El pasado 5 de enero Barack Obama pronunciaba en la Casa Blanca un emotivo discurso sobre la necesidad de aumentar el control armamentístico en Estados Unidos. Cerca de 30.000 muertos por arma de fuego al año fueron su argumento para presentar la irrenunciable prioridad de dar una solución inmediata al drama social y político que vive su país. Frente a él, el lobby de las armas, encabezado por la Asociación Nacional del Rifle. Sin embargo, el lobby, al igual que el discurso, también traspasa fronteras. 

En los últimos años, el comercio internacional regularizado de armas –exportaciones, importaciones y valor de los acuerdos– ha aumentado considerablemente. Las potencias siguen a la cabeza en términos de ventas, y los países en vías de desarrollo acaparan gran parte de la expansión del mercado, sufriendo las consecuencias en sus distintos conflictos. 

Importación y exportación

En su informe (marzo de 2015) sobre tendencias en el comercio internacional de armas, el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo señalaba un aumento considerable en el comercio mundial armamentístico entre los años 2010 y 2014: el mercado creció 16 puntos porcentuales respecto al periodo 2005-2009.

Los mayores exportadores fueron los países habituales: Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Alemania concentraron el 74% de las exportaciones armamentísticas. Los mayores importadores fueron Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Pakistán; también China, que repite en esta lista.

Por regiones, Asia y Oceanía reciben casi la mitad de las importaciones totales. Oriente Medio recibe el 22%, y Europa el 12%. América y África concentran el 19% restante. Todos los continentes, salvo Europa, aumentaron sus porcentajes de importación armamentística en los últimos años. Destaca África –especialmente Marruecos y Argelia– con un crecimiento del 45% entre los periodos 2005-2009 y 2010-2014. 

En lo que se refiere al valor monetario del mercado mundial de armas, el pasado 21 de diciembre el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos publicaba un informe señalando las tendencias en el comercio internacional de armas durante el periodo 2007-2014. Según datos de este organismo, en 2014 el valor de las transferencias mundiales de armas ascendió a casi 72.000 millones de dólares, 1.700 millones más que el año anterior (un 2,3%). Estados Unidos concentró la mitad de los acuerdos comerciales, y aumentó el valor de los mismos diez puntos porcentuales entre los años 2013 y 2014 hasta situarse en los 36.000 millones de dólares. Rusia mantuvo el segundo puesto y la valoración de sus acuerdos –unos 10.000 millones de dólares–.

En total, entre 2011 y 2014 el valor de los acuerdos oficiales de transferencia de armas ascendió a 312.000 millones de dólares, casi 75.000 millones más que en el periodo 2007-2010.

Los países en vías de desarrollo son, por otra parte, los que concentran la mayor parte de la actividad mercantil armamentística de los importadores. Entre 2011 y 2014, estos países estuvieron involucrados en el 75% de los acuerdos de transferencias de armas. Solo en 2014, el valor de sus acuerdos copó el 86% del total mundial. 

Este crecimiento del mercado internacional refleja la escalada de violencia de los conflictos bélicos actuales. Según Human Rights Watch, las municiones de racimo –prohibidas en 116 países– hirieron a población civil (incluidos niños) en los bombardeos que Arabia Saudí realizó sobre Yemen el pasado mes de mayo. El armamento de este tipo es, en muchas ocasiones, parte de los acuerdos comerciales internacionales. Así queda patente en el comunicado de la Agencia de Cooperación, Defensa y Seguridad de Estados Unidos, en el que se anuncia la venta de bombas de racimo a Arabia Saudí en 2011 a través de la multinacional Textron. 

Del tráfico de drogas al ‘comercio’ de armas

Muchos medios se han hecho eco en los últimos días de la detención –previa entrevista con el actor Sean Pean– del Chapo Guzmán, catalogado como el ‘narco más buscado del mundo’. Su cártel, como el resto, actúa como una guerrilla o grupo paramilitar, en gran parte debido a la sofisticación armamentística de la que dispone. Son capaces, entre otras, de derribar helicópteros del Ejército mexicano.

En otro informe entregado al Congreso de Estados Unidos en enero –Firearms Trafficking– se advierte sobre los limitados avances que se han producido en la lucha contra el tráfico armamentístico entre EE.UU. y México en los últimos años. Según datos del Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), el 70% de la armas con trazabilidad incautadas en el país centroamericano entre 2009 y 2014 tenía su origen en Estados Unidos. Durante ese lustro, las autoridades mexicanas confiscaron más de 100.000. 

El informe también advierte de que muchas de estas armas son compradas legalmente en armerías de Estados Unidos. Sin embargo, los recientes controles y leyes de ambos países han potenciado una nueva forma de tráfico: las armas se fabrican en EE.UU. pero se ensamblan en México, lo que dificulta aún más el seguimiento.

Esto ha supuesto un descenso considerable en el porcentaje de armas con origen estadounidense incautadas en México: del 87% en el periodo 2004-2008 al 70% de esta última contabilización. Cabe destacar que el segundo país de origen de las armas incautadas en México durante el periodo 2009-2014 es España, aunque solo con un porcentaje del 3,7%.