Panorama documental
Entre la urgencia del ahora y la distancia del después
Andrea Morán 14/05/2015
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Comentábamos hace unos días que esta edición de DocumentaMadrid podía articularse en tres líneas generales (conflictos, vidas y crisis), una hoja de ruta que cumplió sus coordenadas y a la que, un vez finalizado el festival, podemos añadir una nueva distinción para profundizar en el tratamiento documental que estas películas realizan de la realidad: mientras unas nos hablan desde la urgencia del conflicto, otras intentan desentrañar la complejidad del después.
Viene siendo frecuente en la selección documental de los festivales de cine encontrar algún título de temática militar que llega a Occidente en forma de reivindicación o denuncia, como un recordatorio para que las guerras no terminen enterradas entre las anécdotas que estos días llenan los telediarios. Al grupo de películas formado por las recientes Our Terrible Country, Return to Homs y Silvered Water, Syria Self-Portrait, centradas todas ellas en la contienda siria, añadimos ahora Tell Spring not to Come this Year (Saeed Taji Farouky, Michael McEvoy, 2015), título que resultó ganador del primer premio por, en palabras del jurado, "su humanidad y coraje para mostrar, desde dentro, el irresuelto conflicto afgano". Sirva esa justificación, "desde dentro", para definir también otras propuestas de marcado carácter bélico que han estado presentes en el certamen, como Cartel Land (Matthew Heineman, 2015) y Virunga (Orlando von Einsiedel, 2014). Tanto la primera, retrato en la frontera de México y Estados Unidos sobre la guerra contra la droga y el derecho de autodefensa de los ciudadanos de a pie, como la segunda, película de investigación que lanza la voz de alarma desde el Parque Nacional del Congo, encuentran su limitación a la hora de articular un montaje que parece más preocupado en insuflar adrenalina a la historia que en llegar a recorrer con rigor el laberinto de intereses y contradicciones que representan estos enfrentamientos.
Lejos de esta tensión capturada aparentemente desde la inmediatez pero forzada en la mesa de montaje, encontramos dos de las grandes perlas del festival que abordan las consecuencias de la guerra desde el reposo que proporciona el paso del tiempo. Cada una desde su particular contexto, La mirada del silencio y Flotel Europa enfrentan el presente de sus protagonistas con los recuerdos de una guerra reproducidos en sendas cintas VHS. Tras The Act of Killing (2012), Joshua Oppenheimer se aproxima de nuevo al genocidio de Indonesia esta vez desde el punto de vista de una familia que intenta buscar el perdón de los verdugos que mataron a su hijo. Nos reencontramos aquí con esa ligereza, inasumible para el espectador, con la que los asesinos narran las ejecuciones, pero por encima de ello sorprende el estoicismo con el que el hijo menor se va reuniendo con los torturadores, que aun recuerdan con una media sonrisa las matanzas que cometieron. Si bien las imágenes en vídeo sirven aquí para escenificar lo irrepresentable, en Flotel Europa el material VHS despliega una suave melancolía a la hora de reconstruir la adolescencia de un refugiado (el propio director, Vladimir Tomic) que, a raíz de la guerra de los Balcanes, encontró exilio durante dos años en un gran buque atracado en el puerto de Copenhague. A través de imágenes propias y ajenas, esta película-diario nos acerca la extraña normalidad del día a día de aquellos refugiados.
Junto a este grupo de películas que cuentan el pasado desde el presente, se erige otro en el que la narración se sostiene en el 'durante', extendiéndose a lo largo de los años y haciendo del cine una huella de la transformación vital. Es el caso de Something Better to Come, cinta en la que Hanna Polak sigue durante 14 años las andanzas de una niña cuyo hogar es el mayor vertedero de Europa, situado a escasos kilómetros de Moscú. El film concentra su mayor interés en el tramo final del metraje, cuando su protagonista intenta construirse una vida por sí misma, y es ahí cuando la película pasa de ser un registro de denuncia a abrazar una reflexión más amplia sobre la falta de escapatoria o las salidas que ofrece la sociedad a los más desfavorecidos. Otro título que aborda durante varios años las sacudidas de la adolescencia es Drifter (Gábor Hörcher, 2014), aunque probablemente el cortometraje 10 (Marta Jurkiewicz, 2014) sea el que más distancia recorra en menos tiempo, ya que en tan solo 30 minutos se barre un abanico de edad desde los 10 hasta los 100 años, construyendo una cadena de testimonios que saltan de década en década. Esta pluralidad de momentos vitales también queda recogida en Mother's Wish (Joonas Berghäll, 2015), emotiva película de clausura que reúne una miríada de visiones acerca de la maternidad.
Por último, de esta edición cabe destacar un trío de películas que incorporan dosis de humor a sus historias, como la reivindicativa The Yes Men Revolting (Laura Nix, The Yes Men, 2014) y los cortometrajes Symbolic Threat (Mischa Leinkauf, Lutz Henke, Matthias Wermke, 2015) y El enemigo, magnífico trabajo de Aldemar Matias que, siguiendo a una brigada de fumigación de La Habana, logra plasmar el colapso de todo un país.
Bajo una nube de desinfectante que va conquistando las calles de la ciudad cubana, el último plano acaba tiñéndose por completo de blanco... Una buena manera de concluir esta duodécima edición, limpiando la pantalla para dejar paso a las imágenes que vendrán en la siguiente.
Comentábamos hace unos días que esta edición de DocumentaMadrid podía articularse en tres líneas generales (
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Andrea Morán
Licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y Máster en Dirección y Realización audiovisual. Ejerce la crítica cinematográfica desde su blog Filmin 365. Escribe también en “Caimán Cuadernos de Cine” y en revistas online como “Magnolia” y “Détour”.
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