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Las decisiones que han ido tomando los bancos centrales en los últimos siete años de bajadas sistemáticas del precio del dinero (tipos de interés) hasta dejarlos en mínimos históricos han provocado que la rentabilidad de los depósitos bancarios se sitúe muy próxima a cero. Dada la distribución peculiar que tiene el ahorro familiar en España, muy concentrado en vivienda y depósitos bancarios, la caída en picado de lo que un banco paga por captar depósitos de la clientela está perjudicando a la familia media española.
A la caída de rentabilidad de los depósitos se unen dos aspectos que perjudican aún más al ahorrador medio español: la falta de cultura financiera (lo que implica escasez de alternativas prácticas a los depósitos) y un régimen de comisiones de gestión significativamente más alto que en el resto de países de Europa, erosionando la rentabilidad neta que obtiene el cuentacorrentista.
Dentro de este entorno, en el cual se ha incrementado el patrimonio de los fondos de inversión en 100.000 millones de euros en escasos dos años y medio, el Banco Santander ha ‘roto’ el mercado con un producto denominado Cuenta 1|2|3 que ofrece hasta un 3% de rentabilidad anual, mientras un depósito a un año apenas llega al 0,5%. Este lanzamiento ha causado un terremoto en el mercado financiero, ya que el mayor banco español ‘clona’ el producto que lanzó en 2012 en Reino Unido bajo el mismo nombre.
La publicidad que está realizando el banco muestra un producto muy sencillo y lógico, ya que conforme se van incrementando los saldos diarios la rentabilidad aumenta, además de un esquema generoso de remuneración a través de dos vías: la devolución de recibos de gastos corrientes (luz, agua, gas,…) y la entrega de acciones gratuitas de Santander conforme el volumen de fondos aumenta.
Sin embargo, esto que parece tan sencillo a primera vista esconde una complejidad de la cual el cliente minorista puede no darse cuenta. Es muy importante saber este tipo de detalles para no volver a repetir errores del pasado, en un país muy acostumbrado a escándalos financieros frecuentes con productos como sellos, participaciones preferentes, cuotas participativas, bonos subordinados o, también, los "Valores Santander".
La nueva Cuenta 1|2|3 posee dos características esenciales que la hacen radicalmente distinto a un depósito. En primer lugar, es un producto estructurado, con lo que no puede compararse a un depósito en todos los sentidos. Este estructurado consiste en la creación de un producto financiero basado en uno más sencillo. En este caso, la estructura se ha creado a partir de una cuenta corriente, a la cual se han añadido varios elementos, como hacer depender el tipo de interés del producto al número de recibos domiciliados, la nómina o pensión y otros gastos con tarjeta de crédito, además de "regalar" acciones.
En segundo lugar, no está protegido por el Fondo de Garantía de Depósitos. Un punto extraordinariamente importante, ya que el Fondo de Garantía de Depósitos asegura hasta 100.000 euros por titular y cuenta a aquellos depósitos o productos estructurados que cuentan con capital garantizado. Santander en ningún momento garantiza el capital inicial, sino que el capital lo hace depender de cómo evolucionen los saldos diarios y de si el cliente cumple sus compromisos.
Con estas dos cuestiones, las condiciones que pone Santander para recibir hasta un 3% de interés nominal bruto (en realidad, como mucho hasta 15.000€ se da un 2,67% -sin tener en cuenta los impuestos-*) convierten la Cuenta 1|2|3 en un producto muy complejo que puede suponer pérdidas para el cliente que lo contrata. Para obtener la remuneración máxima*, exige tener domiciliada una nómina o pensión, mantener un mínimo de 3.000 euros como saldo diario (es decir, todos los días tiene que haber como mínimo 3.000 euros en la cuenta), contratar una tarjeta de crédito* o débito que no se cobra el primer año, una comisión de mantenimiento de 3 euros al mes (que sube hasta 8 euros si se incumplen las condiciones) o una limitación de devolución de recibos a 110 euros al mes y 1.000 euros para la cuenta remunerada.
Esta combinación de decenas de variables hace que el cliente pueda confiarse en una inexistente "seguridad" y pueda enfrentarse a una pérdida en su inversión en el momento en que quiera cancelar el contrato (que, además, no tiene permanencia). Su complejidad hace que esté acogido a partir de 2016 dentro de los llamados "productos MiFID II" que exigen una mayor protección del cliente mayorista en la teoría pero de muy dudosa aplicación.
¿Por qué en Reino Unido funcionó y en España puede que no funcione? Simplemente porque el cliente británico sabe a priori que se enfrenta a un producto con riesgo y, por tanto, puede verse sometido a pérdida. Esto, sin duda, es lo que en España no se advierte y, por tanto, puede convertirse en una nueva trampa para el cliente poco precavido, el cual tristemente es representativo de la población de ahorradores que hay en España.
Javier Santacruz es economista, profesor y doctor en el Departamento de Económicas de la Universidad de Essex (Reino Unido).
*** Fe de errores: En la primera edición de este artículo, se afirmaba que las condiciones de la cuenta "exigen contratar una tarjeta de crédito tipo Oro con un gasto mínimo trimestral de 1.000 euros". En realidad, como se lee en la versión actual, se exige "una tarjeta de crédito o débito que no se cobra el primer año".
En el antepenúltimo párrafo, se han añadido sendas aclaraciones que aparecen señaladas en negrita y con asteriscos. Los añadidos son "sin tener en cuenta los impuestos" y "para obtener la remuneración máxima".
Nota de la Redacción: ante la controversia que ha generado esta pieza entre los lectores de CTXT, Javier Santacruz publicará un segundo artículo aclarando las principales dudas suscitadas.
Las decisiones que han ido tomando los bancos centrales en los últimos siete años de bajadas sistemáticas del precio del dinero (tipos de interés) hasta dejarlos en mínimos históricos han provocado que la rentabilidad de los depósitos bancarios se sitúe muy próxima a cero. Dada la distribución peculiar...
Autor >
Javier Santacruz
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