. Son monstruos consagrados al dios dinero.

    Hace 2 meses 25 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí