PACTÓLOGOS DE GUARDIA
El lenguaje del pacto
El éxito de las conversaciones para formar gobierno consistirá en que lo nuevo adopte el lenguaje de lo viejo o que los que hablan un lenguaje común hablen y lleguen a un acuerdo
Guillem Martínez 7/02/2016

Rajoy, Rivera y Sánchez.
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En la serie danesa Borgen, una candidata a primera ministra de centro izquierda empieza su rueda de negociaciones para formar Gobierno con el líder derechista y ultranacionalista. Es una reunión muy breve. El líder, un gruñón, le explica con cierta amabilidad que no tienen nada en común, por lo que no hay nada sensible de ser pactado. Aun así, le dice a la candidata novata que, para la próxima conversación con el próximo líder, ella debe de sentarse en la cabecera de la mesa, y no como ahora, que se ha sentado en plan colegui, al lado del líder de la extrema derecha. Es decir, en Dinamarca, la socialdemocracia y la derecha nacionalista no tienen de qué hablar. Pero, en todo caso, tienen una lengua común, que les posibilita cambiar experiencias y conocimiento. Posiblemente en la ronda de pactos hispanos pasa exactamente lo contrario. Los diferentes partidos tienen de qué hablar. De hecho, se están reuniendo y hablan. Pero, salvo el pack socialdemocracia-ultranacionalismo, carecen posiblemente de un lenguaje en común que compartan las tres formaciones. Y, por ello, carecen de la capacidad de intercambiar experiencia.
Eso es importante. Un pacto, para que exista, debe de transcurrir en el lenguaje. Por lo que debe de haber un lenguaje en común. Su ausencia no es anecdótica. Es la esencia del sistema español, formalizada en 2011 con la irrupción del 15M. De hecho, la eclosión del 15M es una ruptura lingüística entre dos mundos y lenguajes. Es la percepción de que instituciones, partidos, intelectuales y medios del 78 utilizan un lenguaje no sólo diferente al de amplias regiones de usuarios de la realidad, sino que no sirve para explicar amplias zonas de la realidad, incluido el propio 15M. De hecho, el 15M no hubiera nacido, no se hubiera desarrollado ni hubiera arrasado con todo --ha arrasado con todo, si bien aún no es perceptible; entre otras cosas, por la ausencia de un lenguaje común en los medios y la política-- si hubiera existido una capacidad real de comunicación, de intercambio de cosmovisiones.
Estas conversaciones son, por tanto, algo extraño. Participa el centro izquierda y un símil de extrema derecha --una derecha nacionalista que nació en Catalunya, al observar que el PP, que integra a la ultraderecha local, no daba suficiente leña al mono--. Curiosamente, y al contrario de la escena de Borgen que les citaba, estos dos grupos tienen de qué hablar, pues poseen un lenguaje en común, forjado en los 80's del siglo pasado. Un lenguaje que, además, suple la realidad, hasta tal punto que el 15M tuvo que inventarse para inventar, a su vez, un lenguaje que pudiera hablar de crisis, democracia, deuda, derechos, proceso constituyente, derecho a decidir, corrupción estructural, abusos, desahucios, precariedad, IBEX, cooptación. Es decir, de lo que está pasando.
No hay nada de lo que hablar, al menos en este estadio, entre esas dos culturas, mientras no se reconozca el nacimiento de lo nuevo. Es decir, mientras lo viejo no asuma un nuevo lenguaje, encuentre palabras en común con él y acepte el intercambio de tradiciones. O, todo lo contrario, mientras lo nuevo no renuncie a su lenguaje.
De todo ello se deduce que el éxito de estas conversaciones consistiría en una de estas dos cosas: a) que lo nuevo adopte el lenguaje de lo viejo --lo hace en ocasiones; esa reivindicación de una Segunda Transición es una vindicación de la primera; algo inquietante--, o, b) y más probable, para que los que hablan un lenguaje común hablen y lleguen a un acuerdo. El lenguaje común es el de PSOE y C’s. Y PP. Palabras que vertebran una idea de democracia débil y en decadencia, pero con una mala salud de hierro: aún pueden llevar a otro Gobierno, o a la cárcel a dos titiriteros.
En la serie danesa Borgen, una candidata a primera ministra de centro izquierda empieza su rueda de negociaciones para formar Gobierno con el líder derechista y ultranacionalista. Es una reunión muy breve. El líder, un gruñón, le explica con cierta amabilidad que no...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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