El 6 de diciembre de 2014, una manifestación multitudinaria rememoró el asesinato del adolescente Alexis Grigoropoulos a manos de un policía. Al recuerdo de Alexis se sumaba la frustración de una juventud harta de sufrir cinco años de austeridad. Tras la marcha, centenares de encapuchados levantaron barricadas en el barrio de Exarjia y arrojaron durante horas piedras, cohetes y cócteles molotov a los agentes.

El 6 de diciembre de 2015, una marcha multitudinaria rememoró el asesinato del adolescente Alexis Grigoropoulos a manos de un policía en 2008. Al recuerdo de Alexis se sumaba la frustración de una juventud harta de sufrir seis años de austeridad. Después de la manifestación, centenares de encapuchados levantaron barricadas en el barrio de Exarjia y arrojaron durante horas cócteles molotov, piedras y artefactos pirotécnicos a los 4.400 agentes desplegados para la ocasión.

Podría parecer que es lo mismo. Y, sin embargo, en Grecia ya nada es igual. Entre diciembre de 2014 y diciembre de 2015 cambió todo a peor y 2016 comienza sin espacio para el optimismo. Dicho de otra manera, en diciembre de 2015 el gobierno griego ha concluido “con éxito” el primer paquete de reformas del tercer rescate y en enero de 2016 comienza la segunda fase, para alegría de los acreedores.

Para Grecia y para Europa, 2015 fue el año de la esperanza, la democracia, el conflicto, la breve victoria y la tremenda derrota, en ese orden. A diferencia de la victoria, que fue tan contundente como fugaz, la derrota persiste. 

Grecia sigue teniendo un nivel de desempleo superior al 26%. Un 44% en el caso del paro femenino y un 60% entre los jóvenes. Los acreedores han reconocido que el Gobierno griego ha adoptado todas las reformas que le han exigido hasta ahora. A pesar de ello, la economía griega no mejora y diez pymes cierran cada día en la República helena, según un estudio de la Cámara de Comercio de Salónica.

Grecia sigue teniendo un nivel de desempleo superior al 26%. Un 44% en el caso del paro femenino y un 60% entre los jóvenes. Los acreedores han reconocido que el Gobierno griego ha adoptado todas las reformas que le han exigido hasta ahora. 

Desde octubre, dos huelgas generales han exigido que no se toquen las pensiones, que no se bajen los salarios y que no se acepten las privatizaciones demandadas por la Troika. No han tenido éxito en sus reivindicaciones. Los primeros presupuestos generales aprobados por el gabinete de Tsipras en diciembre prevén recortes en las pensiones y subidas de impuestos, gravámenes y cotizaciones de la seguridad social. Han sido tutelados y alabados por la Comisión Europea.

La multinacional china COSCO, que opera desde 2010 la terminal de contenedores del puerto de El Pireo, ha ganado la licitación para privatizar el 51% de lo que queda: las terminales de pasajeros. El estibador y líder sindicalista portuario Yorgos Gogos denuncia que las condiciones de trabajo que impone COSCO en sus terminales son pésimas. Salarios mucho más bajos que el resto, más horas de trabajo, turnos partidos sin aviso previo, y fin de la negociación colectiva: la empresa no reconoce la interlocución de los sindicatos. Gogos, paradojas de la vida en Grecia, es miembro del Comité Central de Syriza y, al mismo tiempo, portavoz de los que se oponen a la privatización del puerto.

Además del puerto del Pireo, en diciembre ha concluido el concurso para la privatización de la gestión de 14 aeropuertos regionales. A cambio de 1.340 millones de dólares, la empresa alemana Fraport gestionará durante 40 años los aeropuertos de populares destinos turísticos como Míkonos, Santorini, Rodas y Corfú, y el de la segunda ciudad griega, Salónica. Fraport es una multinacional que gestiona el aeropuerto de Frankfurt, en Alemania, así como aeropuertos de Turquía y Bulgaria.

En noviembre fue derogada la ley de 2008 que impedía ejecuciones hipotecarias en las viviendas que constituyen el domicilio habitual. La protección contra los desahucios sólo seguirá vigente para las casas de personas solteras con ingresos anuales menores a 8.180 euros, parejas sin hijos que ganen menos de 13.917 euros, y familias con dos hijos hasta 20.639€. En total son sólo un 25% de la cartera total de hipotecas morosas.

El tercer memorándum establecía la obligación de recapitalizar los bancos griegos en diciembre. El Eurogrupo condicionó los 10.000 millones de euros ya aprobados para tal objetivo a que el Parlamento griego permitiera los desahucios. De lo contrario, la recapitalización se habría hecho a través de una quita a los ahorradores, es decir, tomando un porcentaje de cada cuenta bancaria.

Estos son solo algunos éxitos de los acreedores que Tsipras aceptó durante aquella famosa noche del domingo 13 de julio, cuando en Twitter se convirtió en tendencia mundial la etiqueta #ThisIsaCoup.

Pero no se trata, ni mucho menos, de todas las medidas contenidas en el memorándum. Aún hay más.

Las reformas que vienen

Tras unas navidades relativamente tranquilas, Grecia afronta ahora una nueva batalla con sus acreedores. Las negociaciones no solo serán importantes para conseguir los próximos desembolsos del rescate sino, sobre todo, para probar la cohesión del grupo parlamentario de Syriza.

Se espera que los representantes de la denominada cuadriga --Comisión Europea, Banco Central Europeo, Mecanismo Europeo de Estabilidad y Fondo Monetario Internacional-- regresen a Atenas el 8 de enero para realizar la primera revisión de este tercer rescate.

El objetivo del Gobierno es concluir esta revisión y los temas pendientes a finales de febrero, para poder empezar cuanto antes el debate sobre la reestructuración de la deuda, una promesa que Tsipras no puede postergar por más tiempo.

Entre los temas clave que quedan por resolver figura la reforma de las pensiones y la gestión de la cartera de deudas morosas de los bancos.

El día de Nochevieja, Tsipras declaró ante los medios que febrero será un mes crítico en la negociación, y defendió la necesidad de reformar el sistema de la seguridad social porque, dijo, “de lo contrario en cinco años no podremos pagar las pensiones”.

El 2 de enero comenzaron las reuniones entre los partidos griegos para abordar la reforma. El rescate impone una profunda reforma de las pensiones. En concreto, establece un ahorro del 1% del Producto Interior Bruto en 2016 proveniente de las pensiones. Se trata de 1.800 millones de euros que deben ser generados reduciendo las prestaciones y subiendo las cotizaciones. En Grecia las pensiones se han reducido ya un 40% en los últimos seis años.

El rescate impone una profunda reforma de las pensiones, con  un ahorro del 1% del Producto Interior Bruto para 2016, es decir 1.800 millones de euros. En Grecia las pensiones se han reducido ya un 40% en los últimos seis años.

El Gobierno de Tsipras se comprometió a elevar las cotizaciones de los pensionistas por el seguro de enfermedad, medida que ya fue aprobada y constituye en torno al 0,6% del PIB, por lo que necesita conseguir el 0,4% restante. Tsipras quiere evitar a toda costa que esos 700 millones de euros se ahorren a través de un nuevo recorte en las pensiones más bajas, un límite que dice no estar dispuesto a cruzar. La duda es si, a estas alturas, alguien cree que el primer ministro tiene fuerza suficiente para mantener sus promesas. Los acreedores han demostrado una y otra vez que no es él quien decide cuándo y cómo se superan las llamadas “líneas rojas”.

Lo que parece claro es para Grecia no habrá futuro si no cambia la correlación de fuerzas en Europa. Todos los ojos están puestos en el nuevo gobierno de Portugal y en el posible cambio de gobierno en España. La izquierda griega fantasea con que una repetición de elecciones permita una victoria de Podemos. Sabe que, en Portugal, la primera decisión del Ejecutivo ha sido aceptar el pacto de estabilidad en lo relacionado con el déficit. Es decir, asumir el marco que impone la austeridad.

Quizá el principal error de Tsipras y Varoufakis fue confiar en que tener razón era suficiente. Se plantaron ante los acreedores y les dijeron “se acabó la austeridad, tenemos un mandato democrático para acabar con ella”. Entonces, Merkel y Schäuble respondieron “nos importa un bledo tu mandato democrático. No vamos a ceder y si sigues insistiendo te echamos del euro”.

El gobierno griego y muchos analistas creyeron que la amenaza del grexit era un farol de Shäuble. Ahora sabemos que era un chantaje, un aviso a otros navegantes del sur, y quizá el primer esbozo de una idea que empieza a circular: el euro de los seis países más ricos del norte, el spin-off de la Europa merkeliana.