Nueve relatos lésbicos para reescribir la historia de la literatura
Autoras españolas rinden un homenaje personal y narrativo a grandes escritoras: Virginia Woolf, Emily Dickinson, Marguerite Yourcenar, Patricia Highsmith, Carson McCullers...
Enrique Anarte Lazo 23/12/2015
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"¿Por qué no pedirles a una serie de autoras españolas lesbianas que escribieran un relato de ficción basándose en la figura y en la vida de escritoras de referencia de la literatura de mujeres?". Esa es la pregunta que se hicieron Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez, editores de Dos Bigotes, joven firma independiente que cierra 2015 con un homenaje a las historias no contadas, oportunamente olvidadas, de aquellas mujeres cuyo amor volaba más alto que las convenciones del momento. De esta pregunta nació Ábreme con cuidado, que es al mismo tiempo una confesión íntima y un grito a plena voz; unas pinceladas, como adelanta el prólogo de la escritora Gloria Fortún, "de nuestra historia buena y no de las persecuciones y quemas de libros y cárceles y represión y suicidios".
La obra es una incursión en terreno ignoto: primero, porque es su primera antología integrada exclusivamente por autoras españolas, mientras que el potencial de sus plumas masculinas ibéricas quedó demostrado en el proyecto de Lo que no se dice; segundo, porque supone escarbar en la biografía de ilustres figuras de la literatura universal cuyos deseos más personales fueron sepultados por una historiografía no exenta de interés ideológico.
De esta manera, Ábreme con cuidado reúne a nueve autoras españolas, en su mayoría ya con una reconocida trayectoria literaria y convertidas en referentes de la literatura de temática LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) de nuestro país para escribir ficción inspiradas en nueve escritoras cuyo legado ha sobrevivido a las mentiras, los secretos y el silencio. De un lado, Isabel Franc, Clara Asunción García, Pilar Bellver, Gloria Fortún, Gloria Bosch Maza, Carmen Samit, Lola Robles, Carmen Nestares y Carmen Cuenca. Del otro, Virginia Woolf, Emily Dickinson, Marguerite Yourcenar, Patricia Highsmith, Carson McCullers, Aphra Behn, Elizabeth Bishop, Natalie Clifford Barney y Gloria Fuertes.
¿Pero fueron lesbianas todas estas escritoras de renombre? "El término literatura lésbica es muy ambiguo y depende mucho de la época histórica en la que escriba cada autora. En el siglo XVII el concepto lesbiana no existía, por lo que no es posible que una mujer se definiese como tal", explican los editores. Es imposible entonces, por ejemplo, que Aphra Behn (1640-1689), dramaturga y poeta de la Restauración británica, viviese y escribiese en torno a una identidad sexual y política de creación contemporánea. "Nosotros no nos podemos atrever a poner esa etiqueta", insisten ambos. No se trata de etiquetar, sino de reclamar una herencia que a muchos ha sido negada, un detalle convenientemente obviado en una inmensa mayoría de biografías oficiales: "La idea era reivindicar que buena parte de estas autoras sí habían tenido relaciones con mujeres aunque, por ejemplo, Marguerite Yourcenar, que vivió cuarenta años con una mujer, se negó a decir que era lesbiana".
Ello no impide, sin embargo, que las autoras de esta antología den rienda suelta a la ficción a partir de las biografías prohibidas de estas literatas y de las riadas de tinta que vertieron para la posteridad. El resultado no podría ser más heterogéneo: una alocada escena del círculo sáfico de la salonnière Clifford Barney; un episodio que desdibuja las fronteras entre el amor y la amistad de dos adolescentes de nuestros días, Marimar y Eva, al hilo de Carol, la novela lésbica que Highsmith publicó en la década de los cincuenta del siglo pasado bajo el pseudónimo de Claire Morgan; un relato imaginado de los días que Woolf pasó en casa de la cautivadora Vita Sackville-West, marcados por los recuerdos que la oriunda de Middlesex atesoraba de sus viajes por España; una confesión póstuma de Gloria Fuertes, a ratos ella y a ratos la Gloria imaginada; y otros relatos que no solo buscan elucubrar, con cariño y (por qué no) con morbo, sino también crear los referentes negados por la ortodoxia literaria.
"Yo pongo el corazón. Escribo para ahora y para luego. Escribo para siglos venideros", sentenciaba Fuertes en el poema Mi verso es para el universo. Ella, si no lo sabía, al menos lo intuía: la historia se escribe a posteriori y, a veces, es necesario reescribirla. Para Gloria Fortún, una de las autoras del libro, el caso español presenta una problemática todavía mayor que los casos británico, francés o estadounidense: "En este país hemos tenido una dictadura durante gran parte del siglo XX que ha mantenido en silencio a muchísimas escritoras. Eso hace que conozcamos a más gente de fuera que de aquí". Es difícil pensar en escritoras lesbianas de la época. Ella rápidamente recuerda a Encarnación Aragoneses de Urquijo (1886-1952), más conocida por su pseudónimo Elena Fortún (que nada tiene que ver con la coautora de este libro). La madrileña, que mantuvo una relación sentimental con la también escritora Matilde Ras, decidió exiliarse con su marido, quien era militar republicano. "Claro que las hay, lo que pasa es que las mantuvieron en silencio", sentencia la prologuista del libro.
La edición, una de las grandes apuestas de la firma Dos Bigotes, cuyas obras pueden presumir de estar editadas con un cuidado y un esmero poco frecuentes, no es el único sello de calidad de este libro. Las narradoras se han esmerado al tejer sus relatos."Hay mucha literatura escrita por mujeres lesbianas de calidad, pero también es cierto que muchas veces se publica cualquier cosa con tal de que sea una historia lésbica", afirma Gloria Fortún.
Aquí es clave la falta de referentes, por eso la obra es, además de un homenaje personal y literario, un compromiso político. Los editores son conscientes de que como producto quizás no sea una mina de oro, pero ello no les amedrenta: "Más que difícil u osada, pensamos que es una empresa justa. Es una manera, a través de literatura y en la medida de nuestras posibilidades, de hacer justicia, tanto con las autoras que sirven de referencia como con las autoras españolas". Ábreme con cuidado, que lleva por título las palabras que Emily Dickinson escribe a su cuñada y amante Susan Huntington en el relato que entre sus páginas narra Carmen Cuenca, reclama estas voces silenciadas o amordazadas para reescribir la historia, contándola desde los márgenes: de la ortodoxia literaria, del poder, del deseo. No solo tiende puentes entre el presente y el pasado, sino también entre lo privado y lo político, así como entre los sentimientos más específicos y las emociones universales del ser humano. Es, por último, una aventura solidaria en honor a la literatura que salva vidas: "Por mí y por todas las que una vez leímos ese libro en una época de mierda, desde la sombra y las palabras en voz baja y las miradas esquivas" (Fragmento de '#Marimaryeva', de Clara Asunción García, uno de los relatos de Ábreme con cuidado).
"¿Por qué no pedirles a una serie de autoras españolas lesbianas que escribieran un relato de ficción basándose en la figura y en la vida de escritoras de referencia de la literatura de mujeres?". Esa es la pregunta que se hicieron Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez, editores de
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