A la vista de algún malentendido con entregas anteriores, me siento en la obligación moral de aclarar al desprevenido lector de este espacio que quien lo firma no es periodista deportivo. Ni deportivo, ni periodista, y menos aún un periodista deportivo al uso en el solar futboñistano: simpatizante de tal o cual club. No vibro con los colores de ninguno y no me postulo sino como literato, esto es, una especie marginal en el ecosistema patrio. Las razones por las que a alguien con tan exiguas credenciales se le tolera escribir aquí habrán de preguntárselas a la dirección de este medio (y acaso logren así que deje de tolerárseme).

Los literatos somos más proclives a las metáforas que a la noticia, qué le vamos a hacer, y ninguna metáfora nos atrae más que las que encierran alguna polisemia. Metafórico y polisémico  es por eso el título de este artículo. Como un relámpago pasan, bajo la canícula de agosto, estos pocos días del año en que los no aficionados al fútbol nos vemos exentos del pertinaz bombardeo de noticias que acompaña a la competición. Algún medio trata de tapar el hueco con la pretemporada, pero basta ver un minuto de esos partidos abúlicos infestados de suplentes para percatarse de que el empeño está condenado al fracaso.

Así las cosas, toda la atención la concentra el mercado de fichajes, con sus cifras mareantes, sus especulaciones y esos momentos tan divertidos que nos deparan los jugadores enfurruñados por falta de minutos, o de química con el míster, que en medio del sopor agosteño alimentan el mal rollo con el club que les paga la nómina y al que están aún uncidos, a ver si así los dejan irse a donde confían en recibir un mejor trato.

Con todo, lo más llamativo del verano son siempre las cifras de los fichajes estelares. Este año está de moda el 90, que es lo que ha pagado en millones de euros la Juventus por Higuaín (o eso dicen, ya se verá qué hay en la trastienda) y lo que al parecer recibirá a su vez por Pogba, a los que habría que sumar otros 30 para completar un coste total de 120 millones de euros. Una de las disfunciones derivadas del euro es que nos dificulta calibrar la magnitud real de las sumas de dinero. Esos 120 millones de euros equivalen a 20.000 millones de las antiguas pesetas. Un pastizal del que quizá es más fácil hacerse una idea pensando, por ejemplo, que con él podría adquirirse un F-35 Lightning II, una bestia invisible e hipertecnológica que es la punta de lanza de la fuerza aérea de los Estados Unidos, según sus generales, y “un escándalo y una tragedia”, según ha declarado el senador republicano John S. McCain, horrorizado por el coste demencial del supercaza para el contribuyente norteamericano.

Lightning significa justamente ‘relámpago’ en inglés. Como un Relámpago, el avión, cuesta hacerse con los servicios de sólo dos piernas. Cada una con un fémur, una tibia y un peroné y un haz de músculos como los de usted o los míos, sólo que más entrenados. Habrá a quien le parezca muy bien. A mí me parece tan escandaloso y trágico como lo del supercaza a McCain.