Especial 20-D
La esperanza cotiza a la baja en Vallecas
Un paseo por el feudo madrileño de la izquierda donde nunca ha ganado la derecha
Álex Moreno 7/12/2015
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“El otro día me pasaron un dato: la electricidad es más cara en Vallecas que en Beverly Hills”. La alusión de Pablo Iglesias al barrio madrileño en su crítica a los privilegios de las eléctricas durante su entrevista en El Objetivo de La Sexta no era casual. Vallecas es un feudo de la izquierda. E Iglesias, vecino del barrio, no desaprovechó la ocasión para lanzar un guiño. En Puente de Vallecas, puerta del cinturón obrero y rojo de Madrid, nunca ha ganado la derecha. “La izquierda tira mucho aquí. Somos clase trabajadora”, comenta un parroquiano de un bar mientras apura su desayuno antes de marchar a Valdemoro, donde trabaja como mecánico en un taller.
A nadie le sorprendería que Podemos fuese la lista más votada en Vallecas el próximo 20 de diciembre. En un banco del bulevar de la calle Pena Gorbea, a escasos metros de la Avenida de la Albufera, un ‘prejubilado’ de 59 años que toma el sol recibe de buen gusto una lata de cerveza que le trae su compañero de charla --realmente no está prejubilado; en Vallecas no se estila ese tipo de retiro: “No encuentro curro, soy electricista”--. “Yo he votado al PSOE toda mi vida. Mi hermano no, vota a IU. En las pasadas elecciones voté a Carmena”. La hoy alcaldesa obtuvo en Puente de Vallecas el pasado mayo un 42% de los apoyos, y el PSOE un 25%. PP y Ciudadanos, un 18% y un 6,75%, respectivamente. Sin embargo, el optimismo escasea. “Está la cosa jodida. Mira, el domingo estuvimos siete gatos en la manifestación por el cambio climático. Con el buen día que hacía”.
“No solo vota Vallecas”, sentencia una joven. Lleva trabajando desde los 12 años. No votará en las próximas elecciones. “Soy rumana”, dice, con un acentazo madrileño de barrio y una enorme sonrisa. Está más que acostumbrada a dibujar rostros de sorpresa cuando revela su lugar de nacimiento. Los extranjeros son el 14,4% de la población en Puente. La mayoría de ellos, rumanos (4.947 personas de esta nacionalidad). La joven, de poco más de 20 años, se encuentra resignada a que tras las elecciones todo siga igual. No por falta de opciones, sino de apoyos. “Hay gente que por miedo no acaba votando cambio, o incluso gente joven que ni sabe lo que vota. Tengo un amigo que va a votar a VOX. ¡Pero si tu amiga es rumana! ¡Y tienes amigos negros!”.
Más acento hay en el bar que atiende Stela al otro lado de la Avenida de la Albufera, arteria que vertebra el distrito. “Antes venía gente todo el rato, grupos de trabajadores, hacían la ronda. Ahora esto está vacío”, explica. Solo un hombre acompaña su inexistente actividad. Es de Rumanía, un veterano de la construcción. Ha vivido el auge y el declive del sector que alimentó a buena parte de la clase trabajadora e infló la economía española durante la primera década del siglo. También las triquiñuelas de los patrones para no pagar íntegramente la jornada, trabajadores no dados de alta en la Seguridad Social, la escasez --o directamente inexistencia-- de inspecciones de trabajo. “La izquierda. Tienen que ganar. Los otros son solo tijera”, concluye. “Sabrán ellos de crisis…”, tercia ella. En media hora solo un hombre ha pasado a tomarse un café, un habitual. La casa invita.
Según la EPA (Encuesta de Población Activa) del tercer trimestre de 2015, la tasa de desempleo en Puente es del 23,24%. La más alta de toda la ciudad, siete puntos más que la media municipal. Tres de los siete barrios con más paro de la capital son del distrito: Entrevías (27,4%), Portazgo (24,7%) y Numancia (23%). No es de extrañar que la principal preocupación en el barrio sea el trabajo. El que lo tiene y el que no. “Trabajo hay mucho, pero en vez de repartirlo las jornadas son ahora más largas”, dice otra joven. Esta camarera, originaria de Burgo de Osma (Soria), lleva un año en el barrio. “Eso es lo que nos ha machacado. Antes te cubrían el puesto. Ahora hay más jornada y por el mismo sueldo o menos”, apostilla otra mujer, cuidadora en una residencia de mayores, y que tampoco cree que las elecciones traigan aires de cambio.
Cuesta encontrar voces que afronten con ilusión la jornada electoral. Una de ellas es la de un albañil, que espera un papel de fumar que no llega para liarse un cigarro con las manos llenas de yeso. Levanta la mirada con una sonrisa cuando se le pregunta por sus preferencias políticas. “Votaré a Podemos”. Trabaja ahora mismo en un portal enfrente, a apenas diez metros, de uno de los comedores sociales con los que cuenta el barrio, el Comedor Social Santa María Josefa. Son poco más de las 13.30 horas y las personas que comieron en el primer turno empiezan a salir.
“Aquí no encontrarás muchas librerías. ¿Sabes lo que hay aquí? Muchas casas de citas. Aquí hay más prostitución que en la Gran Vía. Hay mucha pobreza. Y miseria”. Antonio ha vivido toda su vida en Vallecas. Ahora trabaja en un centro de diálisis, limpiando y recogiendo, todas las tardes de la semana menos una. Necesita los 500 euros que le pagan, a pesar de tener una invalidez reconocida de más del 70%. Tiene problemas en la espalda y epilepsia, pero los recortes se llevaron buena parte de su pensión hasta dejarla en poco más de 200 euros.
La campaña electoral no ha comenzado, apenas hay referencias a partidos. Un cartel que anuncia un acto de Alberto Garzón en el barrio, pintadas, carteles de Bukaneros en las inmediaciones del Campo de Fútbol de Vallecas. La casa del Rayo Vallecano, el equipo del barrio, un instrumento que tienen los vallecanos para reivindicar su singularidad, el carácter especial que enorgullece a los vecinos. Un mural, con letras grandes y blancas, sobre fondo rojo, intenta resumirlo en tan solo cuatro palabras: “Valentía, coraje y nobleza”.
“El otro día me pasaron un dato: la electricidad es más cara en Vallecas que en Beverly Hills”. La alusión de Pablo Iglesias al barrio madrileño en su crítica a los privilegios de las eléctricas durante su entrevista en El Objetivo de La Sexta no era casual. Vallecas es un feudo de la izquierda. E...
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