Doce meses antes de ser inhabilitado durante 7 años por un delito de prevaricación administrativa, el dirigente del PP Juan Andrés Gil ejercía de alcalde de Tarifa para presentar uno de los primeros macroproyectos del posboom inmobiliario en España. En marzo de 2015, como gran proyecto para revalidar la Alcaldía, Gil pone de largo La Ciudad del Surf. Comparece ante la prensa junto al consejero delegado de Metrovacesa, Carlos García León, responsable de promover la actuación urbanística. La inmobiliaria, controlada ahora por el Banco Santander, fue llevada a la quiebra por el magnate jerezano Joaquín Rivero Valcarce, su expresidente, un viejo zorro del ladrillo cuyos negocios en Francia le han llevado a ser condenado a cuatro años de cárcel —pena que tiene recurrida—.

Renacida de sus cenizas, Metrovacesa —que llegó a situarse como una de las cinco mayores inmobiliarias del mundo— anuncia una inversión de 70 millones de euros sobre 162.000 metros cuadrados próximos a la playa de Tarifa. El complejo turístico, comercial y residencial, que quiere empezar a edificarse en 2017, contará con unas 600 plazas hoteleras y su construcción espera generar entre 300 y 500 puestos de trabajo. Como si hubiésemos rebobinado ocho años atrás, como si no se hubiera aprendido nada del cráter que ha dejado en la economía española la desmedida ambición de los señores del ladrillo, la especulación y el desarrollismo más voraz regresan hambrientos a la costa gaditana.

A finales de 2015, pese a haber retenido por los pelos el bastón de mando de la Alcaldía, PSOE, IU y PA registraban una moción de censura que desalojaba a Gil de la Alcaldía. No aguantaban más su "carácter autoritario". "En el pleno hemos aprobado mociones que él mismo ha dicho después que no iba a ejecutar porque no quería hacerlo", mantenía el portavoz de los andalucistas en el Consistorio tarifeño, Sebastián Galindo, en declaraciones a El País. De esta manera, el pleno convertía al socialista Francisco Ruiz en alcalde de un municipio costero de 18.000 habitantes que, gracias a haberse convertido en una meca mundial del surf, es capaz de triplicar su población cada verano. Ruiz apoya el proyecto, trabaja desde principios de 2016 para acortar sus plazos y pide "calma" en cuestión urbanística y medioambiental.

En este mes de agosto, Greenpeace ha publicado un análisis en el que detecta ocho proyectos que continuarán con la destrucción de las costas españolas, entre ellos La Ciudad del Surf, que da por hecho que arrasará la costa natural del Atlántico Sur. "El Informe sobre los cambios de ocupación del suelo en la costa española entre los años 1987 y 2011 del Observatorio de la Sostenibilidad apunta unos datos de una costa deteriorada y axfisiada y como los propios expertos señalan, de seguir así vamos hacia el colapso", apunta Pilar Campos, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace. Metrovacesa entiende que La Ciudad del Surf se convertirá en uno de los proyectos inmobiliarios "más innovadores" de la costa española y "uno de los más importantes para el desarrollo turístico de Tarifa y del Campo de Gibraltar". Para la organización política Equo, el proyecto es "una vuelta al ladrillazo". Esta formación no cree que el proyecto "corresponda al interés general, sino a mera especulación para el enriquecimiento de unos pocos, sin responder a la necesidad de viviendas ni generar empleo estable y de calidad".

La inmobiliaria ya se ha apresurado a avanzar que su intención es quedar bien con el Medio Ambiente, apostando por la bioconstrucción y por un modelo compacto que alterne edificios bajos con espacios ajardinados. La realidad de Tarifa, más allá de la oposición frontal del lobby conservacionista —que también paralizó el proyecto inmobiliario en la playa de Valdevaqueros de esta localidad, en un entorno virgen y con un dunar único en Europa—, es que actualmente cuenta con un planeamiento urbano de hace casi 25 años. La revisión del PGOU tendría que incluir el macroproyecto de Metrovacesa, un procedimiento que, admitía el actual munícipe en declaraciones a La Voz de Cádiz, "no se hace ni rápido ni sin cumplir ciertas condiciones". El fuerte viento de levante y la gran recesión frenaron en seco el avance del ladrillo en esos que Javier Ruibal llama los mares del surf. Asomada tímidamente la recuperación a niveles macroeconómicos, con síntomas de resurección del mercado inmobiliario, ¿quién vencerá ahora?

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Este artículo fue publicado el 26 de agosto de 2016 en La Voz del Sur.