En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La máquina del fango es como una trituradora de papel. Pero con personas. La tuneladora política no distingue matices, no se aviene a razones, no tiene en cuenta explicaciones ni contextos. Todo lo que entra en la máquina del fango, ya sea verdad, media verdad o un tercio de verdad, sale hecho trizas. Es una máquina de guerra, y en España sabemos bien cómo se usa. Lo vimos el 11-M, el día del peor atentado de la historia del país. Afirmaron que había sido ETA. El presidente del Gobierno engañó a los directores de periódicos y a los embajadores. Estuvieron dos años insistiendo.
La cosa salió mal aquella vez. Pero la estrategia sigue siendo la misma. Ahora, es el Régimen del 78 el que lucha por su supervivencia. Las empresas reguladas, sus medios y sus televisiones públicas y privadas. El nuevo brazo político del IBEX, Ciudadanos, incorporado al equipo en cuestión de meses para compensar el desgaste del bipartidismo. El PSOE, que ha tenido que aliviar su pésimo resultado electoral pactando con las plataformas ciudadanas. Y en cabeza de la manifestación, el PP, que todavía controla los engranajes de la máquina.
Poco después de que se hiciera oficial el asalto por confluencia a los ayuntamientos, mientras miles de personas festejaban el histórico cambio en las calles, la máquina de abrasar adversarios echaba a andar. Cuando nadie sabía quién era el nuevo concejal de Cultura de Madrid, algunos medios digitales elevaron una cerilla apagada hace cuatro años a la condición de incendio en grandes titulares y crearon la onda expansiva.
Un par de chistes ofensivos y estúpidos, citados por Guillermo Zapata en enero de 2011 y sacados de contexto, ocuparon enorme espacio en las portadas “de referencia”, minimizando así desde el minuto uno el relieve de una jornada festiva --la primera en mucho tiempo--, que había suscitado la máxima atención de la prensa mundial.
En cuanto el PP pulsó el botón rojo, la prensa afín apretó el botón amarillo y el ignoto Zapata se convirtió en un moribundo. Y enseguida, en un cadáver político. Antes siquiera de haber llegado a su nuevo cargo. Y pese a haber pedido perdón a las víctimas a las que había ofendido.
Aguirre lideró la montería; con el colmillo afilado, exigió a la alcaldesa que cesara al concejal, so pena de ser “cómplice de sus barbaridades”. La obsesión de La Berluscona, acabar como sea con los comunistas neonazis, se ha convertido en la doctrina del PP, de los medios que financia o controla (al menos un 90% del total) y de la legión de tuiteros que les da voz en las redes.
Irónicamente, o no, la ola ha llegado también al PSOE, que se ha sumado con una celeridad propia de un atentado terrorista a la condena y a la exigencia de dimisión de sus nuevos aliados. Primero de Zapata, cosa natural. Y después del nuevo objetivo, Rita Maestre, procesada por un presunto delito contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos, por haber participado hace cuatro años en una protesta en la capilla de la Complutense. El fiscal había pedido el 13 de junio de 2013 un año de cárcel para la portavoz de Carmena. Un teletipo de Europa Press, agencia cercana al Opus Dei, resucitó la noticia el 16 de junio de 2015, haciéndola parecer nueva...
Pensemos por un momento en el clima de odio y vendetta que ha generado la imprevista llegada de Carmena y sus concejales al ayuntamiento. Recordemos la sonrisa de la exjueza y el rostro desencajado de Aguirre y Botella durante la toma de posesión. El escarnio público sufrido por la condesa de Bornos al proponer la coalición PP-PSOE-Ciudadanos. Los 20 millones de euros invertidos por el partido de la Gürtel y la Púnica en la campaña. El compromiso de la ya expresidenta del PP madrileño --¿objetivo Moncloa?-- con los constructores más conspicuos para sacar adelante los pelotazos urbanísticos pendientes.
Imaginemos ahora a un batallón de becarios de empresas especializadas en el rastreo de Internet –-uno de esos empresarios está imputado en la Operación Púnica--, buscando una por una en las fosas sépticas de las cuentas de Twitter y Facebook de 19 concejales, muchos de ellos jóvenes, casi todos con un bagaje de activismo durante el 15-M, hijos de la Gran Depresión y del paro.
No es difícil adivinar la alegría, el alivio al encontrar la pepita de oro entre los 50.000 tuits de Zapata.
--Aquí está. Este gilipollas con barba hizo una vez un chiste sobre los judíos. ¡Y otro sobre Irene Villa y el crimen de Alcácer! ¡Lo tenemos!
Durante 48 horas, nadie habló de las medidas tomadas por Carmena en su primera junta. De la felicidad de la gente que salió a festejar la victoria en las Vistillas. De la derrota del PP, que solo gracias al apoyo de Ciudadanos fue capaz de mantener la mitad de las 34 ciudades en las que gobernaba.
La misma estrategia, la misma maquinaria, los mismos periodistas del 11M y otros nuevos –deudas obligan— se sumaron con entusiasmo unánime a la algarada. Esta vez, con final feliz. Zapata renunció a la concejalía de Cultura, como era su deber. Aunque no sea racista ni xenófobo, desde luego fue un bocazas, y las víctimas siempre son lo primero. Pero nadie habría salido indemne de un tsunami tan feroz como ese.
El método de la máquina del fango es muy viejo: consiste en rebuscar de forma sistemática en el infinito historial de frases dichas o reproducidas por una persona, o en sus actividades privadas, y en utilizar luego los hallazgos con fines políticos: la aniquilación mediática, judicial, fiscal o política del adversario. Se trata de un método de estirpe fascista y estalinista. Temible e ilegítimo cuando es alentado o utilizado, como en este caso, desde y por el poder. Una cosa es el escrutinio y las investigaciones de la prensa libre sobre las actividades de un individuo o un político. Otra, la organización sistemática y premeditada de un barrido colectivo de gustos, aficiones y comentarios, y el posterior montaje de una cacería alevosa, construida desde el doble rasero, predicada desde púlpitos nada inocentes ni libres de pecados semejantes, o aun peores.
Pero si el resultado de esta persecución es elevar el nivel de exigencia y de rendición de cuentas de todos los políticos por igual, bienvenido sea el affaire Zapata. En ese caso, parecería incluso razonable que el concejal abandone su acta de concejal. Aunque entonces ya no valdría el doble rasero. Si situamos ahí el listón, lo hacemos de verdad. ¿Jugamos a desterrar de la política a quienes apoyan o han apoyado a asesinos? Todos estaríamos de acuerdo en eso. Pero entonces el PP debería renunciar en bloque a todos sus cargos públicos, ya que nunca ha condenado oficialmente el franquismo, una dictadura que asesinó y fusiló a miles de personas y colaboró de facto en los crímenes contra la Humanidad cometidos por el nazismo.
El caso Zapata revela la hipocresía de los inquisidores y confirma que nadie está a salvo de la máquina del fango. Los simpatizantes y militantes del cambio deberían ser muy prudentes y evitar toda traza de ‘bocachanclismo’, chistes insensibles y torpezas verbales o escritas; en resumen, deberán cuidar y limitar su libertad de expresión y blindar su vida privada. Ahora están en el poder y en las instituciones, pero el sistema los considera a todos sospechosos potenciales. No sería mala idea que cancelen sus cuentas personales de Twitter y FB y abran otras nuevas.
La persecución no ha hecho más que empezar, y se trata de una caza de brujas muy profesional. La concentración de poder mediático diseñada por el Gobierno del PP con la ayuda de los bancos ha demostrado que un comentario imbécil proferido hace años puede llegar a ser más relevante que la corrupción del sistema, que las políticas que han situado a un tercio de los menores españoles bajo el umbral de la pobreza, o que la nominación de Enrique López, un juez afín al PP, para juzgar el primer faldón de la Gürtel.
La derecha siempre ha tenido la habilidad y la capacidad económica de marcar la agenda. Es el famoso elefante de Lakoff, el marco de referencia. Sin medios realmente independientes, el poder asustado hace y deshace a su antojo. Dicta portadas y titulares. Sugiere argumentarios y editoriales. Decide campañas, tiempos, tonos. Moviliza fiscales, inspectores de Hacienda, submarinos...
Lo inquietante es que cualquiera de ustedes, cualquiera de nosotros puede ser objeto de una búsqueda, una cacería, un asesinato de carácter o una lapidación exprés. Como decía alguien el otro día, en España es mucho más peligroso tener una cuenta de Twitter que una cuenta en Suiza.
Los políticos y los amorales que han acabado con la decencia, paralizado la redistribución, secuestrado la cultura y la memoria histórica, amordazado a la prensa independiente y maltratado el Estado de bienestar quieren seguir al mando como sea.
Y en unos días tendrán nuevas herramientas a su disposición. El 1 de julio, entrará en vigor la Ley Mordaza, que ha sido calificada por The New York Times como una ley que "nos remonta de forma inquietante a los oscuros días del régimen de Franco".
Abróchense los cinturones. Bromas, poquitas. Y no se olviden de borrar las cookies.
La máquina del fango es como una trituradora de papel. Pero con personas. La tuneladora política no distingue matices, no se aviene a razones, no tiene en cuenta explicaciones ni contextos. Todo lo que entra en la máquina del fango, ya sea verdad, media verdad o un tercio de verdad, sale hecho trizas. Es una...
Autor >
Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí